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Melissa Brooks era una mujer muy comprometida en su trabajo, a medida que fue creciendo tuvo cada vez más la certeza de lo que quería ser, una agente especial antidrogas. La sombra de lo ocurrido a sus padres cuando ella tenía tan solo 9 años, era algo que la había atormentado y esa fue su principal motivación para luchar contra aquel imperio de terror que día a día ganaba terreno en el mundo.
El teléfono de la oficina suena — Melissa ven a mi oficina ahora — se escucha una voz autoritaria al descolgar — enseguida — responde ella para luego levantarse e ir a dónde le pidieron.
Sabía por qué la estaban solicitando, llevaba meses trabajando en un caso y aún no tenía ningún resultado, le estaba costando mucho trabajo.
Ella da dos golpes en la puerta y se escha del otro lado la orden de seguir.
—Melissa toma asiento por favor — le dice su Jefe señalando una silla vacía.
Además de su jefe, Arthur, habían dos mujeres más en la pequeña sala de reuniones de la oficina, una de ellas era agente, sin embargo a la otra no pudo reconocerla.
Melissa se sentó, lista para escuchar lo que tenían que decir.
—Estamos tratando el caso de Lucien Knapp y su hijo Damien Knapp, llevas mucho tiempo tratando de encontrar algo, pero por lo visto has fracasado en tu intento.
—Jefe, he puesto todo mi empeño y dedicación pero las empresas de Damien son legales, su padre ha sido imposible de rastrear desde que abandonó el país.— Melissa trataba de defenderse, ella realmente habia dedicado mucho tiempo a la investigación pero no tenía éxito.
—Lo sé, esos bastardos son muy listos, pero no más que nosotros. Estoy seguro de que Damien no está tan limpio como aparenta y es por eso que las he reunido aquí. — Arthur hizo una breve pausa y luego se levantó — Quiero que ustedes dos vayan encubiertas a una fiesta privada que tendrá lugar en una de las propiedades de Damien. Les presento a Gema, ella lo hará posible — señaló a la joven que estaba a su izquierda.
—¿Cómo podría ella ayudarnos? — inquirio Melissa no tan convencida.
Arthur le hizo una seña a Gema para que explicara.
—Supongo que como han estado investigando al churro de Damien, sabrán que le encantan las mujeres, nunca le diría que no a una mujer hermosa que capte su atención.
—La agente Emilia tendrá esa misión y hará lo que sea por acercarse a él ¡Lo que sea! — Arthur hizo énfasis en esta última frase, el era un hombre duro, no le importaba el medio siempre que se lograra el objetivo.
—No creo que sea difícil para Emilia dormir con Damien, está divino — Gema sonreía con un toque de burla.
—Es un asqueroso narcotraficante, por supuesto que será difícil si tengo que hacerlo — la joven rubia no se quedó callada.
Melissa agradecía no estar ella en los zapatos de Emilia, las personas como Damien y Lucien le daban asco.
—Gema las hará pasar por amigas, ya que ella acostumbra a llevar invitadas a esos eventos. — dijo Arthur.
—¿Seremos prostitutas? — preguntó Melissa con incredulidad.
—No, yo llevo algunas pero, ustedes estarán solo como mis acompañantes. Aunque tendrán que pensar muy bien que hacer si alguien se antoja de alguna de ustedes. — Gema sabía perfectamente que aquellos hombres eran feroces.
—Hagan lo que tengan que hacer, pero necesito que Emilia sea la mujer de Damien Knapp para poder infiltrar sus filas.
—Perdón Arthur pero esto me parece un plan estúpido — Melissa estaba escéptica — ¿Por qué un mujeriego haría a Emilia su mujer? Perdón, eres muy hermosa pero estamos hablando de alguien que ha salido con modelos famosas que desfilan por su cama.
—Melissa, ustedes son mujeres inteligentes y capaces, de las mejores agentes, por eso están aquí. Trabajan para esta agencia. No te permito que cuestiones mis métodos.
—No quiero cuestionarlos pero me parece algo tan básico e imposible.
—Estoy de acuerdo con ella — apoyó Gema.
—Además ¿quien es ella y por qué podemos confiar? — Melissa se refería a Gema
—Está siendo acusada de trata y enfrenta una condena de por vida, a menos que colabore con nosotros ¿cierto Gema? — Arthur miró a la joven con burla y ella con mal gesto asintió.
—Me sigue pareciendo una tontería — insistió Melissa.
—Mel, serás mi apoyo. Por favor, sé que puedo hacerlo. — Emilia era rubia y hermosa, confiaba en su inteligencia y belleza para captar la atención del objetivo.
—Es una orden, supongo que no puedo negarme — dijo Melissa resignada — ¿Cuándo lo haremos?
—Esta noche, tendrán un equipo a su disposición para que queden como modelos de revista. No llevarán armas, micrófonos ni nada que las ponga en riesgo, irán en modo observación — Les informó Arthur.
—Hagan bien su trabajo, porque si nos descubren, nos mataran a todas. — Advirtió Gema.
Melissa sintió un vacío en el estómago, la tragedia que ocurrió con sus padres era algo recurrente en su mente. Ella sabía que su destino podría ser el mismo, pero en memoria de ellos, encarcelaria a cualquier criminal que se cruzara en su camino.
Tal y como Arthur les había dicho, un equipo especializado se había encargado de arreglarlas, Melissa casi no se reconocía al mirarse en el espejo. Llevaba puesto un vestido dorado con tiros finos que se ajustaba como guante y era tan corto que no llegaba a sus rodillas, sus pechos se veían prominentes en el escote, el maquillaje era en tonos oscuros con toques dorados que hacían resaltar sus ojos verdes y llevaba el cabello suelto con algunas ondas. Los zapatos que eligieron para ella eran de tacón alto a juego con una pequeña cartera de mano.
—Parezco una ramera — se quejó mirandose al espejo.
Ella era una mujer muy hermosa, su cabello castaño llegaba a la mitad de su espalda y tenía un cuerpo bien trabajado, Melissa era de descendencia latina por lo que tenía curvas que la hacían lucir como una auténtica belleza exótica.
—Te ves hermosa, no digas tonterías — la regañó Emilia.
Esta última iba ataviada en un vestido n***o tipo straple de lentejuelas, su cabellera rubia recogida en una cola de caballo, con zapatos de tacón alto y maquillaje en tonos oscuros. Emilia era una preciosidad de cuerpo esbelto y trabajado.
—¡Wao! Casi no las reconozco — sonrió Gema al verlas — Casi me engañan a mí también.
—Si tú lo dices — respondió Melissa sin ganas.
Todo estaba listo, Melissa y Emilia cambiarían sus nombres por Mía y Emma, los nombres cortos eran mas fáciles de recordar. Les habían dado la ubicación de un departamento al que debían ir después de la fiesta por si las seguían, serviría como su lugar de residencia si el plan funcionaba.
Luego de unas últimas indicaciones, las tres mujeres iban rumbo a la guarida del lobo. La verdadera fiesta estaba por comenzar.