Narra Nahuel
Cómo me había pedido Daniel la semana pasada, llegué más temprano de lo normal al club. Fui hasta la cancha y saludé a mi nuevo entrenador con la mano, puse mi mochila en el banco al lado suyo, saqué mi uniforme y fui directamente al vestuario. Después de cambiarme, volví con Daniel. Le expliqué lo que pude y me acordaba, le conté sobre los ejercicios que tenían que hacer los chicos y los demás. Después nos sentamos callados en el banco donde siempre se sentaba el entrenador.
—Perdón por hacerte venir tan temprano —lo miré, él estaba mirando su reloj—, nos sobró bastante tiempo, los chicos llegan en quince minutos —se giró a mirarme.
—No importa —le sonreí.
—Contame, Nahu, ¿hace cuánto venís al club?
—Desde que lo abrieron. Mi mamá se enteró un mes después de que abrieron la escuelita de fútbol gracias a ASDRA. Me peguntó si tenía ganas de jugar al fútbol, le dije que sí, así que me trajo —él asintió—. Así que... desde los dieciséis que estoy acá.
—¿Dieciséis? ¿Cuántos años tenés?
—Veintitrés —se quedó mirándome callado—. ¿Qué pasa? —negó con la cabeza.
—¿Vas a la escuela?
—Sí, estoy en cuarto año.
—Ya casi terminas, entonces. —asentí, él me sonrió. Lo miré detenidamente buscando eso que lo hacía tan lindo para Cami—Tenés muy lindos ojos, Nahu —miré para otro lado rápidamente—. No te avergüences —me revolvió el pelo.
—Solamente son azules.
—Pero son lindos —lo miré, él me sonrió; de repente, me siento un poco raro con él. No me siento incómodo, pero si extraño, nunca me había sentido así con nadie.
Escuché a los chicos entrar corriendo, me levanté casi de un salto y caminé hasta la mitad de la cancha, para esperarlos como siempre. Después de un rato, todos los chicos se acercaron a mi para empezar con el precalentamiento; aunque siempre hacíamos lo mismo y ellos ya se lo sabían de memoria. Mientras los nenes trotaban por la cancha, Daniel se acercó a mí y se paró en silencio al lado mio. Él miraba a los chicos con una sonrisita, parecía contento de estar acá con nosotros.
Después del precalentamiento, Daniel los separó para hacer un juego como si fuera un entrenamiento. El entrenador nunca había hecho algo parecido, así que me quedé sentado en un costado. Lo miré desde el banco; parece que se lleva mejor con los chicos que el entrenador. Armó los cuatro equipos, hizo un juego para elegir a los dos que iban a empezar y, después, me miró.
—Nahu, ¿sos el árbitro? —asentí, me levanté del banco y me acerqué a ellos, Daniel sacó de su bolsillo un silbato para dármelo, después se sentó dónde estaba yo antes.
Después del partido con los chicos, me senté con Daniel mientras ellos se iban. Nos quedamos esperando a mis compañeros en silencio. Lo miré mientras él estaba con su celular, vi que sonreía mientras escribía.
—Seguramente hable con su novia —pensé; mi hermano ponía la misma cara cuando hablaba con Paloma antes de que se fueran a vivir juntos. Quise preguntarle si tenía novia y como era ella, pero comenzaron a llegar mis compañeros para nuestra clase. Me levanté y me acerqué a ellos. Nos sentamos en el centro de la cancha mientras Daniel saludaba a los que entraban.
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Cuando la clase terminó, agarré mi mochila, saludé a Daniel y caminé hasta la salida. Lean me esperaba afuera como siempre. Me saludó con un abrazo, me sacó la mochila y se la colgó en el hombro. Empezamos a caminar a la estación para volver a mi casa.
—¿Cómo te fue? ¿Es bueno el nuevo entrenador? —me preguntó. Le conté que estuvimos hablando y que se llevaba bien con los nenes. Que a nosotros nos enseñó un par de cosas nuevas y que es bastante bueno explicando, pero que nos da ejercicios más difíciles que los del entrenador.
Cuando nos subimos al tren, él empezó a contarme lo que había pasado en el trabajo y que hoy se iba a quedar con nosotros mientras Paloma se iba a estudiar con sus compañeras. Después de unos minutos, llegamos a mi casa, mamá nos saludó cuando entramos. Mi hermano se sentó en el sillón con ella, mientras que yo iba a darme una ducha. Volví con ellos después de unos minutos, me senté entre Lean y mamá.
