2. Un Baile, una cogida, una muerte.

2142 Words
A solo una hora para que comiencen a llegar las niñas, ya la casa parece salida de algún cuento de Disney. Las chicas de verdad se lucieron. Hay luces por cada rincón, estrellas metalizadas cuelgan de los altos techos. Los amplios salones están decorados con hermosos tapices azules. La mesa de los entremeses y bebidas está puesta en su lugar, el dj, ya arma su estación. Mi rostro no puede dejar de sonreír. Subo a la habitación para terminar de arreglarme. Mi vestido está inspirado en el traje de pocahontas. Un regalo de Matt, por supuesto. Mi familia no tiene los fondos para costear algo así. Se preguntarán entonces como pago mis estudios. Fácil, estoy becada. Comienzo a subir la tela por mi cuerpo, es del mismo color que el de la princesa animada, con apariencia húmeda, bastante ceñido a mi cuerpo dejando ver cada curva que mi sangre latina me regaló. Es largo hasta los pies, con un ligero escote en la espalda. Lo usaré con una gargantilla azul, en honor a la princesa también. Mi cabello irá suelto, al diablo con el salón de belleza. Después de dos horas de plancha y cepillo luce fenomenal. Comienzo a transmitir en vivo mi rutina de maquillaje, Cada día se conectan más y más, lo que hace que mi número en redes aumenten. Soy una influencer, Influyo en las demás, en qué se visten que compran, que usan, pero sobre todo, en qué piensan. Desde muy pequeña tuve, el don, por decirlo de alguna forma, de lograr que los demás hicieran exactamente lo que yo quería. Cuando jugaba con mis primas, todas terminaban siendo mis perras, siendo yo la de menor edad. En la escuela no dejé de pisotear. Vi como mi madre se dejó humillar toda su vida, y siempre tuve claro, que eso no era lo que yo quería para mi futuro, así que decidí ser del otro bando, los que se posan encima tuyo. Termino de darme los retoques con el maquillaje y salgo del envivo. Los toques a mi puerta me devuelven a la realidad. —Está abierto —digo dándome vuelta en dirección a la puerta. Matt entra vestido con un hermoso smoking n***o que se ajusta a cada musculo de su sexy cuerpo. —Wow, estás…. me has dejado sin palabras —me dice mientras se aproxima para darme un beso. Los besos con Matt son como una chispa en pasto seco, puede desencadenar todo un incendio y yo acabo de tardar horas en arreglarme así que lo freno, colocando mis manos alrededor de su cuello. —Oh vamos, un rapidito antes de todo esto, servirá para calmar los nervios. —me dice rozando sus labios contra mi cuello. —Sabes que no sufro de nervios —le contesto. —Bueno, entonces para la buena suerte. —insiste. —Acabo de poner horas arreglandome Baby. —Está bien… —me dice algo resignado, sin embargo yo agarro su mano antes de que se separe de mí. —Pero sabes, este vestido es tan justo, que no llevo ropa interior puesta. —Le digo mirando sus hermosos ojos verdes, y su rostro se ilumina cuál árbol de navidad. Recuesta mi cuerpo contra la pared de fondo, levanto mi pierna derecha, colocando el pie sobre el pequeño puff morado.Matt se agacha enfrente mío, levantando con delicadeza la tela de mi vestido. Sus labios comienzan rozando mis muslos, mientras que sus manos aprietan mi tonificado culo latino. Presiono un poco su cabeza y él entiende el mensaje, su lengua se desplaza con rapidez a mi botón rosa con movimientos circulares que hace que un hormigueo comience a subir por mi espalda. Muevo un poco mi pelvis, presionando más contra él, demandando más. Matt introduce dos dedos en mi v****a, curvandolos un poco hacia arriba, arrastrando, justo en mi punto. Mis labios se abren y de ellos escapa un gemido, estoy por terminar y Matt lo sabe, así que sus dedos se mueven más deprisa, y yo me rindo al placer. Acomodo nuevamente mi vestido, y él limpia su rostro con una de mis toallitas desmaquillantes. Avanzo hacia su cuerpo y deposito un beso es sus labios, mi aroma está por