CAPÍTULO 3

1440 Words
«El heredero de Paramount Group» esas eran las palabras que seguían resonando en la cabeza de un joven de casi dieciocho años de edad. —¿Me estás tomando el pelo? —cuestionó el joven de ojos oscuros, casi molesto por lo que parecía una muy mala broma. —No, por supuesto que no —respondió Valerio con extrema seriedad—. No me atrevería a jugar con algo tan importante, mucho menos cuando estoy frente al benefactor de la persona a la que sirvo. —¿Sirves? —cuestionó Caleb, que había sentido algo de repulsión ante semejante palabra. —Oh, me disculpo —dijo el mayor—. Sé que no es la palabra indicada ahora, pero he trabajado tanto tiempo para el señor Rómulo Paramo Montes, y le debo tanto, también, que me he siento más su sirviente que su empleado. Son cosas de la edad, así que no le prestes atención. Caleb clavó sus oscuros ojos en el hombre que sonreía casi socarronamente al mencionar lo que recordaba. » De todas formas, me gustaría que me acompañara —dijo el hombre de cabello cano—. El señor Rómulo le explicará en lo que consiste el favor que esperamos recibir de usted a cambio de convertirlo en su único heredero. Caleb lo pensó solo un poco. Aún no confiaba del todo en ese hombre, incluso una parte de sí seguía alertándolo a no caer en lo que ese hombre de traje decía, porque podría ser peligroso, pero su corazón destrozado le aseguró que no tenía nada qué perder, así que aceptó encontrarse con quien tenía tiempo buscándole. Durante todo el camino a la casa del señor Paramo Montes, el nerviosismo del joven aumentó al grado de que fue notorio lo mal que la estaba pasando con tan solo poner atención a su respiración. » Nada malo va a pasar —aseguró el hombre de ojos azules, intentando tranquilizarlo—, todo esto es simplemente pagar una buena acción con otra buena acción mientras las dos partes involucradas se benefician mutuamente. Caleb asintió, quería confiar en esas palabras, pero no podía hacerlo, así que solo suspiró. Llegar a una enorme casa, tal como la que jamás soñó pisar, provocó que se abriera en su estómago un hoyo n***o tan profundo que comenzaba a tragarse todos los órganos aledaños, y eso le generó un enorme malestar. Él no quería pisar ese lugar, donde estaba seguro no encajaría, pero no tenía el valor de girarse y salir corriendo hasta que su cuerpo no pudiera más y estuviera demasiado lejos de ese sitio que le ponía los pelos de punta. Entraron a un lugar enorme, iluminado y elegantemente adornado donde varias personas le saludaron con una inclinación de cabeza, a la que respondió de la misma manera. Aunque no tuviera nada de clase, ese chico de cabello café oscuro, y orbes en el mismo color, era de verdad educado. Caleb y Valerio subieron unas enormes y hermosas escaleras, dignas de un palacio de película, y caminaron por un espacioso pasillo que los llevó a una habitación tan grande como el piso completo en el que vivía, y eso eran cuatro habitaciones juntas. —Vaya —dijo la gruesa voz de un hombre que, desde la cama, miraba con una sonrisa al nervioso joven que caminaba lento detrás de su asistente personal—, mientras yo envejecía, a ti el tiempo te trató muy bien. —Ni tanto —declaró Caleb, reconociendo una sonrisa que le había infundido esperanza en el pasado—, ha sido inclemente conmigo, pero me he mantenido fuerte. —Eso es bueno de escuchar —aseguró Rómulo, indicando al chico, con una delgada y huesuda mano, que se acercara más a él—. Me alegra poder verte de nuevo. —A mí también —aseguró el joven, llegando hasta ese amable anciano y tomando la delgada mano de un hombre cuya piel parecía ser lo único que cubría sus huesos. Rómulo Paramo Montes tenía ochenta y tres años, el cabello completamente blanco y los ojos nublados por la edad. Sus múltiples enfermedades habían mellado su apariencia física, tal como lo había hecho el hambre con Caleb. » Supongo que escuchaste lo que busco de ti —dijo el hombre, invitando al joven a sentarse en la silla que una