1. Grace

1391 Words
Durante lo que me pareció casi una eternidad escuché voces lejanas y cercanas, los escuché discutir y los escuché llorar, me ofrecieron comida, me ofrecieron agua, e incluso se atrevieron a sugerirme salir de aquí… Pero si no era la voz de Nic la que me hablaba decidí que no me despertaría de mi sueño, y si era necesario, no volver a abrir los ojos jamás. Realmente no era consciente del tiempo que pasaba en la cama, en algún momento venía Helen y me obligaba a bañar y comer. Y luego de hablarme de cosas que no comprendía porque sencillamente no quería entenderlas, se iba y me volvía a dejar sola, en la oscura soledad de mi habitación, era la única forma en la que podía llorar libremente.  Siempre me sentía culpable, los «quizá debí… tuve que… yo hubiera hecho», se repetían gradualmente en mi cabeza, la sangre de esos hombres a quienes vi morir de forma horrenda y apuñalé mancharon cada uno de mis sueños. Entonces despertaba luego de horas sin saber si era de día o de noche, sin saber cuánto tiempo aguantaría en este estado. Y quizá vivir así era horriblemente egoísta. Pero sufría por cada respiración que tomaba mi boca, porque Nic no estaba para escucharla. En algún momento llegué a gritarle al cielo, porque sin darme cuenta me había aferrado demasiado a Nic. ¿Y ahora? ¿Cómo podría confiar verdaderamente en las personas? —Grace, cariño—a pesar de que hacía días que no la escuchaba, reconocí la voz de Regina—. Grace, despierta ya cariño. ¿Por qué debía hacerlo? ¿Por qué debía despertarme y reconocer que no era Nic quien me estaba esperando? Cuando encendió la bombilla me restregué los ojos en un intento por obstruir la luz. No quería hablar con nadie, pero Regina era la madre Nic, sabía que ella podía estar igual o más preocupada que yo por su hijo. —¿Qué hora es? —pregunté por cortesía. Me sorprendí un poco de escuchar mi propia voz, hacía días que no hablaba. Sentía la garganta áspera, estaba sedienta. —Es la hora de despertarse. Dany te traerá el desayuno en un momento y algo para que calmes tu sed—Regina me sonrió condescendiente. —Yo no tengo hambre, pero gracias. —Grace—estrechó sus ojos, pero no con dureza—, cariño, ¿no crees que ya es suficiente? Sabes que Nic está vivo. —¿Y por qué no puedo verlo? —exclamé sin darme cuenta de que sentía todo tipo de sentimientos arremolinándose, incluida la rabia—. Necesito saber que realmente está bien, por mis propios ojos. Pero Ahron y Helen desde el principio me lo impiden y me tienen aquí y ya estoy… —Lo harás—intervino serenamente, se acercó para sentarse a mi lado—. Hoy te llevaré con Nic. Mi corazón aleteó, desde hacía días que la sangre no corría por mi cuerpo con tanta adrenalina y emoción. —¿E-esto es enserio? —balbuceé con la voz ahogada de esperanza. Su sonrisa me alivió, ella asintió y me tomó de las manos. —Lauren dice que ahora la forma más eficaz de que Nic mejore es teniéndote a su lado—me explicó, acariciando mis manos con cariño—. Pero has estado tan fuera de ti misma que creímos que sería peligroso para ti verlo en el estado en el que estaba él unos días atrás. Todavía estas traumatizada, por lo que comprendo perfectamente el vacío que sientes ahora mismo, pero Nic te necesita fuerte ahora, que seas fuerte por los dos, ¿entiendes? La garganta me ardía porque me tragué las lágrimas. Me limité a asentir. Por el rabillo del ojo percibí a Dany detener bajo el marco de la puerta, y entonces la tocó. —¿Puedo pasar? Le sonreí como pude. —Claro. Dany tenía en sus manos una bandeja de comida, pero sólo observé con anhelo el vaso con jugo de naranja. Regina leyó mis expresiones y me dio el jugo antes que todo. Me tragué el líquido