03. Un jefe y una Luna

2407 Words
Respiro profundo mientras siento algo en la barriga por estar subiendo tan rápido de un piso a otro. Miro al frente y de reojo, parezco pulga en verdad. Tailer mide como 5.6 pies, aun así se ve algo pequeño y con los tacones aun me falta como una pulgada para alcanzarlo. Las puertas se abren en un piso inferior al que vamos y unos hombres con traje iban a entrar, pero se quedan quietos al ver al jefe de Tailer y de la nada ambos agachan la cabeza de forma sutil, no entran y la puerta vuelve a cerrarse. «Eso fue raro» Unos segundos después las puertas se vuelven a abrir y esta vez no es el piso donde me iban a entrevistar, sino uno más alto todavía. —Vete a realizar tu trabajo — ordena el jefe de Tailer, sin siquiera voltearse a mirarlo —. No te pago para estar paseando por el edificio. « ¿Este tipo qué se cree? » Entiendo que sea su jefe, pero no creo que lo pueda haber dicho de una forma más grosera. Tailer se queda en el ascensor y nosotros salimos detrás de su jefe. Ahí caigo en cuenta de que me quedé sola con un tipo al que acabo de insultar junto a un hombre desconocido que parece ser su amigo. Camino detrás de él hasta que llegamos a lo que supongo es su oficina. —Las damas primero — dice el jefe de Tailer. Yo entro y después ellos detrás. Él se sienta en su escritorio. Miro la oficina y es de estilo rústico, con colores opacos, pero la pared de vidrio gana toda mi atención. —Tome asiento, señorita Zinerva. Yo solo le hago caso. Él agarra un teléfono que está en su escritorio y marca un número. En su escritorio y en su librero no hay portarretratos. ― Llámame a Jane, por favor— dice y cuelga. «¿Quién será Jane? » Lo miro a los ojos, tiene un color muy extraño, un celeste demasiado claro. Al parecer no hay ni una sola imperfección en este hombre, típico de ellos. Desvío mis ojos de él al darme cuenta de que lo estoy mirando mucho. Tres minutos en un silencio incomodo acaban cuando la puerta se abre, más no es por la que entré; al parecer hay otra entrada. Estuve concentrada mirándolo que no me percaté de eso. Volteo mi cabeza y veo a la que me dejó esperando como boba. Ella se acerca a nosotros y ni siquiera nota mi presencia, como si fuera algo insignificante que no merece su atención. Mis manos se cierran en puños. —Buenos días — saluda ella —. ¿Para qué me mando a llamar, jefe? —La señorita dice que la dejaste esperando, pero tú me dijiste que ya no había personas por entrevistar — contesta. «Al parecer lo juzgue mal» —No, señor — se pone nerviosa —. La señorita no estaba aquí, solo llegaron esas 3 chicas. «Mentirosa y prepotente» Él iba a contestar, pero yo lo interrumpo. —Si yo no estaba aquí — aprieto mi falda— ¿por qué sé en qué orden entraron y cómo eran físicamente? — sonrío cuando ella me mira enojada —. Si quiere, se lo digo porque parece que se le olvidó — hablo de manera lenta, pero firme, tratando de controlar mi lengua. Aparte de vieja, es mentirosa. Ella me mira con rabia, puedo jurar que el color marron de sus ojos se oscurece un poco, pero vuelve a la normalidad cuando su jefe vuelve a hablar. —Jane — la nombra como regañando —, di la verdad. No soporto esta inútil pérdida de tiempo — creo que está enojado. No puedo asegurarlo, su cara solo muestra una expresión relajada, con el ceño ligeramente fruncido, pero no deja de mirarla. — Ahh... sí, yo la vi — admite por fin —. Pero, jefe, usted no necesita a alguien como ella. Mírela, no tiene modales, no respeta la autoridad y, sobre todo, si se fija bien, tiene tatuajes. Tal vez sea m*****o de esas pandillas que vandalizaron la entrada hace una semana, si recuerda había una mujer con tatuajes entre ellos. Sabía que era mala idea la falda, pero Tailer aun piensa que todo el mundo tiene una mente del siglo XXI y no juzga a nadie por su apariencia. «Aunque sí soy peligrosa, pero no delincuente» — Mire, señora — digo cuando me levanto de la silla —, yo puedo tener tatuajes, tal vez no tenga los mejores modales del mundo, pero no tiene ningún derecho de insultarme — le aclaro acercándome a ella —. ¿Sabe que eso es un delito, discriminar a una persona por sus tatuajes o apariencia y acusar a alguien sin pruebas? — ella se tensa —. ¿Sabe qué? Prefiero morirme a ser de