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La hija de mi jefe

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Blurb

En los 21 años de recuerdos acumulados de Elena, en todos se encuentra sola y perdida, acostumbrada a la soledad de quienes la abandonan. Hasta que por un ensayo universitario conoce a los Hills, los cuales descubren que les falta una unica cosa de la vida: Elena.

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Hola y adiós
Narra Elena. Hoy era jueves y estaba en clases, mi clase favorita y con Henri, uno de los mejores economistas del país. Por suerte iba muy bien en su materia, faltaba muy poco para entregar el último trabajo final y él me ha ayudado mucho, de hecho, lo sigue haciendo ya que iba a presentarme a alguien más avanzado para que me ayude con los últimos detalles. —Elena Brown ¿puedes quedarte un momento por favor? — dijo el profesor justo después de escuchar el sonido del timbre. Me pare, agarre mis cosas y fui hasta su escritorio. —Dígame que encontró a alguien que pueda ayudarme—dije casi en tono de súplica y desesperación. —Claro que si—dijo sonriendo por mi tono y entregándome una tarjeta de contacto —Nate Hills es un amigo muy cercano, no me haga quedar mal señorita Brown. Tiene cita con el mañana 8 a.m. —Muchas gracias, no le fallare—dije segura sin despegar los ojos de la tarjeta. Antes de salir, guardé la tarjeta en mi bolso y caminé hasta el estacionamiento donde estaba mi auto. Comencé a conducir hasta mi casa, por suerte mañana no tendría clases y luego de visitar al señor Hills no tendría nada más que hacer por el resto de la semana, solo ver películas hasta dormir. Al llegar deje mi auto en el garaje y mientras me aproximaba a la puerta de entrada buscaba las llaves para abrir, pero noté que la puerta estaba entreabierta y yo vivía sola. Abrí la puerta y tomé un paraguas rápidamente, era lo más cercano que tenía para defenderme de quien sea que había entrado. Caminé silenciosamente hasta la cocina, donde oí un ruido, sin embargo, no había un ladrón o asesino en ella, era mi madre a la que no veía hace 3 años y no tiene un teléfono para avisar que viene de visita. —Mamá casi haces que me dé un infarto­­—me llevé una mano al pecho exageradamente y dejando el paraguas a un lado. —Elena querida—mi madre dejó de cocinar para acercarse y abrazarme lo más fuerte que pudo. —Hola mamá, te extrañé mucho—la abracé con ilusión. Desde que cumplí 18 y comencé la universidad mi madre decidió que era suficientemente madura para dejarme y comenzar una nueva vida viajando por todo el mundo con el dinero de una herencia familiar. Desde entonces recibía cartas de vez en cuando hasta que dejaron de llegar habitualmente y debía suponer que ella estaba bien. —Debiste avisarme que vendrías mamá. —Quería que sea una sorpresa—dijo sonriendo y yo imite su acción—Pero siéntate, ya está lista la comida. Me senté y ella sirvió la comida para luego sentarse frente a mí en la mesa. —Está muy rico—mencioné. —Gracias cielo, aprendí a hacerlo en Italia, debiste venir conmigo. Y bien ¿Cómo vas en la Universidad? —pregunto. —Bastante bien, de hecho, mañana tengo una cita muy importante con un contador—comenté sabiendo que de hecho no le interesa mucho como me vaya, pero lo entiendo. Desde que entré en la universidad estuvo en contra de que estudiara economía porque decía que me convertiría en idiota de mi padre. Un padre que básicamente no conozco, solo tengo una imagen suya en mi cabeza y no es muy agradable, fue la última vez que lo vi saliendo por la puerta con sus maletas para nunca volver, aunque me prometió que volvería por mí y yo tenía 5 años, así que como es de imaginar no cumplió su promesa. Trece años después mi madre también me dejó en esta enorme casa bajo el cuidado de absolutamente nadie. —Me alegra cielo—respondió restando importancia mientras seguía comiendo. —¿Podrías disculparme? Tengo bastante tarea y los exámenes se acercan. —Claro cielo, yo recojo todo no te preocupes—se paró de su asiento y se acero para besarme la frente. —Te extrañé muchísimo—me sonrió y yo la imité antes de caminar hasta mi habitación. Saqué mi laptop del bolso y la abrí sobre la cama, quería saber más sobre el señor Hills, tenía que saber sobre el por si acaso. Había varias noticias sobre su buena reputación, sus grandes amistades y asociados importantes, realmente no podía creer que tenía una cita con un hombre tan exitoso en lo que hacía. Comencé a dudar de todo mi ensayo y las preguntas que debía hacerle, era una persona de alto rango y yo iba a hacerle las mismas preguntas que seguramente escucha todos los días. Comencé a pensar y pensar en otras preguntas, no me podía estar pasando esto, iba a decepcionar al profesor Henri y sacaría cero. Mi tarde se basó en tratar de no ser tan básica y aburrida con mi tonto ensayo. —Siento molestarte cielo—mi madre tocó dos veces antes de entrar con una bandeja en las manos. —Estuviste aquí todo el día y debes comer algo—dejo la bandeja con mi merienda a un lado de mi cama. —Muchas gracias mamá, pero no tengo mucho tiempo ahora—dije sin sacar mi vista de la laptop. Solo vi como ella se sentó a mi lado para ver que hacía. —Sé que estas muy ocupada, pero debo decirte algo. En Grecia conocí a un hombre muy bueno de verdad, de hecho, nos casamos hace un año querida. Quería decirte esto antes de irme, nos mudaremos a Alaska con sus hijas y no tardará en llegar por mí—dijo esto un poco apenada por estar ocultándolo, pero aun así sabía que ella en esta casa no duraría demasiado. —Mamá si eres feliz, soy feliz. Puedes hacer lo que desees—le dije con una sonrisa triste, quería y necesitaba a mi madre, pero no podía decírselo, ahora al parecer era la madre de alguien más. —Muchas gracias cielo. La próxima vez lo conocerás a él y a sus adorables hijas, te van a caer de maravilla. Te llamare seguido, lo prometo—se levantó y beso mi frente antes de unirnos en un fuerte abrazo de despedida, ambas sabíamos que no nos veríamos por muchos más años y también sabíamos que ella no me llamaría seguido. —Nos vemos pronto mamá—dije y ella me sonrió antes de salir de mi habitación y casi de mi vida. Luego de que algunas lágrimas resbalaran por mi mejilla al sentir que nadie quería estar cerca de mí y mi vida, continúe con lo que sabía hacer mejor, evadir las preocupaciones con trabajo para mantener la mente ocupada en algo más. Me quede dormida hasta altas horas de la madrugada hasta que mi alarma sonó una hora antes de la entrevista. Como un rayo me metí en la ducha y me vestí lo más formal pero básica que pude, jeans de mezclilla, blusa blanca y sobre esta una chaqueta verde pino que hacia juego con los zapatos de tacón bajo. Preparé mi bolso con todo lo que debía llevar y luego fui a la cocina para hacerme un café súper cargado, realmente lo necesitaba. Lo bebí todo antes de peinarme y estar lista para irme. Subí a mi auto con todas mis pertenencias y comencé a conducir por las calles de Manhattan hasta la dirección que me indicaba la tarjeta que me dio Henri ayer. Cuando llegué estacione en un lugar cerca del edificio y entré a este. Narra Nate. Desperté muy temprano por la mañana y caminé hacia el baño, me duché y vestí con mi traje n***o. Baje al comedor y el desayuno ya estaba hecho por Mary. —Mary no tengo mucho tiempo ya me voy al trabajo—dije tomando mi maleta. —Olvida algo, Señor Hills—pronuncio ella mirándome un poco molesta. —Mierda—dije haciendo una mueca y volví las subir las escaleras hasta la habitación a un lado de la mía, toqué una vez antes de entrar. —Lo olvidaste—me dijo ella ya cambiada y esquivándome para bajar a desayunar. —Claro que no, Emma por favor—la seguí. Mi pequeña hija de 5 años se sentó a desayunar con toda la tranquilidad mientras Mary la peinaba, ambas me observaban con cara de pocos amigos, me detestaban y yo me sentía el pero padre del mundo. De repente recordé que hoy iría una estudiante de Henri para hacerme unas preguntas y clases, todo porque al maldito le debía un favor. —¿Ya estás lista? —pregunte viendo en mi reloj que se hacía tarde. —Si—dijo ella aun seria y colocándose su mochila de princesas. —Vámonos—la cargué en mis brazos para poder ir más rápido, bajamos hasta el estacionamiento y la subí al auto colocándole el cinturón. —No puedo creer que lo hayas olvidado, es el día más importante del año después de mi cumpleaños y navidad. —Emma lo siento muchísimo, tuve mucho trabajo esta semana. Además, sabes que estuve ocupado buscando a alguien que remplace a Mary antes de que se vaya. —No quiero otra niñera. —Ya hablamos de esto Emma. Mary es mayor y no se puede hacer cargo de ti. —Yo puedo cuidar de ella mientras ella cuida de mí. —Eso es muy dulce cielo, pero ya lo discutimos—ella no quedo conforme con mi respuesta, pero por suerte no volvió a sacar el tema. Cuando llegamos, la ayude a bajarse y juntos entramos al edificio. Hoy era día de llevar a tu hija al trabajo, pero Emma ya conocía a casi todos ya que pasa bastante tiempo después de la escuela aquí. —Buenos días Señor Hills, buenos días señorita Emma—saludó Mike, un asistente de mi jefe. —El señor Peters dijo que le entregara esto—me dio unos papeles antes de irse. —Gracias Mike—me quede viendo los papeles. —Señor Hills, acaban de llamar de la escuela de Emma y dicen que usted debe ir en este momento a una reunión. Dijeron que enviaron una nota para usted con Emma—mire a Emma directamente y molesto. —Gracias Janett—mencione y esta se fue. —¿Ahora qué hiciste y por qué no me diste la nota? —pregunte agachándome a su altura y un poco molesto. —Es que no es tan importante papi. Una niña dijo que era huérfana y yo la golpee—explico haciendo una mueca de tristeza. —Emma no puedes hacer eso. Volveré enseguida, no te muevas de aquí. Janett si la señorita Brown viene dígale que me espere—dije ya un poco frustrado. Realmente no sabía si estaba criando a una niña o a una adolescente rebelde. La psicóloga dijo que era una faceta por la muerte de su madre. Sin embargo, estaba seguro de algo, esa otra niña se lo merecía, pero Emma no podía saberlo.

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