✝️03✝️

2195 Words
《Intentar olvidar no funciona. De hecho, es bastante parecido a recordar. 》 Rebecca Steard El latido de mi corazón se intensificaba. Habían fotos mías por toda las paredes. Supe que el asesino nos tenía vigilados, que nos seguía y nos conocia. En la pared estaba escrito: tic tac, tic tac. Entendi, que debíamos apresurarnos. Los oficiales entraron y registraron la casa, por todos lados. Mientras que yo miraba las fotos de la familia. El padre, la madre y dos hijos, todos pelirrojos. Suspiré frustrado. Metí las manos en mi bolsillos, y ahí estaban las tarjetas donde el puzzle se desarrollaría. —¡Todo limpio!—gritó alguien desde el segundo piso. A simple vista no había indicio de nada, probablemente, el asesino los sacó o los secuestró a cada uno por aparte, lo que no había dudas es que no era al azar, eran vigilados. —¡Mierda!—le di un puñetazo en la pared, los nudillos me ardieron. Saqué las fichas y las puse encima de la mesa. —Haber maldito—comencé a observarla pero nada se me hacia familiar. Las figuras eran: Una muñeca de porcelana, con un vestido azul y un sombrero. ¿Que significaba?. La otra se trataba de una puerta con una cara feliz. También, resaltaba una tarjeta naranja con una zanahoria y por último, una rosa. —¿Que significa?—mi corazón latía con tanta fuerza que pensé que se iría a salir. Extendi mis manos por ambos borde de la mesa, con una confusión inmensa. —¡Richard!—me llamó Bob, sin embargo, no le presté atención, solo quería resolver el puzzle para tener a esa familia con vida. ¿Cuanto tiempo daría el asesino? no lo sé. —Richard, con un asesino no se puede negociar—comentó mi compañero. Movi la cabeza como si me negara varias veces. Sabia que con un asesino no se podía negociar, pero esta persona no era cualquiera, me conocía, sabía lo suficiente de mi como para aniquilarme en cualquier momento. Este ignoto sabía más de mi vida que yo mismo, y eso era una ventaja. Mi mente fue tan inteligente que creo una barrera protectora para evitarme dolor, más ahora, el recordar duele, quema, consume. Porque cada vez que recapitulo, es como si lo estuviera viviendo en vida. —¡Necesito resolver esto!—exclamé. Sam se acercó mirando las fichas con atención. —¿Zanahoria?, ¿qué es?, ¿por qué una hortaliza?, ¿representa algo?—eran muchas pregunta a la vez, pero Sam tenía razón. Si representaba algo, o mejor dicho a alguien. Cerré mis ojos, y ella fue tan clara como la luna. Una chica de 14, sentada en el pupitre del salón, sola. Juro que lloraba, y no sabía porque. Lo cierto era que esa muchacha me gustaba. Era hermosa, con su cabello rojo, sus ojos verdes, su pecas en sus mejillas. Se levantó del asiento, y caminó para irse a su casa. —¡Hola Zanahoria!—aparecí yo. Con mi uniforme ajustado, y el corazón que me latía de una forma extraña. Ella apenas me miró. —Zanahoria será tu abuela—me reí con ganas. —Para ser bastante callada, tienes muy buen sentido de humor. Zanahoria me fulminó con la mirada. Siguió su camino. —¡Oye espera! —la sujete del brazo, su expresión fue sorpresa absoluta. —¡No me toques!—exclamó a la defensiva. La solté despacio. —¿Que carajo quieres? Ahora era yo el sorprendido. Nunca la había visto hablar tanto. —Ser tu amigo. —Oh no, no quieres serlo. —Oye, solo quiero ser amigable. —Y yo no quiero ser nada amigable—continuó sus pasos. Le seguí. —¡Deja de seguirme!—murmuró enojada. Noté que había un cultivo de zanahoria, cebolla, y lechuga en donde nos habíamos detenido. —Solo quiero ser amable. —No quiero tu amabilidad. —Por favor Holly—se paralizó cuando mencioné su nombre. —¡Por favor, quédate aquí, y no me sigas más! tengo que llegar a casa o mi padre se enfadará mucho. —No te seguiré con una condición. La pelirroja levantó una ceja. —¿Cuál? —Seamos amigos. Blanqueó los ojos. —¿Y dejarás de molestar? —Si. —Sh, esta bien—le sonreí, su expresión era seria. Por lo tanto, la vi marcharse con su vestido floreado. —¿Cultivo? ¿hay algún cultivo de zanahoria? Sam y Bob se miraron a la cara. —Por la avenida Kennedy de pasasa queda un cultivo, pero esta abandonado.