El Dilema

2138 Words
Capítulo 4 El Dilema Como cualquier primer beso entre dos enamorados, este se quedó retratado en la memoria de la pareja, desde aquella tarde tranquila que compartieron, fue más evidente el deseo de compartir parte de sus vidas juntos, aunque el tiempo y las responsabilidades los limitaran, su amor fue creciendo con el pasar de los días, en la universidad era más obvio el cariño que ambos compartían pues en medio de la facultad ya se les veía pasar tomados de las manos sin importar la presencia de sus compañeros de curso, pero este noviazgo al salir del cajón de los secretos despertó un pequeño grupo de opiniones divididas, entre compañeros que afirmaban que se veían tiernos, y otros que les había tomado por sorpresa la relación de la pareja, opinión que compartía en específico Marcela, una compañera de carrera de Leandro que había salido un par de veces con él, pero que en consecuencia de sus encuentros sin “chispa” y el poco tiempo que se habían visto, no había resultado en nada más que una amistad. Marcela no podía evitar sentirse un poco celosa, pues sentía una atracción por Leandro desde hacía mucho tiempo, se conocían desde que empezaron sus estudios y habían compartido cierta confianza, pero una barrera se había interpuesto, pues a él no le agradaban algunas actitudes de ella con respecto a las personas, en especial su presunción con respecto a sus buenas calificaciones que podrían ser si bien las mejores de la facultad; Marcela compartía poco con sus compañeros, pero en cuanto se percató de la joven pareja, era curioso verle más seguido en medio del grupo de compañeros, no era alguien que se le conociese por su personalidad extrovertida aunque conectaba muy bien con David, un día en la mañana al entrar a la facultad noto la presencia del grupo de compañeros y entre ellos Leandro que se encontraba sentado en las escaleras de la plaza despreocupado, y olvidando su afán por ser la primera en entrar al salón de clase, se acercó para saludar a sus compañeros en especial a Leandro. —Hola, Andru— —Hola Marcela, que milagro verte— —¿Cómo un milagro? — contestó ella extrañada, sin percibir el sarcasmo. —jajaja, olvídalo, dime ¿Cómo te ha ido? — —Muy bien Andru, y a ¿ti? — —bien, algo preocupado por los parciales de la otra semana, como siempre son todos en menos de 3 días— respondió el joven pensativo —oye… no sabía que tenías novia— dijo ella sin mediar indirectas La expresión de incomodidad por el comentario no se hizo esperar y aunque con desagrado le contesto. —¿Ah?... pues hasta para mí es una noticia nueva, pero si hace poco sucedió, ¿por qué? — —No, solo pregunto, curiosidad, pues te vi por ahí con una muchacha muy bonita— dijo Marcela en tono coqueto. Él solo respondió con una sonrisa cómplice, pues sabía que Diana era muy hermosa. Sin embargo Leandro no creyó mucho en la amabilidad de Marcela, aunque por su forma de ser no era común que desconfiara de las personas, pero pensó que la razón del poco discreto comentario de ella hacía referencia que hacía solo 3 semanas había salido con ella, por un momento se preocupó por lo que ella llegase a pensar, pues él no le había mentido, era solo que conocer a Diana fue algo que no esperaba, una bonita coincidencia; Marcela se quedó en el lugar aunque la tensión entre los dos era imposible de cortar, el grupo de amigos se dirigió al salón al ver que el profesor ya llegaba a él, ella se adelantó como siempre para lograr ubicarse al frente del salón, pese a que no fueran los lugares más cotizados por el resto de sus compañeros, Leandro tomo su tiempo pues esperaba a Diana, la cual llego afanada, pero logro alcanzar a su enamorado. —se me hizo tarde de nuevo— dijo Diana decepcionada de ella misma —tranquila, cariño, aun estas a tiempo, ¿Dónde es tu clase? — —en el cuarto piso— contesto fatigado de solo pensar en subir las escaleras. —jajaja, ánimo¡! ¿Te veo para almorzar sí? — —sí, hoy yo cocino— contesto ella bromeando mientras se dirigía a las escaleras Leandro rio por la ocurrencia de su novia y se dirigió a su salón de clase. Llegado el medio día las clases acabaron por el momento y Leandro junto con sus compañeros y Marcela, saliendo de la facultad, donde Diana esperaba por su novio, el gesto de fastidio de Marcela fue tan evidente, al notar que la pareja se saludaba con especial cariño. —¿Qué paso? ¿Viste a tu tutor de tesis? — pregunto David al ver la expresión de Marcela —Tan bobo, no pasa nada— respondió Marcela algo enojada con su amigo. David noto las razones de su amiga para que reaccionara de esa manera, y tan solo rio mientras decidido seguir caminando, los novios se despidieron del grupo y tomaron caminos diferentes, aunque con curiosidad Marcela los seguía con la mirada; La joven pareja se dirigía afuera de la universidad, pero con la casualidad de encontrar a Luna quien también salía de su facultad. —Hola, Andru, hace tiempo no te veía— —Luna... hola, que tal todo— respondió Leandro con amabilidad —Muy bien ya saliendo para buscar algo de comer— Dijo Luna, que no pudo evitar inspeccionar con la mirada la linda joven que acompañaba a su amigo, devolviendo la mirada hacia Leandro con un gesto de confusión, espero que este digiera algo. —ah… te presento Luna, ella es Diana— contesto para intentar aclarar la escena, —y Diana ella es Luna mi amiga— —hola, Soy Luna, su amiga psicópata— se presentó Luna con un tono bromista, Diana, aunque con confundida por la curiosa presentación de la amiga de su novio, decidido contestar. —mucho gusto, Diana… su obsesión— dijo sonriendo y estrechando cortésmente la mano de Luna, Ambas se dieron cuenta de la gracia de la escena y rieron, pese al rostro serio del muchacho —acompáñanos a almorzar…— dijo Leandro intentando cortar el momento. —sí, ven con nosotros— —Vale, pero rápido por qué debo volver un poco antes— expreso Luna. Los 3 se dirigieron al restaurante que frecuentaban, entre conversaciones y risas Luna y Diana se empezaron a llevar muy bien, pues su sentido del humor compaginaba muy bien y ambas compartían el gusto por molestar a Leandro, que un poco nervioso vio con gusto que su amiga y su novia se llevaran bien, desde ese entonces Luna paso a ser una muy buena amiga de Diana, quien no contaba con muchas personas de confianza pues había pasado muy poco tiempo en la ciudad. Al final del día las clases ya habían terminado y como era común en los dos enamorados, compartían el momento tomando café antes de despedirse, en medio del tiempo en el que estaban juntos era común que Diana cambiara su expresión y su ánimo, esto no le molestaba tanto a Leandro porque sabía en parte las razones para que esto sucediera, no le preocupaba mucho, más bien dejaba llevar sus sentimientos en el momento con pequeños detalles a su novia, quien al igual que él se sentía encantada, se sentía feliz. —Dime, ¿en qué piensas? ¿Cosas de Diana? —pregunto Leandro —jajaja Algo así— contesto ella sonriendo —Me enteré de algo que no sé si es bueno, mi papá estaba en Villavicencio, pero él no sabía que yo estoy estudiando acá, como hace mucho no hablo con él—aclaro ella. La situación tomó por sorpresa a su novio que no sabía con certeza que podría responderle. —pues podrías hablarle y contarle bien, que estás aquí, que estás bien— —no es tan fácil, él tiene cierto aprecio por Hernando porque ambos estudiaron administración, y si ya sabe que terminamos, no quiero saber que me dirá…— Leandro algo confundido trato de comprender la situación, pero sintió no poder hacer mucho por su novia, y en un esfuerzo por alivianar la preocupación le propuso algo. —el viernes, algunos amigos irán a bailar, no sé si te gustaría ir, obvio vamos los dos— —! si ¡me gustaría mucho, pero no soy un trompo bailando, te lo advierto— —no