Llamada entrante: Gael
—Cuéntamelo
todo —pidió emocionado.
—No fue la gran cosa.
—¿Qué? ¿Qué no fue la gran cosa? Mia, estás haciendo una pasantía en Mountain Architecture, la mejor empresa de arquitectura.
—Es temporal.
—Sí, de ahí el término pasantía, vamos no me digas que no pasó nada interesante, a
todos los pasantes les pasa algo el primer día.
Bien tenía que decírselo, después de todo es mi mejor amigo.
—Conocí un chico.
—Aja…
—Es lindo.
—¿Lindo como para amigo o lindo como para cog
—¡Gael!
—lo detuve de inmediato —lindo como para conocerlo, cielos ¿Por quién me tomas?
—Las hormonas, Mia —se defiende —siempre son traicioneras.
Dejo volar mi imaginación, apuesto a que debajo de esa camisa tiene un cuerpo
espectacular.
—Mia —su voz me trae de vuelta a la realidad —espero que no estés fantaseando con
él.
—Por favor, cómo si eso fuera posible —mordí mi labio —algo más ocurrió ahora que lo pienso.
—Te escucho.
—No es para tanto.
—Déjate de rodeos y cuéntame, últimamente nada interesante le pasa a mi vida ¿Sabes? El drama de tu día a día me mantiene entretenido, es como ser parte de una serie de televisión.
—Me alegra que las desgracias de mi vida te parezcan divertidas.
—Sabes a lo que me refiero —bromea —anda, cuéntame.
—Bueno yo quería preguntarle algo a mi jefe sobre unas contraseñas —empecé —así que fui a su oficina, la puerta estaba cerrada y yo iba a tocar, pero él estaba
molesto, le estaba gritando a una mujer, dijo que no quería que la prensa se
enterara de algo —el silencio se prolongó —¿Gael? ¿Me estás escuchando?
—Sí, sí ¿Sabes de qué cosa estaba hablando?
—Ni idea, me alejé cuando escuché que esos dos la pasarían bien, escuché la frase “quítate el vestido ahora” y entendí que debía marcharme.
—Tu jefe sí que la pasa en grande en la oficina, con razón se le ve alegre la mayor parte del tiempo.
—Agh, cállate.
—Me entenderás cuando estés frente a ese chico y tus piernas empiecen a fallar.
—Sí, claro, solo lo veré en las pasantías tampoco es que como ahora pasemos horas y horas juntos porque ni siquiera nos asignarán los mismos trabajos.
—Si tú lo dices.
—Gael —advertí.
—Bueno ya, te dejaré para que termines tus apuntes, te veo mañana en la escuela ¿Sí?
—Claro, descansa.
La muerte de mi hermano volvió a mis recuerdos, Mountain Architecture me dio la oportunidad que necesitaba, tarde o temprano averiguaría cómo es que Spencer tuvo una muerta tan trágica y cobraría venganza por ello
* * *
—Te estoy pidiendo que te quedes, que olvides todo lo que pasó y pienses solo en nosotros.
—No puedo —respondí con el nudo en la garganta.
—Ámame o destrúyeme, Mia, haz lo que quieras, pero quédate.
—Todo se viene abajo si me quedo.
—También tengo mucho que perder, pero no por eso me quiero rendir.
Tenía cientos de ideas en la cabeza, todo me indicaba que esto saldría mal, pero no podía seguir ocultando lo que sentía, no más.
—Te amo —solté.
Le tomó unos segundos asimilar lo que había dicho así que me acerqué a él y
sostuve su rostro en mis manos.
—Dijiste ámame o destrúyeme, elijo amarte.
Esta vez fui yo quien no tuvo tiempo de asimilar todo lo que estaba ocurriendo, él
se inclinó para besarme, podía sentir su desesperación en cada beso que dejaba
sobre mi cuerpo, la manera en que se deshizo con mucha facilidad de mi visto,
el deseo y la excitación que ambos estábamos teniendo en ese momento, dejaba besos húmedos por todo mi cuerpo y cada vez baja más y más hasta que hizo a un lado mi ropa interior, a este punto no sentí que fuera llevada al cielo, él me llevó al infierno y ahí ardimos juntos.
—¡Mia!
—se escuchó la voz molesta de mi padre —¡Abre la puerta!
El chico se apartó de inmediato de mí y yo entré en pánico.
—¡No estoy bromeando, sal de ahí de una maldita vez!
—Mia
—obtuvo mi atención —levántate.
