04. Primer día

2601 Words
Cuando termino de estirar guardo las pesas en su lugar y me voy al baño. Tardo alrededor de 15 minutos y salgo de la ducha. Mientras seco mi cuerpo, me miro en el espejo y acaricio los tatuajes en mis brazos, sintiendo los pequeños bultos en mi piel, solo unos milímetros más altos de lo que deberían, dejo de tocar mi piel y coloco la toalla en su lugar. Al salir del baño, me empiezo a vestir. Después de colocarme mi ropa interior, me decido por un pantalón n***o de vestir, una camisa de manga larga blanca de botones y un saco n***o que utilizaba en mi trabajo anterior. Me miro nuevamente en el espejo y sonrío, por diversion doy un par de vueltas. Salgo de mi habitación caminando para ir a la cocina y decido preparar una ensalada de frutas. Hago una para mí y otra para Tailer. Aun recuerdo cuando me enseñaba a cocinar. Escucho como ruedan una silla y de reojo miro a Tailer. Agarro los platos y me siento en la mesa junto a él. —¿Tu novio viene a buscarte? —pregunta sin dejar de mirar su comida. Tailer no sabe que terminé con él hace dos semanas y mucho menos sabe el motivo. —Se acabó y no quiero hablar de eso —respondo rápido. —Está bien. Sus ojos no se separan de mí mientras revuelve los pedazos de fruta con su cuchara. Sé que quiere preguntar sobre el tema. —Pero tú lo querías mucho, ¿verdad? —inquiere, confundido, seguro se muere por saber cada detalle. Me mira esperando una respuesta porque su curiosidad no le permite dejar el tema. A veces es molesto, pero entiendo que se preocupe. —Sí, lo amaba —acepto a regañadientes—, pero no soy masoquista. Él... hizo algo imperdonable y ya te dije que no quiero hablar de eso —levanto un poco la voz al final sin llegar a gritar. Él solo me mira por un momento, aunque no dice nada y sigue comiendo. —Hoy es mi día libre, así que ya sabes lo que haré —comenta al terminar de comer. Es un sin vergüenza. —Es día de caza— respondo cuando me levanto para colocar los platos en el lavavajillas. —Exacto. ¿crees que me vaya bien en un bar? — bromea con una gran sonrisa coqueta, enseñando sus blancos y perfectos dientes, con esos colmillos afilados. Si hay algo que envidio de él es su belleza y perfección. Creo que las criaturas como él están hechas sin defectos, desde su dentadura hasta sus facciones. —Si te conocieran de verdad no —digo arrugando la nariz mientras sonrío, él rueda los ojos. Busco mi casco y bolso para irme en la moto. Lo agarro y le doy un beso en la mejilla. —Chao, ni se te ocurra traer a alguien al departamento—advierto mirándolo. Él suspira y se tira en el mueble. —Lo sé, chao, hermosa —se despide. Cierro la puerta con llave y bajo por el ascensor. Llego al estacionamiento y busco mi moto. Me coloco el casco y subo a mi moto para empezar a manejar hacia mi nuevo trabajo. Espero que me vaya bien en mi primer día. | Garald | Me siento irritado; no pude dormir, ya que mi lobo solo suplicaba que la aceptáramos de una vez y no paraba de chillar por eso. Miro a Iván, está escribiéndole a alguien a través de su celular, después miro el reloj en mi mesa y gruño. Mi lobo y yo lo estuvimos hablando, aunque no de la talla, igual me la voy a llevar. La necesito. Solo ha pasado un miserable día y hasta soñé que la estaba marcando. Golpeo una y otra vez con mi dedo índice el escritorio. —¿Qué tal si la secuestramos? En pocas horas estará en la manada — mueve la cola de un lado a otro. —Por supuesto que no —le gruño—. Salvaje, primero la vamos a conocer y a hacer que confíe en nosotros, y después le decimos que somos licántropos. —¿Qué tal si nos teme por ser una r**a diferente a ella? — chilla agachando las orejas y cola. —Si el plan A no funciona, usamos el plan B, que es el tuyo —digo sin ganas solo para calmarlo. —Me encanta. Nos la llevamos, la marcamos y la llenamos de cachorros. Así nunca estará solo— su cola de mueve de nuevo. —Me parece un buen plan —le sigo el juego solo para que me deje en paz. Es difícil estar lejos de tu mate, sobre todo si tienes un lobo que la coloca en tu mente para convencerte de que la raptes. Me siento un enfermo pervertido. Miro el reloj de la oficina y solo faltan cinco minutos para las 7:00. Empiezo a sacar las libretas donde anoto todo lo de la oficina y la otra donde anoto las reuniones de la manada. Ella tendrá que hacer ambos trabajos; si puede con esto, en teoría sería una buena Luna. Aunque sea labores de secretaria, tendrá que interactuar con gente que la saque de quicio y que probablemente la desprecien por