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En esta vida, no te volveré a amar

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Blurb

A veces, los errores no pueden corregirse con solo una disculpa. Eso es algo que Raúl sabe muy bien.

Por culpa de sus malas decisiones, su pareja, con quien convivió por ocho años, es encontrada muerta en un motel a las afueras de la ciudad. El mundo del hombre se desmorona. No solo ha perdido a la persona que ama; sino, también, se culpa por su muerte. No estuvo ahí para protegerlo, ni impidió que se involucrara con la persona que lo asesinó. Sin embargo, cuando un accidente de tránsito le quita la vida y regresa a sus días de universitario, piensa que es su oportunidad para enmendar las cosa. Pero en esta realidad, no hay un Adrián del cual disculparse y con el cual comenzar una relación sana sin las cargas del pasado; solo un chico llamado Manuel, con su mismo rostro, pero una personalidad opuesta a la de su amante fallecido.

Los acercamientos entre ellos ocurren; los distanciamientos también; los carácteres opuestos choca entre sí, pero la atracción crece cada día. No obstante, Raúl está decidido a no enamorarse de esta copia de su Adrián.

Pero que ocurrirá cuando las pesadillas que atormentan a Manuel desde muy joven se vuelvan más frecuentes; cuando los recuerdos que está seguro no le pertenecen, comiencen a mostrarle cosas que podrían ocurrirle en el futuro. Y cuando la cadena de sucesos que derivó en la muerte de Adrián vuelva a repetirse, ¿podrá Raúl ser tan indiferente? ¿O será esta una nueva oportunidad que le da el destino para impedir que otra persona inocente pierda la vida?

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Prologo
La cantidad de copas que había bebido Adrián, superaban a lo que estaba acostumbrado. Pero qué importaba; solo un elevado estado etílico ayudaría a mitigar el dolor que estaba sintiendo. Ahogó un sollozo y se empinó el vaso de nuevo. A su alrededor, las risas se escuchaban apagadas por causa del volumen de la música; pero ahí estaban, recordándole la felicidad que había perdido. No por primera vez, se preguntó de que habían servido tantos años de amor incondicional y dedicación. Bastó con que aquel fantasma del pasado volviera para que las cosas cambiaran y fuera arrojado a un lado como un trapo sucio, como un artículo gastado. Reprimió otro sollozo, no estaba ahí para autocompadecerse; sino, para divertirse y perderse en el olvido. Ya había sentido lástima de sí mismo lo suficiente en la habitación de hotel en la que se estaba quedando mientras encontraba un departamento, luego de que la basura que tenía por pareja lo echara de la casa que compartieron por siete años. «Quién sabe, quizá aquí encuentre alguien que sí me ame de verdad», se dijo, segundos antes de que un hombre de mediana edad se sentara a su lado y le invitara una copa.  No la rechazó. El sujeto se veía decente. Vestía una chaqueta de diseñador; una camisa Hugo Boss con los últimos dos botones abiertos, lo que dejaba entrever los rizos plateados de su pecho y un pantalón de lino de color marengo. Las canas en la entrada de sus sienes acrecentaban su atractivo maduro que, en Adrián, provocaron un escalofrío parecido a la excitación.  —¿Has venido solo esta noche? —El hombre de inmediato inició una charla—. Hoy te ves más guapo que nunca.  Adrián repasó en su mente las veces que había venido a esta discoteca (siempre acompañado de su primo Sebastián, debido a que todo el tiempo se pasaba de copas y tenía que ser llevado a casa en calidad de bulto) intentando discernir si era bueno o malo que el desconocido lo hubiera notado desde hace tiempo; que lo hubiera visto en las condiciones deplorables en las que se marchaba, y que, aun así, su interés no hubiera disminuido. Hoy estaba solo; Sebastián había salido en una cita con su pareja. También le había dicho que estaba harto de su comportamiento autodestructivo; por lo que, había asegurado no lo acompañaría a este antro de mala muerte nunca más.  Asintió con la cabeza, al tiempo que se llevaba el trago que el hombre le había regalado a los labios. A lo que este le dedicó una sonrisa sugestiva.  —Me llamo Mario —se presentó y extendió la mano para que Adrián la cogiera.  La frialdad de esta lo hizo estremecer; el brillo oscuro y cargado de lujuria en los ojos del hombre también. No obstante, pasó aquello por alto. No había para que ser mojigatos, Adrián sabía lo que el sujeto quería y él no tenía problemas en dárselo. Mario era atractivo; quizá un tanto más fornido de lo que era su gusto y también algo mayor, pero que sabía él en realidad de gustos. Su experiencia con hombres se reducía solo Raúl. Su altura, su atlética figura, sus músculos tonificados producto del trabajo en bruto que hacía en su taller de carpintería, sus manos ásperas, sus labios delgados, el color de su cabello y ojos, sus únicos referentes y puntos de comparación.  Pero aquello era pasado. Ahora, debía buscarse un nuevo amante; nuevos atributos de los cuales maravillarse y a los cuales admirar. Se empinó el vaso y bebió el resto de su bebida. No estaba ahí para recordar el pasado ni para añorar lo que ya no le pertenecía. El hombre a su lado todavía sostenía su mano, lo que le hizo percatarse de que ni siquiera se había presentado.   —Me llamo Adrián… Adrián Cárdenas, para lo que gustes.  Mario sonrió de forma depredadora y el brillo lujurioso en sus ojos se intensificó. Acarició con su dedo pulgar el dorso de la mano de Adrián y el cuerpo de este se estremeció de nuevo. No estaba seguro si aquella reacción era desagrado, producto del frio que se había instalado de forma permanente en su cuerpo, o por causa de los nervios. Cualquiera fuera el motivo, también le restó importancia. No la retiró y se dejó seducir por los halagos y palabras melosas que el hombre le dedicó los pocos minutos que continuaron charlando; y, aun cuando el sexo ocasional no era lo suyo, se levantó de su asiento cuando Mario lo hizo y caminó con él hacia la salida.  Sus pasos se sintieron torpes, su vista un mucho más nublada que otras veces; sin embargo, Adrián no puso cuidado en ninguna de aquellas sensaciones. Su mente estaba embotada, y eso era lo que importaba. Necesitaba comenzar de nuevo, perderse en el calor de otro cuerpo que no le fuera tan familiar, que no estuviera grabado en su piel; deshacer lo que había empezado mal y terminado peor. Avanzar; o, simplemente, perecer. -------------------------- Hola, gente preciosa.  Declaro que todos los nombres de personas, cuidadas o lugares de reunión que aparezcan en esta novela son solo una referencia. Esta es una obra de ficción, nada de lo que en ella se narra ocurrió de verdad.  Si te has topado con mi novela, espero tengas un grato momento de lectura. Agrégame en tus colecciones, así estarás al tanto de todas mis actualizaciones. 

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