Capítulo dos: Adiós Papá, hola Boston.

1772 Words
Capítulo dos: Adiós Papá, hola Boston. 10 de diciembre del 2008 Me he vuelto muy amiga de Bonnie, es con la única que hablo cuando hay fiesta de la sociedad. Ella es muy tímida con las personas, pero no conmigo, es muy suelta y sonríe mucho. Hoy estoy invitada a la fiesta de la hija de los duques de aquí de Lenchister, así que mi invitada será Bonnie. Mis padres estuvieron felices l ver que tengo una amiga, hasta mi abuela quiere conocerla. Al llegar a la fiesta todos los niños juegan y se divierten, creo que es la primera vez que voy a una fiesta en donde allá tantos globos, no soy la única sorprendida ya qué Bonnie mira todo con atención. Me acerco a la cumpleañera quien esta con muchos niños a su alrededor, ella tiene una mueca en su cara de disgusto, me acerco a ella y le entrego el regalo. –Gracias por venir y todo eso– ella hace una señal con su mano. –Parece como si no te gustara tu fiesta– le dice Bonnie, la niña la mira y sonríe de mala gana. –Odio mi fiesta, no me gusta mi ropa. Parezco una tonta princesita y ni siquiera conozco a nadie aquí– ella se cruza de brazos y se baja el vestido. Su vestido es feo, es de un rosa con mucho tul. –Pero si es tu fiesta, cámbiate de ropa– le digo y ella me mira. –Pero mis padres se darán cuenta– ella los busca con la mirada y veo que conversan con los míos. –¿Vamos?– le extiendo la mano y ella la toma. Corremos a su habitación en donde su closet, la mayoría de prendas son negras y poco tiene de color. Ella se cambia de ropa por algo mas cómodo y el vestido lo manchamos con un colorante para que no se lo vuelvan a poner. Cuando llegamos a la fiesta sus padres se sorprenden y la comienzan regañar, mi padre me mira molesto. Sé que él sabe que yo la ayude, pero cuando me va decir algo mi abuela aparece y le dice unas palabras. El resto del día me pongo a jugar con Bonnie y Addison, quien tengo muchas cosas en común con ella. Es la primera fiesta a la que asisto que me divierto. Krystal Veo como guardan las maletas, tengo una sensación rara en mi estómago. De seguro son gases, si eso debe de ser. No quiero irme, me gusta vivir aquí. Sé que Lenchister no es tan grande, pero me gusta su comunidad. Amo vivir aquí, tuve muchas experiencias buenas y otras no tanto. Sé que siempre fui del ojo público, cada cosa que hacia siempre estaba a primera hora de la mañana, eso es lo único que no me gusta de ser una princesa, bueno, eso y que tengo muchas clases de etiquetas. Creo que a lo largo de mi vida he tenido más de diez profesoras de clases de etiquetas y todas eran horribles, me trataban muy mal. A la única que pude tolerar fue a la reina victoria quien era mi abuela. Bajo las escaleras de la puerta del castillo, al costado del carro que me llevara al aeropuerto están mis padres y mis amigas. Bonnie lleva lentes porque a ella le choco más mi ida y no para de llorar. Me acerco a abrazar a Bonnie y Addison, ellas ya no lloran ya que hay paparazzi en la reja del castillo. Creo que las dos se pusieron en contra de mi padre ya que están vestidas como para un funeral. Llevan vestidos negros y Bonnie hasta lleva lentes negros, se qué le cuesta que yo me valla, ya que significa que Bonnie tendrá que regresar a su reino donde está su madre y bueno Addison si se quedara aquí, pero odia vivir con sus padres. Según el rey dio un comunicado de que viajare por estudios, muchas de las personas se preguntaron a donde me iba, pero por seguridad no dijeron nada. Bueno algunos lo asocian a que ocurrió un accidente en el castillo con el príncipe Arthur y me tienen que sacar del país por eso. Ahora yo hice un trato con mi padre; que, si me iba ir de viaje, iba a ir sin guardaespaldas e iba a vivir en un departamento común sin lujos, él se rehusó al principio. Pero dado que el trato era que no tenían que verme en una figura pública, él tuvo que aceptar. Algo bueno tendría que salir de todo esto. – ¿Nos llamaras cada rato? – pregunta Addison. – Cada rato– le doy una sonrisa, ella me abraza un poco más fuerte. – Y no nos cambiaras por unos americanos– la voz de Bonnie esta algo ronca, ya de por si es algo rasposa y ahora por toda la lloradera está peor. – Claro que no, ninguno será ustedes. Termino de abrazarme con las chicas, me gustaría abrazarla mucho más, pero si los paparazis ven que las abrazo mucho tiempo saldrán con que me obligaban a irme y que no me quería despegar de mis amigas. Cuando me alejo de ellas me acerco a mi madre. Ella puede ser muy reina y todo, pero tiene sentimientos, ella es muy buena madre, solo que no compartimos muchos