• Capítulo 1 •

3164 Words
Abrí los ojos. Suspiré. Primer día de clases. —Yei. —murmuré sin sentir nada de emoción mientras me levantaba de la cama. Entré al baño y tomé una ducha, después de eso me vestí y me maquillé un poco. Solo esperaba que mi maquillaje no hubiera quedado tan mal, ya que era de las primeras veces que lo hacía. Me puse los lentes de contacto y agradecí que no me incomodaran tanto como la primera vez que me los puse. —¡Buenos días! —saludó alegremente mi madre cuando estuve en la cocina. Le respondí lo mismo, aunque realmente quería decirle: "Este día no tiene nada de bueno". —Voy a comer una manzana. —dije y ella asintió. Comí la manzana y tiré el resto al tacho, después de eso tomé una libreta y un lapicero para ir al instituto, por si acaso—. ¡Adiós, mamá! —grité y caminé hacia la puerta. —¿No quieres que te lleve? —me pregunta desde la cocina. —No, gracias. Recuerdo el camino. Deséame suerte. La necesitaría. Salí de la casa y empecé mi camino, por lo que mis pensamientos acerca de empezar desde cero volvieron a resurgir. Me hice la idea de que, a pesar de que dije que empezaría de nuevo, dudo mucho que haga amigos en el nuevo instituto. Será mejor estar sola, no tengo ganas de socializar con nadie que no sea mi madre. En menos tiempo del esperado llegué al instituto. Al ver que la escuela era bastante grande, me sentí como una hormiga ahí dentro. Pero de todas formas entré y caminé por uno de los pasillos en busca de la recepción, ya que se supone que ahí me encontraré con alguien que me dará el horario y todas esas cosas. Para mi sorpresa encontré la recepción sin problemas. Al entrar la primera persona que vi fue una señorita detrás de un gran escritorio, así que me acerqué a ella. —Mmm... Hola. —murmuré algo tímida, no sabía que más decir—. Soy Heather James. —Hola, cariño. Eres nueva, ¿verdad? —preguntó. Asentí aunque quise responderle "Duh", ya que la respuesta obvia, pero ella era amable—. Okay, toma esto. —habló entregándome un papelito que tenía letras y números—. Ese es el número de tu casillero y la combinación, solo ve a él y encontrarás tu horario y tus libros. —cuando terminó de hablar asentí una vez más y salí a los enormes pasillos que ya tenían muchos más alumnos que antes. Caminé y caminé buscando el tonto casillero hasta que por fin lo encontré. Lo abrí y sip, ahí estaban todas las cosas mencionadas. Miré mi nuevo horario y busqué lo que me tocaría en ese momento. Luego de saber que clase tenía, miré todo a mi alrededor y me sentí realmente perdida. Había tardado mucho tiempo buscando y encontrando el casillero así que tenía poco tiempo para hallar el aula. Caminé y recibí algunos empujones. Los ignoré, pero aún así me sentía fastidiada así que poco a poco empecé a perder la paciencia. Mientras caminaba vi a una chica. Era rubia, usaba una minifalda (deduje que era una de las más populares y por la forma en la que trataba a las chicas que iban con ella, deduje, también, sería grosera), llevaba tacones y tenía cabello era perfecto. Estaba tan concentrada viéndola que... —¡Lo siento! —dije cuando choqué con una chica. —No te preocupes. —sonrió—. Soy Valery. ¿Cuál es tu nombre? —Soy Heather. —respondí y ella asintió—. Disculpa, ¿podrías indicarme donde queda el salón de Historia? Todo era tan cliché... Seguramente me diría que casualmente también tiene esa clase y que iríamos juntas. —Lo siento, estoy apurada ahora. —respondió y se fue dejándome un poco sorprendida. En serio creí que... Okay, no importa. Seguí caminando en busca del salón. Y no lo encontraba. Volví a chocar con otra chica y simplemente seguí caminando pero ella me tomó del brazo. —Lo siento... —dijo ella y yo asentí sin decir más. Suficiente con un rechazo—. Soy Violeta. ¿Tú eres? Suspiré con una sonrisa ladina. —Heather. —respondí. Junté