Capítulo Tres

3151 Words
Un par de días después de haber visitado el grupo de apoyo, mi mente y mis sentidos se negaban a olvidar el aroma del doctor Shield y el calor de su cuerpo cuando me abrazó. Había sido la primera vez en mucho tiempo que permitía que alguien que no fuera de mi círculo familiar me tocara de una forma tan íntima, ni siquiera sentía mucha confianza de hacerlo con Asuna, pero con él fue tan distinto. No había sentido ningún temor, no había alertas encendiéndose en mi cabeza que me hicieran rehuir de su contacto. Mi cuerpo no se había congelado. Nada. En lugar de eso sentía una gran comodidad y seguridad al estar en sus brazos. Era como estar en casa, a salvo. Por supuesto que eso no había pasado desapercibido por mi madre y justamente esa mañana, en la cual tenía que llevarme a mi cita habitual con Asuna, se disponía a hacer de las suyas con sus comentarios y sugerencias. —Deberíamos ir a comprarte algo de ropa nueva, ¿no crees? —dijo simulando inocencia, sin quitar la vista del camino. — ¿Para qué?, con la que tengo está bien—le respondí con apatía. —Creo que sería buena idea algo nuevo para la próxima reunión del grupo de apoyo. Casi podía sentir cómo se curvaba su boca en una sonrisa, esa que hacía cada vez que dejaba caer una de sus acostumbradas "bombas"; pero esta vez no le iba funcionar, no le daría la satisfacción de ver mi debilidad. —He estado pensando en lo de la universidad. —Le dije cambiando el tema olímpicamente—Tal vez papá y tú tengan razón y debería volver a estudiar algo. —Oh, Selene, no sabes cuánto me alegra oír eso. Deberías inscribirte en arte, a ti siempre te ha gustado y eso se te da muy bien. La universidad de... — ¡No! —La detuve bruscamente—Iré a la universidad, pero no estudiaré arte. —Pero hija, siempre ha sido tu sueño llegar a ser una gran artista. —He dicho que no. Tomaré algunas clases generales y luego veré qué carrera seguir. —Selene, si esto es por todo lo que te pasó... —Sí ya sé, es hora de que comience a superarlo, pero la verdad mamá es que no puedo hacerlo, y eso no cambiará porque tú y el resto del mundo lo repitan hasta el cansancio. Se hizo un gran e incómodo silencio. En varias ocasiones quise decir algo que terminara con la tensión en el ambiente, pero callé convencida de que mamá no entendería mis razones, no lo había hecho antes, así que no podría entenderlo si trataba de explicárselo una vez más. Pero no quería molestar más a mamá, no después de la forma en cómo le había hablado cuando volvíamos del grupo de apoyo, así que traté de justificar mi decisión. —Sé que tienen razón, —dije—que debería empezar a dejar el pasado atrás y recuperarme a mí misma y mis sueños, pero es muy difícil. Todavía me cuesta separar mi pasión por el arte del recuerdo de... él. —Suspiré con pesadez—Sólo les pido algo de tiempo, ¿sí? —Está bien, no voy a presionarte. —Mamá volvió a sonreír—Me alegra que quieras ir a la universidad. Agradecí que tratara de entender y volteé la vista hacia la ventana, no queriendo seguir con aquella conversación. Sabía en mi interior que aunque simulara entenderme, por dentro mamá debía tener un caos mental. Ni ella ni papá concebían que algo, así fuera su hija, se quedara atrapado en el pasado. Y es que si algo caracterizaba a la familia Kino era el lema "Al mal tiempo, buena cara". Si algo ocurría en mi familia ellos siempre le buscaban el lado bueno, eran como los paladines del positivismo, todo tenía un ¿Para qué? y no un ¿Por qué? Papá decía: en lugar de preguntarte ¿Por qué me pasa esto a mí? Pregúntate ¿Para qué y qué debo aprender con esto? Claro, el caso del secuestro y