Una infidelidad cambia la vida.

1533 Words
Adela miró a lo lejos a Carlota, ella se desenvolvió con tanta naturalidad, y bajó del podio en el que estaba con una estatuilla en la mano, su asistente se acercó y la ayudó a buscar la mesa asignada para ella, pronto guardó la estauilla ganada. —¡Señorita en hora buena, has ganado de nuevo! —dijo la asistente muy feliz. —Si, manda a pedir que traigan mi auto —ordenó Carlota —, y ven conmigo. —¿Si? —dijo la asistente. —Si —dijo a secas Carlota. Su asistente Bibi era muy recatada y no le gustaba las fiestas a las que asistía su jefa Carlota, así que no estaba tan feliz de ir acompañándola. —Sabes que no bebo, señorita Graham —dijo Bibi Toledo. —No te estoy invitando a beber, me han invitado a ir a las Vegas, me gustaría que vinieras conmigo nada mas. La reputación de Carlota ya la tenían por el suelo, así que Bibi de alguna manera le preocupaba que también a ella le ensuciaran su nombre y su honor. —¿Que pasa? ¿vas a venir o no? —le preguntó Carlota. —Bueno, yo, este no puedo... —Entonces, ¿ya no vas a seguir trabajando conmigo? —preguntó de nuevo Carlota, ella solo se puso de pié y salió dejando atrás a su asistente. Bibi Toledo la siguió, pero Carlota la ignoró por completo, sabía que Bibi no quería irse con ella por que estaba avergonzada de que los vieran juntas, así que deliberadamente Carlota le había puesto las cosas más fáciles, el hecho de abandonar el trabajo junto a ella. —Yo necesito el empleo —dijo Bibi —Consígase otro empleo, no vaya a perder su buena reputación trabajando con alguien como yo. —dijo Carlota sin mirar a su empleada. —Señorita Graham, yo lo siento mucho —Bibi supuso que la despedían por lo que dijera un día antes en una reunión entre la familia de su novio y ella. Allí le habían dicho que quien andaba con lobos, a aullar aprendían. Para defenderse de esas comparaciones, ella en vez de defender a su jefa, hizo el siguiente comentario. —“¡No es así, la promiscua es ella! Yo jamás haré lo que ella hace y jamás seré como ella!” —Jajaja —se había reído el hombre que era su novio y había dicho también. —Nunca digas de esa agua no beberé. De esto se había dado cuenta Carlota, ella no supo ni cómo, pero era obvio, alguien estaba detrás de ella o mejor dicho, detrás del empleo que tenía, porque trabajar con Carlota era sinónimo de prestigio laboral, buena remuneración. —Si alguien te contó lo que yo dije, es verdad. Yo dije esas cosas, sin embargo solo lo dije para satisfacerles mientras estuviera en esa cena, sinceramente no lo dije en serio. —No me importa tu opinión, ni lo que hayas dicho, Bibi, estas en un compromiso con un prometido, ¿Pero sabes si él te ha sido legal todo este tiempo? —A sus padres solo les interesa que la mujer con quien se case tenga una buena reputación, sea sumisa y buena esposa, pero… se han preocupado para que su hijo sea un buen hombre que merezca a esa mujer que exigen? —resopló con enojo y dijo: —Yo creo que no. Así que suerte con tu maravillosa relación y que te vaya bien. —¡Espera, no me corras! Necesito el empleo y trataré de ser lo más profesional posible esta vez. —Jaja —se rió Carlota en unas carcajaditas sutiles, lo que incomodara a su asistente. —¿Qué? —preguntó Bibi. —No te había dicho antes, pero ya había visto a tu prometido entrar y salir de hoteles de lujo con otra, estoy segura que nunca a ido contigo en un lugar espectacular, de ahí que pienso que un hombre así no merece lealtad, ni mi respeto de ninguna mujer. Carlota continuó. —¿Crees que es justo que ellos gocen de esa libertad, pero que de nosotras deseen toda nuestra entrega? —Nuestro respeto, nuestra pureza, nuestra sumisión, ¿pero ellos que ofrecen? —No lo sé —dijo la señorita Bibi Toledo. —Vea, tírale la piedra y esconda la mano. —¿Como?—preguntó Bibi. —Una trampa, por ejemplo. —Bibi hizo silencio. —Dile que hoy te vas conmigo a un viaje de trabajo, luego aparezca en donde esté él y lo descubrirás su verdadera naturaleza. —¿Qué… eso es desconfiar de él? —Querida, aprenda a desconfiar hasta de su sombra. —¿Crees que porque te engañaron a ti, me lo harán a mi también? Carlota puso cara neutro, esto es lo que pasaba cuando tratabas de quitarle la venda a una persona que quería seguir sin querer mirar lo que tenía en frente. —¡Bien! Haz lo que quieras, siga viviendo tu vida como hasta ahora y sé feliz! —dijo Carlota antes de dar sus pasos para irse. —Jefa, lo siento mucho, sé que te engañaron, pero también quedan hombres buenos todavía. —Lo sé —dijo Carlota. —Pero mientras espere a ese hombre correcto, seguiré gozando con el incorrecto —dicho eso, Carlota se fue dejando a Bibi sumida en sus pensamientos. No sabía porque, pero Bibi Toledo tomó su móvil y marcó el número de su novio, cuando hubo enlace, ella puso carita de Kitty y dijo con vocecita de niña. —Mi amor, hay cuanto lo siento, pero debo hacer un viaje de trabajo con mi jefa, te voy a recompensar otro día, ¿está bien? —dijo Bibi, para su sorpresa su novio no pataleó ni mucho con ella, él sólo dijo. “Está bien. Tu trabajo es lo primero, recompénsame luego” Bibi sintió un ardor subirle en la boca del estómago y solo miró en dirección al apartamento de su novio, pues ahí es donde se encontraría con él, pero por escuchar lo que dijera su jefa, ella se sintió en desventaja con sus insinuaciones. Unos diez minutos después vio aparecer abajo a su novio Vincent Logan, un hombre de la ola de los nuevos ricos, personas ricas que amasaron sus fortunas recientemente y no tenían un apellido ilustre ni procedía de una familia de prestigio. «Vincent » pensó en su torbellino corazón. La señorita Carlota está equivocada, tiene que estarlo. Se dijo. Pero lo siguiente que viera, le hizo añico el corazón. Su novio al bajar, una morena fascinante lo esperaba abajo, la mujer había venido a recogerlo, él la recibió con un gran abrazo y le dijo: —Estas Paco —que dices —dijo ella coqueteando. —Estas pa’ comerte todita entera esta noche. —Jajajaa —se rió la mujer quien a su vez le preguntara haciendo un puchero. —Estoy segura que le dices eso mismo a tu noviecita. —¡Jáh, no la menciones a esa incipiente mujer! Hasta tocarla es un fastidio. —dijo Vicencio. Las lágrimas corrieron por la mejilla de la mujer quién había logrado grabar parte de la interacción de la pareja. Empuñó su mano y dijo: —Cuanta razón tenia mi jefa Carlota —Bibi lloró desconsoladamente, pero ella decidió irse, se fue a tomar un vuelo a las Vegas, ella misma había reservado el lugar exacto donde estaría Carlota, así que se fue a su encuentro. Al verla llegar, Carlota supuso que la mujer había descubierto el trágico final de su relación. —Bienvenida al club de las engañadas. —dijo mirando fijamente —Recuerde que aquí se vale todo. Bibi lloró desconsoladamente. Carlota le dijo entonces. —¿Todavía crees que ese hombre merece tus lágrimas? En el mismo instante Bibi dejó de llorar, ella captaba rápido. Carlota le dijo a Bibi. —Vine aquí por que me invitó el hombre con quien perdí la virginidad hace unos días, él quiso una segunda cita conmigo, yo no lo quería así, pero él me intriga, mi lema era un acostón con él y ya, pero él volvió a buscarme y me tiene tan intrigada que veré qué es lo que pasará entre nosotros, y desde luego lo digo, yo no espero nada de él. —Lealtad, amor, respeto, nada de eso espero. Bibi tragó saliva y lloró en silencio. Carlota fue recogido por un hombre alto, de presencia arrolladora, un perfil de adonis, nada comparado al ex de Carlota, pensó Bibi. “Si los hombres son como los autobuses, siempre hay otro detrás cada cinco minutos” se dijo la chica. ¿Como será mi vida de ahora en adelante? Se preguntaba cuando se le acercó un hombre alto en traje oscuro, al levantar la vista sus ojos parecían traspasar como flecha. Bibi tragó saliva gruesa sal verlo, pues solo su presencia le hizo sentir pequeña. —Porque sufres sola aquí. Si compartes tu pena conmigo, le restarás parte de tu dolor. Ella estaba tan sólo tratando de llegar a la conclusión de porque él creía saber que estaba sufriendo. Aunque en realidad era así.
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