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Alma Peligrosa

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Blurb

El instituto Hamers esta sufriendo muchas muertes de estudiantes y mensajes anónimos escalofriantes, un día Samantha Pitterson entra a uno de los baños y se encuentra una advertencia en la pared escrita con sangre que decía: "Estás muerta". Samantha está obsesionada con encontrar las respuestas, una de sus compañeras de clase, Amelia Méndez, fue encontrada muerta y en su funeral la joven siente el alma de dicha fallecida, donde le dice que encuentre los secretos de Hamers y haga justicia ¿Podrá encontrar que sucede detrás de tanto misterio en Hamers?

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Prólogo
Antes de salir por la puerta de mi habitación recojo todas y cada una de mis cosas para llevarlas a mi maleta, con mis audífonos puestos busco una canción de Shawn Méndez para reproducirla en mi celular mientras termino de deslizar el cierre de la segunda maleta. Agarro mis camisas con mangas largas para guardarlas en la tercera maleta, al igual que mis pantalones y ropa interior, para luego terminar con mis zapatos. Escucho como mis padres salen de sus habitaciones con las maletas, al principio no quería irme de aquí porque toda mi vida había estado viviendo en este pequeño apartamento, aquí en el pueblo tengo a dos amigas que las llevo conociendo hace unos cinco meses. Pero de todas formas cuando les conté que me iba mudar a la cuidad de Hamers, ni siquiera mostraron alguna mirada de tristeza porque me iba, al contrario, se mostraron felices…eso…por cierta parte me dolió. Nunca había tenido unas amigas o amigos de verdad porque siempre había sido un tanto tímida, pero con el tiempo lo deje de ser, ya veo que ellas no eran unas verdaderas amigas. > pensé. Me giro un momento con mis maletas sosteniéndolas con mis manos, inspecciono la pequeña habitación de color crema con algunos dibujos de arboles en las paredes, aquí había crecido durante casi toda mi vida, pero al final solo tengo recuerdos de infancia. Termino por apagar la luz para cerrar la puerta dejando salir un largo suspiro, miro a mis padres que están en la puerta, mi papá me sonríe con boca cerrada y busca entre sus bolsillos las llaves de su auto. —Es hora – dice. Asiento con la cabeza y antes de salir miro por ultima ves el pequeño apartamento, los recuerdos de estar corriendo por todos lados para buscar una de mis medias del colegio me llegan a mi cerebro, los recuerdos de hacer largas líneas en la pared para ver cuanto he crecido también se invaden en mi mente, el recuerdo de cuando estaba empezando aprender a cocinar y casi prendo en fuego la cocina hace que una pequeña sonrisa se me escape. Tenía buenos momentos aquí, quería guardarlos en mi memoria para siempre, salgo y mi madre – Lorena – cierra la puerta para seguir nuestro camino por los pasillos y buscamos uno de los ascensores, me pongo en el rincón para dejar mi cabeza apoyada por uno de los espejos que tiene el ascensor en el interior, nos mantenemos en silencio mediante que el ascensor baja al ultimo piso. Al salir nos despedimos de alguna de las personas que conocemos y llegamos hasta el auto para guardar nuestras maletas, al terminar entro a unos de los asientos traseros para cerrar la puerta y colocarme mis audífonos, inclino mi cabeza para mirar hacia la ventana mientras mi padre enciende el motor del carro, una mínima lagrima sale por uno de mis ojos y la retiro con uno de mis dedos. Mi padre me mira desde el retrovisor, pero yo solo sigo mirando la ventana y escuchando música a un volumen moderado. —Todo irá bien Samantha – me sonríe – ya lo veras. —Eso espero…—digo en un susurro mientras me cruzo de brazos. —¿Qué hay de esas chicas que conociste hace unos meses? – me pregunta mamá. —No me hables de ellas, al parecer no eran lo que yo pensaba. —Conseguirás amigos nuevos en el instituto, como ya enviaste tu inscripción, debes esperar que te respondan, quizás y puedas hacer buenos amigos de confianza – me anima papá. —¿Amigos? – enfatizo – no lo creo, en ese instituto la mayoría son hijos de papi, nosotros no tenemos tanto dinero como ellos, pero por lo menos no andamos usando las ropas mas caras y las mejores joyas del universo, hay que ser humildes, porque en la vida hay muchas personas malas que quisieran quitarte todo tu dinero, y eso no es justo. Hay personas que han luchado mucho por lo que tienen, para venga otro inútil y te quite todo