violación de su hija no había sido la excepción, siempre se empeñaban en recordarme lo afortunada que era de haber salido con vida, recordarme los cientos de chicas que no habían corrido la misma suerte que yo, incluso durante algún tiempo habían intentado encontrar a "mi ángel de la carretera", como solían llamarle al chico que me socorrió, para que yo pudiese agradecerle y así "cerrara el ciclo". Sin embargo, siempre he creído que lo buscaron para tener a alguien confirmara mi historia, ya que sin la captura de un culpable, un testigo hubiese sido formidable y una excelente forma de callar a todos los chismosos que ponían en tela de duda mi pesadilla. De todas formas con mis padres no había nada que hacer, ellos eran un caso perdido, seguían repitiendo estas cosas sin detenerse a pensar en mí, en que yo pensaba que aquellas chicas que formaban parte de las estadísticas, habían sido más afortunadas que yo. Ellas no tenían que preocuparse de mostrarse fuertes, no sentían pánico cuando conocían a alguien nuevo, ni pensar cómo serían sus vidas si tan solo hubiesen tomado la decisión correcta, si tan solo “eso” no les hubiera sucedido. No. Aquellas chicas no estaban llenas de reproches ni recriminaciones hacia sí mismas. Ellas ya no sentían, ya no pensaban, ya no vivían. Ellas eran libres. Antes que me diera cuenta mamá ponía el freno de mano y aparcaba en frente del consultorio de Asuna. Apagó el motor del auto, se quitó su cinturón de seguridad y luego revisó su cabello y maquillaje en el espejo. Me quité mi cinturón y antes de que yo pudiera abrir mi puerta, mamá salió del auto, y me esperaba. Cuando llegué a su lado activó la alarma del carro con el mando a distancia y caminó conmigo hacia dentro del edificio. —Selene, estás preciosa hoy. —Saludó sonriente Asuna— ¿Qué tal te va, Isuno? —Bien, nos va bien. —Pero su tono no era el habitual y realmente no sabía qué le molestaba—A Selene le ha gustado mucho el grupo de apoyo, incluso aceptó tomar algunas clases en la universidad. — ¿Es eso cierto, Selene? —Asentí—Es una buena noticia, pero hablemos respecto a ello en el consultorio. Asuna me tomó del brazo y me condujo hacia el familiar lugar en el que pasaba la mayor parte de mis días. —Voy a estar esperándote. —dijo mamá tomando una revista. Dejé a mamá en la sala de espera. Asuna cerró la puerta tras de sí y luego se sentó frente a mí, como era costumbre. Sus grandes ojos marrones me miraban con interés por encima de las gafas, como si fuera su objeto preferido de investigación. —Ahora sí, Selene, cuéntame ¿cómo te has sentido? —Igual que siempre doctora Mei, sólo que... — ¿Sólo qué? ¿Ha cambiado algo en los últimos días? —Doctora Mei, ¿puedo hacerle una pregunta? —Claro Selene, las que quieras. — ¿Cree que alguna vez yo podría volver a ser la misma de antes? — ¿Y quién eras antes? —Pues simplemente era... yo. Sin miedos ni temores, una chica con ganas de vivir, con sueños y metas... alguien normal. —Sí. —Dijo sin vacilar, cosa que me sorprendió—Creo que podrías volver a ser esa chica, la verdadera pregunta es si tú quieres volver a ser esa chica, ¿eso quieres, Selene? —Yo... no lo sé. —Admití, bajando la cabeza—No lo sé. Es como si hubiera dos personas viviendo dentro de mí. —me levanté de donde estaba y caminé en silencio hasta la ventana. Miré a la gente pasar por enfrente del edificio, desde el piso donde estaba se veían pequeños, diminutos, sin posibilidades de hacerme daño. Cerré los ojos y suspiré—Hay una Selene que sólo siente deseos de morir y que ve el mundo en blanco y n***o; sin luz, sin vida. Y otra que está como en el fondo de un lago, luchando por nadar a la superficie, que clama porque le den la oportunidad de vivir, de ser quien debió de ser antes de que... Me detuve. Las lágrimas amenazaban con salirse y yo no quería llorar más. —Antes de que te secuestraran y violaran. —Terminó mi frase Asuna, luego de varios segundos de silencio de mi parte— ¡Dilo Selene! — ¡Antes de que ese maldito me secuestrara y violara, que cambiara mi vida, que me arrancara el alma y mis sueños, que me volviera una muerta en vida! Entonces sentí la humedad de mis mejillas. No quería llorar, mostrarme vulnerable, pero ahí estaba, como una tubería rota que no paraba de sacar líquido. Aunque para ser sincera, cuando había dicho esas palabras en voz alta y a alguien que no fuera a la antigua Selene que aún vivía en mí y que se negaba a morir, me sentí como si me hubiera quitado un peso de encima. —Es normal que sientas esa rabia, pero no puedes quedarte allí, debes luchar con eso Selene, debes combatirlo, es la única forma de ser verdaderamente libre. ¿No te das cuenta? Tu cuerpo está aquí, pero en tu interior aún sigues atada a los barrotes del catre en aquella cabaña sucia y el problema es que tú eres tu propio captor, eres tú quien te mantiene allí. —No sé cómo hacerlo Asuna, no sé cómo liberarme, por favor ayúdame. —Por supuesto que te voy a ayudar. En el tiempo que había asistido a terapia nunca me había permitido pedir ayuda, sentía que no la merecía, había sido yo quien tomó la decisión de subir a ese auto, fui yo quien volvió al día siguiente al parque y lo esperó por horas, yo fui quien rechazó la oferta de un chico lindo para acompañarme a mi casa. Yo, yo, yo. Yo era la única culpable de mi desgracia, mis decisiones me habían metido en ese embrollo y ahora, me mantenían en él. —Fue mi culpa. —Comencé a decir, ahogada en llanto—Si yo no lo hubiera permitido nada de esto me hubiera pasado. —No te culpes Selene, es cierto, la decisión de subir con él fue tuya, pero tú no eres culpable de las decisiones que él tomó. Entiende Selene, no podemos escapar a la maldad que hay en el mundo, tú escogiste a una persona y esa persona escogió hacerte daño, no eres responsable de tu desgracia. —Soy el efecto colateral de lo que él quiso hacer. —Si así quieres decirlo, sí, pero eso no te hace responsable. Entonces me tranquilicé y por unos instantes breves sentí algo de paz. Fue cuando lo recordé. —Doctora Mei, —volví a llamarla, esta vez con calma— ¿qué sabe de Derian Shield? Asuna guardó silencio unos segundos, tal vez meditando su respuesta o tal vez confundida por el cambio de tema, no lo sé. —Bueno Selene, él trabaja en el grupo de apoyo hace algunos meses, aunque no se dedica a esto exclusivamente, Derian es psicólogo en el Centro Médico Psiquiátrico Crown, donde trabaja hace algunos de años. Pero ¿por qué lo preguntas? —Sólo es curiosidad doctora, él se portó muy bien conmigo el día de la reunión y quería saber un poco más de él, eso es todo. —Bien. —Asuna miró su reloj—Eso es todo por hoy Selene, pero antes de irte quisiera felicitarte, lo que has avanzado hoy es más de lo que hemos hecho en los últimos meses. Sólo una cosa más. —Sí. — ¿En verdad comenzarás a estudiar en la universidad? —Lo he estado pensando y sí, quiero hacerlo, aunque aún no me siento del todo preparada para estar rodeada de tantos desconocidos, pero quiero intentarlo. —Vas a estar bien, ya lo verás. De todos modos recuerda que puedes llamarme en cualquier momento. ¿Vale? —Vale. Salí y encontré a mamá dormida en el sillón, con la revista en su mano. Le toqué suavemente el hombro y despertó. Nos despedimos de Asuna y dejamos el consultorio, nuevamente