todas las fuerzas que me quedaban y pregunté—. ¿Podrías indicarme dónde queda el salón de Historia? Creí que me diría lo mismo que la chica anterior, pero ella solo me dedicó una sonrisa linda y respondió. —Claro, voy por ese camino. Mi clase está al lado. Mientras caminábamos trataba de aprenderme el camino, ya que no quería volver a perderme. Para mi buena suerte no llegué tarde. Cuando llegué al salón le agradecí a Violeta y entré. —Hola. —saludó el profesor y sonreí sin ganas—. Quédate ahí un momento, por favor. —dijo y yo fruncí el ceño pero aún así me quedé quieta, seguramente quería que me presentara... Típico. Y tenía razón, cuando todos llegaron (no me preocupé en ver sus caras), el profesor los saludó y me pidió que me presentara. —Soy Heather James. Por suerte nadie se rió de mí. Ahí fue que me di cuenta de que me sentía muy a la defensiva por nada. Miré al profesor, él hizo un ademán con la mano, invitándome a sentarme. Había dos asientos vacíos, uno adelante y uno atrás. Me senté en el de adelante. No quiero tener amigos, pero tampoco iba a dejar que me intimidaran, además, iba a la escuela a aprender. * * * La clase estuvo un poco aburrida, pero afortunadamente entendí todo. Encontrar los demás salones sola, por suerte, fue sencillo. Tuve que presentarme en todos lados, así que supuse que sería así el resto del día. Pero ya por fin había llegado el momento del break. Fui a la cafetería y agarré un sándwich de jamón y queso... Como me encantaban esos sándwiches... Cogí una botella de agua y con mi bandeja empecé a caminar hacia ninguna mesa en específico. De pronto vi como alguien agitaba su mano y la reconocí, era Violeta. No quería ir con ella, pero ella no dejaba de mirarme con una sonrisa entusiasta, así que caminé hacia esa mesa y me senté con ella. —Hola. —dije sonriendo. Ella estaba sola en la mesa, ¿seré yo su nueva única amiga? Justo para responder mi pregunta llegó una chica más a la mesa, se sentó y luego me miró. Yo solo sonreí, aunque se notaba de lejos que me sentía incómoda. —¿Quién es...? —empezó a preguntar la chica pero Violeta respondió antes de que terminara la pregunta. —Ella es Heather. Es nueva. La conocí en los pasillos y la invité a sentarse aquí. —... Hola... —saludé evitando el contacto visual. Ella sonrió naturalmente. —Hola. —saludó con normalidad—. Soy Jennifer. —Mira, tu primer día y ya tienes amigas. —mencionó Violeta con alegría y yo asentí insegura. Amigas... —Mejores amigas. Próximamente. —dijo Violeta dramáticamente, haciendo las manos de jazz, como si se tratara de una película. Estas chicas me inspiraron confianza así que solo dije lo que pensé—. Las acabo de conocer. —Por eso dije: Próximamente. —repitió Violeta y yo reí, no sé porque, solo reí. Supuse que ellas se enojarían conmigo por decir eso, pero no, lo entendieron. —Tal vez. —sonreí para mí misma. ¿De verdad quería mejores amigas? Se suponía que iba a pasar el resto del año sola haciéndome autobulling por tener miedo a socializar. Bueno, no pierdo nada con intentar. Después de eso sólo comíamos y reíamos. Fue divertido. Rápidamente acabo el break y todos se fueron a sus clases. Violeta y Jennifer me guiaron hacia mi siguiente clase (Psicología) y cuando llegamos se fueron a sus clases. Ingresé al aula y tuve que volver a presentarme... Algo que me hacía sentir bien era que hasta, el momento, nadie se reía de mí. Había visto muchas películas donde los típicos chicos populares se burlaban del nuevo y no esperaba nada diferente a eso, pero me salvé. Ésta vez tuve que sentarme atrás en una mesa sola ya que no habían lugares disponibles adelante. Además de Violeta y Jennifer, no había hecho más amigas o amigos. Oh, oh, oh, I really don't care! Me olvidé de todo y me concentré en la clase. * * * El día acabó con