Una apuesta con el CEO

Uno dos tres cuatro y cinco, cuento y respiro profundo, me anunciaron que es mi momento de salir, ya son seis meses desde que hago algo como esto pero es necesario. Arregló un poco mi traje, el maquillaje está perfecto, revisó que todo esté bien y salgo, es momento de la verdad. El escenario es todo mío, la música suena y salgo hacer lo que mejor sé hacer, bailar, mientras lo hago recuerdo cuando inicié mis clases, todo pensé menos que estaría hoy aquí meneando el trasero. Las luces no me permite ver quienes están sentados observándome, quiero pensar que no hay nadie, que solo estoy yo y la música, me da tranquilidad saber que no puedo ser tocada, solo estoy en el escenario moviendo sensualmente mi cuerpo. Las luces comienzan a moverse, me da una vista algo borrosa de los presentes, está lleno a reventar, son solo hombres sentados tomando y fumando, algunas chicas del lugar estaban en sus piernas. Termino mi primer evento, me han nombrado Esmeralda por mi color de ojos, aquí todas usamos un nombre diferente, se supone que para que no nos reconozcan en la sociedad. Vuelvo al camerino, las chicas se están alistando, es momento del show grupal, tomo un poco de agua, me cambio el traje con rapidez, ahora uso uno más provocativo, mi pecho está a casi a medio salir, mi cintura pequeña por el corpiño que uso, tengo unos pantys de cuero, mis botas son iguales, altas y muy ajustadas, hacen que mis piernas se vean estilizadas. -Apúrate Marian, es hora de salir al escenario.- -¡Voy!- gritó saliendo del camerino. Salimos al público, la música suena de nuevo, me da risa pues es la canción de Jennifer Lopez, ¿el anillo para cuando?. ¿Acaso alguna de las chicas que trabajamos aquí tendremos oportunidad de que nos pidan matrimonio? Decidí concentrarme en la música, hace que nos movamos con fuerza, me gusta como bailamos, todas somos coordinadas. Algunas se bajan del escenario y le bailan a los clientes, Gabriela mi mejor amiga y yo decidimos quedarnos en nuestra posición, no creo que estemos listas para ser tocadas por los hombres como las demás. Cinco bailes en total hicimos esta noche, mis piernas me duelen, quiero llegar pronto a casa y acostarme a dormir. El señor Josué nos da el pago, pese que el lugar es un club nocturno con reputación por el suelo, él es todo un caballero, es joven para tener un lugar así, según escuché fue heredado de su padre, decidió darle un enfoque diferente pero el yugo de su historia aún pesa. -Marian aquí está el pago de esta noche.- Recibí un sobre, al abrirlo veo que hay 500 dólares, los guardo en mi bolso, ya me he duchado y quitado todo el traje. -Gracias señor Josué.- El solo asiente y sigue repartiendo los sobres, a lo lejos escucho a Verónica gritar, ella ha recibido un gran pago. -Tres mil dórales no está mal para una noche.- menciona -Te pagan más por que te dejas tocar, no tienes dignidad.- Es Gabriela la que habla.- -Lo que hace la envidia, a mí todos los hombres del lugar me desean, ellos pagan por un poco de compañía.- -Y después te vas a tu casa sola a pasar la amargura por que en el mundo real nadie te desea.- mencioné -No se imaginan la cantidad de hombres que hacen fila por estar conmigo.- -Que bien por ti, ve con todos esos hombres, aprovecha tu cuarto de hora por que pronto se te notarán las arrugas y ya no serás la gran Rubí.- -Vamos Gaby en verdad quiero ir a casa.- mencioné y detuve la pelea.- Las chicas se quedaron contando su dinero, es cierto que aquellas que bajan para ser tocados de la manera más vulgar posible, inclusive se dice que les pagan por servicios sexuales algo que en definitiva jamás haré. Gaby y yo salimos, nos subimos al auto, ella manejaba está noche, yo iba revisando mi celular, habían correos que requerían mi atención. Miró la hora y son casi las 4:00 am, en 5 horas tengo una reunión, está vida nocturna me está costando. -¿Hoy es que tenemos la visita de hacienda?- preguntó Gaby.- -Así es amiga, la liquidación de la empresa es inminente.- respondí -No te preocupes, sé que algo se nos ocurrirá, sacaremos la empresa adelante.- Tome su mano y sonreí, Gaby es como la hermana que nunca tuve, la conocí hace 10 años cuando entramos a la academia de danzas en parís, las dos hicimos conexión inmediatamente, desde ese momento hemos sido inseparables. Llegamos a casa, la señora Eugenia nos recibe con una taza de Té, su sonrisa nos devuelve el alma. -¿Cómo les fue mis niñas?- -Hemos traído mil dólares.- -Vaya, sí que ganan bueno solo por bailar.- -Pero no lo suficiente, debemos ganar más, se viene un gran pago y no lo tenemos aún.- -Hijas mías, ustedes han hecho mucho más de lo que merecemos, he visto como se matan día y noche trabajando y todo para que mi Judith tenga una vida digna.- -Señora Eugenia, es poco lo que hacemos, pero tenga la seguridad que buscaremos ese dinero.- -Quiero que vivan su vida, desde hace dos años que las veo desgastarse, somos una carga para ustedes.- -No diga eso ni en chiste, Judith es como mi hermana y eso la convierte a usted en mi madre.- -Así es mamá Eugenia, mejor prepáranos esas deliciosas tostadas que sabe hacer, nos levantaremos a las 7:00am y pasaremos a la mesa.- mencionó Gaby para después besar su frente.- -Está bien mis niñas, vayan a dormir, nos vemos en unas horas.- Gaby y yo pasamos a la habitación, la dos dormimos en la misma, nos quitamos la ropa y caímos a la cama como piedra, anhelaba que él despertador se demorara en sonar pero no fue así, creo que pasó solo cinco minutos. Me desperté, pasé al baño y me duché con rapidez, al salir Gabriela pasó a su turno en la ducha, tome un traje completamente n***o de crop top, pantalón de bota ancha y blazer.- Dejé mi cabello completamente liso, maquille un poco mi rostro y mis labios rojos, loción por el cuerpo, tacones igual de rojos, esos de mujer poderosa y salí. La señora Eugenia tenía nuestro desayuno listo, Gabriela tardó 10 minutos después en llegar. Miramos el reloj, era momento de irnos así que apure a mi amiga y comenzamos a buscar la salida. -¡Marian hija!.- -¿Si?- me gire a verla.- -Me da pena decirte esto pero Judith necesita estas cosas, la terapeuta lo ha pedido.- Reviso el papel, son elementos de ayuda física, también algunas cremas.- -Las traeré en la tarde.- -Gracias.- la escucho decir mientras besa mis manos.- Salimos rumbo a la compañía, aquella que por culpa de mi padre se está yendo a la quiebra, respiro profundo cuando llegamos. Yo soy la presidenta y dueña, mi amiga Gaby es la financiera, las dos hacemos un equipo fenomenal, el problema es que tenemos una deuda fiscal que no podremos pagar. -Buen día Marian.- Escucho a Sara la recepcionista hablar.- -Sarita buen día, ¿cómo está tu bebe?- -Hermoso, pronto comenzará a caminar dice con emoción.- Sonrió con amargura, actualmente son 70 empleados directos que dependen de mí, a eso sumarle sus familias, ya se imaginarán cuántos se quedarán sin dinero cuando la empresa sea liquidada. Entré a mi oficina, sé que en un par de minutos llegará el hombre de hacienda, el carroñero vendrá a quitarnos lo que pueda. Me tomó mi momento para mirar por la ventana, ¿cómo fue a mis 25 años estoy así?. Hace un par de años era una empresaria exitosa, vivía en el edificio más costoso de la ciudad, tenía un novio que pronto sería mi esposo, un padre y una madre que me adoraban. Ahora trato de salvar una compañía, bailo en club nocturno por un poco de dólares, vivo en un departamento de nos más de 60 metros con tres mujeres más. Pero a mi mente llegan los recuerdos, el maldito día cuando descubrí que toda mi vida había sido un engaño.