Hace calor

1647 Words
—Vaya, vaya, vaya ¿Qué tenemos aquí? Pero si es la pequeña Mia ¿Tan pronto te echaron de la empresa? —Hola, Samantha, estuve esperando todas las vacaciones para este momento, que alegría me da verte. —Tan sarcástica como siempre —sonrió falsamente —sabía que no durarías ni un día en Mountain Architecture. —Lo curioso es que a ti no te haya invitado el CEO personalmente a ser parte de los pasantes. —también estudias arquitectura y ni siquiera te consideraron como opción, eso no habla bien de ti, Samantha —intervino Gael. —Hola, Gael, no me malentiendas solo creí que Mia se cansaría de la pasantía es todo —su tono fue completamente distinto. ¿Qué mosco le picó? —Sigue ahí ¿no? —Sí, es cierto —dijo casi tartamudeando —te deseo lo mejor, Mia. Gael se acercó a mí y me abrazó. —Mírate, tan pequeña, pero sacando las garras. De camino me contó sobre las cosas que hizo y lo aterrado que estaba con sus nuevas materias, siempre le han exigido demasiado y eso lo frustra, era nuestro último año dentro de esta escuela y la idea del intercambio lo asustaba. Nos encontramos a dos chicos de camino que se detuvieron para saludar a Gael, no lo podía creer, esto debía ser una broma. —Mia, él es Liam —nos presentó mi amigo. —Ya nos conocemos —sonrió el castaño. —Ah ¿Sí? —Sí, resulta que Liam está conmigo en la pasantía. Gael abrió tanto los ojos que tuve que aguantar la risa. —Liam es el chico del sueñ —lo golpeé con mi codo antes de que terminara la frase —él es Alex. El chico estiró su mano para estrecharla con la mía. —Mucho gusto —le sonreí —también estás en la pasantía con nosotros ¿Cierto? No te vi ayer. —Sí, tuve un asunto que arreglar, pero estaré allá pronto. —Bueno, ustedes estarán trabajando juntos —añadió mi amigo —que locura. No lograba descifrar su tono de voz. —Oye, Campbell lindos tenis, será la nueva tendencia —comentó Liam. ni siquiera me percaté de que me puse un tenis blanco y el otro rojo, me sentía tan estúpida, lo peor es que Gael tampoco lo había notado. —¿Llevabas prisa en la mañana? —Alex contuvo su risa. —Bastante. —¿A qué hora te despertaste? —De hecho, sigo dormida —me reí. —Dejando a un lado tus increíbles tenis, tenemos que darnos prisa tenemos Geometría descriptiva juntos. —¿Qué rayos hace alguien que quiere estudiar medicina en Geometría? —Es una larga historia, no me quedaré, bueno, ya te explico después, pero vamos, créeme no quieres llegar tarde. —¿Por? —Cambio de maestra, ya verás cuando lleguemos La maestra nueva se llama Meredith, me enteré casi al terminar la clase que era la madre de Samantha, el amor de los padres puede cegarlos, seguro que no ve la clase de hija que tiene. —Punto, línea, plano y volumen, hagan un ensayo de estos cuatro elementos, para el jueves, de esta manera irán viendo su importancia en la materia —su voz me parecía familiar. Justo en el momento en que iba a salir Samantha decidió regresar al salón y chocó conmigo. Derramó el café en mi sudadera. —¡Samantha! —grité. —¡Mia! Por un absurdo momento creí que me pediría disculpas. —¡Qué tonta! Tiraste mi café. —Lo derramaste en mi sudadera —repliqué molesta. —Me debes un café. En serio estaba sorprendida por lo que estaba diciendo, ese café debió afectarle las pocas neuronas que tenía. Salí molesta y Gael comenzó a seguirme —Mia espera ¿a dónde vas? —Te veo en un rato. Caminé y me quedé detrás de un árbol tratando de quitar la mancha de café, pero era inútil. Escuché que alguien se acercaba y me asusté un poco, ya solo faltaba que la nueva maestra me viera en estas circunstancias, pero me sorprendí al ver que no era ella. —Si le ves el lado positivo ahora olerás a café —Sí, que gran forma de empezar el día—respondí —Oye fue inevitable ver lo que te hizo esa chica hace un rato. —Sí, déjalo, es el pan de cada día. Liam me miraba detenidamente. —Lamento lo de tu sudadera, pero me gustaría que tomes esta —estiró su mano y me dio la suya. —Muchas gracias, pero no puedo pedirte eso. —No lo hiciste —levantó los hombros —te la estoy ofreciendo, descuida me la entregas mañana la necesitas más que yo —comentó con una gran sonrisa que marcó sus hoyuelos. —Te la devolveré mañana —la acepté. —Ya nos veremos en la pasantía —empezó a alejarse. —Espera Liam. Dio media vuelta para mirarme enarcando una ceja. —Lamento no haberlo hecho antes, bienvenido a la Universidad. —No te preocupes —me sonrió —te veo mañana, Campbell. La sudadera era azul, un color que le sentaba bien. Vi que Gael se acercaba algo confundido. —¿No tienes clases? —me acomodé la sudadera. —El profesor llegará tarde, ¿Traías sudadera de repuesto? —Es de Liam. —¿el chico de los sueños eróticos? —rió —Cállate, tonto. Liam Anderson, quizá sea el tipo de nombre que pone un mundo de cabeza o quizá el chico que venga ser mi distracción. Lo que haya sentido se esfumó porque vi a Liam dándole dinero a Alex ¿Qué rayos hacía? Le estaba entregando los billetes y cerciorándose que nadie los viera, fallaron en eso, quise acercarme para averiguar qué estaban haciendo, pero se marcharon en diferentes direcciones, era extraño porque se acababan de conocer. Al terminar las clases tuve la oportunidad de estar con Liam. —Oye, Liam —me encontraba hablando ¿Por qué nunca sé cuándo quedarme callada? —Dime. —¿Conoces a Alex? Me miró un poco confundido. —Bueno, Gael nos ha presentado hace un rato. —Me refiero a que si lo conoces de antes. —No, es la primera vez que nos vemos ¿Por qué lo preguntas? —No, por nada descuida. —Oye hay algo que quería pedirte, espero no abusar. —Dime. —Sé que el señor Stone nos dijo que no trabajaríamos juntos, pero me gustaría que le eches un vistazo a unos planos, me vendría bien una opinión diferente. —Por supuesto. —Me gustaría que fueramos ahora. Directo al punto, vaya. —Sí, tomo un taxi y te veo allá. —Te llevo, descuida —intenté hablar, pero me detuvo —no aceptaré un no por respuesta. —De acuerdo, vamos. Me sentía más nerviosa de lo que quería admitir ¿Por qué rayos estaba nerviosa? Solo estaba en su auto, no era la gran cosa —Tenemos que pedirle las contraseñas al jefe —comentó. —Debe estar en su oficina. Bajamos del auto y al mismo tiempo salió un hombre tomando la mano de la que supusimos era su esposa, este día se vuelve más loco a cada segundo. —¿Maestra Meredith? —solté sorprendida. —Oh, hola chicos. “Quítate el vestido ahora, Meredith” ya recuerdo de donde conocía a la tal Meredith —Les presento, él es mi esposo, Ferit —Un gusto, chicos. —¿Trabaja aquí? —necesitaba conectar los puntos. —Sí —responde su esposo por ella —es la secretaria del CEO de la empresa ¿No es genial? Liam y yo intercambiamos miradas. —Por supuesto —responde el castaño —supongo que nos veremos más a menudo. —Sé que el señor Stone puede parecer intimidante, pero es un buen hombre. —Sí, usted debe saberlo bien. —He trabajado un tiempo con él, creo que he aprendido a conocerlo, bueno los dejo, chicos. fuimos a la oficina del señor Stone, pero no se encontraba ahí. —Hay varias, no sé cuál es cuál —hablo mientras las reviso. —Tomémosle foto a todas y las probamos en la oficina. —¡No quiero y se acabó! —podíamos escuchar la voz de nuestro jefe a lo lejos. —Si nos ve creerá que le robamos o algo así —Liam se veía preocupado. —¿Y qué sugieres? Tomó mi mano y me jaló, entramos a un cuarto pequeño, había varias carpetas aquí y el espacio era reducido, tanto que Liam y yo podíamos sentir nuestras respiraciones. —Olvídate de él, me tienes a mí —habló el señor Stone. —Solo te quiero a ti —respondió una voz que ya conocíamos bien: Meredith. Esto se volvía incómodo a cada segundo, estando en ese cuarto a oscuras y en silencio podíamos escuchar a la perfección los besos desenfrenados que se daban, las maldiciones que el jefe soltaba y los gemidos de Meredith. —¡Cielos, no pares! —ella se escuchaba con la respiración agitada. Yo trataba de mirar a cualquier parte, mantener contacto visual con Liam con esos gemidos de fondo no era una muy buena opción que digamos. —Podríamos hacerles competencia —me vi obligada a mirarlo. —¡Liam! —susurré. —Tranquila —sonrío —solo era para aligerar el ambiente. —¿no tienes calor? Yo tengo mucho calor. —Tengo algo más que calor, pero no hablaremos de eso ahora. Por fortuna un celular sonó y nuestro jefe respondió. —Diga. Sí, está bien ¿Ahora? Estoy algo ocupado —suspiró —bien, voy para allá. Nos quedamos ahí hasta que ya no escuchamos ruido alguno, nos asomamos con discreción y en efecto, ya se habían marchado.
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