02. Nueva oportunidad

3036 Words
Miro las nuevas tiendas que abrieron. Lamo mis labios al ver el cafe en el cual invertí para que siguiera a flote, tienen el mejor cafe que haya probado, los granos son importados de Colombia y otros países de Sur America. Ruedo los ojos al ver que son pocas las tiendas que sobrevivieron al primer año por no decir una. Siempre lo mismo en esta ciudad. Miro de reojo a Iván ya que no deja de mover el pie. Escucho como mi conductor gruñe y se abstiene de tocar la bocina, lo hizo ya más de tres veces, el tráfico cada año es peor, pero no quiero utilizar el helicóptero. Cuando por fin llegamos, le digo al conductor que nos deje en la entrada principal. Salimos del auto para entrar a la empresa. Apenas lo hacemos, toda la atención cae en nosotros. Esta es una de las razones por las que no entro por aquí. Me gusta entrar por el estacionamiento subterráneo, ya que pocas personas se dan cuenta de mi llegada y puedo apreciar mejor cómo funciona mi empresa cuando no estoy. Entramos al ascensor. Iván presiona el botón para que el ascensor empiece a subir. Siento cómo mi lobo comienza a caminar en círculos. Tiene días así. Empezó como hace cuatro años, se pone muy inquieto cada vez que estamos en este estado. Supongo que estar en una ciudad tan poblada de humanos y con más edificios que naturaleza le estresa. Lo raro es que tengo más de diez años viniendo y solo estos últimos cuatro años se comporta muy extraño. Las puertas del ascensor se abren y yo soy el primero en salir. Algunos miembros de la manada agachan la cabeza disimuladamente, mientras que otros humanos solo empiezan a chismosear sobre mi llegada, pensando ingenuamente que no puedo escucharlos. Entro a mi oficina y me siento en mi escritorio. Iván solo se sienta en uno de los muebles, admirando la hermosa vista que ofrece la pared de vidrio. Yo, por mi parte, me centro en la pantalla de mi laptop revisando el horario que Jane hizo para mí. Despedí a mi antigua secretaria ya que lo único bueno que hacía no tenia que ver con su trabajo el cual era un desastre estos últimos días. Busco alguien que me facilite la vida, no que me la destroce. Mi ceño se frunce al recibir un mensaje de Jane diciendo que solo vinieron cuatro chicas para la entrevista. Normalmente, cuando este puesto como secretaria está vacante, hay un mínimo de veinte interesados en el trabajo. Levanto el teléfono de la oficina y llamo a Jane. Es una vieja delta bastante arisca, pero de mi absoluta confianza. Su familia ha servido a la mía por más de dos generaciones y nunca tuve una sola traición entre ellos. Son mis ojos y oídos en esta empresa cuando yo no estoy. Le digo que pase a las chicas una por una para entrevistarlas. No pasa ni un minuto cuando la primera abre la puerta. Un rico olor se cuela y llega a mi nariz: pino, chocolate amargo y tequila. Una combinación bastante peculiar. Cierro los ojos, ya que seguro están de un azul oscuro. Mi lobo aúlla en mi interior, moviendo la cola rápido. —Nuestra mate —ronronea—. Ella está cerca — vuelve a aullar. Cuando la chica cierra la puerta, el olor deja de ser tan intenso. —¡Vamos! — gruñe agachando las orejas mientras muestra sus colmillos. —No, tomémonos las cosas con calma, Recce. —¡Ella está aquí, no puedes simplemente dejarla ir! —No lo haré, pero no pienso parecer un salvaje. —Vas a parecer un desinteresado— sin más corta nuestro enlace mental. Atiendo a la chica de mala gana y prácticamente la echo de mi oficina. Inmediatamente entra la siguiente candidata y me empieza a dar ansiedad. Mi Luna debe ser una de esas candidatas ya que ella sigue ahí cada vez que abren la puerta. Atiendo a la chica y, a los pocos minutos, le digo que se vaya. Es igual a la otra, coqueteando en vez de venir a buscar un trabajo, ni siquiera el currículo es bueno y mejor ni menciono sus habilidades. La tercera chica llega. Es diferente, muy tímida y con poca confianza en sí misma. Le ofrezco un puesto en el sector de llamadas