normalidad. Me presenté con todos y luego presté atención al maestro. Por fin, ya era hora de ir a casa. Estaba buscando a Violeta y a Jennifer para poder irme con ellas, ya que en el break me dijeron que se iban por el mismo camino que yo. —¡Heather! —gritó una voz que no reconocí al instante, pero cuando voltee me di cuenta de que esa voz le pertenecía a Jennifer. Violeta estaba a su lado. Se acercaron y las saludé. —¿Vamos? —preguntó Violeta y yo asentí, pero recordé algo más. —¡Ah! Olvidé algo espérenme, ¿si? Ellas asintieron. —Te esperamos en la entrada del instituto. —señaló Jennifer. Asentí, luego se dieron la vuelta y empezaron a caminar en dirección a la entrada del lugar. Yo me di la vuelta y caminé en dirección a mi casillero. Cuando lo encontré, lo abrí y saqué los libros que estaban ahí junto con mi horario (eran cinco pero eran delgados, así que no pesaban). Decidí llevarlos a casa por si acaso. Cerré mi casillero y empecé a correr para alcanzar a mis amigas en la entrada más rápido. Y no lo esperaba pero cuando volteé hacia la derecha me choqué con alguien. Mis libros cayeron al piso y pensé en agacharme a recogerlos, pero justo cuando lo iba a hacer algo hizo que elevara mi rostro. Fue la belleza del chico con el que me encontré. Era jodidamente lindo. Demasiado lindo. Sus ojos eran cafés al igual que su cabello, era más alto que yo y se notaba que hacía ejercicio. Tenía muchos lunares en su rostro, lo cual lo hacía verse mucho mejor. Todo en él era lindo. Otra vez todo era muy cliché... Faltaba que recogiéramos los libros al mismo tiempo y nuestras manos se rozaran, nos miráramos a los ojos para empezar, así, una historia de amor. —Mira por donde caminas. Se fue dejando mis libros tirados en el piso. Regresé a la realidad. Hice una mueca. Primero la chica Valery y ahora este chico. Parece que mi vida nunca será un cliché. —Idiota. —murmuré mientras me agachaba para recoger mis libros, pero alguien se me adelantó y los recogió antes que yo. —Perdona a mi amigo. Es un idiota, aunque creo que eso ya lo sabes. —dijo haciéndome sonreír un poco, pero definitivamente estuve de acuerdo con él—. Soy Tayler. —puso su mano para que la estrechara y lo hice—. ¿Tú eres...? —preguntó. Todas las presentaciones por nada. —Soy Heather. —sonreí otra vez. Este chico era lindo, pero lamentablemente no tanto como el que había visto antes. —Okay, Heather, lo siento, pero debo irme. —asentí. Creo que me gusta asentir mucho—. Adiós. —Adiós. —murmuré reaccionando luego de unos segundos, pero él ya estaba lejos. Volví a correr y esta vez rogué no tropezarme con nadie más. Finalmente llegué a la entrada del instituto, en donde estaban Violeta y Jennifer esperándome. —¿En dónde estabas? —preguntó Violeta y yo sonreí en modo de disculpa. —Lo siento, tuve unos problemas. —Bueno, no importa, vamos. —animó Jennifer y las tres empezamos a caminar. Mientras ellas hablaban de temas al azar, yo las miraba, escuchaba y sonreía. Esas chicas realmente me caían bien. Se mostraron amables y comprensivas conmigo desde el principio y nunca dejaron de serlo. Tal vez si tenga mejores amigas después de todo. —Aquí es. —dije. Ellas vieron mi casa. —Es muy linda. —murmuró Jennifer y yo le sonreí. —Gracias. —Próximamente. —repitió Violeta y reí. Ella quería decir que "próximamente" vendrían a mi casa. Era increíble que en poco tiempo ya estaba logrando entender su sentido del humor. Me despedí de cada una con un beso en la mejilla y entré a mi nueva casa. Me dirigí a la cocina y la contemplé toda ordenada y limpia. —Hija, ¿eres tú? —preguntó ella de espaldas. —No, mamá, soy un ladrón que tiene las llaves de la casa. —respondí dejando mis libros en la mesita que estaba en la sala de estar. Luego regresé a la cocina y saludé a mi madre. —Hola, Heather, la graciosa, ¿qué tal