ser humana. «Mi plan era otro, pero Recce no me dejo» Miro a mi beta y él está tomando un vaso de tequila, ajeno a mi desesperación por tenerla cerca. —¿Se puede saber porque no estas en casa frotando la barriga de tu mate? — me sirvo un vaso de tequila también. Necesito una distracción. —Primero, no estoy con mi mate porque ella no me da lo que quiero, y segundo, quiero saber cómo será nuestra Luna —responde Iván sin mirarme. —¿Cómo que no te da lo que quieres? —pregunto—. Además, no es tu Luna, es mía — parezco perro en celo marcando territorio, patetico—. ¡Que quede claro! — gruño, no sé por que lo deje agarrar confianza. Sé que es normal para los demás decir que es su Luna, ya que él es parte de la manada y no lo dice con intención amorosa, pero de todas maneras no puedo evitar aclarar que es mía, sobre todo cuando siento que no lo es, ya que no la tengo cerca, no tiene mi marca ni mi olor. «Creí haber sobrevivido a lo peor, hasta que llegó ella a perturbar mis últimas neuronas.» —Ya sabes que está embarazada de mi primer cachorro. Yo quiero ponerle el primer nombre, pero ella también, y dice que porque lo tiene en su vientre tiene todo el derecho de ponerle el primer nombre. Y para colmo, como la hice enojar, ahora quiere el segundo también —gruñe enojado. —¿Se puede saber qué vas a ganar estando a cientos de millas lejos de ella? —pregunto sin entender. — Si quieres les escribo un permiso para que tenga tres nombres y ya. —Sé que nada, pero ahora necesito pensar en otra cosa —al ver que lo sigo mirando, prosigue—. Discutimos. Después, ella quería espacio para pensar las cosas, y al final le dije que hiciera lo que quiera. Normalmente seguiría insistiendo, pero está embarazada. No quiero causarle disgusto —bufa—. Así que me vine para no decir o hacer algo que la enojé más de lo que está conmigo. También compré unas cosas para hacerle una sorpresa —murmura, sabe que metió la pata— y si le coloco tres nombres a mi cría le harán bulliyng . No insisto más en el tema, ya que él no me había comentado nada de esto. Si no me lo había dicho, es porque no quiere hablar de eso. Él encontró a su mate hace 200 años y se llevan de maravilla, obviamente, como toda pareja, tienen sus altos y bajos. Al fin consiguió dejarla embarazada después de 50 años intentando. Últimamente, las hembras licántropo no son tan fértiles y su compañera es una de esas hembras. Por eso se tardaron tanto en lograr tener un cachorro. Cada vez hay menos hembras fértiles y eso me preocupa, ya que podemos llegar a la extinción de nuestra r**a y no soy el único, El Concejo también esta consiente y viendo que puede hacer. Escucho que tocan la puerta y el olor de mi Luna llega a mi nariz. Mi lobo empieza a caminar en mi mente, deleitándose con su fragancia. —Adelante —digo mientras me acomodo en mi asiento, con la espalda recta, y acomodo mi traje. Veo cómo abren la puerta. El tan peculiar y característico olor de mi mate me inunda las fosas nasales, son reconfortante las tres esencias, el fuerte olor a chocolate, el suave olor del pino y esa nota de tequila. Una mezcla extraña sin duda, pero me encanta. Ese perfume que su cuerpo desprende causa que mis hormonas se alboroten, soltando feromonas, y mi beta lo nota de inmediato. Me contengo ya que se remueve en su asiento obviamente incomodo. —Buenos días, señor Petrovic y... —se queda callada, esperando que mi beta se presente. —Disculpa, Zinerva, qué mal están mis modales —él se levanta, agarra su mano y le da un beso—. Me llamo Iván Volkov —dice, el bastardo. Nadie toca lo que me pertenece. Me levanto de mi escritorio, lo agarro por el cuello de la camisa y lo lanzo contra la pared. —¡Vuelve a tocarla y te meto en las mazmorras por todo un mes! —digo a través del enlace mental que tenemos como Alfa y Beta. —Lo siento, pensé que no eras tan posesivo —se excusa sin dejar de sonreír. Yo lo molestaba mucho cuando encontró a su mate y ahora se está desquitando. Lo miro mal mientras él se vuelve a sentar y sigue tomando tequila como si no hubiera pasado nada. Él sabe perfectamente cómo reacciona un Alfa. Sabe lo protectores que podemos llegar a ser con nuestras parejas. Suerte para él que no estoy en esa época del año. —Señor Petrovic, uhm... —escucho que dice ella, incómoda y algo asustada por lo que hice—. ¿Podría decirme dónde será mi lugar de trabajo? —pide mirando a la pared donde lancé a Iván. No debí actuar así. Fue idiota de mi parte, no controlé mi fuerza y velocidad y ella lo vio todo. —Por