✝️02✝️

1534 Words
《Camina lento, no te apresures, al único lugar que tienes que llegar es a ti mismo》 Ortega y Gasset —Maldita sea—golpeó el escritorio—. Estas diciendo que ese hijo de puta quieres ¿jugar con nosotros? No dije nada. Mi superior caminó de un lado a otro cabreado. —No debemos infundir el caos. Llama al agente Pentis y dile que recurra a los medios de Olerfin para que todos estén en calma. Hay que buscar a ese asesino, y sobre todo a esa Holly, será nuestra entrada a él. Asenti. —Ahora, retírate de mi vista—me levanté de la silla alcochonada asintiendo, ahora mi próxima mision trataba de buscarla a ella: A Holly. Tenía que recordar lo máximo que podía. Aún no estaba claro con los flashback que agobiaba mi mente. Me acomodé la corbata, y la gabardina. Me pasé la mano por el pelo y corrí a la oficina. Ya Bob y Jimy trabajaban en función del caso. —Ya tengo un informe de las conexiones de las víctimas. —¿Y? —Nada. No hay ninguna conexión. No trabajaban en el mismo lugar. Iban a diferentes escuelas, todo era diferente en sus vidas. Solté un bufido. —¿Ya le avisaste a los familiares de la última chica? —Sam ya está hablando con ellos—dijo Jimmy, acomodando sus anteojos redondos. Jimmy era obeso, caucásico, con poco cabello a pesar de ser un hombre joven. Llevaba puesto una camisa blanca con rayas grises, tirantes y un pantalón n***o que resaltaba lo reluciente de sus zapatos. Su escritorio quedaba a un lado, donde siempre tenía manojos de papeles, mayormente, él siempre se encargaba del papeleo. En cambio Bob, no era casi de usar trajes, sin embargo, esta vez, vestía con una camisa azul que le lucia con sus ojos. Su cabello rubio siempre estaba desordenado, y una chaqueta de cuero lo perseguía en cada caso, eso si era tener historia. Bob llamaba por teléfono, habitualmente, me acompañaba al forense, o a ver los c*******s. —Caballeros, tengo que mostrarles algo—todos se quedaron con el ceño fruncido. Dejé la fotografía de Holly y mía con la nota en la mesa de Jimmy. Rápidamente, éste la miró con total atención, leyendo muy despacio el juego dado por el asesino. —¿Quien es ella Richard?—preguntó Jimmy entregándole la misma a Bob. —No la recuerdo bien... solo sé que se llama Holly. —¿Holly? —Jimmy concentró en teclear para buscar algo—. ¿Sabes el apellido? Me rasqué la cabeza. —No lo sé. No lo recuerdo bien. —Hay miles de Holly en Olerfin, tenemos que saber su apellido. —Es un asesino un poco egocéntrico y narcisista. Quiere que lo miremos, y que participemos en su juego. ¡Hijo de puta! —Debemos localizar a esa tal Holly—ordené, aunque en realidad no sabía por donde comenzar. —Es una amenaza directa a nosotros Richard, ¿debo temer por mi familia?—inquirió Jimmy. —No, atraparemos a ese hijo de puta en menos de quince días. —Shiii, tanta confianza detective White—sonrió Sam con las manos en los bolsillos. —Menos mal que estas aquí, así no tengo que llamarte. Quiero que hable con los medios y le digas que todo está bien... —¿Lo está? —Quiero que le des calidez a las personas, y seguridad. Sin embargo, que hagan un toque de queda después de las ocho de la noche, así evitaremos que el asesino se siga llevando más chicas. Recalca: sobre todos las chicas pelirrojas, que no estén solas, pero que la policía tiene todo bajo control. Sam se rió. —Bueno es un discurso bastante contradictorio pero daré lo mejor de mi. —¡Excelente! —¿Que van a buscar ahora?—consultó Sam. —Mira esto—Bob le pasó la fotografía. Sam miró con detenimiento. —¿Quienes son? —Richard y una chica llamada Holly—dijo Jimmy. —¿Holly? me parece que he visto ese nombre en otro caso. De hecho, el del mismo asesino de Pensilvania. Frunci el cejo. —¿Será cómplice?—lanzó la pregunta al aire Bob. —Sam, pide todos los archivos que tenga sobre el caso del asesino de Pensilvania. ¡Es hora de desenterrar lo que estaba enterrado por mucho tiempo! Sam asintió. —Jimmy, investiga si el asesino tuvo familia, hija, hijo, esposa. —Bien. —Bob. Repasemos las pistas acerca las tres víctimas. Ese hijo de perra fue capaz de meterse en mi casa y bañarla en sangre. —¿Tú casa es el origen del crimen de la tercera víctima?