la clase de persona que es usted, eso sí da asco — me acerco más a ella y susurro en su oído —. Agradezca que parece la abuela de Tutankamón porque si fuera de mi edad, le mostraría lo que la gente como yo puede hacer y no es vandalizar edificios si no demandar idiotas como usted— amenazo, ya cansada de la situación tan humillante. «Solo vine a solicitar trabajo, no a que me degraden de esta forma.» Me separo de ella para volver a sentarme con los brazos cruzados y mirar los edificios. Yo solo venía por un trabajo y lo único que recibo es que me traten como la mierda y me juzguen sin conocerme. La vista se me nubla, pero no voy a darle el gusto a esa vieja. Ya supere esa etapa de llorar por impotencia. —Los jóvenes de ahora no saben respetar a sus mayores. En mis tiempos, los jóvenes hacían lo que nosotros decíamos sin refutar — yo ni siquiera me molesto en voltear, seguro si lo hago esto se sale de control. —Muy bien dicho, en sus tiempos. Yo no soy de las personas que se quedan calladas al ver que algo está mal, usted insultó a una de las chicas que venían para la entrevista, pero como yo la defendí, usted solo hizo esta rabieta. Aquí la única sin morales ni ética laboral es usted. —Jane, yo no tolero discriminaciones en mi empresa. No todas las personas que tienen tatuajes somos gentuza — él se quita el saco n***o y sube la manga de su camisa mostrando un hermoso tatuaje en su brazo izquierdo, es de un lobo n***o con ojos azules. — Por favor, Jane, hazme el favor de retirarte y que esto no vuelva a suceder. Yo sonrío al ver que gané. Ella se va y él pone su atención en mí. Es raro lo mucho que me impacta una simple mirada. —Zinerva, por favor, no perdamos más tiempo, dame tu currículum y empecemos con la entrevista — ordena sin dejar de mirarme. Reviso el bolso y sonrío al ver que Tailer metió mi currículum. Se lo entrego y él revisa cada detalle. — Sorprendente — dice sin mirarme —. ¿Cómo estoy seguro de que habla tres idiomas? Vuelvo a revisar el bolso ya que vi más papeles ahí. Encuentro el diplomado del curso. Lo miro y se los entrego. —Oh, muy bien — murmura mirando los papeles —. ¿Pero y el segundo diploma? —El tercer idioma es ruso. Yo no tengo diploma porque lo estoy aprendiendo por internet, pero sé escribirlo perfectamente. Sin embargo, se me dificulta un poco la pronunciación. «Un poco bastante» — Esta bien, Zinerva, pero sabe que está sobre calificada para este puesto — me recuerda lo que ya sé —, ¿verdad? — yo asiento, soltando un suspiro. Siempre tengo ese problema. Hice muchos cursos porque me encanta aprender cosas distintas, además, me gradué de administración de empresas, pero no pude conseguir trabajo de eso gracias a una mala decisión que tomé en el pasado, la cual fue rechazar el trabajo que me estaban ofreciendo donde hice la pasantía. Pensaba que conseguiría algo mejor que trabajar para una empresa medianamente reconocida en este estado, pero en una ciudad grande como esta y sin experiencia es difícil que te contraten en buenas empresas. Desearía haberlo sabido antes. | Garald | Veo cómo ella empieza a recoger sus pertenencias y saco del escritorio el contrato de la empresa y otro de confidencialidad. Siendo sincero, no la contrataría si no fuera mi mate, no es porque le falte experiencia o no este calificada. A pesar de que Jane actuó mal, confío en su juicio. Las personas fáciles de detonar pueden causar problemas, y ella trabajará con personas de otra r**a. Si intentara golpear a alguna de ellas, sería un problema, preferimos a los humanos de un carácter pasivo casi sumiso, esos nunca han causado problemas hasta ahora. —Está contratada. Empieza mañana a las 7:00 a. m. y sale a las 3:00 p. m. — ella me mira sorprendida. Después sonríe, provocando que mi lobo se ponga inquieto. Es difícil estar cerca de mi mate y no poder hablar con ella de lo que quiero, ya que es humana y, por ende, no debo sobrellevar las cosas como si fuera una loba, más cuando cierto lobo me sigue bombardeando con escenarios de una conversación donde todo sale bien y acepta irse con nosotros. «Calma, Garald, puedes con esto.» —Llevemos a nuestra pequeña Luna a la manada — propone Reece, cansado de intentar convencerme con escenarios irreales. —¡No! — le gruño a través