importa, tampoco soy un buen bailarín, pero si quiero vayas conmigo— Dijo Leandro mirándola a los ojos, noto que el propósito de desviar la atención de Diana de sus preocupaciones había dado resultado; terminaron sus bebidas y ambos salieron del edificio, caminaron hasta la portería de la universidad y allí se despidieron con un tierno beso, y un romántico abrazo que era difícil de separar, pues ambos sentían que el mundo no importaba mientras estuvieran juntos, luego de titubear ambos tomaron caminos distintos hacia sus respectivas casas. Diana caminó apresurada por la avenida, pues aunque no fuera tarde podría ser inseguro, llego tranquila al edificio de las residencias universitarias, subió a su habitación y se dispuso a revisar sus apuntes del día, no sin antes avisar a Leandro que había llegado bien, pero el timbre de su celular la tomo por sorpresa, “un número extraño, ¿quién será?” se preguntó, dudo un momento, sin embargo contesto, y aun sin saludar escucho la voz de un hombre adulto, rápidamente identifico quien era el que llamaba. —Hola, papá, ¿Cómo estás? — —Hola Diana, como te ha ido— Dijo Óscar con un tono tranquilo, al no recibir una respuesta rápida, el continuo —Vine a verte y no te encontré— —no papá, estoy en Bogotá, pedí un intercambio para terminar mis materias acá— contesto ella con un tono de voz serio, —¿a dónde fuiste? ¿al apartamento? — preguntó. —sí, al de Hernando, preciso me lo encontré y fue el que me contó donde estabas— —¿no te dijo nada más? — —no, pero es obvio que ya no están juntos— contesto Óscar con seriedad; Luego de la muerte de la madre de Diana, su padre se había vuelto frío y distante, cuando ella cumplido 18 años, el decidido irse de la ciudad y vivir junto con Luz quien al parecer era ahora su pareja, últimamente solo de forma casual preguntaba por su hija o la llamaba, pues este se había alejado mucho de ella y en una actitud machista, que ella odiaba, Óscar confiaba en que su supuesto novio Hernando cuidaba de ella, pues conocía del éxito de la empresa de Hernando; Diana tomo el comentario de su padre como un reproche, más no le prestó atención, hablaron por unos cuantos minutos de la familia y de cómo le había ido a ambos en sus cosas, fue inevitable la curiosidad de Diana por saber lo que su padre pensaba de su nueva relación y con nerviosismo le contó sobre Leandro, Óscar quedo en silencio unos segundos, y tras un evidente suspiro, contesto. —desde que te trate bien y te respete no pasa nada, y te ayude a salir adelante… ya no estas en la edad para amoríos de colegio— La respuesta tolerante de su padre la tomo por sorpresa, pues esperaba este defendiera a su exnovio o lo resaltara de alguna forma, de esta manera Diana se despidió de su padre y la llamada finalizo, pero Óscar no estaba del todo contento, como todo padre deseaba lo mejor para su hija así esta no estuviera a su lado, pero de manera errónea pensaba que el bienestar de ella estaba al lado de Hernando debido a su estabilidad económica. Diana, luego de la llamada de su padre sintió un alivio, pues era la primera persona a la que le contaba sobre su noviazgo, aunque este tampoco no fuera el más indicado para dar una opinión pertinente, pues por mucho tiempo él defendía a su ex yerno, y poco prestaba atención a los sentimientos de su hija o por lo que esta pudiera pasar, aunque para ella, el dilema de su corazón tenía una evidente solución, no era tan fácil apartar la amistad de Hernando, pues sentía que debía de una forma u otra agradecer el tiempo compartido con él y su ayuda, pero hace días no se comunicaba con él, y tampoco sentía fuera necesario, por el momento solo quería descansar, alisto sus cosas y preparo su cama para dormir, mientras recordaba la invitación de su novio, se sentía ansiosa pues ella hace mucho no salía a bailar.
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