Capítulo 2

1800 Words
Diego y Cecilia se habían conocido en la universidad, a pesar de que ella era dos años mayor, se enamoraron a primera vista, cuando se encontraron en la biblioteca, los dos estudiaban la misma carrera y coincidieron en tomar el mismo libro, al mismo tiempo, así que optaron por estudiar juntos, a partir de allí se hicieron amigos inseparables y después de una semana, ya eran novios. La familia Ferrer era una de las familias más importantes de Puebla, su textilería, era la más grande del estado y era reconocida a nivel mundial por la calidad de sus telas. Diego estudiaba Administración de empresas, ya que por supuesto, como hijo único, iba a heredar la fábrica que había fundado su abuelo y que su padre había llevado a la cúspide. Cecilia en cambio, era la hija mayor de una de las familias más conocidas en Cholula, un pueblo mágico del estado, su padre había sido militar y su madre era una devota benefactora de la iglesia, ella se oponía a que su hija estudiara, ya que su mayor ilusión, era que se casara con un hombre rico que la convirtiera en una gran dama de sociedad, y por supuesto, se puso feliz cuando su hija le anunció que se casaría con Diego Ferrer. Diego estaba sentado en la sala de espera de la mejor clínica de fertilidad en Houston Texas, él y su esposa Cecilia, acababan de cumplir tres años de casados y deseaban ser padres, sin embargo, a pesar de que habían dejado de cuidarse el último año, no habían logrado concebir, fue por ese motivo que decidieron viajar al extranjero, confiaban en que, en esa clínica tan prestigiada a nivel mundial, encontrarían el motivo por el cual no podían embarazarse y les recomendarían el mejor tratamiento. El médico le había mandado a Diego a hacerse un estudio de conteo de espermas, para descartar que fuera él, “el del problema” pero todo había salido bien, mientras que a Cecilia, le estaban haciendo estudios mucho más exhaustivos. —Perdón señorita, ya se tardaron mucho. ¿Hay algún problema con mi esposa? —No se preocupe señor Ferrer, lo que sucede es que al parecer encontraron una desviación en un estudio que le hicieron a la señora y los médicos consideraron conveniente, volver a hacer el estudio. —¿Es algo malo? —No sabría decirle señor, el médico le dará toda la información en cuanto terminen. Diego había comenzando a desesperarse, cuando la recepcionista le indicó que podía entrar al consultorio. Entró, y Cecilia ya estaba sentada, esperando por él. —Ven mi amor, siéntate aquí. —Señores Ferrer, hemos realizado todos los estudios necesarios y no hay ningún motivo por el cual no puedan concebir de manera natural, voy a enviarles un tratamiento, su esposa deberá tomar algunos medicamentos y vitaminas y le aseguro que, en cualquier momento, le dará la feliz noticia. —¿Lo ves amor? Te dije que probablemente era porque mi cuerpo todavía no desechaba por completo los anticonceptivos, ese puede ser el motivo, ¿Verdad doctor? —Así es señora, ese puede ser el principal motivo. —Es una excelente noticia doctor, es lo único que le falta a nuestro matrimonio para ser perfecto, la dicha de convertirnos en padres. —Le recomiendo que consienta a su esposa, llénela de mimos, tomen unas largas vacaciones y ya verá que pronto, tendrán una agradable sorpresa. Salieron de la clínica muy contentos con el diagnóstico del médico, Diego amaba a Cecilia, tanto, que le dolía cada vez que tenía un pequeño retraso en su menstruación y los análisis de embarazo salían negativos, por eso insistió tanto en que viajaran a Houston a realizarse todos os estudios necesarios, pero ahora que el médico les había dicho que todo estaba bien, ya no había nada de qué preocuparse. —Mi amor, ya que estamos aquí y que el médico dice que todo está bien, ¿Podemos ir a nueva York? Quiero comprar regalos para mi madre y para mis hermanas. —¿Cómo no consentir a mi amada esposa, si se trata de una prescripción médica? Aquí también hay excelentes tiendas, pero si lo que quieres es ir a Nueva York, iremos allá. La familia de Cecilia no era pobre, pero tampoco tenían mucho dinero, así que ella había aprovechado desde que se había casado con Diego, para conocer todos esos lugares que antes eran solo sueños y por supuesto, su madre y sus hermanas, aprovechaban para pedirle costosos obsequios. Que disfrutara de los lujos y comodidades que tenía desde que se convirtió en la señora Ferrer, no quería decir que no amara a Diego, él era el amor de su vida, lo supo desde el día en que lo conoció en aquélla biblioteca y era capaz de dar su vida por verlo feliz, y lo que más deseaba en el mundo, era darle ese hijo, que él tanto deseaba, pero si gracias a ese amor, podía darse una vida de reina, no lo iba a desaprovechar. Viajar en primera clase, era mucho más cómodo que viajar en clase turista y Cecilia lo disfrutaba al máximo. Pasaron una semana de Vacaciones en nueva York, Cecilia recorrió todas las tiendas de las marcas