Capítulo 3

2566 Words
Me levanté por la mañana ya que soy despertada por la ama de llaves. Yo me despierto algo asustada, ya que lo último que escuché antes de perder la conciencia fue a Sebastián, decirme que nunca me dejaría ir. El sentimiento no se sentía tan angustiante, incluso se sintió como sus labios se postrarón con seducción sobre mis oídos, dejándome escuchar el sonido de su voz. Pero hoy era otro día y ahora estaba pensando con racionalidad, así que me levanté de la cama y corrí hacia la puerta de la habitación, dándome cuenta de inmediato que estaba cerrada con llave. –¡Abre la puerta! –Le grite con fuerza a la ama de llaves. Normalmente yo no era una persona caprichuda o mal educada con la gente de servicio, pero me estaban reteniendo contra mi voluntad. –Lo siento, señorita Vera, pero el amo Sebastián nos ha pedido no dejarla salir, hasta que su comportamiento tenga un cambio. Yo no comprendía lo que decía, era como si todos hubiéramos perdido la cabeza. Nada parecía coherente para mí. –¡¿Qué yo tenga un cambio?! –Grite con incredulidad mientras golpeaba más de una vez la puerta con mis puños, gritando con todas mis fuerzas para que alguien pudiera escucharme y sacarme de esta casa de locos. Pero sabía que mis esfuerzos serían nulos, cuando entendí que está gran mansión estaba llena de pura gente que trabajaba para mí marido. Así que me deje caer al suelo rendida, pero aún dispuesta a pelear. –Quiero hablar con mi papá. –Le dije a la ama de llaves con cara de pocos amigos. La mujer de edad avanzadas cruzas sus manos, para decirme: –De hecho, tengo que avisarle que hará una videollamada para hablar con sus padres. La respuesta realmente me sorprendió, nunca pensé que se me facilitaría una Tablet, que de inmediato se conectó a la casa de mis padres. Mi madre estaba usando ropa muy hermosa para ser de mañana, mientras que mi padre lucía saludable. No tenía mucho tiempo casada con Sebastián, pero sabía que mis padres no tenían acceso a usar atuendos costosos como los que estaba usando mi madre, ni tampoco para verse tan saludable como mi padre se veía. –Padre, necesito que me saques de esta casa. –Llore completamente afligida. –Me secuestro este hombre, tienes que llamar a la policía o a alguien. –Pero mi padre no parecía estar conmovido por mis lágrimas. –Padre, dijiste que, si yo me separaba de Sebastián, tú me ibas a apoyar con el divorcio. Pero ahora esa promesa parecía ser más una promesa vacía. –¿Qué sucede? –Pregunté al ver la tranquilidad de mis padres. –¡Llama a la policía, padre! –Le grité con fuerza, pero mi padre decidido no mover ni un musculo. –Vera… –Mi padre de pronto dijo mi nombre con un sentimiento extraño. –He hablado con Sebastián y hemos llegado a un acuerdo. –¿Un acuerdo? ¿Pero que no veía que estaba secuestrada por la persona que se hacía llamar mi marido? –Padre, ¿Qué has hecho? –Le pregunté asustada. –Vera, en este momento la empresa de tu esposo está creciendo demasiado y la nuestra también, si tú te divorcias de Sebastián, terminaremos en la ruina y perderemos todo en el divorcio. No puedes dejar a Sebastián en este momento, en donde está ganando tanto dinero como para poder ser el presidente de Inglaterra. –Mi padre parecía vendido por la codicia, lo podía ver en sus ojos. –Así que hice un trato con Sebastián, si él no corrige su comportamiento en cinco meses, podrás divorciarte de él y yo te apoyare. Mis lagrimas de pronto empezaron a caer por mis ojos, no se me hacía un buen trato. –Padre. –Dije con un tono algo seco. –Si decidí casarme con ese hombre sin conocerlo, fue por ti. –Mi madre alza la mirada, sintiéndose culpable por lo que estaban haciendo conmigo. –Deje todo lo que amaba por ti, y ahora que te pido que me ayudes a salir de esto en que me metiste, ¿te niegas? –Estaba decepcionada de mi padre. –Pero ahora entiendo que me vendiste y eso nunca te lo perdonare. –Veo las lágrimas de mi madre caer de sus ojos, pero ella no dice más, así que acabo la llamada aventando al suelo la Tablet. Me encojo en mi lugar mirando lo sobrio de la habitación, por un momento me sentí completamente sola, sino fuera por la presencia de Eva, quién nunca abandono la habitación. –¡Solo déjame sola! –Intente que se fuera, puesto que no estaba acostumbrada a que me vieran llorar, pero solo basto un gesto gentil de su parte, para que pudiera confiar en ella. La mujer de edad avanzada poso una mano sobre mi hombro y me dijo: –Se que el joven Sebastián parece un hombre malo y despiadado, sin corazón y sin escrúpulos. –Eso no parecía ayudar mucho a su favor. –Pero detrás de esa arrogancia existe un hombre bondadoso, que ha