***Liam*** Despertar es como emerger de un pantano de lodo espeso. Mi cuerpo pesa el triple, mis extremidades son bloques de concreto. Un pitido incesante retumba en mis oídos, y el brillo de las luces blancas me hiere la vista. El olor a desinfectante me dice dónde estoy antes de que pueda procesarlo. Hospital. La intravenosa clavada en mi brazo confirma mis sospechas. Intento moverme, pero la sensación de náusea me golpea como un camión. Un médico entra con su libreta en mano. No me interesa lo que dice, pero su tono es serio. Sobredosis. Mi corazón se salta un latido. Me explican que tuve suerte. Otra dosis más y no estaría aquí. Solo asiento con la cabeza, con la garganta seca, esperando que termine de hablar para que me deje en paz. Cuando al fin se va, me entregan mi celular. Lo

