La noche siguiente se presentó aún más oscura y silenciosa. Sky se despertó en la cabaña, con una sensación de inquietud que no la había abandonado desde la última vez que Kael había aparecido en su vida. El crepitar de la chimenea era el único sonido en el espacio tranquilo, pero la calma era engañosa.
El bosque, que durante el día parecía tan sereno, ahora se convertía en un enigma inquietante bajo la luz de la luna. Sky, sin poder dormir, decidió levantarse. La sombra de los árboles se proyectaba a través de las ventanas, creando formas que parecían moverse con vida propia.
Se acercó a la ventana, observando el bosque con atención. La noche era aún más fría que la anterior, y el viento acariciaba sus mejillas con un susurro ominoso. La sensación de ser observada persistía, y Sky no podía deshacerse de la inquietud que la atormentaba.
De repente, un crujido familiar rompió el silencio. Sky giró la cabeza hacia la puerta con la esperanza de que fuera el sonido del viento, pero no podía sacudirse la sensación de que algo estaba acechando en la oscuridad.
—¿Kael? —murmuró, su voz temblando con una mezcla de miedo y anticipación.
No hubo respuesta. Con una determinación renovada, Sky agarró la linterna y salió de la cabaña. La luz débil de la linterna apenas lograba penetrar la espesa oscuridad del bosque. Cada crujido y susurro de las hojas parecía amplificado en la quietud de la noche.
Caminó por el sendero, su linterna oscilando de un lado a otro en busca de algún signo de movimiento. Los árboles parecían inclinarse hacia ella, como si quisieran ocultar lo que estaba a punto de descubrir.
Un ruido detrás de ella la hizo girar bruscamente. Se quedó paralizada al ver una figura alta y oscura emergiendo de entre las sombras. No era Kael, pero sí una figura que se asemejaba a la que había visto la noche anterior.
—¡Muéstrate! —gritó Sky, su voz resonando en la quietud del bosque.
La figura no respondió. En lugar de eso, avanzó lentamente hacia ella. Sky sintió una presión en el pecho, una mezcla de terror y determinación. Intentó retroceder, pero la figura se movió más rápido, y antes de que pudiera reaccionar, se abalanzó sobre ella.
El suelo la recibió bruscamente, y Sky se encontró inmovilizada bajo el peso de la figura. En el último momento, antes de perder el conocimiento, escuchó una voz familiar.
—No te muevas.
La voz era de Kael. Sky abrió los ojos y vio a Kael, su figura dominante iluminada débilmente por la luz de la linterna. Él estaba a horcajadas sobre ella, su expresión de preocupación mezclada con una intensidad que Sky no podía ignorar.
—Kael —susurró Sky, su voz temblando de alivio y confusión.
Kael se levantó y la ayudó a ponerse de pie. Su presencia era tranquilizadora, pero la inquietud en su mirada no se desvanecía.
—Te dije que volvería a ti —dijo Kael, su voz grave y llena de preocupación.
Sky frunció el ceño, aún temblando.
—¿Pero qué era eso? ¿Qué te hizo pensar que estaba en peligro?
Kael se acercó a ella, sus ojos verdes brillando con un resplandor que parecía iluminar la oscuridad alrededor de ellos.
—Era una criatura de las sombras —dijo Kael, su tono grave y serio—. Estaban buscándote.
Sky se quedó sin palabras. La explicación de Kael no parecía tener sentido, pero la urgencia en su voz la hizo escuchar con atención.
—¿Criaturas de las sombras? —preguntó Sky, la incredulidad evidente en su voz—. ¿Qué significa eso?
Kael la tomó de la mano y la condujo de regreso a la cabaña. Una vez dentro, el calor de la chimenea contrastaba con la frialdad del exterior, pero la atmósfera seguía cargada de tensión.
—Te lo explicaré todo —dijo Kael, su voz más suave—. Pero primero, debemos estar a salvo.
Sky se sentó en el sofá, y Kael se acomodó frente a ella, su mirada fija en la de ella.
—Luna —comenzó Kael, usando el apodo con una mezcla de ternura y solemnidad—. Eres mi luna, mi compañera predestinada.
Sky lo miró, confundida.
—¿Qué significa eso? —preguntó, su voz apenas audible.
Kael sonrió, su mirada intensificada por la luz de la luna que se filtraba a través de la ventana.
—Significa que eres la otra mitad de mi alma —explicó Kael—. La luna es el reflejo del sol, la oscuridad es el reflejo de la luz. Tú eres mi reflejo, mi contraparte.
Sky sintió un torbellino de emociones. La idea de tener una conexión tan profunda y misteriosa la abrumaba, pero Kael continuó.
—Como luna, tienes poderes que aún no comprendes —dijo Kael—. Puedes controlar las sombras, hacer que la oscuridad se mueva a tu antojo. Eres mi igual, mi compañera en todo sentido.
El mundo parecía girar a su alrededor mientras trataba de asimilar la información. Kael tomó su mano, su calor proporcionándole una sensación de calma en medio del caos.
—¿Por qué me elegiste a mí? —preguntó Sky, mirándolo a los ojos.
Kael sonrió con una mezcla de dulzura y seriedad.
—No te elegí. El destino nos unió. Eres mi luna, y yo soy tu sol. Juntos, somos invencibles. Y le agradezco a mi Diosa Luna por haberme dado a tan hermosa mujer.
Sky absorbió las palabras de Kael, sintiendo una mezcla de asombro y confusión. La idea de un destino compartido y de poderes ocultos era aterradora, pero también fascinante. Mientras Kael la miraba con devoción, Sky se preguntaba qué más le depararía este extraño y poderoso vínculo.