—respondió Sam. —Busquemos ahí. Envía a Jimmy a ese lugar. —Richard, ¿qué haces?, no sabemos a ciencia cierta si hay alguien allí. —¡Me importa un culo!, vayan al cultivo—Bob movió la cabeza repetidamente, y fue en busca de Jimmy Seguí mirando las otras tarjetas, ahora, sabía algo: Holly era importante en mi vida. ¿Que nos había pasado hasta el punto de borrarte de mi mente? ¿La rosa?, ¿qué significa? —¿Esta es tu casa?—ella asiente con tristeza. Le suelto la mano, y percibo un jardín de rosas. —¡Es bonita!—dije, Holly me mira con cautela. —Si, de seguro —¿Jardin?—miré a Sam que estaba expectante—. ¿Hay algún jardín en esta casa?. Sam titubeó. —Si, atrás—salí corriendo hacia la parte trasera de la casa, y ciertamente, como había dicho Sam, un jardín de rosas aguardaba. —¡Traigan una pala!—me arrodillé, desencabando con mis manos, llenando todo mi traje de tierra. Sam se incorporó, y Bob con cierta indiferencia me miraba como si estuviera loca, y quizás lo estaba, tal vez me estaba equivocando, más mi corazón me gritaba que buscara las señales, y el jardín era una de ellas. Los demás oficiales llegaron, y comenzaron a excavar, hasta que vimos algo parecido a una mano. Sentí alegría en mi corazón, las probabilidades de que lo que estuviera allí estaba con vida. Finalmente, encontramos su cuerpo; revise los signos vitales, y seguía vivo. Asimismo, sostuve al niño inconsciente en mis brazos. Llevaba puesto una pijama de dinosaurio, debía tener unos 5 añitos, eso me partió el corazón. ¡Hijo de perra! cuando te encuentre, te mataré. —¡Llamen a una ambulancia! —había un caos y alboroto. Sonó mi celular, y era Jimmy. —Dime que son buenas noticias—susurré asustado. —Lo son. La niña sigue viva—tenia razón, todas las figuras eran parte de mi historia con Holly. El asesino nos conoce a ambos, sabe de nosotros. Corrí nuevamente dentro de la casa después de entregarle al niño a Sam. Volvi a ver las dos últimas figuras: Una muñeca, y la puerta de cara feliz. ¡No podía recordarlo! en absoluto me costaba. Las otras dos fueron fácil, per esté recuerdo es como si estuviera profundamente enterrado, para no permitirme revivir el caos que cause. Parte de mi infancia recuerda haber llegado a casa mojado, hablando con mi padre, y después de eso: se fue la luz. Esa pequeña vivencia siempre me perseguía, hasta en mis pesadillas, por eso me culpo de el asesinato de mi familia, porque si no le hubiese contado nada a mi padre (que no recuerdo que es) ellos aún seguirían con vida. Tic, tac, tic, tac, tic, tac Sonó una alarma. El corazón se me disparó. Caminé a donde el ruido se pronunciaba, y fue cuando miré el reloj con una hora establecida, y una hora de terminada. —¡Mierda! No, tenía que seguir recordando; vamos Richard, tú puedes... puedes hacerlo. No, era como si la mente me sacara el dedo medio. Me aferré al recuerdo de Holly, y tampoco funcionó. ¡Estaba perdido!, y esos niños huérfanos. Me senté en la silla tratando de calmarme. Me pasé las manos por la cabeza. —¡Richard!