bc

El placer de pecar

book_age18+
29.2K
FOLLOW
206.0K
READ
sex
arrogant
dominant
bitch
CEO
boss
kicking
city
affair
seductive
like
intro-logo
Blurb

Cuando Arcadia conoció a Emmett Miller en el ascensor, las chispas saltaron, el mundo se detuvo, la atracción fue inmediata y poderosa. Después de un intercambio caliente, divertido y coqueto, ella está completamente segura de que es un hombre fuera de los límites, y lo confirma al darse cuenta de que Emmett es el hermano mayor de su novio Brody. Él no intenta ocultar la atracción que siente por ella, lo que lo complica todo aún más. Se promete a sí misma mantenerse alejada, sobre todo porque Emmett tomará el control de la empresa Miller’s, donde pronto comenzará a trabajar. Si no es suficientemente malo que le guste el hermano de su novio, es peor aún que también sea su jefe. Sin embargo, la tentación es dulce, y por más que quiera huir, Emmett la tiene prisionera en un juego de seducción.

De pronto, ambos están metidos en una aventura romántica, lujuriosa y llena de pasión que podría arruinar todo, incluyendo su futuro, mandando al demonio todo lo que ha logrado. Emmett no la dejará ir, la quiere en su cama, en su vida y en su empresa, y él siempre obtiene lo que quiere.

Porque el placer está en pecar, y eso ellos lo saben muy bien.

Advertencia: muchos momentos sexuales, infidelidad, violencia, contenido explicito y un protagonista arrogante, seductor y sexy al que es difícil decirle que no.

¡Están advertidos!