tu primer día? —preguntó. —Mejor de lo que esperaba. —¿Y qué es lo que esperabas? —Esperaba ser invisible por el resto del año. —contesté rápidamente. Ella frunció el ceño ante mi directa confesión—. ¡Pero no fue así! Hice dos nuevas amigas que, de hecho, hoy me acompañaron a casa. —¡Qué lindas! Ya quiero conocerlas. —me encogí de hombros en respuesta—. ¿Alguien más que haya cambiado tus planes de ser una fantasma en el instituto cuyo álbum de graduación nunca firmarían? —No, mamá. Podría decir que mi madre tiene mente de adolescente. De la nada ese chico (más conocido en mi cabeza como "idiota") apareció en mis pensamientos. Y también Tayler. —Nadie más. —Okay, pero más te vale hacer amigos. Que vergüenza me daría ser la madre de una loser. La miré rodando los ojos, pero no respondí. —Me voy a mi cuarto. Volví a la sala y tomé mis libros para llevarlos a mi habitación. Planeaba forrar mis libros, pero al llegar vi mi cama y no pude resistirme a tirarme sobre ella con pasión. Me quité los lentes de contacto solo porque sí y me relajé de un día muy no-cliché. Tal vez me relajé tanto que me dormí. Ups. * * * Cuando abrí los ojos mi cuarto estaba oscuro. Me pregunté la hora así que busqué mi reloj de pared. Finalmente cuando la hallé, traté de ver la hora entrecerrando mis ojos, pero no logré ver nada. Tomé mis antiguas gafas y me las puse. Eran las siete y cuarenta y cinco de la noche. Woah, ¿tanto dormí? Decidí levantarme. Me quité las gafas después de haberlo usado solo unos segundos y me lavé la cara para quitarme el sueño. Al regresar me coloqué nuevamente los lentes de contacto, entonces fui a mi escritorio para forrar mis libros de una vez. Cuando terminé, hice una copia de mi horario y le pegué en mi pared para aprendérmelo más rápido. Después de eso oí que tocaron el timbre. ¿Quién sería? Me levanté y salí de mi cuarto solo para escuchar. —Buenas noches, ¿está Heather? Fruncí el ceño y luego reconocí su voz realmente aguda. Violeta. —"Próximamente" —dije imitando su voz cuando bajé, refiriéndome a que se supone que ella no vendría a mi casa por lo pronto. —Lo siento, estaba aburrida y no pude resistir. —respondió ella encogiéndose de hombros. —Bueno, mamá, ella es Violeta. —Es un gusto, señora. Violeta estrechó su mano con una sonrisa dulce y mi madre me mostró su cara falsa de elegancia. Pero entendí muy bien que Violeta definitivamente le agradaba. —El gusto es mío, Violetita linda. Tal vez le agradaba más que yo. —Mamá, iremos a mi habitación. Violeta y yo subimos las escaleras. A pesar de que no quería invitados tan rápido, me alegraba que hubiera venido ya que me estaba empezando a aburrir con los libros. Entramos a mi habitación. —¿Qué? —pregunté cuando ella se quedó para en la puerta. —Nada, es solo que tu cuarto esta increíble. —me dijo y yo asentí algo extrañada por su comentario. —Eh... Gracias. Otra señal de que estudies diseño de interiores. Solo deja de ser floja y ya. —Espero que me puedas ayudar con el mío. —"Próximamente" —imité su voz y ella rió. —Sí. —Y... Violetita linda... No es que me moleste tu visita... —murmuré—. Pero, ¿por qué viniste? —pregunté y di palmaditas en mi cama para que se siente. —Ya te dije, estaba aburrida, entonces me acordé de ti. —se sentó en mi cama y me mostró otra de sus sonrisitas dulces—. Vine para conocerte mejor. En el instituto solo hablamos de tonterías. Así que... ¡Cuéntame de ti! Asentí lentamente. —Okay... ¿Qué quieres que te diga? —Lo que quieras, solo quiero saber más de ti. —Está bien. —sonreí de lado—. Me mudé aquí porque mis padres se divorciaron, vengo de Denver y... —¿Por qué se divorciaron tus padres? Me encogí de hombros. —No lo sé. Ninguno de los dos quiso decírmelo. —Eso está mal... —dijo con pena. —Bueno... Sinceramente prefiero no saber por qué... Así duele