Capitulo 8

2268 Words
Trabajar duro, ganar dinero y pagar tus deudas. ¡Mierda! Sí que era mucho más complicado hacerlo. Tenía tres trabajos y aun así no era suficiente. Necesitaba mucho más dinero. - ¿Qué son esas cosas? -pregunta la generala cuando me objetos de valor en la mesa de la cocina- ¿Es un rolex? -sus ojos se encojen mientras los sostiene con detenimiento-No, no lo es. Admito que casi me engañan, pero no lo es. -Diablos-balbuceo. Esos imbéciles podrían ser niños ricos, pero sus pertenencias daban asco. Al menos la paga fue algo buena y no me quejaba de haber besado a Leah en la habitación de que imbécil. - ¿Por qué sonríes? -Vivi refunfuña confundida-Te han robado. - ¿Qué te hace pensar de que he comprado esto? -le sonrío como respuesta. -Eres un idiota-rueda sus ojos-Nunca vas a cambiar. No dejo de reír, aunque confieso que aquellas palabras sonaban a recuerdos llenos de dolor. «Nunca vas a cambiar, Alex». «Siempre serás un perdedor como tu padre» Aquel mantra siempre iba conmigo día tras días. Siempre seria como aquel imbécil perdedor que nos había abandonado. Nunca podía recordar su rostro, pero los ojos de mi madre incapaz de verme de frente me gritaban que era su viva imagen de perdedor. -Linda camiseta-Dante dice en forma de saludo mientras se siente a tomar su primer café de la mañana. -Gracias, estaba de descuento. Ambos soltamos una carcajada por nuestro chiste cosa que a la sensible generala le parecía realmente irritante. -Nunca vas a madurar. Vivi salió a toda prisa con sus tacones repicando por el piso de madera pulida de la casa. Mucho más atrás Sam parecía ajetreado y nervioso mientras observaba la hora en su teléfono. -Diablos, se me hace tarde y tengo una cita para un tatuaje ¿en dónde estará la niñera? -se preguntó a la vez que corría a la nevera por un vaso de leche- ¿Alguno de ustedes podría quedarse a esperarla? -Tengo algo que hacer, te estaba esperando para irme contigo-Dante responde rápidamente. Él no le gustaba mucho tener contacto con la bebé. En eso yo intento fabricar una mejor excusa hasta que los ojos llorones de aquel imbécil grandote se encuentran con los míos. -Sí, la esperaré-suelto como un perdedor-Espero que no se tarde mucho, tengo muchas cosas que hacer. Mi lista de cosas no era muy grande, pero si importante. Necesitaba entregar el dinero hoy antes de estar en problemas y para eso tenía que vender aquellas cosas estúpidas que había sacado en casa de aquellos niños ricos. -Te debo una-Sam choco su puño contra mi hombro. -No te vayas a coger a la niñera-Fue la respuesta de Dante. -No tendría tanta suerte-de pronto aquella voz diminuta y empalagosa llena mis oídos. Dante y Sam quedan lívidos del frio cuando observan a la pequeña Leah Cooper vestida con una camiseta ancha y pantalones flojos cerrar la puerta de la habitación. Todos nuestros ojos se fueron hacia las escaleras. Teníamos las esperanzas de que Neil no escuchara el mal chiste de Dante. - ¿Qué haces tú aquí? -Dante pregunto un tanto sorprendido. -Le hago un favor a Vivi, idiota-ella lo empuja con su hombro mientras sigue derecho ignorándome. Supongo que lo merecía. Vi una ráfaga de desprecio en sus ojos por lo que había pasado ayer. Pero aquella llamada era mi pasaje para aterrizar a la realidad. Leah Cooper era la hermana de mi mejor amigo, por lo tanto, estaba prohibida. -Mocosa malcriada-Dante grita como era de costumbre y por eso solo se gana la seña del dedo medio por parte de Leah. -Soy yo o Leah ha cambiado mucho este par de años-susurra Dante a mi dirección. - ¿a qué te refieres? -rasco mi cabeza fingiendo que no me había dado cuenta aquel cambio tan rotundo que ella había tenido-Sigue siendo igual de nerd que siempre-le recuerdo-y se siente asqueroso que tan solo insinúes que ha cambiado. -Vamos, no soy tonto, Alex. Sé que no está bien decirlo por Neil, pero Leah se está poniendo buenísima. Aprieto mi mandíbula y mis puños en un intento de no golpearlo justo en la cara. Divise la escalera de pino en busca de un Neil dispuesto a partirle la madre, pero nadie bajo y aún seguía ahí sintiéndome culpable por haberla besado justo a ayer. -Solo cierra la boa, hermano-al levantarme la silla se queja fuertemente. Me encierro en mi habitación. Justo hoy Jake estaba