—¿Qué?
—Tienes que despertar.
—¡Me iré sin ti, entonces! —gritó una última vez.
Los golpes que daba a la puerta no habían sido suficiente, cuando logró entrar y me movió con brusquedad fue cuando pude abrir mis ojos
—Mia no tengo tiempo ¡diablos, Mia reacciona!
Me costaba un poco de trabajo mantenerlos abiertos.
—¿Qué hora es?
Tenía frente a mí a un hombre de estatura promedio, con traje, cabello n***o perfectamente acomodado y con unas canas que empezaban a ser visibles.
—¿Podrías dejar tu flojera a un lado y levantarte de una buena vez? No eres la única persona en esta casa con pendientes así que apúrate y hazlo ya —ordenó y cerró la puerta con fuerza, estaba enojado sin duda.
Me levanté para prender la luz y vaya sorpresa que me llevé, el foco se fundió;
grandiosa forma de empezar el día, tomé de ropa lo primero que encontré, una
sudadera roja que estaba en el asiento de una silla, un pantalón de mezclilla
metido entre mis sabanas y tenis, los cuales estaban arrumbados debajo de mi
cama ni siquiera sé qué guardé en la mochila ¿Peinarme? Ni de broma, por suerte al tener el cabello corto no sería tanto problema. Me colgué la mochila en el hombro y salí lo más rápido que pude.
Me llevé una sorpresa al notar que mi padre ya no se encontraba ahí.
—Brillante, Mia —me regañé a mí misma —llegando tarde el primer día de clases.
—Buenos días, cariño.
—Hola, mamá.
Me sorprendía que los años no hicieran efecto en ella, su cabello n***o seguía
manteniéndose sin una cana, al menos no eran visibles y tenía mucho cuidado con su piel, se ha sabido cuidar.
—No lo culpes —miró la puerta con tristeza —ha estado estresado.
—Sí, bueno, creo que vive con estrés.
—Tengo que irme también, si quieres me desvío un poco y te llevo —comentó dejando sobre la mesa un pan tostado y un licuado, sabe que no suelo desayunar.
—Descuida, le pediré a Gael que pase por mí.
—Bien, vayan con cuidado —sacó algo de su bolso y me lo entregó —toma, compra algo en la escuela, seguro que te dará hambre.
—Gracias, mamá —se acercó y besó mi frente.
—Te veré en la noche, cielo.
En cuanto ella salió aproveché para tomar mi celular y mandarle un mensaje a mi amigo, solo espero que sí pueda venir por mí.
Yo: ¡Gaeeeeeel!
Gael: Miaaaaa
Yo: Papá se ha enfadado porque no me levanté a
tiempo y se fue ¿Puedes pasar por mí?
Gael: Estás de suerte porque voy saliendo de mi
casa, llegaré en 5 minutos.
Yo: Eres el mejor, gracias.
Gael: Dime algo que no sepa.
Tal y como dijo a los 5 minutos ya se encontraba frente a mi casa, salí con mis
cosas y subí a su auto, bebiendo el licuado que mi madre me había preparado.
—Siento molestarte con esto.
—Descuida, ser el chofer de las personas es mi nueva pasión ¿Por qué no te levantaste a tiempo?
—Me costó trabajo conciliar el sueño y dormí tarde, creo que mi cuerpo quería
seguir descansando. Fue inevitable no pensar en aquel sueño, casi podía sentir que aquel chico me seguía besando con desesperación, se sintió muy real, honestamente siento que
sigo soñando.
—Oh, no —ensanchó su sonrisa —tienes la cara del pasillo de la vergüenza.
—¿Perdón?
—Ya sabes, esa cara cuando recién has tenido sexo y te sientes avergonzada por ello ¿Qué has soñado? —sonaba más emocionado —o mejor dicho ¿Con quién has soñado?
—No es lo que parece.
—Has soñado que la pasabas a lo grande en la cama de ese chico que conociste en la pasantía, es eso ¿Verdad?
—No.
—Déjate de mentiras.
—¡Es en serio! Soñé que la pasaba a lo grande en la cama de alguien de eso estoy segura, pero no le vi el rostro, ni siquiera mencioné su nombre.
—Es ese chico —añade muy seguro —es él no hay duda.
—¿Y cómo es que estás tan seguro?
—No conozco otro chico que ya haya puesto tu mundo de cabeza, pero te presentaré a
dos chicos que conocía ayer, quizá te ayuden a olvidarlo.