todo su rostro. —Este es solo el entremés, de lo que tendrás cuando el baile acabe le susurro al oído. —No puedo esperar —me contesta. —Creeme, la recompensa valdrá la pena. —lo vuelvo a besar y me separo de él. Observo mi reflejo en el tocador, levanto mi móvil y veo la hora. Ya queda muy poco tiempo para que todo empiece, es hora de bajar y ultimar detalles. —Showtime bby. —Le digo a Matt y salimos de la habitación. A medida que voy bajando las escaleras, me siento como el personaje principal de alguna película. La música está sonando de fondo y todas mis pequeñas abejas se mueven terminando algunas funciones, todas en sincronía, mi sincronía. Miro una vez más la hora., el transporte dle hospital debe estar por llegar en cualquier momento con nuestras invitadas, así que repaso una vez más cada elemento. La comida, que fue seleccionada minuciosamente teniendo en cuenta la dieta de las invitadas, se encuentra lista, bebidas, sin alcohol, obviamente, listas. Música, lista. Cabina de fotos para el recuerdo, listo. —Sasha —La voz de Daria me saca de mis pensamientos. —Dime. —La prensa ha comenzado a llegar. —me dice con una sonrisa de niña emocionada en el rostro. Daria optó por un vestido azul algo abierto, no muy favorecedor para su figura, en homenaje a Cenicienta. Hay muchas cenicientas esta noche. —Perfecto —le contesto. —Abran las puertas, pero saldremos cuando el bus llegue. —Entendido. Los chicos ya están aquí. Oh sí, otro pequeño favor de Matt. ¿Qué sería de un Promm si parejos? Matt trajo a toda su fraternidad a servir de pareja para mis invitadas. Esas niñas pasaran la mejor noche de su vida, en los brazos de los hombres más deseados del campus. Por la puerta comenzaron a entrar los chicos, una variedad de hombres hermosos, de todas las razas, estaturas y complexiones. Muchos eran parejas de algunas de mis chicas, las afortunadas. —¡Está llegando! —Grita Mary Ann desde la puerta. —¡Ha llegado el bus! —¡Calmate! —le gritó Karla, una de mis manos derecha a la novata. Respiro profundo y vasta una mirada mía para que todas sepan exactamente qué es lo que deben hacer. Camino a la puerta, ya abierta de par en par, un gran bus color blanco se estaciona, seguido por dos vehiculos negros, con vidrios polarizados. El hecho me pareció curioso pero no le dedico mayor importancia. Los reporteros, comienzan a encender sus cámaras y narrar los hechos. Las puertas del bus se abren, primero bajan algunos de los enfermeros y enfermeras que estarán pendiente de las invitadas, luego empiezan a descender las chicas. Todas llevan vestidos tipo princesas. Noto que hay algunas que apenas si llegan a los trece años de edad. Un nudo se hace en mis estómago, muchas no verán el sol salir en navidad. Pero así es la vida, la más perra de todas. Me esfuerzo a sonreír y avanzar. Escucho las voces de los periodista a fondo, música para mís oidos. Extiendo mi mano hacia la enfermera que avanza hacia mí, la mujer la estrecha con lágrimas en los ojos. —Muchas gracias por organizar esto —Me dice —Significa mucho para ellas. —Oh, lo sé. Nos encanta ayudar. Es nuestro propósito en la vida. De reojo observo que varios sujetos vestidos de traje han bajado de los vehiculos negros. Algunos llevan un auricular en la oreja. Matones de película de bajo presupuesto, es el pensamiento que cruza por mi cabeza. —¿Quienes son esos sujetos? —Le pregunto a la mujer mientras avanzamos juntas en dirección a la casa. —Oh, son guardas de una de las chicas. Su familia es importante, así que siempre está vigilada. Iba a preguntar cual, pero los reporteros nos cayeron justo en ese momento —¡Señorita Rosales! ¿Hará de este evento algo anual? —gritó uno sobre la multitud. Me detuve unos momentos y puse mi sonrisa más dulce en juego. —Esta noche no es mía, mis invitadas son las grandes estrellas. Esperemos que sea una noche inolvidable, y si todo sale bien, no veo porqué no puede repetirse. Sonreí y seguí avanzando. Solo les daría un poco por ahora, no debo verme ansiosa de atención. Por petición mía, Matt hizo que sus pequeños abejorros de la fraternidad, recibieran a las chicas en la puerta y las llevaran por el brazo, cuales princesas por los alrededores. Les enseñarían los jardines, les llevarían sus bebidas sosas, hasta la comida. Se tomarían fotos con ellas en la cabina y bailarían las veces que ellas quisieran. Eso los hacía quedar tan bien a ellos, como a mí. Un perfecto gana y gana. —Todo avanza muy bien. —La voz de Matt me toma por sorpresa. —Por supuesto que sí, yo lo planee. —Quienes son esos sujetos, ¿los hombres de negros? —Guardas al parecer. Una de las niñas es hoja de alguien importante. —Vaya, eso debe complacerte. —Al parecer Matt me conoce mejor de lo que creí. —Si, pero no sé cual. —Lo descubrirás —me da un tierno beso en la mejilla. —. ¿Me concedes esta pieza? El dj comenzaba a poner una pieza lenta. Miré alrededor y muchas de las chicas ya bailaban en brazos de los compañeros de Matt. Sonreí para mí, todo un triunfo. Los fotógrafos hacían de las suyas. Cada foto les garantiza un titular. Pero lo que en realidad me desconcertaba era la cantidad de guardas. ¿Quién era esa niña? ¿la hija bastarda del presidente? Bailé tres canciones en brazos de Matt, luego me llamaron para dos entrevistas, donde me sentí en las nubes. Fui breve y concisa, siempre recalcando que las estrellas eran las invitadas. Regresé y di la orden para servir los aperitivos, empezaron a rondar y ser devorados. La cabina de fotos había sido un éxito, las chicas hacían fila de los brazos de algunos de los, ya aburridos, amigos de Matt. Habían transcurrido dos horas. Dos horas de absoluta perfección cuando la enfermera Nancy se acercó a mi. —Tenemos un problema —me dice. —¿Qué sucede? ¿Alguien se siente mal? —pregunto llevando una de mis manos sobre mi pecho. —No,no. Hay una chica que no aparece. —¿Cómo que no aparece? —mi cerebro parece no asimilar lo que la mujer dice. —No está en el salón, ni en los jardines. —recalca la mujer. —Necesitamos encontrarla —interviene uno de los hombres de n***o, Mide al menos metro noventa, y sus hombros son tan anchos que apena ssi pasa por la puerta. De repente mi cerebro hizo clic. No es cualquier chica la que está desaparecida, es la importante. —¿Dónde la vieron por última vez? ¿No están aquí para vigilarla? ¡Ustedes son seis! —No es la primera vez que ella hace algo así. —me dice la enfermera. —Danna, siempre se ha metido en problemas. ¡Por qué nadie le dijo nada antes! ¡No iba a permitir que una mocosa enferma arruinara su noche! Lleve la smanos a mi frente y decidí hacer lo que mejor se me daba: pensar. Soy una niña enferma, pocas posibilidades de vida, rodeada de hombres guapos. Fácil. —Creo que se donde puede estar. —anuncio. Salgo al jardín seguida de Nancy y tres de los guardas de seguridad de la mocosa. En la parte de atrás de la casa, en uno de los jardines, hay un pequeño cobertizo donde se guardan las cosas de jardinería y sobre todo, donde algunas parejas van a coger en las fiestas. A medida que nos acercabamos, se iba confirmando mi teoría, las puertas estaban abiertas y en la entrada había una zapatilla azul, abandonada al estilo cenicienta. —Es de ella —anunció uno de los guardas. Avanzamos hasta la puerta, pero antes de entrar Jason, uno de los chicos de fraternidad, mano derecha de Matt salió por las puertas. Su piel morena estaba tan pálida como la luna. Se veía desconcertado, en las manos llevaba una tiara. Un mal sabor se apoderó de mi garganta. Los hombres avanzaron con rapidez seguidos de la enfermera, pasando casi por encima de Jason. —¿Qué ha pasado? —le pregunto tratando de hacerlo reaccionar. —Ella solo quería coger —me responde. Iba a decir algo pero los gritos de Nancy me interrumpieron. —¡Está muerta!
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