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1824 Words
Finalmente, concreté la entrevista de trabajo y me fui a la capital, me encontraba ansiosa de tener un nuevo comienzo en el que ya no iba a haber más escasez y podría darle no solo a mi hijo la vida que se merecía, sino también a mi mamá. — Soy la muchacha que espera — miré a una señora muy elegante abrir una pequeña ventana — habló conmigo por celular. — Oh, así que has venido — ella abrió la puerta — pasa, date prisa muchacha y no te quedes ahí de pie. Ella se encontraba embarazada, la miré andar mientras sostenía su espalda con una mano. Entramos a la sala y miré el enorme espacio, ni mi casa mide esto. — Pues no estás enferma y te miras muy sana — ella me comenzó a ver mientras daba vueltas — ¿Qué sabes hacer? — Puedo lavar, planchar, cocinar muy rico y hacer los mandados que necesite. En mi pueblo era la que le hacía los recados a las señoras. — No, tú te vas a hacer cargo de la casa y yo haré el supermercado. No vaya a ser que termines por perderte en la capital, bueno te encuentras contratada, ven que te voy a mostrar tu habitación. Me sentí muy emocionada por mi nuevo trabajo, seguí a mi jefa y entramos a una pieza que tenía un pequeño clóset, un baño y una cama; para ella no era mucho, pero para mí era como un palacio. — Te acomodas y vienes a la casa para decirte qué es lo que tienes que hacer. Por cierto, necesito que me des tu identificación y también el número de cuenta que tienes en el banco para depositar lo de tu pago semanal. — Aquí tiene la identificación — la saqué de mi cartera y se la entregué — con lo del número de cuenta no se lo puedo dar, ya que no tengo ahorros en el banco, cuando usted me pagué y me toque ir a mi pueblo le daré a mi madre el dinero para que le compre a mi hijo sus medicinas. — No será necesario, si te parece bien puedo mandar el pago semanal a tu mamá a la dirección que sale en tu identificación, la salida aquí es mensual y tienes derecho a un fin de semana nada más. — Pero en el anuncio del periódico decía que la salida era semanal, no se decía nada, que era una vez al mes y menos un fin de semana. — Pues si quieres renuncias — su tono cambió de inmediato — definitivamente las tipas como tú dicen querer trabajar, pero cuando les dicen que la salida es mensual salen con peros. — No, señora, claro que me quedo a trabajar — mi tono estaba lleno de súplica — necesito el trabajo por mi hijo y su enfermedad. — Muy bien, entonces apúrate que me tengo que ir a trabajar, a pesar de que tengo varios meses de embarazo, aún no me dan la licencia de maternidad para comprar las cosas a mi pequeña nena. Yo si soy una mujer que tiene un verdadero trabajo y no ando limpiando casas, cualquiera puede hacer eso, ¿Qué tan complicado puede ser utilizar una escoba y un trapeador? Ella se fue y yo me aguanté sus insultos, mi hijo estaba en mis pensamientos a cada segundo, pensaba trabajar aquí un tiempo y ya más adelante con los ahorros vería que poner allá en el pueblo para así no estar lejos de mi familia. — Ya estoy aquí, señora, dígame qué es lo que tengo que hacer para empezar de una vez, ya mira que el tiempo se hace corto con todo lo que hay que hacer en esta casa tan grande. — Tienes que barrer, sacudir y trapear toda la casa; también cada uno de los baños y las ventanas. Eso es todos los días, más tarde vengo a comer, así que espero que me tengas lista la comida, en la refrigeradora se encuentra el menú y lo que está designado para comer hoy; espero que no me salgas con una porquería porque de tu salario se va a descontar lo que eches a perder y también aprovecho para decirte que no vas a comer mi comida, ahí tienes frijoles y tortillas que son solo para ti. — No se preocupe, señora, que voy a dejar todo muy bien, por la comida, ni se preocupe que la voy a preparar muy bien y lo que respecta a mí, no tengo inconveniente con comer lo que me ordena. Ella se fue de la casa y me puse a limpiar, era demasiado grande, pero por suerte me encontraba acostumbrada a trabajar fuerte. La propiedad constaba de seis baños completos y uno de visitas, casi 20 ventanas muy amplias y todos los adornos que tenía. — ¡Criada! — escuché, el gritó de la señora — ven aquí, tu chacha, apresúrate. Salí corriendo ya que podía escucharla enfadada, al llegar me mostró sus dedos, pero no entendía lo que quería decirme. — Pensé qué había sido muy clara cuando te dije todo lo que tenías que hacer, hay polvo en estos jarrones que son carísimos. Me sirves la comida y vuelves a limpiar toda la casa, cuando regrese voy a revisar con lupa cada rincón y te advierto que si no está limpio vas a ver lo que te toca. Fui incapaz de decir algo y solamente moví mi cabeza, le