solo por misericordia, ya que ella no tiene la culpa de que ni siquiera le preste atención a lo que dice para intentar conseguir el empleo. Con ella, desgraciadamente, me tardo un poco más, pero al fin la echo de mi oficina. Espero que otra chica entre, más eso no pasa. Espero unos minutos, casi quince, y nadie entra. Llamo a Jane y le pregunto por otra chica y dice que ya no hay más. Es raro, ya que estoy seguro de que me había dicho anteriormente que eran cuatro. Me levanto de la silla y siento la mirada de Iván en mí. Puede notar lo alterado que estoy. Cuando estoy a punto de salir, me detengo ya que debo calmarme. Con mi lobo revoloteando, rasguñando y demandando salir, es difícil pensar. En este momento, soy capaz de agarrarla, montarla en mi hombro y llevármela como el salvaje que tengo por lobo esta pensando y no deja de bombardearme con diferentes fantasias que parecen más intentos de secuestros. —No voy a salir a menos que me prometas no hacerme pasar vergüenza. —Un Alfa nunca pasa vergüenza. —Estoy hablando en serio, Recce. —Lo prometo— gruñe enseñando sus colmillos de nuevo. Suspiro y miro la puerta. —¿Qué te pasa? —pregunta Iván. —Ella está aquí, mi Luna por fin está aquí — dejo de sonreír al darme cuenta de que lo hago. —¡Qué estás esperando, hombre! —se pone igual de feliz que yo—. Ve por ella —dice dándome empujoncitos. —Si trato de llevármela o ves que Recce intenta tomar el control, intervienes. No quiero asustarla — él asiente. No debe ser de un rango alto ya que nos cuidamos de contratar betas y deltas ajenos a la manada porque suelen ser volatiles. Iván sale primero y yo después. Siento cómo su olor vuelve a inundar mis fosas nasales. Mi lobo gruñe y lucha conmigo, tratando de tener el control, me tiembla una mano y tengo que sostenerla con la otra. Ella se acerca a nosotros apenas salimos. Me alejo de ella sin ni siquiera mirarla, pero para mi desgracia, ella se acerca más a nosotros. Sé que es una hembra por el olor del perfume y crema que tiene en su cuerpo. Le hace una pregunta a Iván y yo tapo mi boca al escuchar su voz. Mis colmillos salen, le estoy dando la espalda, mis ojos deben estar cambiando en diferentes tonos de azul mientras trato de someter a mi lobo. No debo arruinar esto. Ella fue lo que le pedí al cielo todas las noches de luna llena, supliqué por ella por más de seis siglos y ahora ella está aquí. No debo darle una mala impresión. Además, es humana. Ahora que me concentro mejor en su olor, puedo identificar que ella no es como yo. «Esto será muy difícil» | Zinerva | Me volteo lento. Hay un hombre frente a mí, muy cerca. Aunque no mire su rostro sé que es hombre por lo grande que es su cuerpo y el traje. Un azul marino, con una camisa de vestir blanca y una corbata del mismo color del traje, todo pulcro, sin arrugas y seguro muy costoso. Miro hacia arriba, capto un mentón y mandibula bien estilizados, sin un solo bello, junto a los ojos más claros que he visto en mi vida. Me mira de arriba abajo. No sé si con desagrado, burla o menosprecio, porque no hay nada más que seriedad en cara. «Es extraño que alguien no exprese lo que siente» Levo mi dedos a mi pecho porque siento mis latidos más fuertes de lo normal, junto a unas ligeras punzadas de dolor. Él enfoca su mirada en mis dedos y bajo la mano de inmediato, pero cuando muevo un poco mi pie, el dolor en mi tobillo regresa junto al otro dolor en la planta de mis pies. Muerdo mi labio al recordar las dos horas que estuve parada. Sé que me arrepentiré de esto después, pero si no lo digo, creo que moriré. No sirvo para tragarme las palabras que quieren salir de mi boca y menos cuando él no parece arrepentido. —Usted me ha hecho esperar dos horas parada ahí —señalo el lugar—. ¿Quién te crees? — él alza una ceja—. Ni que fueras la persona más importante del mundo— él no me responde— ¿Cree que tiene derecho a hacerme esperar porque a usted le da la gana? ¿Ah?