temas que digamos, igual la amo. No entiendo porque mi padre no quiere que me case con alguien que no sea de la corona si mi madre nunca lo fue. Su historia es muy larga, pero en resumidas palabras ellos se conocieron en la universidad en donde mi madre fue becaria. Mis abuelos nunca le prohibieron casarse y menos ella no siendo parte de la corona, pero aquí vemos la hipocresía de la vida en donde obligan a su hija a casare con alguien de la corona. Me acerco a mi madre, quien como siempre está muy bien peinada y tiene un vestido muy limpio y pulcro. Nunca la he visto en un moño o con la ropa arrugada, es muy perfeccionista en su vida; tal vez debió heredarme un poco de eso. – Te voy a extrañar mucho krys – hace mucho que no me decía así, me separo de ella me da dos besos en la mejilla. Me acerco donde mi padre, no sé en qué edad de mi vida dejo de ser el padre divertido y amoroso conmigo, pero desde ese entonces algo se rompió entre nosotros. Algo que pienso nunca volveré a tener, ya me resigné a eso. No es que no lo ame, pero desde que se metió la idea en la cabeza que tengo que ser una buena reina comenzó a controlarme y a asfixiarme. Creo que desde que se posiciono de rey cambio mucho más. Lo abrazo delicadamente, él rodea sus brazos en mi cintura, mi padre huele muy bien siempre me gustó su olor me hace recodar a como era de pequeña, me alejo de él. – Que te valla muy bien el viaje Krystal– su tono es severo. – No sabrás nada de mí en un buen tiempo– termino de decir y me doy la vuelta. Me acerco al carro y unos de los guardias me abren la puerta, entro delicadamente, y cierran la puerta. El auto comienza su marcha y veo cómo dejo el castillo y las personas que tienen un lugar en mi corazón. No me permito llorar, no he llorado desde la muerte de mi abuela y no lo haré ahora. Tampoco me iré para siempre, sé que volveré, para ser reina, aunque me gustaría volver y ser reina sin necesidad de casarme. [...] El avión privado de la realeza está listo para llevarme a Boston, donde estudiare ciencias políticas. ¡Uy que divertido! (nótense el sarcasmo). No crean que no me gusta estudiar... pero, si no me gusta estudiar soy muy vaga. Salgo del auto, este vestido no me deja ni poder salir bien. Es tan ajustado y la chaqueta lo es peor, pero según los publicistas del rey tenía que vestirme formal. Felizmente traje en mi bolso un cambio de ropa para mi llegada, sería muy raro llegar con esta ropa. Al llegar al avión veo al piloto y a dos azafatas. – Bienvenida su majestad– hacen una reverencia, hago una mueca. Odio que me hagan reverencia, me hace sentir muy incómoda. – Su majestad el vuelo es aproximado de ocho horas, llegaremos a las Diez de la noche con treinta minutos– el piloto me informa y yo en mi interior salto, eso significa que tengo muchas horas para dormir y leer. – Gracias. Comienzo a subir el avión y me siento lo más lejos de la ventana. Siempre es mal momento para recordar la película destino final. No me gusta viajar y bueno nada a lo que se refiera a volar, me da mucho miedo las alturas. Me siento y abrocho mi cinturón de seguridad. El avión comienza su despegue, cierro mis ojos, no me gusta ir mucho de viaje y más si voy sola. Mayormente voy de viaje con mis padres y siempre le estranguló la mano a mi madre cuando despega y cuando hacen el descenso el avión. Pero como no hay nadie lo único que hago es agarrarme del apoya brazos. Siento mis puños blancos por agarrarme con tanta fuerza al asiento de cuero. Odio esto, pero me repito una y otra vez que es necesario, hablo unas palabras que mi abuela me enseño en ruso, levanto a la vista y la azafata me mira. – ¿Se encuentra bien su majestad? – Да, я в порядке– me doy cuenta que lo digo en ruso y lo vuelvo a repetir– Si, estoy bien. Me podría traer un jugo. – Si claro su majestad– ella se retira. Ya cuando estamos en el aire, me suelto del cinturón y voy a la habitación a cambiarme de atuendo. Un polo blanco con unas letras de cerezas junto con mi pantalón que tiene estampado muchas cerezas y unas convers, espero que mi abrigo blanco me resguarde del frio. Es la primera vez que viajo a Boston, había viajado antes a Estados Unidos, pero nunca a Boston en específico. La universidad en Boston en específico la escuela de negoción de Harvard, saben que la princesa esta yendo a sus instalaciones, no me preocupo por que ellos digan algo porque de seguro el castillo les hizo firmar un acuerdo de confidencialidad. Me quedo mirando la ventana de donde me despido de Lenchister. Adiós Lenchister, Hola Boston.
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