ARGUMENTO.

1174 Words
—¡Debes dejar a ese hombre ahora mismo Jess! —exclamó Arlene, con angustia en su voz. Ella era  amiga y confidente en Byrne´s Café, además de ser la dueña del local en donde Jessica Stanton trabajaba —Me da miedo que un día de estos; Dios no lo permita vengan alguien aquí a darme la triste noticia que ese infeliz te ha matado a golpes —continuó diciendo. —Ya no puedo soportarlo más, Arlene. Siento que estoy muerta en vida. —¿Por qué ese maldito bastardo te golpeó esta vez? —preguntó su amiga molesta, mientras le curaba la herida en la frente. —Según… porque… no le di el sobre de mi sueldo completo. —¡Jessica! Júrame que no le das todo tu dinero a ese mal nacido. Ella bajó la cabeza.  —Yo no se lo doy, Arlene —dijo llorando—. Él me lo quita y si no se lo doy completo sucede esto —hizo gesto a su rostro magullado—. Yo solo gasté un par de zapatos porque los necesito para venir a trabajar. Subió los pies, para que ella viera sus zapatos nuevos, pero que al mismo tiempo eran de segunda. —Es tu dinero, cariño. Lo has ganado con esfuerzo, puedes gastarlo en lo que tú quieras. —Oliver no se está tragando el cuento de las propinas —la miró asustada. —Dice que es muy poco, y sabe que la gente que viene aquí es de dinero. Arlene solo le daba parte de la propina, lo demás se lo tenía guardado en su oficina. Ella presentía que ese bandido del marido le quitaba el dinero. —¡Oh no cariño! Ese sinvergüenza, no tocará ese dinero. Tienes reunidos apenas tres mil doscientos dólares. Eso es para emergencia. ¿Por qué no te vas lejos con ese dinero? —Eso es imposible. Él tiene a mi abuela, en un hospicio, que lamentablemente, no tengo idea en donde está. Me ha dicho que si huyo, la matará. —¡Jesús! ¡Maldito energúmeno! Ahora entiendo. —Yo tengo cinco años que no la veo. Ella es lo único que me queda de mi familia —gruesas lágrimas brotaron por sus ojos. —Yo me muero si él le hace algo. Lloró más fuerte y su amiga la abrazó. —Cálmate, Jess. Ya encontraremos una solución, y nos desharemos de ese mal nacido. —Yo lo único que quiero es que me deje en paz. —¿Cuántos años tienes con él? —Siete… —Eso es mucho tiempo, cariño. De los cuales hace cinco te ha estado chantajeando con tu abuela. ¡Vaya personaje! —exclamó furiosa. —Estoy con él desde que tenía diecisiete años. Mis padres murieron en un incendio, cuando cumplí doce y solo me quedaron mis abuelos, pero cuando cumplí quince mi abuelo enfermó —se echó a reír con ironía. —Oliver, estuvo a mi lado todo el tiempo hasta el final. Se portaba a la altura como todo un caballero, y yo jamás había tenido novio. Con el pasar del tiempo; me hice su novia por gratitud. Jessica sorbía sus lágrimas. —De esa forma se nos pasó el tiempo; cuando abrí los ojos tenía diecinueve años y en ese tiempo me llegó la beca de la universidad. Una tarde ya me había decidido a irme, después de hacer todas las diligencias, llegué a casa, y me encontré que él se había llevado a mi abuela para que no me fuera. Desde entonces vivo este calvario, porque Oliver sabe que no lo quiero, y que si tuviese la oportunidad huiría. —Está bien, no te preocupes. Quédate aquí en la oficina, ayúdame con el papeleo. No puedes estar en la sala con el rostro así. —De acuerdo —se secó las lágrimas con la palma de su mano. —Te ayudaré desde aquí. —La verdad es que te necesito. La semana próxima vendrá mi socio —entornó los ojos—. Mi primo se instalará con algunas personas, y necesitaré de todo el personal que pueda para atenderlo. —¿Es un evento especial? —preguntó Jessica curiosa. —No —hizo un gesto con la mano. —¡Somos irlandeses! A donde va uno vamos todos —sonrió. —Entiendo que son una familia numerosa. —Más que numerosa, peculiar —se echó a reír. —Mi primo y yo siempre hemos sido muy unidos, aunque es demasiado sobreprotector, al punto que me estresa. Pero es buena persona a pesar de ser quien es. La última oración Jessica no la entendió. Lo que sí le parecía extraño era la alta seguridad que tenía el lugar y hasta ella misma tenía un chófer que era también su escolta. Asumió que era por tener tanto dinero. —No te creas que a veces se siente bien, tener a al lado a alguien que te cuide, y te proteja realmente. —Tienes razón Jessica —la abrazó—. A veces creo que peco por desagradecida, pero es que mi primo aunque lo adoro y daría mi vida por él, es un cabrón, controlador, dominante. Entiendo que es el jefe de la familia, pero ¡joder!, a veces me saca de mis casillas, no sabes cómo le rogué para tener este lugar, hasta que por fin accedió y tenerlo aquí es un poco espeluznante. Por un momento pensó que se trataba de un hombre mayor que la sofocaba con su sobreprotección. Apenas Arlene era unos pocos años mayor que ella. —No te preocupes, todo saldrá bien. —Voy a salir al salón, en un momento se llenará de gente. —Te debo una jornada doble, Arlene. Su amiga negó con la cabeza. —Lo que me debes es que te cuides, y no permitas que ese hombre siga haciéndote esa clase de daño. —¿Crees que no lo sé? —Respiró profundo—. Pero mientras no sepa en qué lugar tiene a mi abuela, estoy en sus manos, porque no puedo hacer nada. Jessica suspiró con pesar, tomando fuerzas para seguir hablando. —Me duele saber que por mi culpa, ella pueda estar pasando por alguna calamidad. Tal vez malos tratos. Esa es la pregunta que me hago todas las noches. —Es una tortura para ti. Veré que puedo hacer por ayudarte, por ahora me voy a trabajar en el salón. —Arlene… —Jessica se levantó de la silla y se acercó a ella y la abrazó—. ¡Gracias por ayudarme y estar aquí para mí! —No es nada. Solo preocúpate en este momento por mejorar. Ya encontraremos la manera de encontrar a tu abuela, y hacer que Oliver pague cada uno de los golpes que te ha dado. Le colocó dulcemente el cabello detrás de la oreja. Tembló de rabia al ver que tenía otro moretón, ella pensaría en algo. Debía salvar a su amiga o al menos intentarlo.  
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