subimos al auto. Cuando emprendíamos el viaje hacia casa me atreví a intentar algo más. — ¿Mamá? —Dime cariño. —Creo que sí necesito un par de jeans nuevos. —De acuerdo. —Respondió luego de un largo silencio. — ¿Quieres ir ahora? Así aprovechamos la tarde, podemos comer algo por ahí y luego volvemos a casa. —Quisiera que invitáramos a Miyu, hace tiempo no estoy con ella y confío más en sus gustos que en los tuyos... o los míos. — ¡Oye! Recuerda que soy yo quien te he escogido la ropa los últimos años. —Sí y por eso no he vuelto a tener citas. Entonces escuché su risa, fuerte y estruendosa, risa que tenía tiempo de no oír. De pronto sentí el dolor en mi estómago y en mis mejillas, ahora no sólo era el sonido de mi madre el que se escuchaba dentro del auto, sino también el mío. Reí hasta que las lágrimas me escocieron en los ojos y se sintió simplemente bien. —Voy a llamar a Miyu. —Mamá se orilló y estacionó el auto—Hola, ¿Miyu? — ¿Tía Isuno? —Sí linda, soy yo. Escucha, Selene y yo queríamos saber si estás libre para que nos acompañes al centro comercial a comprar algunas cosas que Selene necesita... ¿Miyu? ¿Hola? ¿Hola? —Sí tía, aquí estoy, sólo que... — ¿No puedes ir? —No, digo sí, sí puedo ir sólo que... ¿estás segura que Selene me quiere allí? —Sólo puedo confiar en tus gustos Miyu. —dije fuerte para que me oyera, intuyendo su vacilación ante tan inesperada invitación. —Voy a cambiarme de ropa y enseguida salgo para allá. —Está bien linda, te esperamos ahí. . . . Al regresar a casa papá y Lenie tuvieron que ayudarnos con las bolsas llenas de toda la ropa y zapatos que había comprado. Miyu nos había acompañado ya que mamá la invitó a quedarse a cenar a lo que ella aceptó encantada. —Miyu, ¿por qué no ayudas a Selene a guardar sus cosas? —Claro tía Isuno, vamos Selene. Subí las escaleras y Miyu junto con Lenie me ayudaron con las bolsas. Lenie dejó las que él cargaba en la cama y salió del cuarto, dejándome a solas con Miyu. —Me divertí mucho esta tarde. —le dije. —Yo también, hacía mucho tiempo que no la pasábamos tan bien juntas desde... —Desde que te corrí como un perro de mi cuarto. Con respecto a eso Miyu, quiero pedirte disculpas por ello, me porté como una verdadera idiota. —Sí, un poco. —Dijo en broma—Aunque te comprendo Selene, lo que pasaste fue muy fuerte. —No quiero hablar de eso Miyu, ahora lo que quiero es olvidar y volver a ser yo misma. —Quiero ayudarte, si me lo permites. Tú sabes que te quiero mucho, como si fueras la hermana que nunca tuve. —Lo sé Miyu, por eso me siento terriblemente mal de cómo te traté y por haberte mantenido alejada de mí. —Ya eso no importa Selene, hoy sentí que por fin había recuperado a mi mejor amiga. Me abrazó tan fuerte que creí que me rompería. Empujé al fondo de mi mente el pensamiento de mi otro yo diciéndome que yo ya estaba rota, en ese momento no quería que ella estropeara todo y volviera a aparecer. —Quiero contarte algo. —Me senté en la cama y Miyu se colocó al lado mío—Conocí a un chico... bueno en realidad es un psicólogo del grupo de apoyo, su nombre es Derian. — ¿Y te gusta? —Un poco. —admití, aunque sabía que un poco era mentir. —Eso es maravilloso prima, ¿por eso este cambio? —En parte sí. Conocer al doctor Shield me hizo entender que aún hay un lado de mí que se resiste a dejarse morir y que tal vez pueda volver a confiar. — ¿Se lo has dicho a alguien? —Sólo a ti, no quiero tener a mi mamá encima de mí, aunque de alguna manera ella lo sabe. —Te diré lo que haremos, vamos a ordenar toda esta ropa y la voy a clasificar para ti, así te pones los conjuntos más sexis cuando vayas al grupo. Se levantó para