Melissa sintió la brisa cálida nocturna cuando salió a la calle, no sabía exactamente dónde estaba pero tomó un taxi para que la llevara hasta el hotel. En el trayecto, ella no pudo evitar derramar algunas lágrimas, nunca imaginó que su encuentro con Damien pudiera terminar así. Había pasado poco tiempo y él ya estaba comprometido, ¿qué clase de chiste era ese? Eso quería decir que los sentimientos de los que él hablaba no existían. Cuando entró al lobby del hotel, sus tres compañeros estaban allí esperandola con preocupación. —¡Dios mío, Melissa! —La abrazó Emilia —¿Dónde estabas? Nos preocupamos mucho. —Estaba en la playa —respondió Melissa sin más. —¿Por qué no nos avisaste? Pensamos que te había ocurrido algo.— Emilia se separó de ella y notó la marca en su cuello pero no dijo nad