amarillo de un solo trago. —Creo que le diré a Helen que traiga más—murmuró Dany divertidamente. Dany rodeó mi cama y se sentó del otro lado, entonces dejó la bandeja sobre mis piernas. —Bien, apúrate a comer dormilona—Dany me sonrió pícaramente—, hoy es el día en que verás a tu amorcito. Supe el momento exacto en el que me sonrojé por ese comentario. Nic estaba bien, Nic está fuera de peligro, me tuve que recordar, lo verás hoy. Tomé una rodaja de pan y la picoteé antes de preguntar lo que había en mi mente. —¿Nic está despierto? —No. Aunque la administración de sedantes ha terminado tardará un poco en que el suero creado por Lauren desaparezca por completo de su organismo—explicó Regina—. Lauren dice que ha mejorado mucho, que está perfecto que lo veas de ahora en adelante. Parpadeé maravillada y una vez más emocionada. No recordaba haber deseado algo con tanta fuerza en mi vida. Ni juguetes, ni dinero o comida, era sólo él. —¿Eso quiere decir que podré verlo todos los días? Regina asintió sonriente. —Por supuesto. —Mamá—intervino Dany e hizo una mueca cuando escaneó mi rostro—. Tienes que arreglar su cabello.  Fruncí el ceño. Era consciente de que Ryan había hecho un descarado corte impreciso, pero no quería cortarlo más de lo que probablemente ya estaba. —Cielos—Regina me miró con preocupación—, Dany tiene razón. —No quiero cortarlo más—tercié. Dany rodó los ojos. —Es obvio que ni te has visto en un espejo. —¿Qué tan mal estoy? —inquirí con desconcierto. Dany se levantó y revisó algunos cajones, hasta que dio con un pequeño espejo de mano. Se sentó a mi lado y me lo dio. Temblé ante la idea de mirarme en un espejo, ciertamente no lo había hecho desde aquel entonces, lo levanté y me observé sin tapujos. Me asusté con lo que vi en mi reflejo. Quizá a ellas les preocupaba mi cabello, pero lo más horrendo en dicha imagen eran las bolsas oscuras debajo de mis ojos, las ojeras más pronunciadas que alguna vez tuve. Si antes le parecía a la gente que era vegetariana por mi contextura física, ahora creerían que paso hambre por gusto. Tenía unos considerables huecos en la parte posterior de las mejillas que indicaban mi desnutrición, y estaba tan pálida como el hielo. Hice a un lado la bandeja de comida. —Tu cabello está hecho un desastre—insistió Dany. —Creo que hay muchas cosas más de las que se preocupa Grace ahora—mencionó Regina con furtiva diversión—. Pero por ahora iré por unas tijeras para hacer algo con tu cabello. Regina se levantó de la cama y salió de la habitación, tan pronto como estuvimos solas Dany se tiró de repente para abrazarme. Se aferró a mí con tanta fuerza que sentí dolor. —D-Dany… e-espera yo… Dany ahogó un jadeo de preocupación y se alejó rápidamente de mí. —Lo siento—murmuró. —¿Qué fue eso? —sonreí con desconcierto. —Es que… detesto ser sentimental delante de mis padres… no sé—contestó evasivamente y se encogió de hombros—. Siempre me ven como una niña, quiero parecer fuerte. —Pero ya eres fuerte, mis huesos lo acaban de certificar—bromeé. Ella se echó a reír, una risa vivaz y libertina, hacía tiempo que no escuchaba a nadie reír así. —Es lindo oírte decir bromas, Grace. Incliné un poco el rostro y me volví a mirar en el espejo, estaba hecha un lío, no podía concebir la idea de que Nic me viera así. Y temía que este sólo fuera el comienzo de muchos más problemas. Pero Dany colocó su mano sobre el vidrio y tapó mi reflejo. Levanté mi cabeza y le devolví la mirada. —Fue sólo un mal momento, todas las parejas lo tienen—me dijo—. Quisiera tener con cualquier persona lo que tú tienes con mi hermano, no tengas miedo Grace. Sonreí. —Gracias. 
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