Hacía algo más de media hora que Pedro se había ido con una sumisa con la que ya había tenido varias sesiones. Me alegraba por él porque, al parecer, congeniaban muy bien durante las sesiones, a pesar de que no parecían tener ninguno de los dos la intención de hacer más estable su relación. Pero yo sentía que me estaba ahogando dentro del ambiente del local. Me bebí mi copa de un solo sorbo y me levanté del sofá. Salí al gran balcón al que se abría el club, el cual tenía una vista espectacular de la ciudad bajo mis pies. Si no me gustara el b**m creo que, aún así, seguiría viniendo solo por tener estas vistas. Me apoyé en la balaustrada y solté un pesado suspiro, mientras dejaba que la suave brisa nocturna me desordenara el pelo al tiempo que bajaba la cabeza, completamente derrotada.
-¡Vaya! Eso ha sonado tremendamente hastiado-me tensé al momento al escuchar y reconocer esa grave e inconfundible voz.
-Buenas noches, Lobo-respondí sin volverme hacia él y llamándolo por su apodo dentro del b**m. No quería mirar su estúpida y atractiva cara.
-Buenas noches, Reina Roja-contestó, acercándose a mí hasta colocarse a mi lado en el balcón, mirando también hacia la ciudad. Me negué a girarme hacia él. Ni siquiera por el rabillo del ojo. No le iba a dar esa satisfacción-. ¿Puedo preguntar por qué ese suspiro tan sentido?
-Puedes preguntar lo que quieras-al pasar unos segundos en silencio, escuché como él se rio.
-Pero no me vas a responder, ¿verdad?
-Nop.
-Ya veo-pasaron unos minutos en los que el silencio fue el que se impuso. Me estaba sintiendo un tanto incómoda con la situación, pero me negaba en redondo a ponerle remedio. Tendría que ser él el que lo hiciera-. Te debo de caer terriblemente mal-esa frase me dejó impactada y me giré hacia él con el rostro lleno por la sorpresa. De él me habría esperado pullas, bromas sarcásticas e incluso insultos, pero nunca algo dicho de forma tan lamentable.
-No puede caerme mal alguien a quien no conozco.
-¿Entonces por qué siempre estás a la defensiva cuando estoy cerca?-no pude evitar fijarme en como apretaba con tanta fuerza la barandilla que se le pusieron los nudillos blancos.
-No es a la defensiva. Es... tensión-dije después de pensar cuidadosamente en una palabra que pudiera definirlo.
-¿Tensión?-se apoyó sobre un codo, girándose completamente hacia mí. Ya no pude retardarlo más y lo miré. Mierda, esos ojos oscuros...
-Sí. Somos rivales en el Slave's Soul, al fin y al cabo.
-Yo no te considero una rival. De hecho, me gustaría que nos conociéramos más y que llegáramos a ser más cercanos.
-Pues lo siento, pero no creo que eso llegue a darse entre nosotros.
-¿No?-me miró fijamente a los ojos. Yo negué con la cabeza mientras le sostenía la mirada-. Vaya, es una pena. No creía que tuviera que usarlo, pero supongo que no tengo más remedio-un escalofrío me recorrió la columna vertebral al oír eso. ¿A qué se refería?
-¿A qué te refieres?-cuestioné mientras fruncía el ceño, sin entender de qué podía estar hablando. .
-Antes he escuchado una conversación muy interesante-me quedé paralizada. No podía ser, ¿verdad? ¿VERDAD?
-¿Ah, sí?-dije con la voz un poco tomada por el nerviosismo que se apoderó de mí.
-Sí. Entre la Reina Roja y Master Peter-mierda, mierda, MIERDA-. Nunca habría esperado que alguien como tú quisiera ser sometida.
-¡No es así!-grité, completamente a la defensiva. Me quedé quieta, cerrando los ojos para controlar el pequeño estallido que acababa de tener. Me giré hacia la entrada al balcón, donde se podía ver como algunas personas se habían asomado alertados por mi subida de tono. Volví a mirar hacia la ciudad y bajé más la voz, para que nadie nos pudiera escuchar-. Solo es algo que se me ha pasado un par de veces por la cabeza. Pero no creo que lo lleve a cabo.
-¿Por?
-Eso no es de tu incumbencia.
-Ya... Pues es una pena.
-¿El qué?-pregunté extrañada.
-Que al final resulte que no te quieras someter. Aunque será un tema interesante para comentar con el resto de los Doms-al escuchar eso me acerqué al instante hasta él, dejando nuestras caras muy juntas. Bueno, al menos, intentándolo, ya que me sacaba una cabeza de alto, y eso que llevaba tacones de aguja.
