3.

1181 Words
Faltaban dos horas para terminar mi turno en el trabajo, pero se me había hecho eterno. Odio usar Excel, me parece una mierda y ya estaba harto, pero no podía irme porque como ya tengo dos llamados de atención en mi currículum, un tercero causaría mi despido y no puedo quedarme en la inmunda, tengo a mis gatos que mantener y toda su comida y snacks son más caros que la ropa que uso. Miré entonces mi teléfono a escondidas, lejos de las cámaras y de Elijah, quién siempre me jala de orejas al verme chismear y no quiero que se dé cuenta que le colgué accidentalmente a un cliente VIP de la empresa, querrá masacrarme por ello y por eso siempre trato de mantener un perfil bajo. Miré la pantalla en mi teléfono y vi que tenía un par de mensajes de Cata. —¿Creíste que no me iba a dar cuenta de lo hecho mierda que tienes tu cuarto? Maldición, ¡tienes una pila de basura junto a tu escritorio y al menos 35 latas viejas de energizante! ¿es que no te da miedo que yo te mate? —recibido, 16:50 pm. —Ah y por cierto, el rastrero ese del nuevo como que planea expropiarte a tus gatos. Por ahí lo vi quedarse dormido cuando llegó de uno de sus trabajos en la sala y al rato lo estaban rodeando tus hijos. Yo como tú tomaría medidas serias, es imperdonable —recibido, 16:54 pm. No sé cómo es que me cae bien esa tonta dramática. Desde la primera noche en que vio a Daniel, lo odió por motivos absurdos. Como Cata está mal de la cabeza, nos fuerza a usar espacios muy estrictos de la nevera, nadie puede ocupar el lugar del otro con sus cosas, lo cual es estúpido, pero como Daniel llenó de más, cosa que era algo lógico porque no sabía de sus absurdas reglas, su acción hizo que ella de inmediato le tomara rencor y buscara hacer cosas para ahuyentarlo, cosa que no ha logrado. Ha vivido con nosotros solo unos cinco días en que hemos hablado muy poco, yo suelo trabajar todo el día y cuando regreso, él siempre está en otro de sus trabajos y poco nos hemos cruzado, pero las pocas veces en que ha pasado, he notado que él una persona muy distinta. No es en nada como yo, es muy maduro para su edad, es consciente, realista, es exageradamente culto, cualidades que yo no tengo porque estoy consciente de que no es que sea el más inteligente y mucho menos maduro, pero Daniel en su mente es como si tuviese 35, cada vez que me ve me regaña al verme a medio vestir, también porque me da flojera sacar la basura de mi habitación y eso lo saca de quicio. También regaña a Fer porque como él tiene un pequeño problema de drogas , entonces siempre le dice por qué está mal consumir esas cosas, trata de persuadirlo, cosa que es imposible y bueno, con Cata no ha tenido interacción, ella se rehúsa a hablarle y lo mira de reojo, pero no tiene sentido. A pesar de que él sea aterrador y que pueda partirme el cuerpo como en cinco partes si lo desea, sé que él es un chico genial, es que… no lo sé, hay algo en él que no puedo describir. El gigante no se parece a nadie que haya conocido, me parece absurdamente superior a todos no solo por lo inteligente o culto que es, o su manera tan elocuente de expresarse. Lo es incluso físicamente, Daniel es tan superior que incluso intimida y creo que no nota que causa ese impacto en la gente al estar tan absorto en sus miles de problemas. Regresé entonces ese viernes a eso de las seis y vi a Fer en la sala. Se notaba que estaba sobrepasado, lo reconozco cuando se droga, empieza a sudar mucho y usualmente dura ido varias horas, pero ahora lucía solo exaltado, eso quiere decir que consumió alguna mierda que desconozco y ni quiero saber qué es. —Oye, ¿qué opinas si esta noche hacemos maratón de The walking dead y comemos pizza? Claro y también unas ochenta frías. —Bueno, mañana me puedo levantar tarde. Le entro, pero, ¿invitarás a Cata? —¡No! Luego quién se la aguanta sermoneándonos por beber y menos, porque le dije al nuevo y dijo que se uniría. —Mmm, ¿invitaste a Daniel? —Sí, ¿por qué? —No sé. ¿No has notado algo raro en él? —¿Cómo qué? —Cuando lo veo siento que se me revuelven las tripas. Tiene como un aura que me enferma, siento gastritis cuando se me acerca y no quiero que eso culmine en una diarrea de tres días. Ya estoy muy flaco, eso me pondría peor. —¿Estás borracho o qué? ¡él no tiene nada de malo! Ni que fuese radioactivo para causarte nada. —Entonces soy yo el que estoy mal. Bueno, nos vemos en dos horas que me bañe, descanse y tome dos litros de cianuro con coca cola. —Bueno, que no te mueras al menos. Tomé una ducha rápida y me tiré desnudo en mi cama junto a mi gato n***o. Pensé que dormiría una hora o poco más, pero me dormí casi dos horas y solo desperté cuando sentí que tocaban a mi puerta. Medio me vestí y abrí de mala gana, odio que me despierten, pero mi sueño se esfumó de inmediato al ver a ese chico que me enferma de pie quién me miró enarcando una ceja. Mierda, odio cuando hace ese gesto. Cada vez que enarca una ceja al verme mi rostro empieza a arder y mis tripas dan vueltas sin parar en mi torso. —Creo que nunca te había visto vestido, siempre andas como niño de dos años en ropa interior —se burló y lo miré de reojo. —¿Qué quieres? No te robé un brownie o no que recuerde. —¿No vas a venir a la sala con nosotros? Tu amigo está medio ido, ni reacciona y ver yo solo una serie tan larga y más, con tanto alcohol que ustedes compraron, quedaría un poco feo. —Mmm. —Anda, hoy es mi única noche libre y no me quiero aburrir. ¿Qué dices, Emanuel? —preguntó y reprimí la risa como pude. Aún no descubre que ese nombre es una farsa. La próxima semana le diré que le mentí, que mi nombre en realidad es Aurelio y la semana de más arriba le diré que me llamo Johnny. —Está bien. —Bueno, te espero en la sala, ratón. Lo vi darse la vuelta e irse, se sentó junto a mi amigo que estaba más muerto que vivo y noté que me quedé mirándolo por casi un maldito minuto entero. Maldición, debes estar lleno de radiación, eso es lo que debe causar este malestar en mí. No le veo otra explicación lógica.
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