mucama no tan joven había acercado a él. —El señor Valerio mencionó que quiere hacerme su heredero —señaló el joven lo que sabía—, pero yo no creo... —Antes de que te niegues, escúchame por favor —pidió Rómulo y Caleb asintió, tragando saliva para que su garganta no le fuera a hacer una mala pasada por lo nervioso que se sentía. La historia que el hombre contó era simple. Él nunca se había casado, y no había formado una familia con nadie, así que no había tenido hijos a quienes heredar. En su familia solo estaba un primo lejano cuya familia estaba segura de que se quedaría con todo cuando él muriera, y que jamás lo procuró, lo cuidó y mucho menos quiso, así que se negaba a dejarles lo que con tanto esfuerzo había ganado. Para él, lo mejor era entregarlo todo a la caridad, pero había alguien a quien quería proteger, porque ella sí le había buscado siempre que pudo, y le había regalado mucha felicidad en sus dieciséis años de vida. » El trato es el siguiente —dijo el agotado hombre, que estaba seguro no le quedaba mucho tiempo de vida y necesitaba preparar a alguien digno de cuidar la fortuna que había dejado para él y para Samantha Montes Landeros, la nieta menor de ese primo que había mencionado antes—. Serás mi heredero universal, estudiarás y aprenderás todo lo necesario para seguir con mis negocios, entonces, cuando sea apropiado, te casarás con Samantha y ambos compartirán mi fortuna. —¿Qué pasará si me niego? —preguntó el joven, que no podía siquiera imaginar estar a cargo de la rama hotelera más importante del país, y mucho menos se imaginaba casándose con alguien que no conocía, y que tal vez no lo amaría por ser quien era. —Eso depende de a qué parte te niegues —explicó el señor Valerio, que no se había perdido pista de la conversación—. Si no quieres aceptar nada del trato, pues no obtendrás nada; si a lo que te niegas es a casarte con la señorita Samantha, pues la herencia será toda de ella cuando sea conveniente y deberás entregarle todo a ella cuando cumpla veintidós años de vida. » Por supuesto, te quedarás con lo que aprendiste y obtuviste en los seis años que faltan para que ella se pueda hacer cargo de todo, y que no pueden ser propiedades ni activos que hayas adquirido con el dinero de los hoteles. Caleb miró al hombre contrariado, aún si debía entregarle todo a esa chica, él pasaría seis años de su vida siendo EL HEREDERO de un enorme grupo. Esa era una tentativa opción. » Te conviene aceptar —inquirió el de ojos azules—. Esto puede ser temporal, si así lo quieres, pero tendrás seguro casa, dinero y estudios para seguir adelante; además tendrás un sueldo mientras estés al frente de Paramount Group, así que puedes adquirir tus propios bienes mientras Samantha adquiere el cargo. —Pero —habló Rómulo, añadiéndose a la conversación—, si pudieras, y si quisieras ayudarme un poco más, te pido que aceptes también casarte con Samanthita, porque lo mal que lo pasarás por convertirte en mi heredero será lo mismo para ella si la dejas sola cuando llegue el momento... y no me gustaría que tuviera que enfrentarse, sin apoyo, a su propia familia. Caleb lo pensó. Según lo que había escuchado de ese par de hombres, él se tendría que enfrentar a todos los que se opusieran a que fuera el heredero de Paramount Group, pero al menos no tendría hambre de nuevo, tendría un techo, trabajo y la oportunidad de estudiar. Eso era, sin duda alguna, una gran oportunidad, sobre todo teniendo en cuenta que habría gente para él, apoyándolo, guiándolo y acompañándolo. Sí, lo de casarse no le parecía la mejor opción, pero eso era algo por lo que no se debía preocupar aún. Solo disfrutaría de obtener más de lo que siempre soñó tener con mucho menos esfuerzo del que creyó tendría que aplicar. —De acuerdo —dijo Caleb y tanto Valerio como el señor Rómulo sonrieron complacidos, pues habían obtenido lo que querían; no, ellos habían obtenido lo que necesitaban.
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