Damien aclararia las cosas con Melissa de una vez, él estaba celoso, no soportaba la idea de que otros hombres se le acercaran, ella era suya y se lo dejaría claro. Nunca se había sentido así con una mujer, ella era completamente diferente a todas las chicas con las que ha estado. Era perfecta. Un poco rebelde y desafiante pero incluso eso le gustaba de ella.
Cuando Melissa regresó a la habitación, vestía una diminuta pijama de seda, para Damien era toda una visión.
—Ven aquí — él le dió unos golpecitos a la cama para que ella se acercara.
Melissa se recostó junto a él con cuidado. —¿Sobre qué quieres que hablemos?
—¿No tenias una pijama mas decente?
—¿Me hiciste venir aquí solo para juzgar mi pijama? Además, es parte de lo que tú hiciste traer para mí.
—No quiero juzgarla, lo que quiero es quitartela— él acercó su rostro al de ella.
—Damien, no parece que estés mal de salud. Comportate.
—Quiero preguntarte algo ¿Qué sientes por mí?
Él la tomó desprevenida y ella no sabía qué responder.
—No entiendo... — respondió ella.
—Sí entiendes, la pregunta es clara.
—No lo sé. Estoy un poco confundida al respecto. Tu y yo somos completamente opuestos.
—De hecho no es así, somos muy parecidos. Y para serte sincero, me encantas. Quiero tenerte a mi lado.
Melissa no sabía cómo sentirse, una parte de ella quería besarlo y decir que ella también quería estar junto a él, pero su yo consciente le decia que eso no estaba bien pues él no encajaba en su vida, tendría que renunciar a todo para permanecer juntos.
—¿Mel? — la llamó Damien ya que ella no decía nada.
—Ya te dije, estoy confundida.
—Déjame estar cerca de tí, sé mía, y si al final de esta aventura descubres que no es lo que quieres entonces te dejaré ir.
Ella lo pensó un poco y asintió, se daría la oportunidad de explorar sus sentimientos para estar segura de lo que en verdad quería.
—Está bien, vamos a intentarlo.— respondió ella con una sonrisa.
—Ya no tienes permitido coquetear con otros hombres. Mañana dejaré claro que nos Pertenecemos. — él la besa, feliz por obtener lo que quería.
—Apenas llegamos a un acuerdo y tú ya estás actuando como poseso.— se quejó Melissa.
—Así es, soy posesivo y si alguien se atreve a tocarte, cortaré sus manos.
Ella se rió, definitivamente Damien estaba exagerando. Se acercó un poco a él y lo besó, si iba a intentarlo, pondría todo de su parte para que funcione.
—Tú tampoco puedes coquetear con la enfermera y créeme cuando digo que no quieres verme molesta.
—Lo sé, la ultima vez que te ví molesta mataste a tres sujetos.
—Damien, eso fué cruel — Melissa se sintió mal por aquello.
—Tranquila cariño, todo estará bien.
—Mañana hablaré con Lucien, ya sé lo que dijiste, así que solo intentaré hablar con el.
—No vayas sola.
—Está bien. Te haré caso.
—Buena chica— Damien se sentía muy bien, las cosas estaban mejorando para ellos.
Un rato después ambos se quedaron dormidos.
Por la mañana, Demien despertó porque debía tomar su medicamento, luego se quedó observando a Melissa que dormía plácidamente. Parecía inocente pero era una máquina de matar. Él pensó que si decía eso en voz alta, ella se molestaría.
Melissa se removió un poco y abrió los ojos aún pesados para encontrarse con la mirada gris de Damien observandola.
—Lo siento si te desperté — dijo él a modo de disculpa.
—¿Llevas rato despierto?
—No mucho. Estaba pensando, que nunca antes había dormido con una mujer a la que no le toqué ni un cabello.
—Siempre hay una primera vez. — ella sonrió y él la besó.
—Tu has sido muchas de esas primeras veces; como la primera vez que me infiltran.
Melissa no pudo evitar reirse, al parecer Damien estaba de mejor humor y eso la hacía feliz porque mostraba una faceta de él que ella casi no conocía.
—Superalo, ahora estamos en una nueva fase. En poco tiempo hemos sido muchas cosas.
—Me ha gustado cada fase, incluida esa en la que me golpeaste, vaya que pegas fuerte.
—Eres una nena frágil, y pensar que al principio te creí un tipo rudo.— se burló Melissa.
—Lo soy, además guapo e inteligente.
—Olvidaste egocéntrico y controlador.
—Me gusta tener todo en orden, no hay nada de malo en eso.
—En absoluto.
Tocaron la puerta y Damien maldijo, odiaba ser interrumpido cuando estaba con Melissa. Era el doctor que iba a revisarlo. Ella se levantó y se envolvió en una sabana para salir, debía cambiarse la sexi pijama por algo mas presentable.
Una hora después, Melissa salió de la ducha y se había vestido con un enterizo deportivo n***o que hacía resaltar cada una de sus curvas, se veia muy bien. Dejó su cabello suelto y quedó lista para enfrentar el día.
Como ya lo tenía previsto, buscó a Jay y le pidió que junto a otro hombre la acompañaran hasta donde estaba lucien. Lo tenían atado a una silla, dentro de un pequeño almacén en la parte posterior de la casa.
—Despierta — Jay habló fuerte y le lanzó un balde de agua.
—Desgraciado — dijo Lucien removiendose con fuerza para intentar soltarse.
—Lucien Knapp. El hombre que mató a mis padres. — Melissa sonrió son amargura.
—Con ayuda de la agencia para la que trabajas... Perdón, trabajabas, olvidé ese detalle. — se burló.
—Dime quien te ayudó.
Lucien hizo chasquidos con su lengua como si pensara — Esa información es muy valiosa, déjame pensar un poco si te la digo. De igual forma, mi oferta de anoche sigue en pié.
Melissa le dió un par de golpes en el rostro, no pudo resistirlo. Sentía ganas de ahorcarlo con sus manos. Esto iba a ser más duro de lo que había imaginado.