Promesas Bajo las Sombras

1386 Words
La noche estaba en calma, pero el corazón de Samuel latía con fuerza mientras miraba a Camila. Aceptar su propuesta había sido una decisión impulsiva, pero genuina. Había algo en ella que lo hacía querer bajar sus defensas, algo que lo empujaba a imaginar un futuro donde podía ser más que el hombre en las sombras. Sin embargo, la realidad de su vida lo envolvía como una red de la que no podía escapar del todo. Camila, ajena a la tormenta interna de Samuel, lo miraba con ojos brillantes, llena de determinación. Había esperado que él aceptara, pero escuchar ese "sí" de sus labios hizo que todo pareciera más real. Quería preguntarle tantas cosas, pero decidió dejar que la noche fluyera. —Esto es un gran paso, Samuel —dijo Camila con una sonrisa mientras llenaba de nuevo su copa de vino—. Siento que estoy rompiendo todas las reglas, pero, por primera vez, estoy segura de lo que quiero. Samuel la observó en silencio por un momento, disfrutando de la forma en que su cabello caía sobre sus hombros y cómo su sonrisa llenaba la habitación. Sabía que estaba jugando con fuego. Podía sentir el peso de sus secretos aplastando la burbuja de felicidad que Camila intentaba construir. —Camila, quiero que sepas que nunca tomé esta decisión a la ligera —dijo finalmente, con un tono suave pero serio—. Prometo que siempre estaré a tu lado, pase lo que pase. Pero también espero que confíes en mí, incluso cuando haya cosas que no pueda explicarte de inmediato. Camila arqueó una ceja, notando el peso de sus palabras. —¿Por qué lo dices de esa manera? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia él—. ¿Es porque crees que hay algo que no podría entender? Samuel suspiró, tomando un sorbo de vino para ganar tiempo. ¿Qué podía decirle sin romper el frágil equilibrio que había entre ellos? —Es complicado —respondió, finalmente—. Mi vida antes de conocerte no fue sencilla. Hay cosas que preferiría dejar en el pasado, porque no quiero que interfieran con lo que estamos construyendo ahora. Ella lo miró fijamente, intentando leer más allá de sus palabras. Había algo en su tono que sugería que no estaba diciendo toda la verdad, pero decidió no insistir. —Confío en ti, Samuel —dijo finalmente, poniendo una mano sobre la suya—. Pero espero que, cuando estés listo, puedas compartir conmigo todo lo que guardas. Samuel asintió, aunque sabía que nunca estaría realmente listo para contarle quién era en realidad. Más tarde esa noche, cuando Samuel regresó a su propio apartamento, se encontró con un sobre n***o esperándolo en la mesa de entrada. Su expresión cambió al instante; sabía lo que significaba. Al abrirlo, encontró una nota breve y directa: "Reunión urgente. No puede esperar." Samuel se pasó una mano por el cabello, frustrado. Había esperado tener al menos unos días para disfrutar de su decisión de casarse con Camila antes de que el peso de su vida secreta lo alcanzara nuevamente. Sin embargo, no tenía opción. Se puso una chaqueta y salió de inmediato. La reunión se llevó a cabo en un penthouse discreto pero lujoso en el corazón de la ciudad. Al entrar, fue recibido por un grupo de cinco personas, todos hombres y mujeres de alto perfil, que se levantaron de inmediato al verlo. —Señor —dijo uno de ellos, inclinando ligeramente la cabeza—. Gracias por venir tan rápido. —¿Qué está pasando? —preguntó Samuel, dejando entrever su autoridad natural. Uno de los hombres le extendió una carpeta llena de documentos. —Hemos detectado movimientos sospechosos en las cuentas de una de las empresas de cobertura. Creemos que alguien está intentando rastrear los flujos de capital. Podría ser una amenaza para su anonimato. Samuel revisó los papeles con una expresión tensa. El anonimato era la clave de todo lo que había construido; sin él, todo su sistema de influencia podría colapsar. —¿Quién está detrás? —preguntó, mientras cerraba la carpeta. —No lo sabemos con certeza, pero parece que alguien del entorno Valenzuela está