5. Pilas

1328 Words
Capítulo cinco Hoy es mi primer día de trabajo. Y no solo eso, sino que es mi primer día siendo empleada en la mejor empresa del país, aunque solo sea una ayudante general, pero cambie drásticamente mi rumbo de estar en trabajos de medio tiempo diarios a una de tiempo completo y con mejor salario. Ah, la vida me ha sonreído desde que conocí al princeso aquel día. Supongo que fue porque el universo me escucho, miro en la miseria que me encontraba y se apeno tanto que me mando la oportunidad de mi vida. “Nunca podría olvidar los ojos de la chica que me maquillo sin saber quién era, y si no puedo olvidar eso, mucho menos podría olvidar su nombre”. Doy un largo suspiro y me encamino a entrar al iTroyan Company. También está eso. Se nota que las capacidades de seducción del cara guayaba son demasiado altas, porque admito que cuando termino esa fase no tenía boca para responderle y mi cara se puso como la de un tomate maduro. Palmeo mis mejillas. Xochi, él es un casanova el cual le gustan solo las pinturas y lo notaste ayer con la rubia, así que no lo veas nunca como algo más. Entro a la empresa y el cambio de temperatura hace que se me salga una sonrisa, voy hasta el sistema de seguridad y paso la tarjeta que la señora Clara me dio ayer por la tarde después del papeleo. —Bueno, aquí voy —subo al ascensor y presiono el botón que da hacia la planta diez donde se supone que tendré mi mesa. Salgo con una clara emoción en mi rostro y las personas de ese lugar me observan decaídos y desinteresados mientras que revisan cientos de papales en sus mesas. Eh… Ya no sé como sentirme, el ambiente claramente es uno pesado a grandes niveles y ni hablar de la poca energía que se siente. —Xochi, sígueme —la señora Clara aparece detrás de mí —tu lugar de trabajo es este —me señala una mesa oculta detrás de cuatro pilas de papeles y se hace a un costado para que tome asiento sobre la silla de oficina —en tu primer día tendrás que trascribir todos estos documentos sin importar en el formato en el que estén, antiguamente esto era trabajo de la chica que adquirió el puesto, pero no resistió la presión y termino por marcharse en menos de tres días sin decir nada —da media vuelta —Ah, y otra cosa, —levanta su dedo índice —no conoces al señor Ryan de nada, y si lo ves evita meterte con él porque hoy está lo suficientemente ajetreado como para lidiar con tus sobrenombres, en específico contigo —sigue su camino hasta desaparecer y yo observo la pila de documentos al mismo tiempo que la gran laptop mostrándome unas medusas en su protector de pantalla. Bueno, tengo todo un día por delante. … Llevo seis horas sentada en la que he estado escribiendo sobre todo tipo de cosas y ya siento que mis manos no pueden más, lo único bueno de todo esto es que he bajado una pila de documentos, lo malo es que me faltan tres pilas más. El estomago me gruñe con hambre y trago saliva intentando que se llene con eso, respiro profundo y me tiro hacia atrás en la silla cerrando los ojos. Después de todo no hay nadie, ya que el piso entero se fuere a almorzar. El sonido del elevador dejando alguien en la planta me alerta y tomo la ultima hoja del documento que me falta por transcribir, lo pongo a un lado de la pila de hojas y tecleo rápido intentando terminar cuando escucho pasos venir en mi dirección. —Vaya, pero que trabajadora eres. Debí contratarte como asistente de Clara, la pobre no ha tenido descanso desde que me conoció y siento que tú serias una buena chica para el trabajo, aunque creo que no podrías llevarme el ritmo —su voz inmediatamente hace que me detenga y gire a verlo con ojos asesinos —te dije que no te dejaría levantarte de la silla, pero nunca dije nada sobre yo venir a molestarte —se encoge de hombros mientras mantiene sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. —¿Qué no es que tú eres un hombre muy ocupado, princeso? ¿Qué haces aquí? —pregunto sin vacilar y termino de escribir el documento, lo guardo y dejo la hoja sobre la pila de papeles que tengo en el piso a uno de mis costados para empezar con otro documento. —¿Acaso no firmaste un contrato donde dice que tienes prohibido llamarme así, peluquera? —Ya no soy peluquera, renuncié —admito —y no me vengas a molestar, porque aun tengo mucho que hacer y tú no me vas a ayudar, aparte de que tengo hambre y no traje nada por andar apurada. —Levantarte temprano no es lo tuyo, eh —jala una silla y toma asiento mientras observa como sigo pegada a la pantalla de la laptop —¿eres alérgica a algo en específico? —cuestiona de la nada y niego. —No —digo y giro la silla hacia él —pero el estar cerca de un cara vinagre como tú me da picazón. —Uis, entonces discúlpame por ser tan amargo, —remoja sus labios —de verdad que eres la chica con menos tacto que he tratado en mi vida. Sonrío —Lo diferente es lo especial, siempre ha sido así —conecto mis ojos con lo intenso de los suyos y junto las cejas analizando lo que acabo de decir. ¿Le acabo de decir que soy especial para él? ¿Yo le dije eso de forma informal? Abro y cierro la boca sin saber que decir y regreso a la pantalla de la laptop >>—Aun no me ha dicho porque está aquí, señor Jayden —intento cambiar la conversación. Ojalá funcione. —Solo tenía tiempo libre y quería ver si todo estaba bien en las demás plantas, al bajar a esta no vi a nadie, a excepción de ti y bueno, aquí estoy, haciéndole compañía a una pobre y loca chica que no tiene nada que comer y que tiene trabajo a montón —se levanta de la silla —aunque ya me tengo que ir, tengo otras cosas que hacer —se encamina al elevador y yo niego sonriendo mientras sigo mi trabajo —¡Eh! —me llama y yo me levanto confundida —¡Vamos! —demanda y aplasto los labios sin saber que hacer. ¿Qué me está queriendo decir? —Dejaste algo, ¿Qué paso ahora, princeso? —¿Vienes o no, peluquera? Mi tiempo es valioso —señala su reloj y presiona el botón de subida en el elevador. ¿Soy yo o tengo el wifi de estas cosas lento? —No entiendo —levanto las manos y él da un gran suspiro. —Tu hambre es uno de los problemas que tengo que solucionar, de lo contrario no trabajaras eficientemente —el ascensor abre las puertas y Jayden pone las manos sobre estas para que no se cierren, —así que vamos a comer, ya que también es mi hora de almuerzo, pero la única condición que te voy a poner es que no me llames por los sobrenombres que me pones, muéstrame algo más de respeto, soy tu jefe. Sonrío —¿No te gusta que te diga princeso? Pero si es encantador y queda con tu fachada —agarro mi bolso y corro hasta llegar a su lado. —De verdad que no te tolero y tampoco sé muy bien porque hago esto —entra al ascensor conmigo y presiona el botón de planta baja. Supongo que después de todo no es tan malo el cara zapallo este.
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