—se frotó la nariz Bob. —No, el ignoto solo entró y desordenó todo. —Además de dejar sangre por todos lados—agregó Jimmy. —Si, quiere que veamos lo bueno que puede ser manipulando nuestras vidas, no lo vamos a permitir. Hubo un momento de silencio, es como si cada quién se metiera en lo que tenía que investigar. —¡Buenas!—todos nos quedamos mirando a la puerta. Era un repartido de correos. —¿Si?—levanté una ceja. —¿Richard White? —¡Si! —Le han dejado un paquete para usted. Recibí el paquete envuelto en un plástico n***o. Solo decía la dirección de la estación y mi nombre. —¿Quien lo envía? —No lo sé señor. Solo lo dejaron en la oficina de correo. Me firma aquí. Tomé la hoja que me ofrecía y el lápiz y firme la entrega del pedido. —¡Que tenga un feliz día! Observé el paquete con desconfianza, dudando lo que podía contener adentro, era raro, solo tenía mi dirección y nombre, ¿de qué se trataba? —¡Por fin!—escuché la voz de Sam—. Tengo los archivos que me pediste. Tuve que conquistar a una chica para que fuera lo más rápido posible—guiñó su ojo. —¡Buen trabajo Sam!—exclamé. El teléfono suena. Lo agarro y miro la pantalla, más me quedo pensando en contestar, dice: Número desconocido. —¿No vas a contestar?—consulta Bob impaciente. Contesto. —Aló. —Detective White, que placer es hablar con usted—la voz del otro lado es confusa, distorsionada. Tiene forma de monstruos. —¿Quien es? —Creo que es la pregunta equivocada detective, más bien debería preguntar: ¿qué quiero? —No se con quien estoy hablando—alego, le hago señas a Bob, a Jimmy y a Sam para grabar la llamada y rastrearlo. —Oh, si, creo que sabe perfectamente. —¿Que quieres? —La quiero a ella. —No se donde esta... —Entonces que esta esperando para buscarla. Ambos eran muy cercanos. —¡No la recuerdo! —Ya es hora que comience a recordar—me pasé la mano por el pelo —Te estás arriesgando llamando. —Quizás... pero estoy aburrido, quiero jugar. —¿A que te refiere? —Estoy en una casa muy acomodada, bonita de hecho. Hay una familia que está en extremo peligro. Lo he esparcido por algunos lugares que solo tú sabes. —Hijo de perra. Dijiste que no atacarías después de quince días. —No, no. No fue lo que dije. Dije que no los atacaría a ustedes. Mis impulsos siguen intactos, y el deseo de querer más es evidente. —¡Hijo de puta! —Debería cuidar sus palabras detective, la vida de una familia está en riesgo. No quiere ser el responsables de ellos. —¿Que quieres? —Ya se lo dije: Jugar. —¿Que clase de juego? —A, identificar objetos. Verá, recibió un paquete con cuatros artículos que usted sabrá perfectamente. Si logra identificarlos, bingo. Encontrará a cada m*****o de la familia con vida. Si no puede... ellos morirán, es muy simple. Comencé a abrir el paquete con desesperación, hasta ver las imágenes. —No se que significa. —Oh, claro que sabe... Y lo sabe muy bien detective. Piense... use la mente, desbloqueé recuerdos, encuentrese usted mismo. En su recuerdos esta la respuesta. TIC tac, tic tac. ¡Que comience el juego! Colgó. —Nooo, ¡espera!, ¡ espera!—grité. —¡Lo tenemos!—dijo Jimmy, levantándose del asiento—. Esta en una casa de la avenida Wilson, casa 63. —Pidan refuerzos, y vayan por él—órdené. Bob, Jimmy y Sam se alistaron, pidiendo refuerzos, rumbo a buscar al asesino. Tome mi arma, y las cuatros tarjetas y las guardé en mi bolsillo. Un escuadrón grande nos dirigimos a la casa, todos armados. Quería verle a la cara a ese hijo de puta cuando llegara y lo encontráramos aún allí. Rodeamos la casa, con nuestro armamentos afuera. Nos concentramos en el perímetro, y con una patada fuerte, uno de los oficiales abrió la puerta. Abrí mis ojos como plato y me paralicé cuando entré. ¡Esto no podía estar pasando! ☆☆☆☆ Queridos lectores... Les dejo otro capítulo. Solo quisiera que me dejaran comentarios. Esto apenas aún comienza.
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