hecho de todo por salvar a su familia. En este momento usted es su esposa, y aunque sienta que no la ha tratado como tal, sé que en el corazón del amo hay un espacio para usted y solo para usted. Me negaba rotundamente a creer en sus palabras, puesto que Sebastián me había demostrado todo lo contrario. Eva salió de la habitación para meter un carrito lleno de comida inglesa, que tanto me gustaba. –No le diga al amo que hice esto, pero desayune bien señorita. Sabía que Sebastián había dado la orden de encerrarme y torturarme hasta que la idea del divorciarme se me fuera de la cabeza, pero no lo logaría, estaba convencida de que Sebastián Diventy era el peor hombre del mundo. –Eva. –Llame la atención de la mujer de servicio antes de que se fuera. –¡Gracias por la comida! –La vieja mujer me regalo una sonrisa confortadora, para después salir de la habitación y cerrar con seguro. Supuse que en este momento ahora era como esas princesas, que son encerradas en torres altas, privadas de su libertad. No tuve muchas cosas que hacer en el día, encerrada en una habitación realmente costosa y llena de lujos, pero no era como estar afuera, respirando el aire de la naturaleza. La mansión se prestaba para muchas cosas, como nadar, andar a caballo o solo caminar por terreno extensos llenos de lodos, lo cual me encantaba a pesar de ser una mujer casada desdichada. Mi tortura acabo justamente a las ocho de la noche, cuando la puerta se abrió, dejando entrar la luz del corredor. De inmediato pude reconocer esos pasos pesados, sus zapatos italianos de último modelo, mientras que su colonia era refrescante. Yo me quede en el suelo tirada sin mover un musculo cerrando los ojos y pretendiendo estar dormida. Escucho claramente como chasquea su boca al verme tirada en el suelo, de pronto y de la nada, siento como me levanta entre sus brazos, sosteniéndome cual princesa para llevarme a la cama. Con mucha delicadeza, me deja caer para después cubrirme con una manta, pero cuando se encuentra con mis ojos, se encuentra con una mirada de odio. –¿Así que estabas despierta, pequeña mentirosa? –Dijo burlonamente mientras muestras sus colmillos blancos. –¿Acaso soy un animal al que se le debe de encerrar en una habitación? –Murmuré mientras él pasaba sus manos por mi pelo. –No lo eres, pero necesitas saber cuál es tu lugar. Y tú lugar es estar conmigo, así que serás castigada hasta que entiendas, que de esto no te puedes salir. El hombre intento irse de la habitación, pero yo lo detuve con mi gran bocotá. –¡Eres un mal nacido! –Le grite mientras tomaba una de mis zapatillas y se la aventaba. Lo cual fue absurdo puesto que mi pie era tan pequeño, que al lado de su cuerpo fue como aventarle una roca muy diminuta que golpeo su pecho firme como el hierro. –Te odio con toda mi alma. Nunca pudiste hacerme feliz, me casé contigo porque era joven y una idiota, pero al saber la realidad me di cuenta que eres el peor hombre de este mundo y me niego a quedarme contigo. Sebastián escucho cada reclamo que tenía que decirle, hasta que termine de hablar. Y ahí es donde la bomba explotó. Sebastián con su sangre caliente, va contra mí, acorralándome contra la pared, para mirarme con intensidad. Frunció tanto los ojos, que pensé que en cualquier momento me golpearía, así que cerré los ojos esperando lo peor. Las familias italianas aún son muy machistas, estaba esperando que Sebastián me golpeara, pero lo único que hizo fue posar sus labios rojo cereza contra los míos. Haciendo que yo abriera los ojos por completo y lo empujara. –¿Qué haces? –Le dije realmente conmocionada, no estaba esperando eso. –Dices tanta mierda sobre odiarme y detestar todo de mí, como si fuera el peor hombre de este mundo, cuando solo he hecho lo correcto por nuestras familias. –Lo has hecho bien, pero como esposo eres el peor. –De pronto una lagrima salió de mi ojo izquierdo sin avisar. –Las noches en vela que pase esperando por ti, eres un grandísimo idiota. –Todo lo que salía de mi boca tenía mucho enojo, pero pareciera que a Sebastián nadie le gana. –Pero por que no cuentas sobre las noches que te hice gemir mi nombre. –De pronto mi piel siente como un balde de agua fría cubre mi boca. – Rogabas porque te follara, tan duro. –De pronto mi cuerpo empezó a palpitar al escuchar sus palabras altisonantes. –Me montabas una y otra vez, como si quisieras partirte en dos. –Yo trato de no mirarlo mientras él es muy descriptivo con lo que dice. –Gemías mi nombre y me pedía más, no te cansaba de lo que te hacía. Angustiada y algo excitada por sus palabras sin filtro, le doy una bofetada que lo hace retroceder un poco, pero él solo