supuesto, pero primero siéntense. Les voy a explicar unas cosas —ordeno. Ella me obedece y yo empiezo a explicarle qué trabajo va a hacer, las cosas que no me gustan, su horario de trabajo, además de lo que hará los días que yo no venga, por suerte lo latidos de su corazón vuelven a un ritmo normal. Su vestimenta, aunque simple, con tela de mala calidad es bonita. Ajustada en los lugares correctos y holgada en los necesarios. Al parecer no pasa necesidad. Aunque es delgada no llega a estar en los huesos, su cabello se ve abusante y brillante. Se nota la buena alimentación y si puede pagar para utilizar un gimnasio entonces tiene una calidad de vida aceptable. | Zinerva | El jefe ya me explicó en qué consiste mi puesto de trabajo y el horario. También me mostró mi oficina, la cual es hermosa. Tiene un escritorio más pequeño que el suyo, una laptop, varias libretas en las cuales puedo anotar, bolígrafos y más. En general, todo lo que necesito para trabajar aquí está. Lo malo es que está justo al lado de su oficina. No me gusta porque significa que me estará vigilando en cada movimiento que haga. Pero lo bueno es que estoy sola en el pasillo. Me encanta trabajar con paz y tranquilidad. Ya arreglé todas sus reuniones para hoy y entre la semana. Intentare hacer una pequeña base de datos para mí, hay demasiado nombres, contactos y correos. Además, todos quieren verlo de forma urgente. Veo el reloj de la pared y ya son las 11:30, es hora de mi almuerzo. Me levanto y busco en mi bolso. Saco algo de dinero. Tailer dijo que aquí venden comida, también que hay un piso específico del edificio para descansar y comer ya que todos almorzamos de 11:30 a 12:30. Además, hay algunos trabajos donde tienen más tiempo libre o simplemente sus labores son flexibles y prefieren hacerlo desde la comodidad de la linda estancia, así salen de lo deprimente que puede volverse tu propia oficina. Es algo que no había en mi antiguo trabajo. Cuando llego al piso 18 compro una pizza y me siento en una pequeña mesa de dos que está desocupada en una esquina. Al rato veo cómo alguien se coloca en frente de mí. —¿Puedo sentarme contigo? —dice ella. —Claro —acepto—. ¿Eres la chica de la entrevista? —pregunto empezando a comer. —Sí, me llamo Leah. Veo que conseguiste el trabajo, felicitaciones —ella me regala una sonrisa genuina. Ahora que la veo mejor, es linda. —Sí, conseguí el trabajo. Hoy es mi primer día —digo tragando grueso, ya voy por la mitad de la pizza. Creo que pediré otro pedazo. —Hoy también es mi primer día. Este edificio es increíble —habla entusiasmada—. ¿Has ido a la terraza? —pregunta y niego—. Es hermosa la vista, aunque nadie va allá, está prohibido —me informa. —¿Cómo sabes que es hermosa la vista si está prohibido ir allá? —ella se tensa al ver que habló de más y descubrí su pequeña travesura. —Terminé ahí por equivocación. Estaba... —ella no termina de hablar porque vienen un par de chicas y se paran justo enfrente de nuestra mesa. —Esta mesa es nuestra, por favor, retírense— habla la más alta, parece hasta rusa, pero no tiene acento. —Ninguna mesa esta apartada, yo compre en este local y puedo utilizar las sillas que estén en frente del local— la miro. Intento ser amable, intento dejar los insultos, pero la gente no colabora. —Se nota que eres nueva —dice mirándome de arriba abajo—. Yo soy parte de la junta directiva de la empresa y, por lo tanto, tu superior. Así que fuera de aquí —dice colocándose enfrente de mí. Odio a este tipo de personas. Solo por tener un puesto importante quieren mandar a los demás como si fueran sus esclavos, cuando ellos solo son unos empleados más, con unos ceros de más en su sueldo. Pero admito que su aura es intimidante. Me enderezo, tratando de ignorar eso. —Yo soy la secretaria del jefe y dueño del edificio, y él mismo me dijo que él era mi único superior. Así ve a comer a otra parte, ni siquiera compraste aquí. Nosotras llegamos primero —aclaro algo que es obvio. Lo extraño es que hay un destello en sus ojos, pero es muy rápido como para distinguir el color. Creo que me estoy imaginando cosas. —Esto no se quedará así —promete. Ella se va junto con la chica que venía. Yo sonrío, será boba si cree que me puede pisotear. Después de eso, terminamos de almorzar, obviamente me compre mi otra rebanada de pizza. Aunque en todo el descanso sentí como si alguien me estuviera mirando, nunca pude lograr ver quién era. El resto de mi día fue aburrido y agotador.
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