ir a guardar la ropa, pero antes de que se alejara, la jalé hacia mí y la abracé sin detenerme a pensar en miedos. —Gracias Miyu, por todo. —No hay de qué. Guardamos todo en el closet mientras teníamos nuestra primer charla de chicas en meses, poniéndonos al día con la vida de Miyu porque obviamente de la mía no había mucho que contar. Mientras la escuchaba relatarme de su novio Rubens, que la engañó con su mejor amiga y que ahora era su ex novio, no hacía otra cosa más que pensar en todo el tiempo que había perdido sintiéndome miserable y en las palabras de Asuna diciéndome que yo misma me tenía en cautiverio. —Y ahora conocí a Jule, pero no sé si deba darle una oportunidad, apenas viene empezando este bimestre en la universidad y aún hay muchos prospectos de chicos guapos a los que conocer. —No cambias Miyu. —Sólo se es joven una vez Selene y la vida se hizo para vivirla, gozarla, disfrutarla. —dijo dejándose caer sobre la cama riendo. Así era Miyu Kino, joven y alocada, llena de vida; todo lo contrario a mí. Habíamos crecido juntas, casi como hermanas y muchos de los conocidos de nuestras familias alguna vez llegaron a pensar que era así. Ambas teníamos los ojos azules y la misma edad, físicamente éramos muy parecidas e incluso hubo un tiempo en el que yo compartía sus mismos ideales. Ahora éramos dos caras de la misma moneda, o quizás en eso me convertí yo, en el otro lado de la moneda de Miyu Kino. —Chicas, la cena está lista, mamá dice que bajen. La voz de mi papá interrumpió nuestra conversación y Miyu me ayudó a ponerme en pie, para que bajásemos a cenar. Ocupé mi lugar habitual, con Miyu y Lenie a cada lado mientras mamá se encargaba de servirnos la cena. —Selene quiere empezar a estudiar en la universidad. —Oh linda, me parece excelente idea. —dijo papá. — ¿Qué vas a estudiar Selene? —Por ahora sólo tomaré las materias generales y después ya veré. —Creo que es buena idea, si quieres puedes empezar a ir conmigo. —Gracias Miyu. La cena fue muy amena, reímos y compartimos tal cual solíamos hacerlo antes, sólo que ahora yo no me sentía una farsante, ni ahora les seguía la corriente a mis padres, en verdad lo estaba disfrutando. Luego de un par de horas y de un delicioso postre de Crem brulé, Miyu estuvo lista para irse. Fui con mi madre a despedirla en la entrada de la casa, mientras Lenie y papá lavaban los platos sucios. —Mañana vendré por ti para llevarte a la universidad a que te inscribas. — ¿Seguro que no quieren que las acompañe? —No mamá, creo que Miyu y yo podemos hacerlo solas. —No te preocupes tía Isuno, yo cuidaré muy bien de ella. —Lo sé linda. —Bueno, ahora sí ya me voy, mamá debe estar preocupada porque salí desde la tarde. — ¿No le avisaste que venías aquí? —Claro que sí Selene, pero ya sabes cómo es Luna Kino. — ¿No ha cambiado? —Ni por milagro cambiaría. Bueno, buenas noches. —Buenas noches cariño, salúdame a Han y Luna, y diles que vengan a visitarnos, Len siempre dice que extraña las charlas con su hermano. —Se los diré. —Buenas noches Miyu y nuevamente gracias. —No hay de qué prima. Entramos a la casa luego de despedir a Miyu e inmediatamente les dije buenas noches a mis padres y subí a mi habitación. Me sentía aliviada y exhausta al mismo tiempo, mantener a mi otro yo bajo control era una tarea muy complicada, pero lo había logrado. Me puse mi pijama y luego de cepillar mis dientes y mi cabello, me acosté tranquilamente en mi cama. Al cabo de unos segundos sentí la pesadez que invadía mi cuerpo y caí profundamente dormida, deseando que al despertar acabara toda la pesadilla.
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