Seduciendo a Lucifer

Cuando ves una película Americana, de esas comedias juveniles y aparece la chica popular y piensas, “es irreal, nadie puede ser así de perfecto. Nadie puede tener el cabello tan bien cuidado, y el cutis tan perfecto, pero sobretodo, nadie puede ser tan querida y odiada por todos al mismo tiempo” Te equivocas, si es posible. ¿Qué cómo lo sé? Fácil, yo era esa chica.  La más popular. Líder de mi fraternidad.  La más deseada de todo el campus.  Mi nombre es Sasha Rosales, y esta es mi historia, o bueno al menos mi versión de ella.  ¿Dónde estoy?  En el hospital, luchando por mi vida, llena de tubos y fluidos que entran y salen de mi cuerpo.  ¿Cómo llegué aquí? Oh, ese es el inicio de esta historia. ¿Cómo saldré? Fácil, como he conseguido todo en esta vida.  Conquistaré mi camino de vuelta, así me toque seducir al mismísimo demonio.  Tres días antes del accidente.  Desde pequeña siempre quise ser alguien en la vida, ser alguien importante, dejar huella, que la gente recuerde tu nombre. Y bueno, una latina en tierras americanas, no siempre la tiene fácil, es por esa razón que siempre me propuse a trabajar duro por lo que tenía, sin importar que tuviera que hacer, o a quién quitar del camino.  Si, se que la palabra perra debe estar pasandote por la cabeza. Lo soy, puedo llegar a ser la perra más desalmada que haya pisado alguna vez la tierra, pero solo porque lo fueron conmigo alguna vez.  y ¿Qué es trabajar duro hoy en día? Bueno, tengo miles de seguidores en **, toda una comunidad de chicas frágiles y débiles que quieren ser como yo, saber que hago, qué cómo , con quién lo hago y con quién no. Mi día comienza con mi rutina de limpieza facial, obvio transmitida en vivo por un live, donde puedo interactuar con las demás.  Vivo en el complejo de la universidad, donde tengo la suite principal en la casa de la fraternidad Kappa Kappa Lux. Soy la única con derecho a habitación principal y baño privado, me gané a pulso el lugar de abeja reina.  Una vez termino de transmitir, me baño, y visto. El día de hoy me espera una obra de beneficencia, la fraternidad realizará actividades para niñas con cáncer. Será un baile tipo Prom, ya que muchas de ellas, bueno, no llegarán a graduarse, si sabes a lo que me refiero. El evento atraerá muchos medios locales y mi cara se verá en todas las noticias a nivel nacional. Nada mal.  El baile tendrá lugar en la casa Kappa Kappa Lux. Por lo que todo debe quedar listo antes de la hora. Las enfermas, digo, niñas, comenzarán a llegar a eso de las seis de la tarde. Tendrá una temática de princesas, así que todo debe tener mucho brillo, y chispa. Nada, absolutamente nada, puede salir mal.  Una vez bajo, veo que todas ya están reunidas en el salón, donde diariamente ponemos el día en orden antes de pasar al desayuno. Todo inicia con un pequeño listado de cosas que hacer, felicitaciones por los logros alcanzados y otras estupideces. Camino hasta el centro, todas me miran. Tomo mi lugar sobre el peldaño del escalón que divide el lugar con el comedor. A mi lado Daira, mi mano derecha, me tiende el libro Kappa. La biblia dentro de la fraternidad, en sus páginas se han escrito las grandes hazañas de todas las abejas reinas que han pasado por estos aposentos y la mía está apenas comenzando. —Buenos días Sasha. —Me saluda Daria mientras me tiende el libro.  —Buenos días —digo en dirección a todas. A lo que todas responden en unísono. Dentro de las puertas de esa casa, yo soy su dios, su santa, su reina, su ama.  —El día de hoy es de suma importancia. ¿Alguien me quiere decir por qué? —les hablo con el libro en las manos.  Mary Ann, una de las novatas, una chica rubia algo regordete levanta la mano llena de emoción. Finjo mi mejor sonrisa y le doy la palabra. —Hoy será el baile de recaudación de fondos para las chicas con cáncer.  —Si…¿Y? —agrego. —Seremos la atención de todo el complejo —complementa Kelly, una morena de segundo año.  —Así es. La luz estará sobre nosotyros tan intensamente que logrará ver los puntos negros en el trasero de Angie. No te ofendas Angie —agrego en dirección a la pelirroja del fondo. —debemos estar perfectas, ser perfectas. Cualquier error que cometan recaerá en mi. Cualquier cosa fuera de lugar, será mí culpa. Cualquier retraso o pequeña acción que empañe la noche, marcará mi funeral. Y créanme que si eso llega a pasar, se de más de mil formas de hacer su vida un infierno. Así que, ¿Qué seremos? —¡Perfectas! —responden todas. —¿Cuando lo seremos? —siempre.  —¿Quienes somos?  —¡Kappa Kappa Dux!  —Muy bien, podemos pasar a desayunar.  Las chicas se levantan y pasan a la cocina. Yo me quedo atrás con Daria revisando algunos pendientes. Ser la líder parece no tiene descanso, no si todo debe ser más allá de perfecto. Algún día mi rostro se verá a nivel mundial. Todos sabrán mi nombre. Y para esop debo partirme el lomo. —¿Mi vestido? —le pregunto a Daria. Quien me sigue con su contonear. Es algo bajita, o más bien al lado de mi metro setenta y cinco se ve baja, de caderas anchas y cabello liso. Una chica común.  —Está en camino, debe llegar en media hora máximo.  —¿Zapatos?  —Voy por ellos una vez salga de aquí.  —¿Cita en el salón? —Te esperan a las 3:00 Pm. —¡A las 3:00! ¿Por qué demonios tan tarde? —Yo… Lo siento… —Daria tartamudea cuando se pone nerviosa,  —Olvidalo, lo arreglaré yo misma.  —¿Matt? —Matt el bombón de Phi Delta Theta, líder de fraternidad con quién llevo acostándome los últimos dos meses. No solo está más bueno que los dioses, si no que su familia es dueña de muchas empresas importantes en el país, incluyendo varias televisoras. Por lo que fue fácil conseguir cubrimiento para mi obra de caridad, garantizando así un espacio en horario estelar, donde brillaré como nunca. —Te espera para desayunar en el lugar habitual. —contesta con una tímida sonrisa.   Matt y yo tenemos un pequeño ritual en las mañanas, desayunamos juntos en un pequeño café francés que hay en el campo, donde venden los mejores croissants, luego caminamos un poco, ya saben, para ser vistos y admirados. Somos por mucho, la mejor pareja, su metro noventa de músculos bronceados por el sol, va muy bien de la mano de mi piel canela. Su cabello rubio tostado, contrasta a la perfección con mi melena azabache. Su mente… bueno, ahí es donde nos diferenciamos. Matt es, bueno, un portista. La inteligencia no es su mejor atributo.  Le hace falta visión y es demasiado agradable con los demás, a diferencia de mí. Pero, para mi fortuna, eso lo vuelve bastante manejable.  Y no podemos obviar el sexo.  No es de los mejores que he tenido, pero vaya que se le acerca.  Así que sí, estoy en la cima del mundo. Soy la abeja Reina, y él es mi Rey.