serví el almuerzo a mi jefa cuidando cada detalle que me enseñó la esposa del doctor. — Vaya, tengo que admitir que eres buena tan siquiera para la cocina — se limpió la boca con la servilleta — ya sabes, te pones a limpiar nuevamente, soy buena persona, pero como mala puedo ser el demonio mismo, así que te aplicas en el resto del trabajo. Limpie la casa nuevamente, mis manos se llenaron de ampollas por frotar fuerte cada rincón que supuestamente estaba sucio y me dolían demasiado. A pesar de eso, pude cocinarle a mi jefa y evitar que me tratará mal. — Quiero que salgas de mi vista, espero a mi novio y no quiero que vengas de resbalosa. Conozco a las gatas como tú, solamente quieren meterse con hombres de dinero para salir de la miseria en la que nacieron, si se te ocurre salir, voy a arrancarte la cara a punto de arañazos. Me dio miedo, así que fui a encerrarme a mi cuarto una vez que le preparé los bocadillos que me pedía, este era mi sitio seguro. Estaba dormida cuando la luz se encendió, miré el reloj que se encontraba en la mesita de noche y eran las tres de la mañana, ella se miraba algo tomada y podía sentir olor a vino. — Quiero que te levantes, los bocadillos se han acabado y necesitamos más. Pero apresúrate que para eso te pago, realmente eres una perezosa que solo desea pasar durmiendo todo el santo día. — Pero señora, son las tres de la mañana y necesito descansar para mañana, hacer el oficio que me pide, si me pongo a hacer cosas, hoy no voy a poder rendir todo el día. — No te estoy preguntando qué hora es, aquí has venido a trabajar y no a dormir, así que te levantas y después de preparar los bocadillos puedes descansar. Las cosas se ganan gata y tú debes luchar por tu sueño, la prioridad en esta casa son mis necesidades. No tuve más remedio que ir a hacerle los bocadillos, preparé unas canastas rellenas de atún y también carnes frías. En el momento que iba a ir a la sala para dejar la bandeja con los bocadillos fui empujada por mi jefa, terminé cayendo, pero las bocas quedaron en manos de mi empleadora. — Te dije que no asomarás tu fea cara donde mi novio, te quedas aquí en la cocina por si se nos ofrece algo más y ya después si es que tienes tiempo puedes descansar. Tu hora de entrada es a las cinco de la mañana, así tendrás tiempo de limpiar toda la casa como debe de ser. Ella se fue y miré el reloj, eran las cuatro con treinta de la mañana; no dormiría nada, así que no me quedó más remedio que empezar a limpiar en la cocina, sentía que los párpados me pesaban y al final no pude aguantar más así que me quedé dormida en una de las tumbonas del jardín. — Pero mira qué bonita — sentí el jalón de cabello — si serás perezosa, echada como una vaca en lugar de estar trabajando, anda, ve a preparar a la cocina el desayuno y recoges todo el tiradero que deje con mi novio. Fui arrastrada a la cocina y puse la sartén para freír los huevos además de jamón, en lo que se estaba calentando ella llegó y de la nada me tiró el aceite hirviendo. — ¡Ay señora! Ay me quema, me arde mucho — miré mi brazo quemado y lleno de ampollas — ¿Por qué me trata tan mal? No tiene el derecho a tratarme de esa forma. — Esa no es la sartén para freír huevos, india ignorante, es esta — ella me la lanzó y me dio en la cara — es tardísimo y muero de hambre, ahora por tu culpa voy a tener que desayunar fuera. Me limpias todo este desastre y dejas la casa impecable. — No, no podré hacer eso — me limpié la nariz que sangraba — necesito ver un doctor, no me puedo quedar sin revisión. — ¿Un doctor? Ja, no me hagas reír. No pienso gastar un solo centavo en una criada como tú, los doctores son para las personas como yo, no para las indias ignorantes. — Pero si fue su culpa, usted me tiró el aceite hirviendo solo porque me equivoqué de sartén, miré, la necesidad puede ser mucha, sin embargo, no llega a tanto. En este preciso momento renuncio, estoy casi segura que ni siquiera le ha enviado a mi mamá el dinero de mi pago y solamente está hablando para verme la cara de tonta, no pienso seguir soportando sus humillaciones. — Si crees que tu salida va a ser tan fácil como lo fue tu entrada, estás equivocada — ella me tomó del brazo quemado y lo torció — tengo influencias en la ciudad y te puedo acusar de ser una ladrona, créeme que no te conviene tenerme como enemiga, el poder que poseo en mis manos, tú no lo tienes en todo el cuerpo y es porque eres una pobretona. El dinero te da beneficios que nunca vas a saber por qué no saldrás de la miseria en la que naciste, quieren tener una gran vida cuando ni siquiera se esfuerzan, son como parásitos que viven de las personas con recursos como nosotros…
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