— él solo me sigue mirando con la ceja alzada— ¡Es un arrogante! —trato de no utilizar groserías porque estoy tratando de dejarlas— ¡Una persona como usted no debería tener ni una zapatería! Es más no debería tener a nadie a su cargo. Lo miro a los ojos sin pestañar, mordiendo mi lengua para evitar que más insultos salgan de mi boca. Casi al instante, me arrepiento. Acabo de insultar a un posible magnate, al jefe de Tailer, a alguien que tiene dinero suficiente para desaparecernos del mapa. Sin pensarlo dos veces, me volteo. No sé por qué me siento intimidada por él, como si el simple hecho de su presencia pudiera someterme, como si estuviera frente a un ser superior a mí. Agarro a mi amigo por el brazo y empiezo a caminar rápido como si el diablo quisiera mi alma. «Tengo que huir.» En mi mente se forma la imagen de dos cuerdas uniéndose, una fina entre blanca y gris junto a otra gruesa y oscura, se entrelazan hasta formar un nudo. Entre más me alejo de él, la cuerda fina es tirada con fuerza provocando que el nudo se apriete más y de la nada la sueltan, haciendo que la cuerda fina caiga sobre la gruesa. Parpadeo y la imagen desaparece. Trago grueso, mi corazón late tan fuerte y rápido que creo que se saldrá de mi pecho. — ¡CORRE, CORRE, NOS ALCANSA! —grita esa vocecita en mi cabeza—. Lo hiciste enojar. Esa voz sale algo asustada. Acelero el paso, arrastrando a Tailer conmigo, mandando a la mierda el condenado dolor de pies. No sé por qué siento que él quiere atraparme y mantenerme a su lado para siempre. No sé qué me está pasando. Sé que la reacción de mi cuerpo y lo que siento, además de lo que me transmite la presencia de este hombre, no es normal. Estoy reaccionando de una manera tan alocada y cobarde, esta no soy yo. Me sorprende que Tailer no se queje de que lo estoy arrastrando junto conmigo para huir de su jefe. La suerte me acompaña y a lo lejos veo un ascensor. Sigo corriendo hacia el y, por suerte, abre inmediatamente. Empujo a Tailer, haciendo que caiga al suelo. Cuando levanto la mirada hacia el frente, noto que él está caminando hacia nosotros con una expresión seria en su rostro, pero a la vez intimidante, por alguna razon el que este caminado a paso normal solo lo hace ver más intimidante. Yo también entro, pero me entra el miedo o tal vez la adrenalina o ambas, así que aprieto el botón que es para los estacionamientos subterráneos repetidas veces y la puerta se cierra lentamente. Él casi llega, pero no entra ya que la puerta está casi cerrada. Cuando la puerta se cierra completamente, respiro profundo. Miro mis manos, estoy temblando. Pego mi espalda al frio metal del ascensor. «Lo que él provoca en mí no me gusta.» Miro hacia atrás, encontrándome con un Tailer furioso. Su cara está roja y su mandíbula apretada, creo que sus dientes van a partirse en cualquier momento. Sus ojos se vuelven más oscuros, como el color del café. Creo que solo lo he visto así dos veces en mi vida. — ¡Estás demente! —gruñe—. ¿Cómo se te ocurre insultar a mi jefe? — dejo de mirarlo al notar que sus ojos están brillosos—. Sé que son una mierda y él es muy arrogante, pero esa mierda es la que me paga. —Lo sé — mi mento se queda en blanco—. No sé qué decir. Sin embargo...—trato de pensar en algo que le guste a él—. ¿Qué tal si yo hago la cena esta noche? Propongo, ya que a él le gusta mi comida. —Solo sal de aquí, te llevaré hacia la parada de autobús y ve a casa —dice rendido y lo noto algo nervioso—. Yo voy a rogar a la Diosa para que no me despidan... o no me mate. Me cerco y lo abrazo. Sé que no estuvo bien dejarme llevar por la impotencia que sentía, pero no es la primera vez que alguien como ese tipo me trata así. Debí contenerme. Debí pensar en Tailer. Él quiere llorar, no entiendo por qué actúa como si ese hombre lo fuera a matar de verdad simplemente porque le dije sus verdades. Nadie merece que lo dejen esperando horas solo porque él quiere, aunque ahora que miro la hora fue un poco menos, pero igual no debió hacerlo. —Tailer, en serio, lo siento. Sé que una cena no