—Sabes —habló Antonio, que había sido invitado junto a su hermana a la boda de Caleb, hablando para este último—, yo juraba que terminarías casado con Diana. Se veían bien juntos, los podía imaginar juntos para siempre.
Caleb sonrió desganado ante el comentario de uno que podría llamar amigo, si quisiera. Él también se había imaginado al lado de esa joven azabache de ojos azules para siempre, pero al pensar en ello sintió como le golpeaba fuerte la realidad al recordar las palabras de esa chica diciéndole que ella sí lo quería a su lado, pero no para siempre.
—Así es la vida —dijo Caleb, que no quería entrar en dolorosos detalles, mucho menos ese día en que Samantha sonreía más que nunca, como si de verdad estuviera feliz con el evento que ambos protagonizaban.
Antonio asintió. Era c
