NARRA NOAH El viento oceánico me golpea el rostro y su temperatura tan helada, me cala hasta los huesos. El graznido de las gaviotas que sobrevuelan la superficie del mar y del aire, me resulta tan lejano, resonando como un prolongado eco a mi alrededor. Nada tiene sentido y me he quedado como estupefacta, pensando en que todo me es tan confuso. —¿Te lo imaginas? —repite, al ver que no ha habido una respuesta de mi parte. Y es que cómo hablar, si por dentro me estoy derrumbando y siento que si abro la boca será para ponerme a llorar como una Magdalena. Tal parece que no quiere hijos y lo está dejando más que claro. No sé de qué me sorprendo, si es Kai. Haber dejado de ser un mujeriego y convertirse en un hombre fiel para mí, ya era mucho. No puedo esperar más. No puedo tener a un hombr