arregla nada, pero te prometo que cuando monte mi empresa no tendrás que trabajar — me falta poco para llegar a la cantidad de dinero que necesito. Hace dos meses hubiera llegado a la suma que calculé necesitar para montar el taller, pero como quedé sin empleo, tuve que gastar algo de mis ahorros. Más con un buen trabajo en tres meses sería suficiente para ahorrar lo poco que me falta y así empezar a hacer los preparativos para reabrir el taller. —Lo sé, pulga —murmura sin mirarme, sigue algo asustado—. Espero que me des los fines de semana libres a ver si conozco por fin a alguien —bromea, tratando de aligerar el ambiente tenso que se formó entre nosotros. Él siempre ha creído en mí y se lo voy a recompensar. —Tú serás mi secretaria —bromeo también. Él solo sonríe y niega con la cabeza. El ascensor hace un par de paradas en dos pisos inferiores. La gente que se sube se termina bajando en el lobby. Quedo otra vez sola con Tailer en el ascensor. Lo extraño es que note como un par de hombres respiraban más profundo de lo normal y me miraban de reojo como buscando a alguien. La puerta del ascensor se abre cuando por fin llegamos al estacionamiento subterráneo del edificio. Estaba a punto de salir cuando veo al jefe de Tailer parado a unos metros de nosotros. Él nos mira y Tailer y yo cruzamos miradas. Agarro su mano e ignoro la mirada que su jefe nos da. No sé cómo llegó más rápido que nosotros. Empezamos a caminar lento en dirección al auto de Tailer hasta que él se nos pone enfrente junto con el hombre que estaba a su lado antes. —¿Puedo hablar contigo a solas? —pregunta el jefe de Tailer. Iba a decirle que no, osea, yo lo insulté y ahora quiere que hable con él. No creo que quiera contratarme después de eso, tal vez incluso me pueda amenazar por haber dicho todo eso en frente de su empleado. Pero cuando iba a contestar, Tailer me jala para apartarme de ellos. —Pulga, no te atrevas a negarte —susurra Tailer. —Pero... —no puedo responder porque él me interrumpe. —No seas tonta. Tal vez me dé otra oportunidad —dice poniendo ojos de cachorro. No sé cómo hace para que su pupila se dilate demasiado, haciéndolo ver tierno, y es aún peor cuando hace un puchero. Ruedo los ojos, solo porque yo metí la pata y yo tengo que arreglarla. Suelto su mano y me acerco a su jefe. Espero que él hable. —Disculpa el poco profesionalismo de mi empleada. No sabía que estabas esperando y... —lo interrumpo. —Yo no quiero hablar de ella, si quiere disculparse, en realidad no me interesa... —respiro profundo antes de seguir hablando, ya que siento la mirada de Tailer en mi nuca—. Yo solo venía por trabajo y termine siendo humillada, aunque a usted le pueda parecer absurdo —trato de sonar seria. Toco mi brazo justo donde esta uno de mis tatuajes. —Bueno... —se nota que no le gustó cómo le respondí—. Pero creo que si le interesa una entrevista —apenas lo dice sonrió—. ¿O tal vez no? —Creo que, para no venir en vano, la aceptaría —me hago la desinteresada. —Por favor, acompáñeme, señorita... —deja de hablar para que me presente. —Zinerva. Frunzo el ceño cuando él murmura mi nombre, como saboreando las palabras. Aunque no lo escuché, pude entender lo que decía gracias al movimiento de sus labios —. Solo será una entrevista —aclaro, ya que no quiero sorpresas—. Sin ninguna intención oculta —le advierto. —Solo será una entrevista. Creo que es lo menos que puedo hacer después de tantos inconvenientes —responde serio— por favor, sígame. Él camina hacia otro ascensor. Tailer y yo nos miramos, él me sonríe y yo no aguanto y le sonrío de vuelta. Vamos detrás de ellos, al parecer el otro tipo no se le separa de su lado. Sabía que tenía como un aire de asistente. Supongo que los hombres como él tienen muchas personas trabajando bajo su mando y haciendo lo más mínimo por él. Cuando estamos todos en el ascensor es su asistente quien toca el botón a pesar de que el jefe de Tailer este más cerca.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD