—Arcadia déjame presentarte a mi nieto mayor, Emmett —dijo el abuelo de Brady.
Ya todos lo habían saludado, abrazándolo y besándolo, se notaba que lo extrañaban. A excepción de Brady, que le dio un casto asentimiento, ni un poco de emoción cruzó por su rostro, lo que me pareció extraño. Me había contado que no se llevaba muy bien con su hermano, pero no estaba segura de que fuera para tanto.
Miré al Emmett, sus ojos estaban quemando en los míos, tan intensos y descarados. No sabía qué decir, si confesar que ya nos habíamos conocido en el ascensor o hacerme la tonta. Por una parte, probablemente me sonrojaría al recordar lo que habíamos hablado.
Emmett decidió por mí, extendió su mano.
—Un placer, Arcadia.
Pronunció mi nombre con gusto, como si estuviera saboreando algo delicioso. Antes de poder acobardarme, le di la mano y el destello eléctrico llegó a mi brazo cuando nos tocamos, subiendo hacia mi pecho. Su mano era suave y cálida, perfecta en la mía. ¿Cómo era que podía pensar esas cosas con mi novio detrás de mí?
—El placer es mío.
Brady me presionó contra su cuerpo, como si pudiera sentir mis pensamientos. Solté la mano de Emmett, ignorando el hecho de que él no tenía intenciones de hacerlo y dirigí mi mirada hacia el más viejo de la familia.
El abuelo de Brady era el único de la familia que me agradaba sinceramente. Arnold era su nombre, un hombre anciano, su cabello estaba lleno de canas y era casi blanco en su totalidad, me encantaba que no intentara ocultar su edad. Vestía con un traje gris, porque sí, en la familia Miller todos siempre estaban elegantes y nada menos que perfectos. Era bajito y sonriente, como si llevar las riendas de una multinacional no fuera problema alguno. Él me hacía acordar al abuelo que nunca tuve, a la familia que siempre añoré.
La familia Miller se componía de cuatro integrantes, cinco con Emmet. Eran todos muy hermosos, comenzando con la madre de mi novio, Nancy, una mujer de cincuenta años que parecía tener el mundo comiendo de la palma de su mano. excéntrica, clasista, reservada y bastante elegante, era hermosa de una forma platónica, cuando envejeciera quería conservarme tan bien como ella.
Luego estaba Linsay, que era la hermana más pequeña de solo dieciséis años. Me hacía acordar a lo rebelde que fui en ese tiempo. No me caía mal, pero seguro que no seriamos amigas nunca, ella lo único que esperaba de la vida era casarse con un hombre rico y tener sus bebés, mientas que yo añoraba otras cosas. Por supuesto, así era como había sido criada, su madre la indujo a que pensara de esa forma desde pequeña.
Luego estaba Brady, el hermano que le seguía, un poco fiestero y demasiado despreocupado para su edad. Nos habíamos conocido en un bar, cuando yo estaba trabajando de camarera para poder mantenerme y ayudar a pagar mis estudios. Las cinco bebidas que estaba llevando a una mesa se cayeron cuando un borracho se tropezó conmigo, muy amablemente se ofreció a pagar la cuenta para que no tuviera que hacerlo yo. Desde ese momento, ambos quedamos flechados.
De Emmett no sabía nada, a excepción de que era extremadamente directo y sincero, ah, y que hacía que mis braguitas se empaparan con solo darme una mirada caliente.
El abuelo indicó que ya podíamos sentarnos, así que lo hicimos. Brady no soltó mi mano, y pude notar que, a través de la mesa, Emmett no despegaba sus ojos de los míos. Quise darle una mirada de advertencia, pero me negué a mirarlo, si no, terminaría embobada de nuevo. en cambio, le di una sonrisa a mi novio para tranquilizarlo. A veces se comportaba como un bebé, refugiándose en mí, prefería eso antes que lo hiciera con el alcohol.
Después de pedir, la familia comenzó a preguntarle cosas a Emmett. Había vuelto de Italia después de su Master en negocios internacionales, su carrera era parecida a la mía, aunque la suya requería un nivel más alto de inteligencia. También contó que había estado preparando algunas herramientas y propuestas que impulsarían la empresa a tope, convirtiéndola en lo mejor de América.
No pude evitar hipnotizarme mientras los escuchaba hablar sobre negocios, movía las manos con naturalidad, su ceño fruncido en concentración mientras pensaba cada palabra. Así, no parecía en el mismo hombre franco y directo del ascensor, este era un poco más hermético y mucho más serio, aunque la confianza y seguridad en sí mismo era la misma. Decía cosas interesantes, su abuelo sonreía aprobando cada idea, podía ver el orgullo brillando en sus ojos mientras miraba a su nieto.
—Si me hubiesen dicho que hablarían todo el almuerzo sobre mierdas tan aburridas me habría quedado —gruñó Brady.
