CAPÍTULO 2:

1731 Words
***** Byrne´s Café estaba en plena revolución, la llegada del primo de Arlene con su gente y los propios clientes frecuentes y que hacían el caos se desatara en el lugar. —¿Está todo preparado? —preguntó Arlene un poco nerviosa a Jessica. —Por su puesto, te he dejado todo listo, sabes que salgo hoy a las cuatro de la tarde, y regresaré para el momento que tengas el encuentro con tu familia. Aún en el rostro de Jessica, se veían los golpes de tonos azules, morados y verdes. Arlene se acercó y la abrazó. —¡Gracias Jess! —exclamó agradecida—. No lo hubiera logrado sin ti, de verdad que me has ayudado demasiado. —No te preocupes —sonrió—, para eso están las amigas. Cuando Arlene conoció a Jessica fue en su entrevista de trabajo. Sentía una gran emoción porque por primera vez, ella tenía algo suyo, por supuesto que  con la ayuda de su querido y adorado primo Ry, quien le entendió perfectamente el sentimiento de querer tener algo propio, y no depender totalmente del dinero la familia a la cual pertenecía. Pero no el querer alejarse de ella. Aunque a veces él sentía que quería hacer lo mismo, tan solo una vez. —Quiero que todo esté perfecto, no quiero que el idiota de Row vea algo mal, y le llene la cabeza a mi primo con estupideces —hablaba un poco molesta. —¿Quién es él? —indagó Jessica frunciendo el ceño. —¿Quién es quién? —respondió Arlene con una pregunta. Jessica se encogió de hombros. —Él que acabas de mencionar, el tal Row. Parece que no te cae muy bien. Su amiga suspiró. —Es un idiota, asfixiantemente dominante, controlador, culo apretado. —¡Te gusta! —exclamó Jessica burlándose de su amiga. —¿Cómo sabes eso? —Arlene se había delatado. —Le dijiste culo apretado —contestó Jessica riendo. —Sí, me encanta, pero es un maldito maníaco del control; con Ryan  y mi hermano ya me basta. —¿Quién ahora es Ryan? —Es mi primo, ya lo conocerás. Es otro culo apretado, pero a veces es un poco más sensato. —¿Sabes? A veces quisiera tener una familia numerosa. —No sabes en lo que te metes, al desear tal cosa. —Tal vez tengas razón, pero tan malo tampoco debería ser. Contar con alguien de vez en cuando es bueno, Arlene. —Te entiendo amiga, disculpa si he sido una idiota. Continuaron atendiendo a los comensales, y afinando los últimos detalles. Un rato después Arlene llamó a Jessica a la oficina. —¿Sucede algo? —No, pasa Jess. Te llamé solo para comentarte, que ya tienes cinco mil dólares ahorrados. —¿Tanto? —Claro, cariño. Eso es por tu trabajo. —No quiero gastarlos. Me gustaría ahorrar un poco más y poder no sé… pagar a alguien para que encuentre a mi abuela, y de esa manera poder salir de la pesadilla que vivo con Oliver. —Tal vez yo podría ayudarte. —¿Cómo? —Vamos a esperar que llegue mi familia, y veremos qué puedo hacer por ti. Tal vez no tengas que utilizar el dinero, que con tanto sacrificio has ahorrado. —No importa el dinero, Arlene. Mi abuela lo vale. —Sí, entiendo cuando dices lo de la familia. —Mi abuela es la única familia que tengo. El solo pensar de que por mi culpa ella este… sufriendo en manos del desgraciado de Oliver me hace sentir mal, como si fuera la peor persona del mundo. —Verás que pronto terminará y Oliver quedará en tu pasado. —Eso espero, amiga. Todo transcurrió tranquilo hasta la hora de salida de Jessica. Debía ir a casa y volver en tres horas. Le daba gracias a Dios que solo vivía a unas tres cuadras del lugar. Cuando llegó a casa se encontró que todo era un desastre. Estaba cansada, tener que trabajar en la calle, y luego en casa porque Oliver era incapaz de echar un papel al contenedor de basura. Arregló la casa un poco y luego se dio una ducha rápida y se tiró en la cama un rato, necesitaba descansar. En los últimos días se sentía más cansada de lo normal, Ese día trabajaría desde las siete de la noche hasta un poco pasada la media noche. Arlene le dijo que le pagaría el turno doble, y además estaban las propinas. Esperaba que todo le fuera muy bien. Al despertar de su siesta comenzó a prepararse para salir. Estaba casi lista cuando apareció Oliver. —¿A dónde crees que vas? —cuestionó él. —Al trabajo, hoy me toca redoblar —entornó los ojos. —Estás trabajando demasiado, no me atiendes, tampoco veo el dinero —espetó. Jessica lo miró con cara de pocos amigos. —Te entrego mi sobre de pago entero, todas las semanas. ¿Qué más quieres de mí? Oliver se acercó a ella intimidante.  —¿Quién coño te crees para hablarme de esa forma? Le agarró del brazo fuertemente. —Me estás haciendo daño Oliver, suéltame, por favor —optó por un tono de voz sumiso, para lograr algún tipo de efecto en él. —¿Crees que soy idiota? —preguntó gritándole a la cara— ¿Crees que no sé que esa jodida pelirroja se está metiendo en nuestros asuntos? —No sé de qué me hablas. ¡Cálmate! —suplicó. —Ella piensa que tú puedes dejarme. Eso no pasará nunca porque el día que pase, yo mismo mataré a tu abuela. —¡No! Por favor, no digas eso. —Lo preguntaré de nuevo. ¿En dónde está el dinero? —¿Cuál dinero? Yo no tengo más dinero. Jessica trató de apartarse de su lado, pero él fue más rápido y la tomó del brazo. —Realmente piensas que soy idiota, y me puedes engañar. —¡Por favor, Oliver! ¡Cálmate! —pidió una vez más. —No me digas lo que tengo que hacer. Le dio una bofetada, que la cabeza de Jessica fue de atrás hacia adelante. —¡No más Oliver! Debo ir a trabajar. —¡Cállate! —gritó él.— Siempre te has creído más que yo. Le dio otra bofetada. Como pudo ella trató de salir del cuarto, pero Oliver se paró en toda la puerta. —¿Huyes? —inquirió agarrándola fuerte del brazo, al punto que Jessica gritó del dolor. —¡Nooo! —ella gritó. —¡Nunca podrás huir de mi! —sin importarle nada le dio un golpe en el abdomen. La chica sintió que en ese momento moriría, porque  no poder respirar, de manera inmediata cayó al suelo. En ese momento Oliver no tuvo piedad, se ensañó con ella al golpearla con sus pies. Le dio una patada en el abdomen, en la espalda y en la cabeza. La blusa blanca que llevaba puesta, para trabajar estaba llena de la sangre que goteaba desde su nariz. —¡No más Oliver! ¡PARA! Entre más Jessica le pedía que parara, él le daba más golpes. Pensó que ese momento moriría. Cuando le dio otra patada en el rostro, su cara giró hasta la plancha de alisar la ropa que había colocado debajo de la cama, aún estaba caliente. —¡Eres una maldita perra! He estado contigo cuando nadie más quiso hacerlo, y mira como me pagas! Oliver olía a alcohol y a algo más... a hierba. Tenía una sola oportunidad, rogaba porque no le faltaran fuerzas a la hora de hacerlo. Iba a darle otra patada cuando Jessica estiró la mano y lo golpeó con la plancha en los testículos. Enseguida el monstruo cayó al suelo del dolor. No supo de dónde sacó las fuerzas, pero le dio una patada en el abdomen. Oliver aulló del dolor de nuevo. Jessica se incorporó con mucho esfuerzo, le hizo caer y con todas sus fuerzas le propició otra patada en las partes nobles. —Me las pagarás —gritó Oliver. —Esta noche no será —tomó de nuevo la plancha y le dio un golpe en la cara con eso. El monstruo quedó inconsciente en el suelo, y ella salió arrastrándose por toda la casa hasta llegar a la puerta de salida. No sabía cuánto tiempo Oliver iba a estar desmayado. Encontró las fuerzas suficientes para levantarse y salir, tenía que llegar a su lugar de  trabajo, sabía que Arlene iba a ayudarla. Al salir a la noche fría su primer pensamiento fue que no iba a lograrlo, al sentir justo en ese momento un dolor muy fuerte en el bajo vientre. Salir a la calle de esa forma, realmente era absurdo, pero quería estar todo lo lejos posible antes de que las fuerzas le abandonaran, y se desmayara en mitad de la calle, como pudo agilizó el paso. «Solo un poco más Jessica, tu puedes», pensó.  Siguió caminando, sosteniéndose de todo lo que pudiese soportar su cuerpo, era increíble. Los vecinos todo el tiempo vivían fisgoneando, y en ese momento que necesitaba alguno de ellos para que le ayudara, no aparecía nadie. Se sintió muy extraña, puesto que chorros y chorros de sangre, corrían por sus muslos, solo faltaba una cuadra, si se apuraba lo lograría, su cuerpo sentía escalofríos, las piernas le temblaban, hubo un momento que no escuchaba nada y tenía muchas nauseas. «Estás cerca, aún no puedes desmayarte tienes que llegar a donde está Arlene». Ya solo quedaba un poco menos de media cuadra, desde lejos se veían las luces del local y la de los autos. Siguió caminando todo lo rápido que su condición le permitía. Por lo visto era un gran evento familiar, muchos automóviles de lujo estaban alrededor. Estaba solo a pocos metros. ¡Sí! Después que llegara al lugar sabía que su amiga le ayudaría. Ya no podía seguir con Oliver, después de lo sucedido esa noche muy segura estaba que la próxima no lo contaría. El iba a vengarse. Solo rezaba porque no fuera con lo único que ella tenía, su abuela. Cuando llegó cerca del lugar, se dio cuenta que había más seguridad de lo normal. Un hombre se atravesó y no la dejaba pasar. —¡Arlene, por favor! —pidió. —¡No puede pasar! —exclamó el hombre furioso. Al verla en esas fachas pensó que era una indigente. De repente uno de los hombres de seguridad la reconoció. —¿Qué sucede? —preguntó— ¡Oh Dios mío, Jessica! Déjala pasar —ordenó. —¿Acaso no la has visto? —Ella trabaja aquí. Pasando por encima de su autoridad, ayudó a Jessica a pasar la seguridad. De pronto vio a dos hombres muy grandes, con traje. Uno a pesar de sus ropas se veía peligroso, pues tenía los ojos extraños, color plata que resaltaban en su ropa negra, pero el otro se veía mucho más, no supo porque su cuerpo sintió escalofrío, cuando sus miradas se cruzaron y el azul de sus fríos ojos, se quedó clavada en ella. Los hombres se hicieron señas. —¿Qué está pasando aquí? —preguntó una voz grave de mando, se acercó y vio las condiciones en las cuales se encontraba la chica que recién llegaba. —Arlene… —susurró Jessica, mirándolo con agonía. —¿Quién es esta mujer? —cuestionó el hombre furioso. —Ella trabaja aquí —respondió inmediatamente la persona que la había dejado pasar. —Ar – le- ne… Fue lo último que dijo antes que todo su mundo oscureciera.   
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD