Los malos tiempos, son sin duda la llegada de algo mejor.

1023 Words
Siendo un hombre sin escrúpulos, Federico no se quedó tranquilo, desde una distancia seguía observando a Charlotte. Por su parte, Carlota estuvo al lado de Hazard quien estaba atento a ella. Se preguntarán porqué Hazard no había golpeado a Federico, simplemente Hazard no iba a ensuciarse las manos, esperaría el momento oportuno para darle su merecido. Carlota y Hazard salieron de aquella fiesta, se irían juntos, al ver que su hermano Hazard apareciera, Neftalí desapareció de la vista. Afuera, Federico había seguido a la pareja y estaba acercando mas, al ver que Hazard se hiciera a un lado para responder a una llamada, Federico se acercó a Cartola y la tomó del brazo, la jaloneó arrastrando hacia un callejón oscuro, Carlota se resistió, mas sin embargo Federico era un hombre fuerte y musculoso, su fuerza era mayor por mucho comparado a la de ella. Una vez que considerara tenerla a su merced, Federico dijo a Carlota. —Esto lo haces para fastidiarme, ¿No es así? —Ahora te voy a dar amor y cariño mi amor —dijo Federico en afán de manosear a Carlota. Una derecha bien metida fue lo que recibió el hombre, pero sin previo aviso. Hazard había propinado en la humanidad de Federico un tremendo golpe de derecha. Lo hizo caerse al suelo y retorcerse de dolor. Por primera vez Carlota no se asustó del grado de lesión producido en su ex, ella se sumó para darle algunos puntazos con los pies, inclusive le gritó en su cara, le dijo: —Patán de M, ya es suficiente con haberme hecho perder mi valioso tiempo, ahora también pretendes abusar de mi. —Vamos cariño, él no vale la pena ni tu rabia, tan solo déjalo ahí, lo haré pagar su atrevimiento —dicho eso, Hazard cargó a Carlota hasta su auto y se subió con ella en el asiento de pasajeros, el conductor de Hazard manejó por mucho tiempo, y esto era para que Carlota se sintiera mucho mejor. —Cariño, ven conmigo por un momento, este mirador es mi lugar favorito, desde aquí se puede apreciar la Ciudad de Nueva York, para mí es imponente, me gusta, me relaja mucho —dijo Hazard. Carlota lo siguió en silencio, sabía que tenía razón. Por un largo rato se sintió muy en paz. Pensó en su madre, se sintió cercano a ella, no sabía ni porqué, pero el lugar la reconfortaba. Ahí mirando el cielo estrellado y la ausencia de la luna dar más brillo a las estrellas, Carlota se sintió muy segura de estar al lado de este hijo de Jeque, sabía que Hazard era un hombre de negocios importante, sin embargo él estaba aquí junto a ella, a su lado para decirle que le importaba. —Gracias —dijo en una voz suave y casi apagada. —Gracias a ti por dejarme estar aquí a tu lado, me gusta saber que puedo cuidar de ti —dijo él en clara señal de gusto. —Regresemos —dijo Carlota —ya es muy tarde y debes descansar también —dijo en tono preocupado, lo que alegrara el corazón a Hazard por saber que esta mujer se preocupaba por él, pues era algo que ya nadie lo hacía desde la muerte de su madre y luego la muerte de su esposa. —Vamos —dijo él con mucha tranquilidad. —¿Hasta que punto me quieres, Hazard? De repente la pregunta de Carlota se salió de su garganta. —Creo que ahora mismo no puedo decir que tanto puedo estar enamorado. —En mi país y en mi cultura, el hombre puede incluso casarse hasta con cuatro esposas, dependiendo siempre de la capacidad económica que pueda permitirle sus riquezas. —¿Así que el amor se rige por el interés a que me resuelva económicamente un hombre? —preguntó Carlota. —¿Y si ya tengo eso? Entonces puedo desistir casarme? —volvió Carlota a cuestionar las costumbres de su tierra. —Yo podría mantener a cien mujeres bien en el aspecto económico, pero podría llenar su corazón , sus espacios mentales y sus sentimientos? Es algo muy complejo. —No todas las mujeres deseamos lo económico de un hombre, a veces tan solo anhelamos su comprensión, su tiempo y su respeto —dijo Carlota. —Si, así es. Ahora… con respecto a ti, me gustaste desde el primer día que te vi. —¿Ah si? —Si —Carlota se rió nerviosa y dijo. —¿No te diste cuenta en mi actitud? Yo estaba fuera de si, me sentía herida y solo quería hacer cosas que tratara de llenar mi vacío emocional. —Había decidido entregarme al primer sujeto que viera, bueno, tanto así no, lo cierto es que yo decidí elegir a un hombre para tener mi primer encuentro sexu4al, pero vez, te cruzaste en mi camino. —Lo tuyo y mío fue el destino —dijo el hombre, al sonreír su rostro que siempre permanecía serio y estoico, se dejó ver una sonrisa que suavizaba más sus facciones, era un hombre guapo, muy guapo. Carlota lo miró con escrutinio y luego dijo lo siguiente: —¿Acaso hay “lo nuestro”? —ante esta situación, Hazard respondió. —No es tu costumbre acostarte por ahí con hombres, sino, yo no fuera el primero en tu vida. —No, no eres el primero —intentó esconder su virginidad ante él, pero Hazard le dijo: —No te avergüences de tus virtudes, es una bendición que no hayas sido una odalisca, porque aún siendo una ramera, te hubiera querido igual, pero por fortuna, solo eres mía. Carlota se puso colorada, pues era claro que Hazard la conocía bien, y por supuesto, era como él decía, por eso mismo se sintió en desventaja, aunque era mejor sentirse bien con alguien y estar con esa persona, aunque esa persona se sintiera mejor con uno tal a como es. —Hazard, has invadido mi espacio y mi privacidad a tal grado que siento que tú y yo somos uno. —dijo Carlota balbuceando entre dientes, estaba algo ebria.
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