Lo miré, apartando mi atención de Emmett. A diferencia de su hermano mayor, a mi novio no le interesaba ni un poco los estudios o la empresa en sí, pasaba su tiempo bebiendo con amigos, saliendo de fiesta o yéndose de viaje. Cursaba la universidad, pero llevaba años sin culminarla, probablemente porque se aburria y cambiaba de carrera en cada semestre o porque dejaba de ir directamente. Era un rasgo muy problemático de su personalidad que muchas veces intenté remediar, pero como me dijo mi terapeuta, yo no podía hacer de madre y criarlo. Él mismo debía ver por sus intereses.
Me dio una sonrisa y besó nuestras manos unidas. Podía ser un idiota despreocupado, pero me adoraba, de eso estaba segura.
—Lo bueno es que te tengo a ti para no aburrirme.
Le di una sonrisa sincera. Era tan lindo.
—Yo soy más aburrida que tu familia.
Se encogió de hombros. Ambos sabíamos que cuando me ponía hablar de mi carrera, nadie me detenía. Me apasionaba, me gustaba mucho y por eso había obtenido tantas becas que me ayudaron a culminarla.
—Pero tú eres sexy como el infierno y puedo mirar tus tetas y tu boca y pensar que te estoy follando —argumentó.
Linsay nos escuchó, porque Brady no era el más silencioso. Le di una sonrisa de disculpa, su hermano a veces se ponía ebrio y decía cosas demás. No era que me molestara su lenguaje, me gustaba cuando eran guarros conmigo, pero buen Dios, no a las doce del mediodía en uno de los mejores restaurantes del mundo con toda su familia presente. Por suerte, Linsay me dio una sonrisa, ya lo conocía bien y se olvidó del tema.
Volví mi atención a Emmett, que seguía charlando con su abuelo y su madre sobre los planes para la empresa. Dios, como quisiera poder sentarme a su lado y opinar sobre unas cuentas cosas, pero mi deber era estar al lado de mi novio, apoyándolo. Su familia lo estaba dejando de lado, tal vez por la llegada de su hermano mayor.
—Arcadia —llamó el abuelo. — Te va a gustar trabajar con mi nieto, tiene nuevas opciones muy modernas y actualizadas.
Asentí, dándole una sonrisa práctica, aunque mis nervios se revolotearon. ¿Trabajar con Emmett? Mejor dicho, para él, ya que era el nieto del dueño. Eso tenía escrito peligro en letras mayúsculas y rojas, era mi alerta roja, la que mi terapeuta me enseñó a detectar y alejarme con anticipación.
Por otra parte, la emoción de comenzar a trabajar para una de las empresas más exitosas del mercado me llenó en ese momento. Brady logró que su abuelo me hiciera un hueco como pasante para la directora de Marketing de la empresa, no podía estar más feliz. Empezaba el lunes, por lo que anoche había sido mi último día en el bar como camarera, ahora sería una mujer de negocios.
—Cuando tome mi lugar, estoy seguro de que hará que la empresa llegue a niveles nunca alcanzados —siguió diciendo, sin notar mi pelea interna.
—¿Hacerse cargo de la empresa? ¿piensas dejársela a él? -Brady preguntó, parecía interesado ahora. Le estaba frunciendo el ceño a su abuelo, a su hermano ni siquiera lo miraba.
—Bueno, es el más capacitado —respondió su abuelo, riendo en consternación.
Inclusive yo me pregunté qué demonios estaba esperando, Brady no estaba hecho para hacerse cargo de una multinacional como Miller’s, una empresa departamental con almacenes enormes por todo el país y en países vecinos. Era una responsabilidad enorme, también se requería de mucha inteligencia y después de todo Emmett era el que había estado haciendo su Máster.
Me golpeé mentalmente, ¿por qué estaba defendiendo a un desconocido y no a mi novio?
—¿Y yo qué? ¿Ni quiera estás pensando en mí? ¡Puedo hacerme cargo de la empresa también!
Nancy carraspeó incomoda, su señal de que iba a intervenir.
—Cariño, nunca te has interesado por la empresa, ni siquiera has terminado tu carrera aun y todo lo que haces es ir a fiestas y salir con… chicas —terminó diciendo, mirándome a mí. Presioné mis labios, antes de decir algo inapropiado y ella siguió hablando como si nada. — Tal vez en unos años puedas manejarla junto a tu hermano, por ahora, Emmett es el más indicado.
Tuve que aplaudir lo bien que salieron sus palabras, serenas, tranquilas y conscientes. Pero Brady no estaba feliz, al menos no aún.
—¡Váyanse a la mierda! —gritó, levantándose.
Teníamos nuestras manos unidas aun, por lo que tuve que levantarme con él o me lastimaría el brazo. Mi silla hizo un feo sonido cuando se arrastró por el suelo, llamando la atención de otros clientes que estaban cerca. Una punzada de dolor me recorrió el brazo, pero la ignoré, mientras veía a mi novio hacer un show, uno de los tantos que siempre hacía.