—¿Cómo te fue? —me preguntó mamá abrazándome, le conté como había sido mi día y como era Daniel. Le conté como había sido el entrenamiento de los chicos y el mio. Cuando terminé, mamá empezó a contarnos de su día, mientras Lean le cebaba mate.
Cuando empezó a hacerse de noche, mamá se puso a cocinar porque en poco iba a llegar papá. Lean y yo nos metimos en mi cuarto a hablar como hacíamos cuando él todavía vivía con nosotros. Cuando se distraía con su celular, aprovechaba para molestarlo con lo pegado que tenía que estar siempre con Paloma.
—Cuando tengas novia vas a estar igual —me contestó cuando lo empecé a molestar de nuevo. Dejó el celular en la cama, y me miró—. Che, Nahu, ¿cuándo vas a presentarnos a una noviecita?
—No sé, cuando me guste alguna chica —contesté un poco molesto; ¿él también iba a empezar con eso?—. Camila también me pregunto si alguien me gustaba, ¿por qué les importa tanto?
—A tu amiga no sé, capaz le gustás —sonrió—. A mí me importa porque sos mi hermanito y quiero saber sobre tu vida. Sobre todo ahora que no vivo con vos.
—Si alguien me gusta, vos serías al primero que se lo contaría —mi hermano se me quedó mirando, después volvió a sonreír.
—Gracias por el honor —se sentó a los pies de mi cama—. Estoy seguro de que mamá no te habló de ciertas cosas, si tenés preguntas sobre algo, podés hacérmelas cuando quieras —asentí, aunque no entendía de que hablaba realmente.
Nos quedamos hablando hasta que mamá nos llamó a cenar. Los dos fuimos hasta el comedor, papá ya había llegado, lo saludamos y nos sentamos en la mesa. Mamá nos sirvió mientras papá nos contaba de su día y nos preguntaba cosas. Hacía mucho que no estábamos todos juntos en casa. Miré a mamá, ella no dejaba de sonreír; parece que está bastante contenta de que estemos todos juntos de nuevo.
Después de cenar, y de que Lean lavara los platos, nos quedamos en el living a mirar televisión, mientras papá y mamá se iban a dormir. Juntamos unas cuantas películas para hacer una maratón, como antes. Lean eligió una, la puso y se sentó conmigo en el sillón. Me distraje con mi celular apenas empezó la película.
—"¿Le sacaste fotos a tu entrenador?" —sonreí; estaba esperando el mensaje de Cami.
—"No me dedico a sacarle fotos cuando voy a entrenar. La próxima semana vení conmigo si querés y le sacás las fotos que quieras."
—"Esa es una buena idea. Por cierto, ¿pensaste en lo que hablamos el otro día?" —suspiré y dejé el celular. Miré la tele, mi hermano había puesto una película de terror. Lo miré, él estaba bastante centrado en la tele.
—Lean.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo se siente cuando alguien te gusta? —mi hermano me miró, sentí que mis mejillas ardían un poco—Estuve hablando con Cami de eso, ella me preguntó si alguien me gusta, pero no sé cómo se siente —miré la tele con vergüenza.
—Sabía que ibas a tener preguntas. —escuché que se movió en el sillón—Bueno... realmente cambia según la persona, pero, en general, te sentís nervioso cuando hablás con esa persona, te avergonzás fácilmente, pensás mucho en esa persona... —lo miré—. ¿Quién te gusta, Nahu?
—Nadie aún, solamente quería saber que se siente —mi hermano sonrió.
—Alguien te debe tener en dudas, por algo preguntás —se acercó a mí y puso su brazo alrededor de mis hombros—. Date tiempo si no estás seguro de lo que sentís, Nahu. Podría ser solamente admiración, o solamente una amiga a la que querés mucho —me quedé mirándolo sin decir nada, Lean me sonrió—. Miremos la peli, Nahu, pensá en eso después —asentí, se separó de mi y volvió a acomodarse del otro lado del sillón.
Me quedé pensando un rato en lo que me dijo Lean recién. Mientras mirábamos la película, me dediqué a pensar en Daniel y a preguntarme si me había sentido así con él; apenas lo conozco y apenas hoy tuvimos una conversación. Miré la tele, la película ya casi terminaba y no le había prestado mucha atención. "Tenés muy lindos ojos, Nahu". Volví a escuchar en mi cabeza lo que me dijo hoy Daniel, me había sentido un poco... raro cuando me dijo eso, pero casi nunca me dicen cosas así, puede ser por eso. Bajé la mirada a mi celular con ganas de hablarle a Cami sobre lo que estoy pensando y lo que me dijo mi hermano.