involucrado —respondió una mujer del grupo, con tono grave. Samuel se congeló por un momento. La familia de Camila. Por supuesto. No era difícil imaginar que alguien en ese círculo estuviera husmeando donde no debía. Los Valenzuela eran conocidos por su hambre de control y poder. —Hagan lo necesario para detener cualquier filtración —ordenó Samuel, con firmeza—. Pero asegúrense de que Camila no se vea involucrada en esto de ninguna manera. El grupo asintió, y Samuel salió del penthouse con la mente inundada de preocupaciones. Mientras conducía de regreso, su teléfono vibró con un mensaje de Camila: "Espero que hayas llegado bien a casa. Buenas noches, Samuel." Su corazón se apretó al leer esas palabras. No podía permitir que ella se viera arrastrada al mundo que él había construido en las sombras, pero sabía que el matrimonio que habían acordado haría que sus vidas se entrelazaran más de lo que él podía controlar. Al día siguiente, Camila lo invitó a desayunar en su departamento. Quería comenzar a planear los detalles de su boda y discutir cómo harían pública su relación, si es que decidían hacerlo. Mientras Samuel se sentaba en la mesa con una taza de café, ella desplegaba una lista de posibles fechas y lugares. —No quiero algo ostentoso —dijo ella—. Quiero que sea algo pequeño, íntimo. Solo las personas que realmente importan. Samuel sonrió, apreciando la simplicidad de su visión. Pero mientras la escuchaba hablar sobre sus planes, notó una leve tensión en su expresión. —¿Estás preocupada por algo? —preguntó. Camila dejó el bolígrafo que sostenía y suspiró. —Es mi familia —admitió—. No puedo evitar pensar en cómo reaccionarán cuando les diga que me voy a casar contigo. Mi madre ya ha dejado claro que no aprueba mis elecciones últimamente, y mi padre... bueno, él siempre ha querido que me case con alguien que aporte "valor estratégico". Samuel se inclinó hacia ella y tomó sus manos entre las suyas. —Camila, no tienes que preocuparte por ellos. Lo único que importa es lo que tú quieres. Y si hay algo que pueda hacer para ayudarte con tu familia, dímelo. Ella sonrió, conmovida por su apoyo. —Eso es lo que me gusta de ti, Samuel. Siempre haces que todo parezca más simple —dijo, mirándolo con ternura. Sin embargo, en el fondo, Samuel sabía que las cosas eran mucho más complicadas de lo que ella imaginaba. Su identidad, su red de poder, todo estaba en peligro si no manejaba la situación con cuidado. Pero mientras la miraba, decidió que haría todo lo posible para protegerla, incluso si eso significaba seguir ocultándole la verdad. Al despedirse esa tarde, Samuel condujo hacia un lugar que pocas personas conocían: una casa en las afueras de la ciudad donde operaba una de sus oficinas secretas. Allí lo esperaba uno de sus contactos de mayor confianza, un hombre llamado Víctor. —¿Alguna novedad? —preguntó Samuel al entrar. Víctor asintió, entregándole un informe. —Hemos rastreado el origen de las investigaciones en las cuentas. Todo apunta a que alguien cercano a la familia Valenzuela está detrás. Samuel revisó los documentos con el ceño fruncido. —¿Han identificado a quién? —preguntó. —Todavía no, pero no creo que sea directamente Camila. Sin embargo, podría ser alguien que actúa bajo las órdenes de su padre. Samuel apretó los dientes. Sabía que si Esteban Valenzuela descubría quién era él realmente, podría usar esa información para manipularlo o, peor aún, usarla contra Camila. —Asegúrate de que esto se detenga antes de que avance más —dijo con tono firme—. Y si hay algo que la involucre a ella, quiero saberlo de inmediato. Mientras salía de la casa, Samuel no podía dejar de pensar en cómo equilibraría su vida con Camila mientras mantenía en secreto la verdad de quién era. Sabía que cada paso que daba con ella lo acercaba más al riesgo de ser descubierto, pero no podía alejarse. Había hecho una promesa, y estaba dispuesto a cumplirla, sin importar lo que eso significara para él.
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