—Yo también tengo la inteligencia y sabiduría para manejar una empresa, pero ustedes nunca ven el potencial en mí.
Miré a todos lados, la vergüenza quemaba dentro, los clientes ya tenían sus ojos en nosotros, alertados por los gritos de Brady.
—El único potencial que tienes es en beberte un litro de Whisky por noche y armar escándalos —dijo Emmett, metiéndose por primera vez en la conversación.
Brady gritó de nuevo, cada vez más enardecido.
—¡Y tú eres un jodido lame botas del abuelo!
—Es mejor que ser un fracasado alcohólico.
Emmett ya no estaba juguetón ni coqueto, tenía el codo apoyado sobre el respaldo de la silla y dos dedos apoyados sobre el mentón, mientras miraba a su hermano con una evidente desaprobación. Había una historia allí, podía verlo. También me pareció asombroso que mientras Brady estaba enojado y gritando, Emmett era estoico y varonil, tan tranquilo. Y solo Dios sabía cuánto me gustaba los hombres así.
Los ojos de Brady brillaron en ira, se impulsó a través de la mesa, pero no me soltó así que me tropecé y caí sobre mi propio culo. Arnold se movió para ayudarme, pero le ganó Emmett. Dejó su postura relajada y saltó, levantándose de la silla y viniendo a por mí. Brady estaba demasiado ocupado soltando groserías e improperios a su propio hermano, sin preocuparse que estaba allí.
Una cálida mano se ofreció y no dudé en aceptarla. Tomé su mano, ignorando las cosquillas de nuevo y me apoyé en él para levantarme. Ya en posición vertical, nos quedamos de pie, uno frente al otro, sin soltarnos, mirándonos a los ojos. Había algo pululando entre nosotros, como una línea invisible que nos conectaba y nos hacía conscientes del otro. En sus ojos no pude ver nada más que deseo y emoción, y no iba a negar que mis braguitas se empaparon de nuevo.
—Quita tus manos de mi novia —gruñó Brady, a mi lado.
Lo solté, porque dudaba de que Emmett lo hiciera, y me eché para atrás para poner distancia, cortando el contacto visual para mirar a mi novio. Aunque podía sentir como sus ojos no me dejaban, no estaba tratando de esconder su interés en mí y aquello me volvía loca, me excitaba.
—Lo siento —dije, a todos en general, aunque no sabía por qué estaba disculpándome en nombre de mi novio, después de todo ellos eran su familia.
—No te disculpes, pueden irse a la mierda todos.
Brady me tomó de la mano de nuevo, esta vez con más fuerza, como si temiera que me fuera a escapar y me jaló con él, llevándome hacia adentro, en camino a los ascensores. Su paso era rápido y decidido, no me dejó despedirme ni siquiera de Arnold. Giré mi cara para despedirme, pero noté que Emmett seguía mirándome, había furia en sus ojos, y antes de que pudiera ver la añoranza en mis ojos, miré de nuevo hacia al frente, no quería más enfrentamiento y no dudaba que él lo haría si veía que lo necesitaba.
Cuando nos detuvimos frente a los ascensores, lejos de la vista de su familia, me solté. Estaba enfadada y avergonzada, quería llorar. Brady era impulsivo, eso lo sabía bien y tomando en cuenta que estaba un poco ebrio, tampoco me parecía raro. Pero me molestaba que lo hubiese hecho delante de su familia, y a quien engaño, me jodia aún más que me hiciera pasar esa vergüenza delante de su sexy hermano. ¿Por qué me importaba tanto? No lo sabía y no quería averiguar la respuesta.
Brady notó mi resentimiento, porque vino hacia mí, sus manos ahuecando mis mejillas. Aparté mi rostro, pero no me alejé, nunca lo hacía.
—Lo siento mucho bebé, no pensé que te fueras a caer así.
En sus ojos había arrepentimiento sincero, estaba segura de que su intención nunca era hacerme daño, pero a veces lo lograba. Sin embargo, no podía durar mucho tiempo enojada con él, lo amaba, peleó contra su madre por mí, me hizo un hueco en su vida, a una mujer que no tenía nada en la vida.
—Tienes que controlarte —pedí, un poco más calmada. — Un día de estos, vas a darme un buen golpe.
—Es día me iré al infierno, prometo que me comportaré. Es solo que odio a Emmett, es un engreído de mierda que se cree mejor que los demás solo porque es un sabelotodo, me descontrolé por un momento, pero no volverá a pasar.
Puse los ojos en blanco, las puertas del ascensor se abrieron en ese momento, por lo que entré sin responder, un poco aburrida de las mismas promesas de siempre. Mis mejillas se sonrojaron al recordar que hace menos de una hora había estado aquí, a punto de besarme a su hermano mayor.
Tomé la mano de Brady, acordando así nuestra reconciliación. No podía juzgarlo cuando yo había estado a punto de hacer algo peor.