Capítulo 1
Llevé la copa a mis labios lentamente, sabiendo que estaba siendo observada por gran parte de los presentes, tanto sumisos como Dominantes. Los primeros me miraban ambicionando ser sometidos por mí. Los segundos lo hacían con celos en su mirada, dado que era una de las Dominatrix más deseadas en el exclusivo club de b**m Slave's Soul. A casi todos los Doms que había en la habitación les había quitado al menos un sumiso/a en algún momento. Y eso que yo dejaba completamente claro que no quería a un sumiso para una relación D/s, solo quería una sesión. Dos, a lo sumo. No obstante, ese hecho no disminuía en absoluto el anhelo tanto de los sumisos como de las sumisas que deseaban probarme, aunque solo fuese una vez. Sin embargo, ya hacía bastante tiempo que no hacía sesiones con nadie. Eché una ojeada a todos los presentes, buscando en vano si había alguien interesante. Pero como ya era de esperarse, no me llamaba la atención ningún sumiso. Y, aunque a la hora de someter no me importaba el sexo de la otra persona, no tenía tampoco ninguna apetencia de poner a mis pies a una sumisa. Di un largo sorbo, tragándome la frustración que la situación me provocaba en el proceso.
-Buenas noches, Reina Roja-oí a mi izquierda. Me giré al escuchar mi apodo dentro del mundo del b**m y vi a una preciosa sumisa vestida de n***o, y enseñando más de lo que ocultaba con un corsé y unos pequeños pantalones, ambos de látex. Era realmente guapa, y se notaba que me había hablado con toda la intención de conseguir que la dominara, al menos durante un rato. Su mirada deseosa y la forma en la que tenía la boca ligeramente abierta la delataba. Pero, por desgracia, no surtió efecto. Lo cual era una pena, porque me encantaría verla retorcerse de dolor y placer ante mí. En otro tiempo, no habría dudado ni un segundo en ponerla bajo mi tacón.
-Buenas noches, linda-respondí, dejando la copa sobre la mesa.
-Me gustaría que habláramos un poco. Si no es molestia-dijo con un tono sumamente inocente mientras bajaba la mirada, mostrándose muy dócil ante mí.
-Lo siento, preciosa, pero esta noche no. Puede que en otra ocasión-ella levantó su vista durante unos segundos, pero al momento volvió a bajar la cabeza. Asintió rápidamente y se levantó. No había dado ni dos pasos cuando ya se había acercado un Dom hasta ella. Posiblemente esa preciosura pasaría una buena noche en el potro de tortura.
-Ya es la tercera vez en la misma noche que rechazas a un sumiso. ¿Se puede saber qué te pasa?-me preguntó Pedro, un viejo amigo al que introduje en el mundo b**m hacía poco más de año y medio, y al que le enseñé todo lo que sabía sobre ser una Dominante. Se sentó a mi lado en el sofá mientras le daba un sorbo a su whisky. Yo acerqué de nuevo mi copa a mi boca y me acomodé todo lo que pude en el sofá.
-No es nada. Es solo que dominar a alguien ya no me llama tanto la atención como antes.
-¿Me estás diciendo que tú, la gran Reina Roja, una de las Dominantes más deseadas y codiciadas del Slave's Soul, ya no tienes interés en el b**m?
-No, no estoy diciendo eso. Mi interés en el b**m continúa.
-¿Entonces?
-Es solo que quiero probar el otro lado-Pedro se atragantó con su bebida al escuchar mi noticia. El escándalo que provocó con su pequeño accidente llamó la atención hacia nosotros, así que simplemente sonreímos y saludamos con la cabeza a los presentes, esperando hasta que cada uno volvió a lo suyo para continuar con la charla.
-¿Desde cuándo eres switch, Gabriela?
-Desde nunca. Solo quiero probarlo una vez. Después, me olvidaré de todo esto y volveré a ser la Dominatrix que siempre he sido.
-Si tan claro lo tienes, ¿a qué esperas?
-Necesito hacerlo con el Dom adecuado. No me sirve cualquiera. Si voy a hacerlo, lo haré bien. No quiero quedarme a medias.
-Bueno, si tú quieres, puedo ser yo quien te someta-me dijo mientras colocaba su brazo sobre mis hombros y se acercaba a mí de manera seductora. Pero paró de hacerlo en cuanto le eché un significativo vistazo. Lo miré de arriba a abajo, provocando que tragara saliva de forma muy notable.
-¿Me estás vacilando, Pedro? ¿Pretendes dominarme con los mismos trucos que yo misma te enseñé?-dije en un ronco susurro, solo audible para sus oídos. Ese tono lo puso visiblemente nervioso y me miró con los ojos abiertos, sin saber qué responder. Era demasiado nuevo en la dominación como para equipararse a mí-. Te tendría bajo mi tacón al primer intento, cariño.
Le revolví el pelo para quitar un poco de tensión a la situación, dado que se le notaba que se había sentido bastante intimidado ante mí. Volví a dar un sorbo a mi bebida mientras observaba detenidamente a los Doms presentes en el club, evaluando para ver si alguno podría ser el que me diera esa pequeña ayuda que necesitaba. Por desgracia para mí, esa conversación con Pedro no había sido tan privada como yo había pensado en un primer momento.