de nuestro enlace mental — tiene un rostro precioso, pero no sabemos si será una buena Luna o siquiera buena Líder. Recuerda que un rostro bonito nos engañó en el pasado — le digo para que no se deje llevar por sus impulsos animales. — La Luna la eligió por algo — dice frustrado. Yo solo lo ignoro. Ella revisa el contrato letra por letra. Tengo que admitir que esta pequeña mujer me pone ansioso, pero necesito a una Luna responsable que dé la talla y que tenga la capacidad de dar órdenes, no a una niña con un carácter explosivo que no puede controlar su lengua e insulta a una persona sin conocerla. Necesito una compañera fuerte y al mismo tiempo que tenga empatía por su pueblo. —No juzgues un libro por su portada — me regaña. — Lo sé — admito —, por eso la contraté. Le daré la mitad del trabajo que tendrá que hacer en la manada y si puede con eso, me la llevaré — le digo para que se calme. — ¡ESTÁS DEMENTE! — me grita histérico, provocando que mi cabeza duela —. Eso es demasiado. Tú no aprendiste de la noche a la mañana — camina de un lado a otro en mi mente. — Lo sé, pero esa será su prueba, así veré de qué está hecha — hablo ya estresado por su insistencia —. ¡Es mi última palabra! Él no responde, sin embargo, no me importa. Muy pocas veces hablo con mi lobo, pero sé que ella fue la que hizo que Reece quisiera hablar conmigo. — Uh mm... una pregunta — la voz de ella me saca de mis propios pensamientos —. ¿Para qué es el contrato de confidencialidad si solo voy a hacer de secretaria? — pregunta frunciendo el entrecejo. —No vas a hacer una simple secretaria. Serás mi... — iba a decir "mate", pero recapacité rápido —. Serás mi secretaria — me aguanto las ganas de reclamarla —. Espero que quede claro. Tendrás acceso a mucha información valiosa, pero eso lo explicaré mañana. Así que, Zinerva, mejor ve a descansar. Te aseguro que mañana será un día agotador. Vas a colocar tu auto en el estacionamiento número uno. Si pasa más tiempo conmigo dudo que me pueda contener, apenas estoy respirando ya que intente respirar por la boca y ni siquiera eso ayudo. — ¿Puedo llevarme los contratos y leerlos mejor para después firmarlos? Por su semblante es obvio que le incomodo lo específico y largo que es el contrato de confidencialidad, más aún cuando ya hay algunas cláusulas en el contrato de trabajo que serían suficientes para evitar que ella comparta información. —Sí — respondo de inmediato, no debería darle trato especial —. Pero tráelos en buenas condiciones y firmados — me arrepiento del tono tan duro con el que le estoy hablando, no es su culpa lo mucho que me esfuerzo por mantener la cordura—. ¿No vas a disculparte por los insultos? La detallo mejor. La ropa es elegante, pero acorde a la ocasión. Sin embargo, la falda esta algo corta y hay frío. — No, señor... — para de hablar al no saber cómo me llamo y recuerdo que no me he presentado como corresponde y mi... y ella desconoce mi nombre. —Garald Petrovic. Mi corazón late desbocado por la oportunidad de escuchar mi nombre salir de sus labios. Iván sonríe detrás de ella tratando de aguantar la carcajada que quiere soltar, él si puede escuchar el desastre que se está volviendo mi cuerpo. Tiene sus ventajas una mate humana. — Si me disculpo. ¿Eso cambiaría algo? Yo creo que no — alzo una ceja incrédulo, no sabe tragarse su orgullo, un punto menos para ti mate—. ¿Su apellido es ruso de casualidad? Bella forma de cambiar el tema, mate. Lástima que huela tan bien y que no quiera hacer un escándalo en la oficina. — Sí, mejor ya ve a tu casa a descansar. Ella agarra los contratos para irse. Necesito alejarla para poder pensar en lo que haré. Esto es mucho menos de lo que esperaba, tanto tiempo para tener una humana explosiva con nulo conocimiento en liderazgo y etiqueta. Para colmo cae fácilmente en las provocaciones de los demás. Con una loba no tendría ninguno de estos problemas. Sera prácticamente como tener una cría, no sabe nada de mi mundo. Apenas la puerta se cierra mi lobo aúlla. Esta ser una noche difícil. Cuídate mucho, porque si das la talla, vas a ser la reina de todo mi gran imperio, la señora Zinerva Petrovica. —Se escucha bien eso — ronronea Recce. —Demasiado bien.
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