chap-preview
Free preview
1. Dónde todo comenzó
 El cielo estaba despejado, era una hermosa mañana de abril cuando entré en uno de los edificios más lujosos de toda la ciudad. Mis tocones repiquetearon contra las baldosas tan limpias que me reflejaba en ellas, esquivando a las personas que caminaban con pasos decididos y rápidos por todo el complejo de oficinas.    Llevaba puesto un vestido veraniego de flores rosas, con unos preciosos tacones beige y mi cabello cobrizo castaño suelto en ondas suaves. Sabía que no era la mujer más presentable, probablemente porque mi ropa era comprada en una tienda cualquiera y no hecha por un diseñador ni sacada de ninguna boutique. En cualquier otro momento, no me habría importado, pero me estaba dirigiendo hacia uno de los restaurantes más cotizados del mundo a comer con la familia de mi novio.    Desde que desperté, el nerviosismo estuvo conmigo, persistente. No me gustaba sentirme así, en desventaja, pero Brady lo valía. Era mi lindo novio, teníamos cinco meses conociéndonos, así que quiso que lo acompañara al almuerzo de bienvenida de su hermano mayor, que estaba regresando después de una estadía larga en Italia.    Su familia era una de las más ricas e importantes del país. Él ya conocía a la mía, pero eso era porque sólo se constaba de mi hermano mayor y yo. Perdimos a nuestros padres hacia diez años en un accidente de avión, luego, perdimos a nuestra abuela materna, que era el único familiar que nos quedaba. Desde hacía dos años solo éramos nosotras dos contra el mundo.    Saliendo de mis pensamientos, me dirigí hacia el ascensor, respirando profundo. No estaba segura de que le agradaría, pero había que intentarlo ¿no? Brady decía que era maravillosa y que no había forma en que no me adorara, pero yo no estaba tan segura. Era una humilde chica de los bajos mundos, que apenas y había terminado su carrera en negocios internacionales, una que me costó sudor y lágrimas ya que tuve que financiarla a punta de préstamos estudiantiles y becas que lograba obtener gracias a mi rendimiento.    No era la típica chica que un chico, nieto de uno de los hombres más ricos del mundo, buscaba. Sin embargo, a veces yo misma me preguntaba qué era lo que había visto en mí, una chica que no tenía nada de especial.     Me detuve y me di un golpe mental, no podía seguir con esos pensamientos, eran viejos hábitos que quería olvidar.    Suspirando, me detuve frente a los ascensores y presioné el botón, esperando con impaciencia. Una parte de mí quería llegar ya y acabar con todo el suspenso y nerviosismo y la otra, necesitaba desesperadamente un poco más de tiempo, para poder tomar más valor. No lo poseía, ya estaba llegando tarde, aunque eso se debía a que tuve que tomar el metro y no venirme en una limosina, como seguro lo habría hecho su familia.    El ascensor llegó y me metí dentro, admirando como una tonta lo bonito que era, mármol y madera oscura. ¿Se podía ser más presuntuoso? Nunca había pensado que un ascensor necesitara verse como un vestidor de algún hotel de cinco estrellas.    Estaba pensando en eso, cuando las puertas comenzaron a cerrarse mecánicamente, pero justo antes, vi una mano que interrumpía que se cerraran completamente. Se volvieron abrir y mi boca cayó abierta, impactada.    Mis pulmones se quedaron sin aire y sentí como un mareo. ¿Sabes cuándo en las telenovelas los protagonistas se conocen? Nunca pensé que me pasaría a mí, porque el hombre frente a mí me estaba dejando sin respiración.    Precioso, alto y delgado, al menos unos quince centímetros más que yo y eso que estaba en tacones. El traje hecho a la medida que llevaba le quedaba a la perfección, como si hubiese sido confeccionado encima de él. Su cabello estaba despeinado y revuelto, con algunos mechones castaños que caían sobre su frente, como si hubiese estado haciendo ejercicio. Y su rostro era lo mejor de todo, perfectos ojos verdes y grandes, con pestañas rizadas que casi parecían falsa, encima de una nariz puntiaguda, tal vez hecha por un cirujano. Los labios rosados y llenos, aunque no demasiado, pero lo suficiente para verse bien, con una pequeña cicatriz en el labio superior.    Pero lo que me dejó muda, no fue su belleza, al menos no solamente. Si no el aura que poseía me dejó eclipsada y paralizada al mismo tiempo. Me retuvo entre sus ojos y había tanto magnetismo, tanto poder y sensualidad. Nunca en mi vida sentí que alguien me atrajera de esa forma, y eso que había visto bastante chicos guapos en mi vida.    Las puertas se cerraron de nuevo, dándonos una privacidad peligrosa. Mi corazón comenzó a palpitar fuerte, mientras sentía un pequeño susto en mi pecho. ¿Qué me estaba pasando? Yo no era las que se embobaba por un hombre, eso se lo dejaba a mi mejor amiga.   —¿A qué piso vas? —preguntó, una voz baja, seductora y melodiosa. Me imaginé esa misma voz susurrándome al oído palabras sucias, mientras me la metía, mis piernas abiertas recibiéndolo, para encontrarme con sus estocadas. — ¿Estás ahí?    Parpadeé y un sonrojo involuntario inundó mis mejillas. Me había quedado mirándolo como una idiota mientras me imaginaba follándolo. Él pareció adivinar mis pensamientos, porque una sonrisa lenta y sensual apareció en sus labios, haciéndolo ver más sexy. Sus dientes eran blancos, aunque no demasiado, y perfectos.   —Lo siento —dije, mis manos estaban temblando y mi cuerpo se erizaba.   ¿Qué demonios pasaba conmigo?   —¿Por ser condenadamente sexy?    Mis ojos dejaron mis manos y fueron a los suyos, seguía mirándome con esa sonrisa, aunque ahora era un poco más depredadora. El aire estaba cargado de una energía s****l increíble, casi se podía oler o tocar y el que estuviéramos metidos en un espacio tan pequeño lo hacía peor. Las puertas seguían cerradas, pero aún no comenzábamos a subir. No quería hacerlo tampoco.   —No, por no responder —respondí, con una pequeña sonrisa nerviosa. — Voy al piso treinta.    Marcó el piso y se colocó a mi lado, su cercanía solo hizo que mi estomago diera un vuelvo, los nervios ahora no eran por conocer al hermano de mi novio si no por este increíble monumento de hombre. Su perfume, que sabía a ciencia cierta era caro, llegó a mis fosas nasales. Inhalé, disfrutando del aroma y tratando de aspirar todo.    Le eché una mirada cuando el ascensor comenzó a ascender, tratando de ser disimulada, pero es que no podía evitarlo. Había un magnetismo que me llamaba, que me invitaba a que lo mirara, mis ojos no podían apartarse. Era algo nuevo para mí, pero me encantaba de una manera extraordinaria.   —Si sigues mirándome así, voy a tener que detener el ascensor y follarte aquí mismo —soltó de repente.    Mis ojos se abrieron como platos, mi corazón saltó como un loco y sentí que mis piernas iban a debilitarse. No acaba de decir eso, ¡no lo había dicho! Sus ojos estaban sonriendo, pero seguía serio, como si me acabara de preguntar la hora. Debía tratarse de una broma, una de mal gusto, porque no era posible que alguien que acabara de conocer me tratar como si fuera una cualquiera.    Sin embargo, estaba excitada. Mi sexo palpitaba y podía sentir mis braguitas mojadas, necesitaba tocarme, necesitaba una liberación. Muy dentro de mí y aunque no lo admitiera, quería que me desnudara, que me arrinconara contra la pared del ascensor y me follara, con mis piernas envueltas alrededor de su cintura mientras penetraba mi v****a, haciéndome llegar.   —Está bromeando ¿verdad? —pregunté, mi voz era baja, necesitada. — Lo acabo de conocer.    Se encogió de hombros. Miré la pantalla que indicaba en qué piso estábamos, pero para ser tan lujoso, era lento como un demonio, apenas íbamos por el piso diez. En ese mismo instante me di cuenta de que no había marcado otro piso, iba al mismo que al mío, al restaurante. Eso significaba que íbamos a tener que vernos si nuestras mesas quedaban cerca y por nada del mundo necesitaba que Brady se me diera cuenta de mi atracción por otro hombre.   —Eso no es impedimento para el sexo, sobre todo si es uno bueno.    Bufé ante su engreimiento. A través de los años había aprendido que los hombres que fanfarroneaban acerca del sexo eran los peores en la cama. Una voz interna me dijo que eso hacia mi novio también, pero la apagué.   —Está loco.   —Tal vez, pero tú me deseas.    La forma en la que lo decía era tan… relajada. Como si no se tratara de sexo.   —Disculpe, pero en ningún momento le he dicho aquello, ¡si acabamos de vernos!   —No es necesario que lo diga, tus ojos lo demuestran.    Nuestros ojos se encontraron de nuevo, preciosos ojos verdes oscuro que me tenían atrapada. En realidad, sí quería follármelo, pero había desechado esa idea. Ya no era la misma chica de hace años, era una mujer diferente, una chica diferente. Por lo tanto, parpadeé y aparté mi mirada de aquel hombre intenso, depositándola en la pantalla.    Piso veinte, jodidamente perfecto.   —Cada vez hay más locos en esta ciudad —dije, más para mí misma. Intenté por la ignorancia, si fingía que no estaba interesada, entonces él se daría cuenta de que no quería y me dejaría en paz. Y así me lo metía yo misma en la cabeza.    Se río, lo que hizo que lo mirara de nuevo, esta vez con un poco de enojo.   —¿Llamas a un hombre interesado en una mujer hermosa loco?   —No, pero usted acaba de amenazarme con que me va a follar y ni lo conozco.   —Podemos conocernos, ¿qué tal esta noche? ¿una cena?    El sí estaba en la punta de mi lengua, Dios mío, cuanto quería decir que sí. Pero en ese momento, recordé que tenía novio, un lindo novio que nunca me había fallado. No podía hacer esto, no podía seguir cometiendo los errores del pasado.   —Tengo novio.    