trabajando, así que podía encerrarme durante todo el día a descansar con mis audífonos puestos y en compañía de DISTURBER sonando dentro de mi cabeza. Mi teléfono vibra y puedo ver el nombre de Tessa Williams haciendo acto de presencia. Tessa: ¿Y si te digo que estoy sola y aburrida? Aquel mensaje iba acompañado con una foto de ella recostada sobre su cama, el flash de la foto hacia brillar la sedosa piel canela de su escote. Alex: ¿y qué puedo hacer por ti, nena? En seguida tuve una reacción. El bulto de mis pantalones se tensó un poco, pero la respuesta fue solo el silencio. Un silencio que se había prolongado por mucho tiempo. Reposo mi cabeza sobre la almohada y dejo que el sonido de la guitarra me lleve hacia lo más infinito del espacio hasta poder quedarme dormido. Cuando abro mis ojos siento unos leves golpes en mi pecho. Las pequeñas manos de Tsuki golpean por todos lados con aquellas terribles piezas de colores. -Maldición, bebé-dejo salir. La pequeña se queda boquiabierta ante aquella mala palabra. Es una bebé ¿qué puede saber ella sobre groserías? -aicion-logra pronunciar tan claramente como si dijera “papá” o “mamá” -Soy hombre muerto-es lo que logro decir mientras la sostengo en mis brazos-Prohibida esas palabras, señorita-la sostengo en aire y la sacudo ligeramente para que suelte montones de carcajadas. -aicion-vuelve a repetir y ahora me siento un poco asustado. Su madre va a matarme. - ¡Ahí estas! -Leah suelta siguiendo de largo. Ella parece ignorar mi presencia, aunque tenga a la bebé en mis brazos-Vamos por tu baño. Por unos breves segundo entro en su radar, pero desaparezco. Sí que es buena ignorando a la gente, se me sentía como un ser invisible ante su presencia. -aicion-pronuncia la bebé. -Qué? -el pequeño alzo su ceja- ¿Qué rayos le estas enseñando a la bebé? -gruñe. -Ahora si parezco que existo-me encojo de hombros. -No te hagas el tarado y dime que… -arado-repitió Tsuki justo ahora. -Mald…-Leah cierra sus labios con fuerza. Sus mejillas están sonrosadas por el esfuerzo. - ¿Quién le dirá a Vivi que su hija dice malas palabras por tu culpa? - ¿Mi culpa? -ella se acerca hacia mí. Tsuki ríe sin comprender qué diablos estamos haciendo, pero parece complacida al ver nuestro acercamiento. Yo también lo estaba. Aunque odiara admitirlo, me fascinaba mucho en como olía Leah. Ella era algo así como brisa marina con explosiones de frutas. Me relajaba el aroma que salía de cada poro de su piel cuando iba al caminar. -Tú fuiste quien empezó todo-me culpo a la vez que golpeaba con determinación mi pecho. Luego sus ojos se fueron a las franjas de mis tatuajes. Conocía aquella mirada silenciosa y tímida que ponía cuando estaba nerviosa. Doy un paso al frente adrede. Ahora estoy tan cerca que si no fuera por la bebé la fuera besado a ahora mismo. El teléfono suena una vez más. La pantalla se ilumina y ahí, justo en vivo puedo ver una foto de los perfectos pechos de Tessa y la rosa que esta tatuada en medio de ellos. - ¿Qué? -Leah parece soltar un quejido. Al parecer no era el único que había visto aquella foto. -Espero por ti-toma el teléfono y lee en voz alta- ¿Sigues co…-pero se detiene cuando recuerda a la bebé- ¡Eres un imbécil! -logra decir. Sus pasos suenan como a los de unos gigantes cuando sale de mi habitación. Yo voy detrás de ella más divertido que molesto. -Acabas de invadir mi privacidad-me quejo haciéndome la víctima. -Déjame en paz, Alex. De verdad, no puedo creerlo ¿Tessa William? Su rostro hizo una mueca de total desagrado. -Vamos, es mucho mejor que aquel Nerd con él que te estabas besuqueando. Tessa Williams es puro fuego-alzo mis cejas a juego. -No me interesa tu vida, Alex. Puedes meterte tus explicaciones por el trasero-grita más duro. -aero, aero-repite Tsuki feliz por sus palabras nuevas. -Lenguaje, señorita. Andas con una bebé en brazos-reí fuertemente a la vez que acariciaba la melena rubia de Tsuki- ¿Verdad amiguita? -Déjanos en paz-y se mueve para alejar a la bebé de mi alcance- ¿Por qué no vas acariciarle otra cosa a tu novia Tessa? -Quizás lo haga-coloco mis manos dentro de los bolsillos mientras explota divertido por la ira de Leah- ¿Acaso son celos en tu tono de voz? -Quisieras-rueda sus ojos y deposita al bebe en su cuna-Toma tu siesta, Tsuki. Cuando Leah se inclina a besar su frente puedo ver una toma perfecta de su trasero contorneado. Me encantaba como se marcaba en aquellos feos pantalones desteñidos. Me espero unos minutos a que salga de la habitación de la bebé para seguir aquella entretenida charla. - ¿Entonces no son celos? -alce mi ceja un poco insegura. Los colores rojizos subieron al rostro de Leah. Era fácil leer sus emociones. Cuando se enojaba se veían mucho más clara aquellas pecas y sus ojos se volvían ligeramente verdes a pesar de que eran algo cafés. Sobre todo, ella apretaba sus labios en una mueca retorcida y la verdad bastante adorable para mí. -No, no tengo porque tener celos-suelta más calmada-Yo tengo novio ¿Se te olvida? Claro que no lo olvidaba. Era aquel estúpido de cabello brillante y dorado. Me daba asco ver como sus rizos se movían con una gracia perturbadora. Solo a alguien como Leah le podría `parecer interesante un imbécil como ese. -Se ve que no tiene ni idea de cómo complacer a una mujer. - ¿y qué sabes tú sobre complacer a una mujer? -ella soltó, lo cual fue un gran error. Debo confesar que de alguna manera me encantaba esto de acorralar a Leah. Ella se veía tan indefensa ante mis garras. Me encantaba como la vena en su cuello se movía rápidamente y su respiración se aceleraba a medida que acortaba la distancia. -No empieces-suelta entre dientes. - ¿O qué? -me inclino y aspiro aquel olor. Maldición, me encantaba como verdaderamente olía. Era como si su sudor realmente fuese el mar vertido en su piel. - ¿A que le temes, Leah? Sé que no es a tu hermano-mi mano se concentra en su cadera y la otro en su rostro. Tomo su quijada para no darle salida y solo plasmo mis labios con los de ella. Ebullición. Me sentí el monte Vesubio quemando todo a su paso. Para mí era tan fácil poder besarla, me gustaba como su lengua se enredaba con la mía mientras temblaba debajo de mi. Ella presiona sus ojos con fuerza y se deja llevar sin resistencia cuando la llevo a su habitación. Se que debía pensar en mi amistad con Neil, en todo lo que nos habíamos prometido, pero justo ahora todo eso se había ido al caño. Mis dedos tocan debajo del suéter la cálida piel de Leah. Sin duda era una combinación entre crema y suavidad que me hacía enloquecer. Sentí una enorme tensión en mis pantalones y todo empeoro cuando los inexpertos dedos de Leah se escurrieron por mi bragueta. Olimpo. Me sentí como flotar en el aire cuando ella acaricio por la superficie mi m*****o. Podía sentir los nervios y las dudas de Leah, sobre todo cuando logro traspasar otra de las barreras y llego hacia sus delicados pechos. Me gustaba como su forma se acoplaban en mi mano y como ella jadeaba y se retorcía en medio de aquellas sensaciones. Leah se sentía tocar una rosa. Al principio te lastimabas con sus espinas, pero luego tocabas sus pétalos y sientes que esa sensación embriagadora ha valido la pena. Me doy vuelta. La coloco sobre mí. Siempre había algo con esa posición que me encantaba. Me gustaba que las mujeres tomaran el control y esta vez la pequeña Leah Cooper sin temor y timidez solo se sentó en mi erección. Había apenas unas cuantas capas de ropa entre nosotros, pero la sensación era mucho más intensa de lo que había sentido antes. Amaso su perfecto trasero, ella gime, muerde lentamente mi labio. Juro por Dios que no puedo controlarme. De verdad deseaba hacerle el amor aquí mismo. Lo ansío y cuando al fin me decido a dar el siguiente paso se escucharon voces. -Cerveza gratis-grita Sam. Diablos. Maldigo por mis adentros. Leah esta tan nerviosa que se detiene y al tratar de levantarse se tropieza con sus pies y cae. El golpe suena algo duro. - ¿Qué pasa? -pregunta Neil desde planta baja. Ambos nos miramos muertos del pánico. Leah se acomoda su ancha camisa y como puede se arrastra hacia la habitación de la bebé mientras yo finjo que duermo en mi cama. - ¿Qué haces tú aquí? –gruñó su hermano y como siempre ambos empiezan a discutir. Aquellos dos eran realmente insoportables y si no fuese por la robótica voz de Bea que los manda a callar todo esto se convertiría en zona de guerra. Gracias, Bea. Era rara, pero me gustaba su silencio, me gusta que siempre veía cosas y se callaba.
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