lo has logrado – replico. Mis ojos azules observan la carretera donde estamos. Oigo a mi mamá suspirar. —Ya veras que no todos ahí serán unos arrogantes y creídos – me dice ella. —No soportaría encontrar de nuevo gente falsa – dije con desdén. Ellos no dicen nada y, prefiero que dejen el tema, solo quería admirar el cielo azul junto con algunos autos que pasan a nuestro lado. El viaje por suerte no es tan largo, mi madre esta tratando de hacer su propio bufet de abogados, mi padre consiguió un nuevo trabajo donde estará en una empresa grande que posiblemente es una de las mas importantes de la cuidad de Hamers, y yo, pues me voy a inscribir en uno de los institutos mas considerados y respetados de la ciudad, la UEP.Hamers, hace como una semana busque por internet al instituto Hamers y en las fotos se ve muy enorme, además consta de muchísimos salones y grandes canchas como abiertas y cerradas, aparte también tienen su propio edificio donde tendrás un compañero de habitación. No me consideraba lo suficiente como para entrar en un lugar tan querido y elegante, además no quería que me volviera a pasar lo mismo que cada ves que me tocaba presentarme ante una clase me ponía nerviosa, pero tenía que tratar de estar calmada y no dejar que nadie me intimide. Dicen que también Hamers tiene a una de las personas mas guapas que puede existir, toda mi vida solo he tenido un solo novio, a los diecisiete años y duramos como un año ¿saben porqué? Termine entregándome por completa a él, cuando terminamos, me dijo que todo había sido un juego y que jamás lo volviera a buscar. Desde ese entonces no quería tener ninguna otra relación. Había sido muy estúpida, ingenua e inútil, no quería volver a pasar por ello. Cuando por fin llegamos miro por la ventanilla del auto, mis ojos visualizan una casa grande de colores n***o y blanco, los paredones son algo altos y tienen cerco eléctrico, salgo del auto mientras observo la casa y me quito mis audífonos. Mis padres cierran las puertas del auto gris oscuro, para luego bajar las maletas. —Bienvenidas a nuestra nueva casa – dice mi padre mirándome de reojo mientras baja una de las maletas. —¿Cuántas habitaciones tiene? – pregunte. —Tiene cinco habitaciones, cuatro baños, una sala, una cocina y un pequeño patio trasero – contesta con una sonrisa. —Además tu habitación es lo suficiente grande como para que tengas dos camas – me comenta mamá. —Pero ni siquiera tengo tantas cosas – digo, hundiendo mis cejas. —Exacto, pero la puedes decorar como quieras, por ahora solo tienes lo básico: una cama, un televisor, un estante, peinadora y dos armarios – informa mi padre, sonriente. —Con eso me conformo – dije en un encogimiento de hombros – quizás solo decoro con algunas luces y ya está. Agarro una de mis maletas para acercarme a la puerta mientras mi padre busca la llave en sus bolsillos, cuando entramos me encuentro con una sala estilo moderno, los muebles son blancos y el piso de cerámica con cuadros acompañan la mesa de centro de madrea, las paredes tienen cuadros tanto de paisajes como de cuerpos pintados, detallando sus rostros y manos. Al lado de los muebles hay pequeñas mesitas con lámparas, hay una chimenea y arriba de ella esta un televisor. El comedor tiene unas ocho sillas en la mesa, la cocina tiene colores oscuros, hay un microondas, una nevera de dos puertas y una cafetera, la isla de mármol n***o acompaña unas sillas de taburete. —Hogar, dulce hogar – pronuncia mi padre cerrando la puerta – ¿les gusta? —Es muy linda – digo, observando cada detalle. —Arriba estarán nuestras habitaciones y las de abajo por si alguien necesita quedarse a dormir – añade papá. —¿Cuál es mi habitación? – pregunto, mientras camino hacia las escaleras con mis maletas. —La segunda puerta de color blanco es tu habitación – responde. Asentí y me giro para subir. Una ves estoy frente a la puerta suelto un suspiro largo por lo pesadas que están mis maletas, giro la perilla y enciendo las luces para alumbrar el cuarto, hay una grande cama con varias sabanas gruesas de colores violeta y blanco, un televisor de pantalla grande, dos armarios, una peinadora y una puerta que deduje es mi baño privado. Coloco las maletas en la cama, saco cada una de las prendas de ropa para colgarlas en el armario, un mensaje en correo sss llega a mi celular y lo desbloqueo para verlo:                  > Los del instituto Hamers ya me respondieron mi inscripción, les enviare un mensaje de cuando tengo que pasar para buscar el uniforme