Cap. 03

1261 Words
Melissa, Emilia y Gema habían sido llevadas por un chófer a una enorme propiedad a las afueras de la ciudad, el lugar era increíble, rodeado de jardines y árboles muy altos. —No pensé que existiera un lugar así tan cerca de la ciudad — dijo Emilia impresionada. —Yo tampoco, esta propiedad no la ví en sus registros. — respondió Melissa —Cállense, ya no pueden hablar nada relacionado con esos temas — intervino Gema — no me pongan en peligro. Ahora entremos, mis chicas ya están dentro. Las dos agentes siguieron a Gema, al parecer el personal de seguridad ya la conocía y sin inconvenientes se unieron a la fiesta que tenía lugar en la parte posterior de la mansión junto a una gran piscina. Ellas trataron de integrarse y charlaban con varias personas, no eran muchas, al contrario de lo que habían creído. Incluso habían personalidades conocidas pero no veían a Damien por ningún lado. Melissa charlaba con un par de chicas cuando sus ojos conectaron con una mirada gris muy intensa, era él, Damien Knapp quien la observaba. Ella no había notado que él ya se encontraba en el lugar. Sintió que se le encogió el estómago, era muy guapo e imponente, sabía muchas cosas sobre él pero nunca lo había tenido en su presencia, sin embargo su objetivo era claro pues ese hombre era el enemigo. Gema no perdió tiempo, quería librarse de aquella responsabilidad que le habían impuesto para lograr una condena mínima, así que llevó a Emilia ante Damien y la presentó pero él no le tomó mayor importancia. —¿No te parece una belleza? — preguntó Gema Emilia sonreía coqueta pero reservada, no quería verse fácil. —Mucho gusto, soy Emma. — ella le tendió la mano. —Gracias por venir esta noche, Emma — respondió él con voz seria y estrechó su mano pero su mirada seguía en otro lugar. —Gracias a usted por recibirnos. — respondió ella. Gema se alejó para ir al lugar donde se encontraba Melissa y así dejarlos solos. —Mía, ¿Te estas divirtiendo? — le pregunto cuando estuvo cerca. Melissa, que ya había observado a su compañera cerca de Damien sonrió y asintió a la pregunta de Gema —Desde luego que sí. Esta fiesta está increíble. —Gema querida, ¿quién es tu amiga y por qué aún no la conozco? — preguntó un hombre mayor que se acercó a ellas. —Te la presento ahora, es Mía, una amiga de hace muchos años pero recién ha llegado a esta ciudad. — respondió Gema con una sonrisa —Que hermoso nombre, perfecto para una mujer tan hermosa como tú. ¿Puedo invitarte un trago? — el hombre veía a Melissa con ojos lujuriosos de lobo. —Gracias por el cumplido, respecto al trago... —Se lo invitaré yo. — terminó Damien la frase por Melissa, dejandolos sorprendidos. —Vamos hombre, se bueno con tus invitados — se quejó entre risas. —Sabes que no soy bueno. — respondió Damien —Bien bien — el hombre se marchó desistiendo. —Mucho gusto, Mía. Supongo que sabes quien soy. —Por supuesto, sr. Knapp ¿Cómo no conocerlo? — respondió Melissa con su mejor sonrisa falsa. —Ven, toma algo conmigo. — él le extendió la mano y Melissa la tomó. Emilia y Gema miraban la escena boquiabiertas, era evidente que quien había captado la atención del poderoso Damien Knapp, había sido Melissa. —Seguro que se la querrá llevar a la cama ¿crees que ella acepte? — preguntó Gema un poco preocupada. —Hará lo que tenga que hacer — respondió Emilia muy segura para la tranquilidad de Gema. Melissa estaba haciendo su mejor esfuerzo al estar junto a Damien, bebía su trago despacio y él la miraba con ojos hambrientos. Ella tenía que pensar muy bien en sus próximos movimientos, era importante no dar un paso en falso. —¿A qué te dedicas? — preguntó Damien de manera casual, en realidad a el eso no le interesaba. —Soy veterinaria — respondió Melissa metiendose en su papel. Damien arqueó una ceja, jamás se imaginó que aquella mujer pudiera ser veterinaria. —Yo pensé que eras... —¿una prostituta? — interrumpió Melissa —No precisamente — aquello había desconcertado a Damien, esa mujer era atrevida — Aunque verte con Gema me hizo dudar. —Ya despejó su duda, señor Knapp. — Melissa se levantó y dió un último sorbo a su bebida — Si me disculpa, debo retirarme. —¿Retirarte? — él no podía creer lo que aquella malcriada estaba haciendo. —Así es, estoy aburrida. Gracias por el trago — ella le guiñó el ojo y se alejó con dirección a Gema y Emilia. ¿Quien se creía ella que era? Él ya la había desnudado varias veces en su mente y ella se iba así nada más. Damien no estaba contento, pero nunca le había rogado a ninguna mujer y esta no sería la primera ¿o sí? —¿Que ha pasado? — preguntó Emilia —Me voy — indicó Melissa y siguió caminando. —¿Qué? ¿Por qué? —Esta fiesta está muy aburrida. Ustedes quedense. Gema y Emilia no entendían nada, ese no era el plan. Melissa por otro lado pensó que si le daba lo que el quería, perdería rápido el interés. Era una decisión arriesgada, porque tal vez el no la buscaría, pero si lo hacía significaría que lo tendría en sus manos. Cuando estaba fuera, un hombre se le acercó para informarle que tenía orden de llevarla a su casa en compensación por la fiesta tan aburrida. Ella sonrió para sus adentros, sabía que era una forma sutil de averiguar rápidamente donde vivía, así que aceptó. Cuando llegó al apartamento que la agencia había dispuesto para la misión, se comunicó con Arthur. —Melissa eso fue muy arriesgado, espero que funcione. — El jefe no estaba tan convencido. — Aunque reconozco que la idea de ser veterinaria fue muy buena ya que conoces la profesión. Nos encargaremos esta misma noche de tu perfil. Tú permanece allí. —Gracias señor, lo mantendré informado.— ella cortó la comunicación y fue al baño para quitarse todo lo que llevaba encima. Del otro lado de la ciudad, Damien Knapp estaba de mal humor. No sabía por qué, pero se sentía furioso así que se desquitaría con una hermosa morena que tenía frente a él. La tomó del cabello con fuerza y la tumbó sobre un escritorio, rasgó el envoltorio de un condón, lo colocó en su m*****o y con furia se adentró en su interior desde atrás. La penetraba con tanta fuerza que la mujer chillaba al sentir la mezcla de dolor y placer. —Chilla como la p***a que eres — le dió un par de azotes que dejaron sus manos marcadas en la piel de ella. Damien empujaba con fuerza buscando su propio placer y cuando lo alcanzó, sintió que no era suficiente. Se sentía frustrado. ¿Que demonios le estaba ocurriendo? —Eso fue increíble — se escuchó la voz de la morena. —Ya largate — le habló Damien con desprecio. —Pero creí que pasaríamos la noche... —¡Fuera! — Gritó él. La mujer sin entender qué hizo mal, salió huyendo del lugar. Damien se fue a tomar un baño, necesitaba bajar la calentura que aún sentía. Se había antojado de un juguete y no pararía hasta tenerlo. Él era Damien Knapp y nadie le diría que no.
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