Pero no se me olvidaba la voz de la hembra que también había escuchado recientemente, así que avancé mi caminar hasta dar con el final del pasillo y dar con un pequeño porche techado. Me contuve de abrazarme, afuera estaba haciendo mucho más frío del que normalmente hacía dentro de la recámara que nos habían asignado. Rodé los ojos alrededor, sin girar mi cuerpo ni mi cabeza, todo afuera, más allá del límite del porche estaba cubierto de nieve y ante mis ojos quedaba un bosque con las hojas cubiertas de hielo menudo y blanco. Tirité. No había nadie allí, al menos no en ese momento, volteé hacia mi lado derecho y miré a tres hombres a la distancia, bastante abrigados y de camino al bosque. >. Pensé. —No puede ser —dije meneando la cabeza, viendo cómo todos allí manipulaban a Edrick a