y el horario de clases. No me gustaba mucho la idea de usar uniforme para ir al instituto, pero por lo menos el uniforme no era feo, al contrario, le hace lucir a cualquiera que se lo ponga. Guardo mi celular en el bolsillo y sigo colgando mi ropa en el armario, dos golpes en la puerta me hacen girar sobre mi eje. —¿Puedo pasar? – me pregunta mamá, asiento con la cabeza – ¿Qué te parece la habitación, la casa…? ¿te sientes cómoda? —Mama no tengo quince años – recalco – no voy a hacer un berrinche ni nada de eso porque me mude de casa – la veo suspirar. Ella se sienta en la cama y me observa como acomodo el armario metiendo la ropa que tengo en las manos. —¿Te respondieron los del instituto? —Si. —¿Qué te han dicho? —Nada, simplemente que gracias por inscribirte en nuestra institución señorita Pitterson – imito una voz cordial y elegante. Mi madre niega con la cabeza. —Ya luego hay que buscar el uniforme y el horario. —Envié un sss para preguntarles cuando puedo ir a buscarlo – digo, para abrir la otra maleta donde tengo mis zapatos. —Eso no es necesario, podemos ir estos días, antes del lunes claro. —¿Por? —Porque el lunes comienzas a estudiar ahí – me recuerda. Chasqueo la lengua. —¿Por qué un lunes? Odio pararme temprano un lunes – me quejo. —Si no quieres dar una mala impresión intenta pararte temprano – me aconseja, levantándose de la cama. —Está bien – refunfuñe — te prometo pararme temprano. Lunes 6:55am —¡SAMANTHA LEVANTANTE! ¡OLVIDASTE COLOCAR TU ALARMA EN EL CELULAR! Los gritos de mi madre tras la puerta me hacen despertarme de un salto. Mi respiración se acelero y comienzo a balbucear cosas sin sentido, como loca me levanto de cama con un ojo abierto y uno cerrado mientras busco mi celular, cuando lo hago miro la hora y mi otro ojo se abre de un tiro, se me había hecho tarde para llegar. Corro hasta el baño encendiendo la luz y agarro el cepillo dental junto con la pasta de dientes lo más rápido que puedo para cepillarme, escucho como mi mama toca la puerta sin parar, escupo la pasta que tengo en mi boca. —¡Samantha Enriqueta Pitterson Ortega! Será mejor que te apresures – la escucho gritar. —¡Ya voy! – grito desde el baño. Termino de lavarme la cara y corro para buscar el uniforme compuesto por un bléiser n***o, camisa blanca, una corbata azul y una falda con medias altas. Me desvisto con una velocidad tan grande como la de flash, literal, empecé por la camisa blanca y luego la falda hasta estar completamente vestida. Enciendo las luces de mi peinadora y como puedo comienzo a peinarme. —Ya son las siete y diez apúrate – la escucho decir. Gruño haciéndome una coleta alta – tu primer día y llegaras tarde. —¿Esta listo el desayuno? —¡Desde hace rato esta listo, pensaba que ya te habías vestido y peinado! – me regaña. —Ya casi salgo. Cuando termine de desayunar salimos a toda velocidad al auto para llegar al instituto lo más rápido posible, un cosquilleo en el estómago me obligo a echar la cabeza hacia atrás del asiento, estaba nerviosa ¡era mi primer día! Por mi culpa ahora llegare tarde. Cuando por fin llegamos me bajo dando un portazo al auto mientras me despido de mi madre, el enorme Hamers se hace presente en mi campo de visión, mientras cruzo la puerta principal miro mi horario en manos:                                                                    Horario                                7:00 am ------- > Lengua y literatura -------> salón #18 Miré la hora en mi reloj y eran las 7:30am, solté una queja entre dientes mientras buscaba el salón dieciocho, tenía media hora de tardanza, corría como loca entre los pasillos y algunos me enviaban miradas recelosas y confundidas. No encontraba ese salón por ningún lado, hasta que me decidí por preguntar, busqué con la mirada y un chico ya venía hacia mi dirección con la respiración agitada. —¿Eres nueva? – me pregunta el chico de pelo azabache, asentí – ¿Qué clase tienes? —Lengua y literatura – respondo. —Te diré donde esta. —Gracias. Comenzamos a caminar por los pasillos, subimos unas escaleras esta estar en el salón numero dieciocho, suelto un suspiro de alivio al ver la puerta con ese numero y mire al muchacho. —¿Cómo te llamas? —Samantha.                                                               [………] Un año después en el instituto Hamers… —Es lamentable lo que le paso a Andrés – comento Eliot después de un rato de silencio. —Si…¿Tu fuiste al funeral? – pregunte, regresando mi vista hacia él.   —La verdad no, no porque no quisiera – volvió a colocarse sus lentes – solo que no lo conocía lo suficiente como para asistir, ver a su familia y eso. —Yo hable algunas veces con él, jamás creí que le pasara algo así. —Bueno de todas formas él fue quien se lo hiso.   —Yo no lo creo así – dije, Eliot me miro de reojo – algo me dice que no fue un s******o. —Él se ahorco Samy – me recordó - ¿Por qué piensas lo contrario? —Solo digo que no encuentro motivos para que el haya echo tal cosa – solté. —¿Y lo de Amelia? – preguntó —Lo de Amelia es diferente – me limite a decir – ella salió muy tarde a horas de la madrugada sola sabiendo que en la calle puede haber cualquier persona loca. —¿Pero que la hayan asesinado así? – preguntó, y luego negó con la cabeza – tiene que ser un psicópata el qué la haya matado. No respondí, muevo mi pierna nerviosa, sin casi saber que decir. Estaba inquieta por hablar del tema de Andrés, lo de Amelia puede ser otra cosa. Pero lo malo es que tengo un problema, uno muy grande. —¿En qué tanto piensas Samantha? – me pregunta, luego de parar el auto justo en frente de la casa de Sasha-Pareces nerviosa y…asustada – agregó luego de inspeccionarme por completo. Mis manos sudaban y temblaban, no estaba segura si confesarle lo siguiente: —Eliot. —¿Si? Trague grueso. —¿Sabes porque no creo que lo de Andrés no fue un s******o? —Samantha estas temblando, ¿Qué te… —Porque yo vi su muerte. Si, lo vi, totalmente perpleja que casi se me salen los ojos de la cara. No solo vi la muerte de Andrés Córdoba, también la de otros más. Hasta que acabé con el misterio oculto del instituto, nuestras vidas ya no eran las mismas, ya ni siquiera queríamos salir de nuestros dormitorios, porque luego nos convertimos en una… Alma peligrosa. Esta alma no es precisamente una que sale cuando el cuerpo de alguien muere, no, es una de completo control…una que deja miles de marcas, una que deja salir tu lado mas oscuro, una donde ya no eres tú. Te conviertes en alguien que no eres, te transformas en un monstruo hasta que al fin despiertas de tu sueño y te das cuenta que has matado a alguien sin siquiera recordar. Solo te preguntas que fue lo que paso… ¿Qué ocurrió? ¿Qué hice? Al ver tus manos manchadas de sangre, piensas mil cosas horribles en donde estés involucrado, te preguntas que pudo haberte pasado para llegar a tal movido donde tienes en frente tuyo un cuerpo que ya no tiene pulso. Es una sensación terrible, te odias, te culpas, te preguntas cosas que quizás no tengan respuestas. El alma peligrosa puede atacar tu cuerpo, puedes seguir caminando y oír voces a las cuales tienes que cumplir lo que te pide, como si fuera tu jefe. Es algo que empiezas a odiar con todo tu ser. Muchos de nosotros tratamos de enfrentar a esa alma peligrosa y como controlarla. Te comienza a doler la cabeza, sudas, tiemblas, tu piel cada ves se puede poner mas pálida y te sientes más débil. Para los del alma peligrosa no puede existir la debilidad, sino la fuerza y la maldad, son personas sin escrúpulos y sin corazón; te dan ganas de darles un golpe y llevarlos hasta un sitio oscuro donde ya no puedan ver la luz del día. Tal cual lo hicieron con ellos... Daria lo que fuera por hacerlos pagar, justo, ya lo estoy planeando. El dolor que hace sentir el alma peligrosa es jodidamente fuerte, no puedes respirar, te duelen los parpados. Tus manos, piernas y labios tiemblan, comienzas a jadear tan fuerte como si hubieses corrido un maratón. Tu tráquea parece cerrarse y luchas por llevar el aire a tus pulmones, murmuras cosas, la punzada que sientes en las venas te hace gemir de dolor. Tu brazo se siente como si ya no fuera parte de tu cuerpo, le echas ganas para poder levantarte y no puedes, tus extremidades pesan, te recorren escalofríos en tu espina dorsal; todo lo sientes como una jodida tortura. No haces mas que luchar contigo mismo, te sientes atrapado por las esposas que tienes alrededor de tus muñecas, intentas gritar pero un nudo en tu garganta no te deja hacerlo, ruegas por una pequeña gota de agua para mojar tus labios resecos pero, solo te dejan ahí tirado como un pobre animal buscando que comer en las calles. Maldices a todas las personas que te han hecho daño, prefieres no moverte por el dolor fuerte de tu cuerpo, pero si logras hacer una mínima patada se la darías a ellos. Ellos son unos animales. El instituto sabrá la verdad…eso se los juro. Esos secretos saldrán a la luz. Ya lo verán, yo terminaré con esto. ¿quieres saber como?  

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