se ríe de mi golpe para seguir intimidándome con sus palabras. –Tú me entregaste tu primera vez. –Él sonríe diabólicamente mostrándome sus colmillos. –¿Acaso te diviertes? Que poco hombre eres. –Trate de evadirlo e ir a otra parte de la gran habitación, pero él me tomo con fuerza del brazo para volverme a mirar a los ojos. –¿Acaso no recuerdas la primera vez que mis labios lamieron tus pezones? –Lentamente se va poniendo a la altura de mis pechos, haciendo que estos de inmediato se erizaran y se pusieran tan duros como una roca. Yo trataba de respirar profundamente, mientras podía ver como pasa su lengua por sus labios, saboreando el sabor de mis pechos. –Eran de color durazno mientras te estremecías por el toque de mis dedos. –Lentamente me muestra sus dos dedos, que normalmente se introducían por mi v****a, haciéndome temblar con tan solo verlos. –¿Acaso no recuerdas el oral que te hizo gritar tan fuerte, que tuve que tapar tu boca? Cada momento de esa noche de bodas pasó por mi mente, haciendo que yo misma perdiera la cabeza, respirando con fuerza y empezando a transpirar. Lentamente se posa tras de mí, haciéndome sentir su m*****o erecto que estaba esperando por mí. Pero de pronto la cordura vuelve a mí, tenía que recordar el momento más doloroso de nuestro matrimonio. Cerré los ojos y me transporté a ese momento. Era una noche de caridad, Sebastián y yo éramos invitados especiales, ya que nuestras empresas estaban saliendo de la pobreza para convertirse en empresas de poder. Sebastián se comportar como un verdadero caballero conmigo, sostuvo mi mano durante toda la noche. Hasta que la subasta empezó, yo sabía que no podía invertir en nada. –Dame un minuto. –Me pidió mi marido después de recibir un mensaje. Yo no le dije nada más y lo dejé ir, pero el tiempo pasaba y él no regresaba. Se suponía que Sebastián tenía que comprar un collar para su madre, pero cuando el collar salió en la subasta no pude dar dinero por él. Así que me levanté de mi lugar, para salir del enorme salón en donde estábamos, hasta que lo vi. Sebastián estaba al lado de una mujer con un vestido n***o muy ajustado, en ningún momento se besaron, pero pude ver como Sebastián la tomo de los hombres con sensualidad y la metido en una habitación. En ese momento supe que la fidelidad de mi esposo no era real. Dejé pasar ese incidente porque tenía el corazón muy blando y esperaba que solo fuera un mal entendido, pero después Sebastián empezó a abandonarme para irse a viajes de negocios, en donde supe que tenían mujerzuelas la mayor del tiempo. Eso me lo hizo saber otra esposa de nuestros amigos en común, haciéndome sentir como la típica esposa cuernuda de un hombre rico. Mi fe en un matrimonio de en sueño cayo y todo se derrumbó para mí. Y ahora lo estoy mirando con coraje. –Pero ya no quiero que me toques. –Trate de hacer una cara de asco, pero en realidad era lo contrario, estaba excitada por su cuerpo caliente sobre mí, pero tenía que mentir si quería salir con el ego intacto. –Me das asco, todo de ti me da asco. –La mirada de Sebastián cambio por completo, era como si hubiera sentido que su poder había acabado. Sebastián sabía cómo seducir a una mujer y al ver todo perdido, frunció su ceño para tomarme con fuerza de mi barbilla. –Me importa un bledo lo que sientas por mí. –Aferra sus dientes a su mandíbula. –Eres mi esposa y primero muerto a dejarte ir. Tendrás que matarme antes de que te deje libre. Tales palabras me hicieron sentir aplastada, pero antes de retirarse de la habitación con los humos saliendo por sus orejas pregunte: –Has sobornado a mis padres, ¿verdad? –El hombre se detiene en seco al escuchar tal pregunta. –Admítelo como un hombre y dime, ¿Qué fue lo que hiciste con mis padres? Él suspiro profundamente, llenando su gran pecho con aire. –Haré de todo por tenerte conmigo, y si debo de pagarle mucho dinero a tus padres lo hare. Sus palabras me destrozaron tanto, que tome un florero que estaba puesto en una mesa de café, para aventársela y esperar herirlo con este, pero mi mala puntería hizo que el florero explotara contra la pared que estaba muy cerca de Sebastián. –Suerte para la otra. Soltó una risa y salió de la habitación, para encerrarme de nuevo. Sebastián sabía cómo hacerme salirme de mis casillas, lo cual me provocaba preocupación, puesto que sabía como jugar conmigo. No quería ser parte de su diversión, sabía que le atraía esta fuerza de odio que tenía por el en este momento, pero no quería continuar, estaba muy cansada. Así que me recosté en nuestra cama matrimonial y me quedé completamente dormida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD