La Araña teje su red..

1753 Words
Arthur estaba hipnotizado con la belleza de la chica, la seguía en cada movimiento, estaba fascinado ante la gracia de aquella joven, se acercó hasta ella y la siguió en sus movimientos al son del baile que ella ejecutaba. Sus movimientos eran tan sensuales; y ella lo miraba a los ojos tan provocadora a que le hizo erizar la piel de todo su cuerpo, gotas de sudor llenaron su frente y comprendió que quería a esta chica en su vida, en su cama y en todo lo que emprendiera. Ella se sintió deseada por aquel hombre y le gustó lo que vió en sus ojos, coquetamente lo sacó de la pista de baile, dejando que él la tomara por la cintura enlazando sus cuerpos en una danza provocativa; Arthur iba siguiendo el ritmo y al mismo tiempo, admirando el vaivén de las caderas de ella, al bailar. Terminó la exposición de baile todos sus invitados estaban admirados de la belleza de Diane, todos los que quisieron participar entonces empezaron a disfrutar de la música al bailar. Llegó la hora de hacer la presentación: — Damas y caballeros,buenas noches— resonó la voz de Anthony al presentar a su hija. — Ésta es mi hija Diane Curtis— dijo señalando con orgullo hacía donde ella estaba. Ella saludó y dijo: — Hola distinguidos invitados, bienvenidos todos a mi fiesta, por favor disfruten de todo lo que se ha preparado con mucho cariño para todos nosotros. Todos quisieron acercarse y felicitar a la cumpleañera y ella cual reina los atendía atentamente. En ese momento se acercó su padre con Arthur y ella fijó sus ojos extrañamente azules en él con curiosidad. — Hija, te quiero presentar al señor Arthur Mccartney— dijo con ostentación Anthony. Arthur se inclinó y besó la mano de ella encantado de tenerla tan cerca y dijo: — Sé quién eres princesa, soy Arthur Mccartney, a tus pies siempre. Ella le sonrió coqueta, y dijo: — ¡Hasta que te conozco Arthur, es un honor tenerte para mí, en esta noche maravillosa! Lo invitó a disfrutar de todo lo presente, siguió con los otros invitados, no sin antes dirigir miradas a Arthur que harían poner de colores a cualquier persona, menos a Diane, ella sabía lo que quería y cuando encontraba su objetivo no descansaba hasta conseguir lo que se proponía. Aparentemente, ella ya tenía un objetivo en mente y ya estaba buscando estrategias para alcanzar lo que se había propuesto. Diane, no tenía idea de lo que sus miradas provocaron en el millonario Mccartney, quién inmediatamente buscó al padre de la chica, pues ya tenía un negocio entre manos. Al acercarse a Anthony dijo: — ¡Tu hija es espectacular, estoy encantado con su personalidad!— su voz sonaba llena de emoción. — Lo sé mi amigo y es también una excelente mujer de negocios, a pesar de ser tan solo una jovencita — manifestó Anthony con orgullo. — Has pensado en la condición que te pedí para nuestra sociedad — preguntó Arthur directamente. —¿Quieres que hablemos de eso?— preguntó Anthony— vamos a mi estudio, allí no habrá molestias. Diane parecía un felino moviéndose tras la presa, y no perdía de vista al millonario, ya había trazado un plan y lo seguiría a pie juntillas, lo vio hablar con su papá y estuvo pendiente de cada movimiento que ellos daban. Por eso vio, cuando Arthur hablaba con su padre y miró cómo se dirigieron hacia el estudio, se introdujeron en el lugar; y no se preocuparon en ver, si la puerta había cerrado por completo, pues nadie estaba tras ellos, sigilosamente ella se introdujo en la habitación, como un Tigre tras su presa. — Mi querido Anthony Harris— escuchó decir a Arthur Mccartney— nuestra sociedad es un hecho, solo quiero decirte que una vez terminada ésta fiesta nuestra próxima cita será para ir y firmar documentos. — Eso para mí es una excelente noticia— está vez era su padre quien hablaba— ¿Cuándo podríamos reunirnos para tan sagrado acto? — ¡Sabes que quiero a tu hija como esposa!— dijo Arthur sin rodeos — ¿Habla de mí, señor Mccartney? preguntó Diane, quién entró en ese momento. — Así es preciosa, tu padre quiere asociarse conmigo y soy un negociante — explicó él— así que puse una condición. — Sí y la condición soy yo— dijo ella — ya mi padre me explicó. — ¿Y qué piensas de mí condición?— preguntó Arthur interesado. — Que usted es un patán— dijo sin que le temblara la voz— pero entiendo que también es un hombre de negocios, estoy de acuerdo con su condición— dijo ella muy calmada— y como también soy una mujer de negocios, también tengo una condición se echó para atrás en la silla donde estaba sentado y preguntó: —Estoy ansioso por saber cuál es— dijo él interesado — Tú, Merritt acabas de decir que eres un negociante, es decir soy una inversión— dijo ella muy segura— y como toda inversión debe cotizarse, yo tengo un precio, no soy cualquier inversión Arthur Mccartney,— lo trató adrede llevándolo a su terreno. — Eres una mujer increíble Diane Harris y me gustas— ¿Cuál es tu condición? — Estoy estudiando "Comercio Internacional" y son tres años de carrera,— explicó ella calmada— aún me quedan dos mientras todo culmina, tesis y recibir título; deberás esperar ese tiempo para que se realice el matrimonio. Arthur riendo.a carcajadas, dijo: — ¡Touché!— exclamó Arthur— ésta sociedad promete, mi querido Anthony. — Entonces; ¿Le parece bien?— preguntó Eleanor. — ¡Excelente!— dijo Arthur— acepto tu condición preciosa. Salieron para integrarse nuevamente a la reunión, su padre conversaba con todos, la mayoría eran inversionistas, hombres y mujeres de negocios, allí no había jóvenes contemporáneos con Diane ella era diferente a la mayoría de esos chicos y chicas que sólo pensaban en ídolos de música del momento o actores de películas, no, para ella solo existía un mundo y ese pertenecía a las finanzas, los negocios, lo demás era estupidez y pérdida de tiempo. Por eso como tenía la oportunidad, no la desaprovechó, estuvo conversando y consultando con cada uno de los invitados, quiénes estaban fascinados al escucharla hablar de temas de "adultos" en el mundo de los negocios, y en especial su mirada no sé quitaba de Arthur Mccartney, no iba a permitir que éste hombre no se escapara de su vida y de sus planes. Ella poco a poco comenzó a hablar con Arthur de temas financieros, de negocios, de intereses y bancos, de la subida en productos y estados de la bolsa, el millonario estaba fascinado de ésta mujer Luego poco a poco lo fue llevando a su terreno, se colgó de su brazo, una música envolvente y sugestiva empezó a escucharse por el salón, ella lo condujo hacia la pista, empezó a pegar su cuerpo al de él al ritmo suave del baile, el perfume de ella envolvía los sentidos de éste hombre que siempre había sido escurridizo con las mujeres y antes de que lo pensara siquiera, estaba deseando aquella joven en su cama y en su vida. Diane se daba cuenta de lo que provocaba en los hombres y estaba usando sus armas de seducción muy sutiles para que Arthur Mccartney estuviera a su merced, éste se sentía como drogado por la personalidad de ella se dejaba conducir cual títere, dejando que ella tuviera el control de su vida en ese momento. La fiesta se fue apagando y los invitados fueron migrando poco a poco, ya Arthur necesitaba despedirse de la chica quien se había colgado de él casi toda la noche. — Preciosa, espero que ésta no sea la única vez que pueda tenerte tan cerca— le dijo Mccartney al oído en tono suave. Ella sonrió coquetamente y entornó sus ojos al decirle: — Tampoco yo Arthur, me encantó tu compañía— usando un tono apropiado a la ocasión— y también me gustas como hombre, a pesar de todo. — ¡Uy mujer no me digas eso, mira que te secuestro acá mismo!—dijo él, siguiendo el juego de Diane. — ¿Y arriesgarte a que papá te de un rescate?— sonrió ella guiñando un ojo con coquetería— además me encanta eso de "mujer", porque eso es lo que soy, Arthur. — Eso mi querida joven se nota a leguas, eres una hembra en toda la extensión de la palabra— dijo Arthur con voz seductora. — ¿Cuándo volvemos a vernos?— fue la pregunta de Diane toda coqueta. — Por mí, te llevaría conmigo para mirarte todo el día, mi reina— dijo él pícaramente. — ¿Cuando será la firma de nuestra sociedad?— preguntó ella — Eso solo depende de él— sugirió Arthur — ¿Y de mí, también depende?— dijo ella. — ¡Claro, tienes un alto porcentaje, cariño!— dijo él con astucia. — Entonces, lo acompañaré el lunes a primera hora; estaremos allí en tu oficina — dijo ella muy seria. — Significa que, tú también jugaras a firmar— dijo él. — Yo, muy poco juego mi querido Arthur— dijo ella con voz aún más peligrosa— y hablo muy en serio, así que mi padre y yo estaremos el lunes para la firma. Lanzó un beso al aire usando su mano para enviarlo y puso su cara más seductora para provocar escalofríos en la espalda de Arthur Mccartney. Éste era un experto manejando mujeres de mundo, pero a esta chiquilla aún no sabía cómo manejarla, estaba totalmente prendado de ella sin poder reaccionar. Él salió del salón y ella lo vio alejarse con ojos entrecerrados y con un brillo especial en sus pupilas, ya ella había empezado a tejer su red y sabía qué hilos mover para atraer a la mosca que necesitaba atrapar por completo. Arthur al ir saliendo se encontró con Anthony, y se despidió diciendo: — Mi querido amigo y socio, te espero el lunes a primera hora en mi oficina, pero con tu hija, ella debe acompañarte. Anthony Harris, se quedó pensando unos instantes con el ceño fruncido y tocando su barbilla sin entender mucho, en ese momento se acercó su hija y dijo: — Ya todo está listo para la firma papito, Arthur Mccartney, está en mis manos.
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