menos. —respondí sin pensar—. Como sea, te sigo hablando sobre mí. Adoro escuchar música. Me gusta mucho leer y me considero una buena estudiante, tú tienes cara de no serlo así que te ayudaré. —¡Hey! —respondió ella poniendo cara de ofendida pero luego suspiró—. Estás en lo cierto. —¡Amo el chocolate! —exclamé y ella metió su mano en su bolso, seguí hablando—. Cuando tengo sueño me pongo de mal humor, tengo poca paciencia y... ¡CHOCOLATE! —grité cuando vi que tenía un chocolate en su mano. Me lo ofreció, así que se lo quité de las manos, rompí la envoltura y lo metí a mi boca. Cerré los ojos al saborearlo. Estaba delicioso. Nunca había probado ningún chocolate así. —Está delicioso, lo sé... —¡CHOCOLATE! —gritó alguien más. Y luego ese alguien entró a mi habitación sin tocar. Sip, mi madre. —¡Oh, señora! Pruebe de estos. Violeta amablemente le dio otro chocolate a mi madre. Ella lo aceptó y lo comió. —Nunca había probado ningún chocolate así. —dijo maravillada—. ¿Dónde lo conseguiste? —Son chocolates franceses. —respondió. Abrí los ojos un poco más de lo normal—. Mi papá a veces viaja a Francia por trabajo, así que cada vez que se va le digo que me traiga de estos chocolates. Pruebo esos chocolates unas... Cinco veces al año. —¡Qué suerte tienes! Están deliciosos... —me calmé, tragué el chocolate y hablé—. Bueno ahora es tu turno, cuéntame de ti. —Sí, sí, cuéntanos. —siguió mi madre. Ambas la miramos con diversión y ella sola se levantó de la cama—. Lo siento, lo siento, ya me voy. Se fue dándole una última sonrisa a Violeta, quien le correspondió con normalidad. —Perdona a mi madre. Ella solo es así... Un alma joven... —No te preocupes. —aceptó riendo—. De hecho, si se hubiera quedado no me hubiera incomodado, pero, bueno… Nací aquí y nunca me he mudado. Ahora cosas más personales... A mí no me gusta leer, en realidad no me gusta hacer nada... —Vaya, somos polos opuestos. —¿Los opuestos se atraen, no? —Tal vez. —ambas sonreímos—. ¿Y qué puedes contarme sobre Jennifer? —Ella y yo somos mejores amigas desde hace unos años. Creo que ya te diste cuenta de que es una persona muy alegre y positiva, mariposas, arcoíris y todo eso... Un momento, creo que esa soy yo. —no pude evitar reír—. Ella es más dura, ¿sabes? Directa, enojona, pero amable cuando debe. Pasó cosas feas antes y eso la ha hecho así, pero ahora es feliz y admiro eso de ella. Te contaría, claro, pero... —hizo una mueca. —No, está bien. No me lo digas. Si ella algún día quiere contármelo, que lo haga. Cuando esté lista. Violeta asintió con una sonrisa más y suspiró—. Aparte de eso, ella es como tú. Buena alumna y lee mucho, pero ella sí tiene paciencia. Lo sé porque ha tratado de enseñarme muchas cosas del instituto y hasta ahora no me ha arrancado los cabellos. —Bueno, me pondré de acuerdo con ella para encerrarte en una habitación y no dejarte salir hasta que te hayas leído, por lo menos, un libro. Ella rió y se cruzó de brazos. La conversación siguió y siguió. Violeta resultó ser bastante entretenida y amable, incluso me ayudó a terminar de forrar mis libros, además me recordó algunas cosas del instituto. Llevaba mucho tiempo sin tratar con alguien tan extrovertida y, al mismo tiempo, empática. —Ya debo irme. —murmuró mirando su reloj de muñeca. Nos levantamos de la cama y la acompañé hasta la puerta—. ¡Te veo mañana, Heather! —¡Adiós! —exclamé y cuando se fue cerré la puerta. Subí a mi habitación y me quité los lentes de contacto, me di una ducha y cuando salí me puse un pijama. Estaba con frío así que me metí dentro de la cama. Después de unos segundos mis ojos empezaron a pesar y lentamente me quedé dormida... “Adiós" al mundo real y "hola" a mis personajes de libros favoritos que solo se enamoran de mí en mis sueños.
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