Infiltrada

Cap.16

Con todos los hombres en posición, Melissa y Damien permanecían uno al lado del otro con armas en las manos, derrepente comienza a haber movimiento de autos cargados con hombres armados que bajan y se desplegan alrededor de la pista clandestina.

—Están aquí, se acerca el momento. —Damien saca su radio para hablar — Todos atentos.

La tensión en el ambiente puede cortarse con un cuchillo cuando se escucha el ruido de una avioneta acercándose. Damien miraba a los hombres de su padre, sin embargo no reconocía a ninguno, eso le parecía extraño pues él solía enviar a personas de su confianza para recoger los cargamentos; además eran pocos.

—Damien ¿estás bien? — preguntó Melissa.

—Hay algo extraño, algo no encaja...

—¿A qué te refieres? — ella lo notaba inquieto, pero no obtuvo respuesta.

La avioneta aterrizó y de ella bajaron dos sujetos, al hacerlo, disparos comenzaron a llenar el aire.

—Nos atacan desde atrás, son policías — Gritó por radio uno de los hombres de Damien que se encontraba en el primer anillo de seguridad.

—Joder, es una trampa — Gritó Damien avanzando hacia adelante mientras disparaba.

—¿Policías? ¡Carajo! — Melissa también comenzó a avanzar.

Ambos querían llegar a la avioneta, mientras los disparos seguían sonando de lado a lado y los agentes avanzaban mientras los hombres de Damien resistían en su mayoría. Pronto los hombres de Lucien habían sido dados de baja, pero la lucha seguía.

Damien entró en la avioneta y se agarró fuerte del cabello.

—¡Maldición! Lucien es un mal nacido.

—¿Qué pasa Damien? —Gritó Melissa desde abajo.

—Está vacía, joder, esta vacía. Todo fue una trampa.

Melissa volteó al escuchar voces acercandose.

—Melissa Brooks y Damien Knapp entreguense — les gritaron.

Ella se quedó helada, al descubrir que no eran policías sino sus compañeros, eran agentes antidrogas. Si ella disparaba contra sus colegas, cruzaria la línea y no habría vuelta atrás ¿qué debía hacer?

—Reacciona — Gritó Damien — Debemos salir de aquí.

—No puedo... — respondió ella.

—Melissa — Damien temió lo peor. Ella iba a traicionarlo.

Él disparó, sus hombres llegaron en autos para sacarlos del lugar.

—Vámonos, suban todos. Tenemos que irnos o nos matarán. — Gritó Damien una vez más.

De pronto un disparo atravesó su brazo justo en el borde del chaleco y otro la parte baja del abdomen, fueron disparos certeros en el cuerpo, Damien quedó recostado del auto, sus ojos vidriosos se desviaron a Melissa

—¡¡¡Damien!!! —Gritó Melissa con fuerza y comenzó a disparar, una furia terrible se había apoderado de ella.

En lugar de correr, hizo frente con su arma disparando y dando de baja a tres agentes como una tiradora experta. Los hombres de Damien estaban asombrados, ella no fallaba.

—Subanlo rápido — ordenó ella y los hombres subieron al auto junto a Damien.

Melissa disparó algunas veces más y luego subió junto a él, estaba perdiendo mucha sangre.

—¡Acelera! — Gritó ella. No los estaban siguiendo pero no podían ser tan confiados, además Damien necesitaba atención médica urgente.

Melissa le brindaba los primeros auxilios, tratando de detener la hemorragia. — Por favor Damien no cierres los ojos — rogaba ella.

—Me me voy a morir — respondió Damien arrastrando las palabras.

—No no no, no te vas a morir. Cállate joder.

—Ya llamé al médico, estarán esperándolo. No se preocupe. — dijo el hombre que iba de copiloto.

Melissa asintió aunque el camino se le estaba haciendo eterno. Los autos se habían dividido para evitar que los sigan, tenían que tomar todas la precauciones, por lo que también estaban tomando rutas alternas. Pero debían llegar rápido o Damien no resistiria.

Al llegar a casa, inmediatamente el médico hizo que llevaran a Damien hasta una habitación, por fortuna estaba preparado y había llevado consigo distintas máquinas por si eran requeridas. Una vez listo, se puso a trabajar para extraer las balas, determinar los daños y curar las heridas.

Melissa esperaba impaciente, ella se sentía un poco culpable y su cabeza daba vueltas. Por una lado, Demien estaba herido de gravedad y por el otro, había disparado contra sus ex compañeros. Ahora era una verdadera criminal, pero la vida de Damien era importante, ella lo quería y por eso había reaccionado como lo hizo.

El Doctor salió y ella se acercó rápidamente.

—¿Estará bien?

—Su estado es delicado, necesita una transfusión de inmediato porque perdió mucha sangre. Por fortuna la bala no daño sus intestinos.

—Doctor haga lo que sea necesario, por favor.

—No se preocupe, haré todo lo que esté en mis manos.

Lágrimas comenzaron a rodar por el rostro de ella — ¿Puedo verlo?

—Si, puede pasar y acompañarlo. Iré a buscar lo necesario para la transfusión, enseguida regreso.

Melissa sin esperar entró a la habitación, se le destrozó el corazón al ver a Damien, conectado a una máquina que controlaba sus signos. Él estaba inconsciente.

—Vas a estar bien, yo voy a estar aquí para cuidarte Damien. Lo siento mucho...—las lágrimas seguían rodando por sus mejillas.— Necesito que seas fuerte, no me dejes sola por favor, sin tí no tendré la fuerza para continuar.... Te necesito!

El doctor volvió a entrar en la habitación pero ella no se apartó del lado de Damien, estuvo allí todo el tiempo acompañandolo mientras lo atendían.

—Hay que esperar su evolución, por ahora permanecerá sedado, mañana veremos cómo amanece — informó el doctor.

—Señora, tómese un descanso. Yo me quedaré aquí mientras usted vuelve. — le dijo el jefe de seguridad ya que la veía afectada.

Melissa estaba llena de sangre pero eso no le importaba, sin embargo, sí tenía ganas de darse una ducha.

—Está bien — respondió ella levantándose de la silla.— volveré pronto.

Salió para dirigirse a su habitación, se dió una ducha rápida y lloró un poco más, su vida le estaba pareciendo una auténtica pesadilla. ¿Cómo había terminado así? Pasó de hacer el trabajo de sus sueños a una fugitiva, aunque no se arrepentía de haber defendido a Damien porque a fin de cuentas, aunque ella le mintió desde el día que se conocieron, él no le dió la espalda al enterarse que estaba siendo buscada por la ley que ella tanto había defendido.