—me llamó Sam—. Ya llegó la ambulancia, no se si quieras ir con el niño al hospital. Asenti frustrado. Caminé a la salida. —Richard—me detuve—. Hiciste un buen trabajo. Rodeé mis ojos, y me reí con ironía. —No los salvé a todos. —Salvaste a esos niños. —No me siento complacido con eso. Hubiese querido—se me quebró la voz, de pronto el pecho me dolia—. Salvar también a sus padres. Sam me miró a los ojos. Su pelo estaba todo desordenado, llevaba una camisa cuello tortuga verde, y unos jean. —¿Que quiere que le diga a la prensa? —La verdad—dije sin ánimo. —No creo que la verdad le guste a los superiores. —Ya no podemos seguir ocultando la verdad Sam. El asesino pasó de atacar a mujeres solas, a una familia entera. Necesitamos que las personas se resguarden, y que por ningún motivo dejen a los niños solos y más si son pelirrojos. —Okey—musito Sam. Fui a la ambulancia, y en todo el camino le sostuve la mano al pequeñín. Rápidamente, llegamos al hospital, y de inmediato senté mi culo en la silla de espera. Dios, si de verdad existe, que ese niño esté bien. Jimmy y Bob estaban comprando café. La cual, me ofrecieron uno, me lo tomé con ganas, además, ya me estaba cayendo del sueño. —¿Como se llaman los niños?—pregunté. —Josue y Susie. La niña tiene 8, y el niño 5—respondió Bob. Asenti. —La busquedad con sus padres continúa—intervino Jimmy —Me parece bien—asentí. —Oye no es tu culpa, hiciste lo que pudiste—me palmeó el hombro mi mejor amigo. —Puede haber hecho más. —No es tu culpa—recalcó Jimmy. —Entonces... ¿por qué me siento tan mal?—expresé con la voz quebrada. Las lágrimas querían salir más no se lo permití, no dejaría que Jimmy y Bob me vieran llorar. —Éste caso te está afectando mucho. Deberías ir con el psicólogo de la unidad—aconsejó Jimmy. Le miré mal. —No me mires así, esto para ti es personal. —Lamento decirlo Richard, pero Jimmy tiene razón. Nunca había estado así por un caso. Debes reconocer que todo esto no es fácil para ti, porque no nos enfrentamos a cualquie asesino. —Es verdad, no nos enfrentamos a cualquiera, si no al asesino de tu familia—repuso Jimmy. Las lágrimas ya habían salido, me sentía avergonzado y a la vez aliviado. —Tienes razón, pero no dejaré este caso. —¡Detective White!—escuché al doctor. Le presté toda la atención posible—. Los niños ya despertaron. Asenti, dándole una seña a Bob y Jimmy. Entré para hablar con el pequeño. El chiquillo estaba acostado en la cama, con suero. —¡Hola campeón! —Hola—dijo con voz queda. —¿Como te sientes? —Asustado. —Ya no tienes que estarlo, yo te cuidaré. Él asintió. —¿Te llamas Josue? —Ujum —Bien,¿ y tú hermana Susie? —Ujum. ¿Y mis papás? Suspiré —Los estamos buscando. Campeón. Quiero preguntarte algo, sé que será difícil, pero cualquier cosa que recuerde será de mucha ayuda para encontrar a tus padres. El niño asintió. —Cuentame... ¿qué recuerdas? —Un payaso. —¿Un payaso? —Si. vestía de n***o, y tenía cara de payaso. —Aja, ¿qué más recuerda? —Me amarró. Mamá y papá también estaban amarrados, y luego tomó a Susie. —Bien... lo estás haciendo muy bien. —¿Te dijo algo, o a tus padres? —Solo dijo: Holly. —¿Holly? —Ujum. Solté un bufido. —¿Algo más que quieras decirme? El niño negó con la cabeza. —¡Muy bien campeón!—le alboroté el cabello. —¿Mis padres estarán bien? Le miré con tristeza. —Confiando en Dios, si. El pelirrojo asintió. Tenia que salir de ahí. Respiré hondo, les juro que me estaba ahogando. —Richard, ya hablamos con la niña—comentó Jimmy. —Dijo que era un payaso, vestido de n***o con cara de payaso para ser exactos—habló Bob. —Es lo mismo que dijo el niño. —Agregó que... el ignoto pronunció un nombre. —¡Holly!—dijimos todos en unísono. Me llevé las manos a la cintura. —Holly podría ser la asesina Richard—afirmó Bob. —Pienso lo mismo, hay que encontrarla, ella es pieza clave en todo esto. Asenti en silencio. Salí afuera, el sol resplandecía. Miré a todos lados como si buscara algo. Los recuerdos de Holly llegaban a mi cabeza. ¿Hasta qué punto habíamos llegado en una relación de niños? Suspiré. Lo único que tenía entre ceja y cejas era encontrar a Holly, hacerle frente. Pedirle explicaciones, y enterrar por una buena vez lo que me estaba haciendo daño. —¡Te encontraré Holly, juro que lo haré! ☆☆☆☆ Leo sus comentarios estrellitas.
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