-Ni se te ocurra contar nada, ¿entendido?
-¿Por qué no?-dijo, con una sonrisa socarrona apareciendo en su rostro lentamente.
-Lo que yo haga o deje de hacer no es de tu incumbencia.
-En eso tienes razón. Pero resulta que sí quiero que me incumba-contestó mientras daba un paso hacia mí, quedándonos a solo un par de centímetros de distancia. Estábamos tan juntos que respirábamos el aliento del otro.
-¿Qué?-me descolocó su respuesta por completo.
-Quiero someterte-esta vez sí que abrí los ojos completamente por la sorpresa ante lo que había dicho. Me separé un paso de él, pero él me siguió, por lo que al final quedamos de nuevo a la misma distancia.
-Yo quiero tener diez millones en el banco. No siempre podemos tener lo que queremos.
-Cierto. Pero algo me dice que a ti sí que te voy a tener.
-¿Ah, sí?-intenté sonar desinteresada, como si esta conversación no fuera conmigo, pero la verdad era que esta charla me estaba poniendo muy nerviosa. No entendía por qué cada vez que cruzaba una palabra con Lobo me pasaba lo mismo. Era un efecto que no me interesaba investigar y que solo quería eliminar de raíz de mi vida, no incentivarlo.
-Sí. Porque si no te sometes a mí, entraré ahí dentro-susurró en mi oído mientras señalaba hacia el interior del club-, y le diré a todos que te quieres someter.
-¿Por qué crees que eso me importa lo más mínimo?-escuché como soltó una risita.
-Bueno, me has dado una pequeña pista hace un momento al pedirme que no diga nada. Pero, además, eres del tipo de persona que no soporta que nadie hable de sus cosas personales. Y por desgracia para ti, si no te entregas a mí, todo el club hablará sobre ti durante bastante tiempo. Me aseguraré personalmente de ello. Al fin y al cabo, que una de las Dominatrix más deseadas y autoritarias del Slave's Soul quiera someterse, es una noticia demasiado jugosa como para no hacerlo.
-¿Me estás chantajeando?
-Que palabra tan fea-levantó la cabeza, mirando al cielo nocturno-. Pero sí, lo estoy haciendo. Quiero someterte. Lo he deseado desde que te vi por primera vez entrando en el club. Y no voy a desaprovechar esta oportunidad que tan inocentemente has puesto ante mí-bufé al escuchar el adjetivo que me acababa de colocar. ¿Yo, inocente? ¿De cuándo? Iba a darle una respuesta ácida, típica de mí, pero él dio un nuevo paso hacia mí, evitando que el aire pudiera pasar entre nosotros, aunque sin tocarme realmente de ninguna forma-. Elige. O te sometes o lo cuento.
-Lo haré-respondí tras unos momentos callada, pensando en alguna posibilidad de salir de ésta sin ser la comidilla de la comunidad b**m de la ciudad. Pero no se me ocurrió nada.
-Estupendo, pues...
-Espera, que no he terminado. Solo será una vez.
-¿Qué?-esta vez fue el turno de Lobo de estar desconcertado.
-Solo me voy a someter una vez a ti. Una sola sesión. Ni una vez más-él se quedó callado sin apartar sus ojos de los míos. La realidad es que, posiblemente, solo pasó un minuto, pero a mí me parecieron horas.
-Hagamos esto más interesante, ¿te parece?-no sabía por donde podían ir los tiros con este hombre, pero algo en su mirada, en su rostro, me hizo asentir-. Si durante la sesión consigues aguantar, no pasará nada. Tú por tu lado y yo por el mío. Solo tendremos una exquisita experiencia que podremos recordar con cariño. Pero si te corres, aunque sea una vez, serás mi sumisa durante tiempo indefinido, con un mínimo de dos años a mi servicio-negué al escuchar eso último mientras una sonrisa torcida cruzaba mi boca.
-Un mes.
-Un año.
-Dos meses.
-Diez.
-Dos y medio.
-Ocho.
-Tres.
-Seis. Y es mi última oferta-por su cara, pude ver que realmente era la última oferta que ofrecería. No le podría regatear más. Así que solté un suspiro, mentalizándome ante lo que se me vendría encima. Puse la mano entre nuestros cuerpos para cerrar el trato con un apretón profesional. Él se separó de mi cuerpo lo justo para tomármela.
-Trato hecho-por la sonrisa que se formó en su boca, supe que me había metido en la boca del lobo, nunca mejor dicho. Pero era una Dominante hecha y derecha. Podría aguantar una sesión con él sin problemas. Claro que podría. ¿No?