Tu eres. Mi Destino.

Sentada sobre el filo de la cama, en la oscuridad total, con el silencio acompañado de los rítmicos sonidos de mi acelerado corazón, espero a quien creo es lo mejor que puedo tener o realmente es todo lo que merezco. Miles de ideas pasan por mi cabeza en estos momentos para ser honesta, pienso tantas cosas, que no parece real el hecho de que lo esté esperando. Ha pasado tanto, he amado tanto, me he dejado llevar por sus más bajos e insensatos instintos que no me reconozco y aun así es alucinante verme aquí. Si me hubieran dicho que en exactamente tres meses, yo estaría dispuesta a romper todas mis reglas por él, diría que perdieron la cordura, y, sin embargo, aquí estoy. Sentada sobre el filo de su cama, con la pose más incómoda jamás antes intentada por mí, con unas mallas y panti rojas que he comprado en una tienda de productos eróticos. Me avergüenza un poco mi cuerpo, así que espero que él llegue y al abrir la puerta sean las luces de fuera las que hagan lo suyo y me beneficien, ya que es algo que mi silueta no lo ha hecho jamás. Tengo unas pequeñas velas aromáticas que encenderé en cuanto el cruce la puerta, un poco de chocolate derretido y algunas frutas que aún ni siquiera sé cómo las usaré, pero ya se me ocurrirá como, en el momento que el cruce por esa puerta. Mis nervios me juegan en contra y las ganas de orinar hacen acto de presencia ante el frío clima, y mis escasas prendas de vestir, mis pies, mis manos y la punta de mi nariz cuál can, están heladas. ¡Muero de frío, joder! La depilación que me vi forzada a realizar por el estereotipo mundial, empieza a ser una molestia entre en medias y la malla. Creí que sería puntual, y siendo honesta, empiezo a arrepentirme. Trato de convencerme a mí misma que esto es la sorpresa más esperada por él, ya que no lo he visto en dos meses y es su cumpleaños, le dije que debía recoger un paquete que enviaría a su departamento, y que debía decirme en cuanto lo reciba y él, al parecer lo olvidó. He planeado esta noche por semanas y todo ha salido bien, todo menos esta noche. Ella se levanta silenciosa, con su cuerpo ya parcialmente entumecido, camina hasta la puerta y mira por el pasillo, no hay nadie, toma su móvil que está al filo de la mesa de noche y le envía un texto. *Amor, ¿revisaste el paquete?, ¿ya está en casa?* primero aparece un visto y a los segundos hay un segundo visto, pero jamás cambia de color. Es gris y algo dentro de ella se siente mal, como si algo pasa, ese clásico presentimiento, pero decide ignorarlo y vuelve a escribir *amor, ¿te gustó?* aun sabiendo que en realidad el paquete es ella. Hoy cumplen dos años juntos y por primera vez ella decidió dar el paso de estar con él, apenas cumplió los 19 y todo lo que quiere es que su primera vez sea con él, con su novio de colegio. Él se mudó por la universidad y desde entonces han tenido una relación a distancia. Mintió diciéndole que no era virgen y ahora su regalo era demostrarle que sí lo es, y que él sea el primero, le pareció el regalo adecuado para celebrar sus cuatro años juntos. Ahora él no responde, aunque ella le ha enviado varios mensajes y ahora más que una sorpresa parece una exigencia. Esperar con frío y en poses incómodas usando lencería erótica no era parte del plan. Tomó una manta y se acurrucó en la cama esperando darle por lo menos la sorpresa de encontrarme en su departamento en cuanto llegue, y ya, a lo que se meta a la cama, descubrirá la ropa que traigo. Espero todo lo que puedo, pero su teléfono sale apagado, seguro olvidó cargarlo como la última vez, así que dejo mi móvil a un lado después de escribirle un feliz aniversario, y diciéndole que ojalá y disfrute de su regalo, lo que por cierto ya perdió la gracia. Estoy por quedarme dormida, mi cuerpo se rinde ante el calor de la manta, mis ojos pesan y siento como mentalmente es como si me fuera a una especie de viaje astral, cada vez que cierro los ojos, el sueño me quiere ganar, pero me resisto. Escucho ruidos en la sala, así que salgo de la cama silenciosamente, sacudo mi cabello y trato de limpiar mis ojos y labios de cualquier imperfección, aun a oscuras. Salgo casi que adivinando de la habitación lo más sigilosamente posible, empiezo a escuchar sonidos raros, y supongo que está cansado por la cantidad de escaleras que hay que subir hasta el tercer piso, pero tan pronto mi cerebro se despierta tanto como doy paso a la entrada, y busco adivinando el botón de encender luces. Los sonidos son un poco extraños y dejan de escucharse como de cansancio, cuando encuentro por fin el botón de encendido, con la sonrisa más grande y la pose más sexy, cuando presiono el botón, apenas puedo a decir —feliz… —cuando lo veo a él sobre una mujer algo mayor, con la ropa a medio sacar, pero su m*****o está dentro de ella. Ella me mira y hasta parece disfrutar ser un espectáculo, él está verde, azul, rojo, del impacto. Mi corazón se detiene y todo se queda en silencio, ella lo mira a él, él a mí y yo, estoy en lencería en su departamento mientras él se coje a otra mujer. —No… —Se levanta alejándose él de esa mujer y veo todo su m*****o. El pene es feo, pero al parecer a muchas les hace feliz y yo aún en un momento como ese, un momento en el que me acaban de traicionar, el momento en el que mi corazón se rompe, cuatro años de mi vida se fueron a la basura. Mi padre, mi mejor amiga y mi madre que me decían que él era el hombre perfecto se equivocaron al igual que yo. Y yo como una absurda virgen solo podía ver su pene y pensar “es feo” aunque parece y no me gustan los hongos, así que seguramente por eso creo que es feo y más aún siendo el de un maldito traidor.