más prestigiadas y las más caras por supuesto, pero tenían que volver a Puebla, Diego estaba a cargo de la textilería desde que su padre había fallecido el año anterior y él había heredado la fortuna familiar. —¿Tenemos que volver tan pronto? —Me encantaría seguir de vacaciones amor, pero tú sabes que en la textilería me necesitan, hay negocios que necesitan mi firma y mi autorización. —Lo sé amor, pero se me hace tan poco el tiempo que tenemos para estar juntos. —Te prometo que en cuanto podamos, haremos un viaje, es más, dejaré que tu elijas a dónde quieres ir, puede ser a cualquier parte en el mundo. A Cecilia le brillaron los ojos al escuchar esa promesa, Diego era muy consentidor con ella y sabía que no había límites a la hora de elegir el destino, él pagaría lo que fuera por verla feliz. Apenas llegaron a su residencia en lomas de Angelópolis, Cecilia llamó a Juana, su madre, para avisarle que habían llegado, y ella los invitó a comer, estaba ansiosa por ver los regalos que le había traído su hija de su viaje. —Mi amor, mi madre quiere que vayamos a comer a su casa. ¿No te importa? —Claro que no mi amor, de hecho, está perfecto, te dejo para que converses un rato con tu madre y yo iré unos minutos a la textilería, Mabel necesita unas firmas urgentes y no pueden esperar hasta el lunes. —Me parece buena idea, mi madre seguramente va a querer que le cuente todo lo que nos dijo el médico y mis hermanas estarán locas por ver los obsequios que les traje. —Entonces voy a darme una ducha rápido y nos vamos. La casa de la familia de Cecilia estaba muy cerca de la textilería, así que no implicaba mucho tiempo para Diego trasladarse de un lugar a otro, la dejó con su madre, se detuvo unos minutos para saludar y se fue a la fábrica. —Señor Ferrer, buenas tardes. ¿Cómo estuvo su viaje? Espero que todo esté bien con la señora Cecilia —Mabel era la secretaria de Diego, también había sido secretaria de su padre y él confiaba plenamente en ella, era su mano derecha y ella sabía el motivo de su viaje, ya que se había encargado personalmente de hacer la cita en la clínica y de reservar el hotel y los vuelos. —Gracias Mabel, todo bien, los médicos dijeron que no tenemos nada de qué preocuparnos. —¡Qué buena noticia señor! Me alegro mucho por usted y por la señora Cecilia. —¡Pásame todos esos documentos que necesitan mi firma urgente! —Enseguida. Entró en su despacho y comenzó firmando algunos documentos sobre su escritorio, hasta que Mabel entró con lo que eran más urgentes. —Hay algo muy importante que tengo que decirle señor, me da mucha pena con usted, pero… voy a casarme y mi esposo y yo nos iremos a vivir a Zacatecas, tendré que renunciar a la textilería. —Me alegra mucho que vayas a casarte, pero me duele perder una excelente empleada como tú, ¿Cuándo es la boda? —La boda será en un mes, así que estamos a tiempo para que contrate una nueva secretaria y así yo pueda capacitarla antes de irme. —Te agradezco mucho que me avises con tiempo, voy a pedir a Recursos humanos que se haga cargo, pero te voy a echar de menos. —Gracias señor, yo también voy a extrañar trabajar aquí, tanto su padre como usted, han sido los mejores jefes que he tenido. La decisión de Mabel lo había tomado por sorpresa, era una excelente empleada e iba a ser muy difícil sustituirla, pero ni hablar, no había manera de retenerla. Terminó de firmar y volvió a casa de su suegra para la hora de la comida, le encantaba la comida casera y Juana era una excelente cocinera. Se sentaron a la mesa, y comenzaron a charlar sobre el viaje y sobre el diagnóstico de médico, su estancia en Nueva York. —Mi amor por favor, ¿Podrías encargarte de comprar un regalo de bodas para Mabel? Se casa en un mes y quisiera darle un detalle. —Por supuesto mi vida, yo me encargo. —Que sea algo fácil de transportar, ella y su esposo se van a vivir a Zacatecas y no creo que puedan llevarse muchas cosas. —¿Y su trabajo? ¿Va a renunciar? —Sí, el lunes pediré que comiencen a buscar a su suplente. —¡Voy a pedir a al padre Julián que me deje poner un anuncio en la puerta de la iglesia! —Se anticipó Juana, Mabel era una chica joven, pero no muy agraciada, no podía competir en belleza con su hija, no quería que su yerno tuviera tentaciones. —No se preocupe suegra, tengo un departamento de Recursos humanos para que se encargue. —Ya lo sé hijo, pero este es un pueblo, es importante que las empresas como la tuya, les brinden oportunidades a las personas de la comunidad, y mañana mismo me encargo de que publiquen el anuncio, ya verás que pronto comenzarán a llegarte solicitudes, ya tu departamento de Recursos humanos, que se encargue de la contratación. Diego asintió, de alguna manera sabía por qué su suegra se preocupaba por conseguirle una secretaria, aunque él, no tenía ojos para ninguna mujer, únicamente Cecilia llenaba su corazón y sus pensamientos […]
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