No sé por qué supuse que eso lo detendría, pero me desestimó con un gesto de la mano.   —Un obstáculo, aunque no un impedimento.    Me moví, intentando darle al botón del ascensor para que las puertas se abrieran y pudiera bajarme, antes de cometer una locura. Pero el hombre me tomó de la muñeca, su toque me quemó, trayendo cosquillas en mi vientre bajo que me juré no volver a sentir nunca más. ¿Pero quién era este tipo? ¿por qué me hacía sentir así, tal vulnerable?   —Creo que mi sinceridad te asustó. —Me soltó de inmediato, pero no me moví. — Lo siento, a veces suelo ser demasiado directo.    Bufé de nuevo, eso era el eufemismo del año.   —Eres un imbécil —solté. — Y ya yo llené mi cuota de idiotas estos años, así que nunca voy a follar contigo ¿bien?    Me dio otra sonrisa, una que me decía bien que no me creía nada de lo que le estaba diciendo.   —Además no te deseo.    Esta vez, su sonrisa fue más grande. Se acercó a mí, hasta que quedamos a centímetros, podía sentir aliento en mis labios. Lamí los míos en un acto de reflejo y sus ojos se oscurecieron, mirándome con absoluto deseo, la sonrisa perdiéndose de repente, ahora había una seriedad desgarradora. Su franqueza me sorprendía, no estaba fingiendo, no se reservaba el hecho de que quería llevarme a la cama y aunque en otros hombres me hubiese parecido narcisista, este solo me hacía hervir en deseo.   —Mentirosa —susurró, sus labios a un centímetro de distancia de los míos.    Todo lo que tenía que hacer era acercarme un poquito, un mínimo movimiento y nos besaríamos.    Las puertas se abrieron entonces, justo en el restaurante. El bullicio de la gente y al fresco aire que golpeó contra nosotros me hizo salir de mi estupor. Dios. ¿qué estaba a punto de hacer? Me separé y salí como alma que lleva el diablo de allí, sintiendo su mirada que me quemaba. Toqué mi muñeca, donde su toque antes había estado, me sentía como una chica de adolescencia caliente por su profesor.    Busqué con la mirada a mi familia su novio, el restaurante era precioso. Al aire libre para aprovechar del sol y la brisa fresca. Sombrillas enormes arriba de cada mesa, protegiendo a la gente del sol. Las mesas tenían una distancia considerable, pero había un aspecto moderno y sofisticado que me encantaba. Era el encanto de los lugares caros, había tanto lujo, que te hacía sentir como si fuera importante, con un poco de poder.    Encontré a Brady bebiendo un trago de vino, sentado, pareciendo aburrido. No pude evitar la sonrisa que iluminó mi rostro. Era toda una belleza, un chico lindo y rubio de perfectos ojos azules, sacado como en una película. Llevaba un traje beige que combinaba con mis tacones, encima de una camisa blanca un poco arrugada, pero así era él. Su cabello despeinado, como cuando se acababa de levantar y no quería ducharse.    Caminé hacia él hasta que me vio, una sonrisa apareció en sus labios, encantado. Había querido que viniera a este almuerzo, aunque no sabía bien por qué. Estaba más que claro que su madre no le agradaba mucho, pero sospechaba que me traía porque era una distracción, podía concentrarse en mí y fingir que su familia no existía.    Sin embargo, algo detrás de mí llamó su atención, su sonrisa borrándose de inmediato y una mueca de desagrado puesta en su lugar. Me giré un poco y vi al tipo del ascensor viniendo detrás de mí, tan relajado como siempre. Me guiñó un ojo, así que volví mi vista de nuevo a la mesa, antes de que alguien notara lo caliente que ese tipo me ponía. ¿Me estaba siguiendo acaso? Si era así, iba a tener que llamar a seguridad, había pasado de ser caliente a loco.    La madre de Brady se levantó y casi chilló en alegría. Fruncí el ceño, ella no estaba así de feliz por mí, desde que la conocí, nunca ocultó el hecho de que le caía mal. No me lo dijo nunca directamente, las mujeres de su clase eran así, hipócritas y mal intencionadas. Prefería tratarme con indiferencia a ser directa sobre mí.    Así que si no me estaba sonriendo a mí…    Mierda.   —¡Cariño que bueno verte! —exclamó con amor.    Brady me metió entre sus brazos cuando llegué a él. Por lo que en mi vista periférica pude ver al mismo tipo acercándose a la mesa también, todos se levantaron, como si se tratara de la mismísima realeza. La madre de Brady fue hacia él y lo abrazó, con un amor que nunca había visto dedicarle a mi novio.    Allí fue cuando lo entendí.    El tipo que casi me besaba en el ascensor era el hermano de mi novio.  

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Navidad con mi ex

read
8.9K
bc

Bajo acuerdo

read
9.7K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
168.5K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
86.7K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
51.8K
bc

Tras Mi Divorcio

read
511.2K
bc

Yo, no soy él

read
88.5K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook