La nueva obsesión del alfa

1301 Words
Zack no había podido apartar su mente de ella. Ariel. ¡Maldición! ¿Qué me hizo esta humana para no dejar de pensar en ella tan fácilmente como lo he hecho al estar con otras mujeres solo por una noche de pasión? Era lo que él pensaba. Desde el instante en que la vio, su destino había quedado sellado y sería para siempre. Porque así era el vínculo entre un alfa y su mate hasta que uno de ellos muriera y terminara por romperse. Por mucho que intentara negarlo, la imprimación no se equivocaba. Ariel le pertenecía. Y él, sin importar las diferencias de razas o la enemistad entre su manada y las brujas, estaba dispuesto a hacer lo que fuera para tenerla a su lado y cuando él se lo proponía, lo cumplía. Optó por salir de la mansión del bosque a la ciudad, el olor de Ariel lo guio hasta su nuevo hogar. Observó la cabaña iluminada por la cálida luz de las velas con su poderosa visión de hombre lobo transformado. Ariel se movía dentro de la casa, explorando, adaptándose a su nuevo entorno. Zack pudo notar la forma en que las demás brujas la estudiaban, como si trataran de desentrañar su esencia, de decidir si era digna de su hermandad. Gruñó bajo, su lobo interior está protestando ante la idea de que Ariel perteneciera a otro lugar que no fuera con él. Su instinto clamaba por ir hasta ella, apartarla de aquellas mujeres y reclamarla, hacerle entender que había nacido para estar a su lado, pero sabía que no podía precipitarse. No ahora. Tenía que encontrar la manera de acercarse sin que lo vieran como una amenaza. Cerró los ojos y respiró profundamente. Su cuerpo aún vibraba con la energía de la transformación, los efectos de haber liberado a su lobo para escapar del juicio de Derek y la manada. Había desobedecido sus advertencias, había elegido a Ariel sobre todo lo demás… y lo haría una y mil veces sin pensarlo. Cuando volvió a abrir los ojos, Ariel se encontraba sentada en una vieja butaca, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, escuchando a Lilith, quien le hablaba con voz pausada, calculadora. —No puedes regresar a tu antigua vida, Ariel —dijo la bruja mayor—. No después de lo que ocurrió. Esos lobos saben quién eres, y tarde o temprano, te buscarán. Los lobos son animales territoriales, vengativos, y nosotras como brujas no tenemos buena relación con ellos, hemos sido enemigos desde que tengo memoria. Tienes que aprender a defenderte. Además, está tu esposo, ¿Qué no te acuerdas de que dijiste que era un hombre violento y que casi te mata a golpes todos los días que estabas a su lado? ¿De verdad planeas regresar con él solo por venganza? Ariel desvió la mirada, pero Zack vio el destello de determinación en sus ojos y al escuchar la palabra esposo, fue como si su corazón hubiera sido atacado por la bala de un arma al disparar en su contra. —No tengo miedo de ellos. Y de Damián tampoco, ya no. No me dejaré intimidar de nadie, nunca más. Ahora que sé que soy muy poderosa, no habrá nada ni nadie en este mundo que pueda derrotarme. No más. Lilith sonrió, inclinándose levemente hacia ella. Sintiéndose orgullosa de escuchar a una de sus brujas hablar así. Con determinación y sin miedo a nada. —No es cuestión de miedo, es cuestión de preparación. Tienes un poder dentro de ti, pero aún no lo comprendes. Y ellos… —miró por la ventana, como si sintiera la presencia de Zack oculta en la oscuridad, observándolas — ellos siempre regresan, y, sobre todo, lo harán ahora que te atreviste a desafiar a su alfa, Zack es muy poderoso, peligroso y no quiero que esto termine en una tragedia. ¿Comprendes lo que te digo? ¿Verdad? Zack sintió que las palabras iban dirigidas a él. Un escalofrío le recorrió la espalda, pero no retrocedió, al contrario, se quedó para saber más. Esperaría a que Ariel estuviera sola. Esperaría el momento perfecto para reclamar lo que era suyo. Y cuando ese momento llegara… no habría fuerza en este mundo que pudiera separarlos. Pero a pesar de la discusión que llevaban tan pacíficamente, Ariel estaba distraída en otro pensamiento que no la dejaba razonar las palabras de Lilith: Zack. Lilith lo notó, supo que Ariel estaba distraída, más no supo nunca acerca del motivo del porqué ella estaba así. Por lo pronto, decidió cambiar el giro de la conversación a otra cosa. — Por cierto, cuando nos presentamos, mencionaste que habías escuchado mi nombre antes. ¿Es cierto? ¿Qué tanto sabes sobre mí? ¿Te gustaría contármelo? — Lilith preguntó con curiosidad, dejando de lado la conversación anterior para no aburrir a Ariel. Ariel asintió con una sonrisa de satisfacción. — Bueno, desde que era niña, recuerdo que cuando mi madre y mi abuela aún vivían, solían contarme historias sobre brujas reales que habitaban en Nueva Orleans. Para serte sincera, aunque siempre me han fascinado los temas sobrenaturales, nunca llegué a creer del todo que esas historias fueran reales. Pensaba que eran solo cuentos, hasta que llegué aquí hoy. — Ariel hizo una pausa y prosiguió. — Nunca imaginé que aquellas historias sobre brujas y hombres lobo que me contaban fueran algo más que fantasía. Conocerte, me hizo recordar aquellos momentos en los que tomábamos el té mientras mi abuela me narraba todo tipo de relatos… y, entre ellos, hablaba de ti. Por eso, cuando nos encontramos, te dije que ya había escuchado tu nombre. Pero jamás pensé que fueras real. Lilith sonrió. Ariel continuó compartiendo su historia, y Lilith la escuchó con atención, absorbiendo cada palabra. Sin embargo, la noche avanzó y el cansancio comenzó a notarse. Ariel suspiró y sugirió que era hora de descansar. Además, deseaba pasar un tiempo a solas en su habitación para ordenar sus pensamientos. Afuera, Zack seguía esperando a que fuera el momento adecuado para irrumpir en la paz de Ariel, él quería que ella supiera que, desde ese momento, desde el primer encuentro, ella ya le pertenecía y que no habría nadie en este mundo que pudiera negarse a ello. Sin embargo, al ver que Ariel se metió en su habitación, cerró la ventana y la cortina, y apagó la luz, Zack supo que ella lo único que pretendía hacer ahora era descansar, y era mejor que así lo hiciera, por tanto, él se retractó, y decidió marcharse de allí, mañana sería otro día, y quizás, contando con suerte, hasta podrían encontrarse de nuevo. Por tanto, Zack se metió en el bosque, y caminó en cuatro patas hasta llegar a casa, en donde Derek, su mejor amigo, le esperaba para conversar en el bar, acompañado de una buena copa de whisky. — Vaya, hasta que por fin llegas. Ahora sí, ¿Quieres explicarme qué está sucediendo? ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué actúas así desde que designaste a esa mujer como tu mate? ¿Te has vuelto loco? — su mejor amigo le insistió con muchas preguntas. Zack no quería dar respuesta, pero al fin y al cabo, era Derek, su mejor amigo, y él tenía todo el derecho en saberlo. — Muy bien, te lo explicaré a ti solamente porque eres mi mejor amigo, pero recuerda muy bien quién es el alfa de esta manada, por tanto, mis decisiones, son mías, y nadie más puede interferir en ellas. ¿Te ha quedado claro? — respondió Zack con determinación, acercándose al bar, en donde Derek le estaba sirviendo una copa de Whisky acompañada de hielo. Derek asintió, le entregó el Whisky a su mejor amigo, y se dispuso a dejarlo hablar para escucharlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD