No me iré de tu vida

1011 Words
Carlota nunca había topado con un hombre testarudo, pero si había alguien así para Carlota, ese era Hazard. Previamente, ella había estado en cama, quería descansar y sentirse mejor para seguir su vida, trabajo y buscar quien le chingara, pero no espero que la mera chingadera llegara hasta su domicilio. —Papá, ¿quién llegó? —preguntó al oír llegar alguien y conversar con su padre. Su padre hizo mueca y dijo: —Él dice ser tu novio —la cara de Carlota se vió pálida ante su padre. Y no es que ella se sintiera como una quinceañera a quien recién se le descubriera estar con un enamorado, era que Carlota aún conservara esa ingenuidad. y le afectara esas cosas, aunque viéndolo desde la perspectiva de los hombres, la actitud de Carlota era demasiado virginal, y si que lo era. —Papá, él es.... Carlota no terminó su frase porque ya Hazard estaba terminando de decir lo que se suponía que diría Carlota. El dijo: —Estamos conociéndonos y estoy demasiado entusiasmado con su hija—dijo el hombre de mirada penetrante. —¿Y como para que quieres a mi hija? —preguntó estudiando a este hombre que tuvo la osadía de venir aquí delante de él. —¡Quiero formar una relación larga y duradera con ella —dijo Hazard haciendo que la cara de Carlota se pusiera roja. Y no era porque estuviera mal, que fuera prohibido como para que ella no pudiera estar en una relación con un hombre, sino que para la opinión de Carlota, haber acabado una relación larga y estar enseguida en otra, era mal visto. —¡Papá! —dijo ella poniendo cara de niña traviesa, lo que hiciera que Hazard le causará risillas. —No es lo que piensas —dijo ella tratando de excusarse. —No tienes que explicar Carlota, creo en tu buen juicio. —Señor, lo invito a tomar un té, ven conmigo —dijo el padre de Carlota. Carlota sabía que su padre era como un colador, si Hazard no se llevara bien con su padre, ella lo terminaría ahí mismo, porque su papá tenía buen ojo para disernir en la actitud de los demás. Carlota se pasó comiendo las uñas en su habitación, después de una hora que Hazard no volvía, ella se bajó de su cama con sumo cuidado y bajó las gradas, solo para ver a su padre hablar y reír con el hombre. Ella pensó, "no puede ser, lo tiene en el bolsillo de su pantalón" Hazard la volvió a ver y le guiñó un ojo dando a entender que todo estaba óptimo entre los dos. Carlota volvió a su habitación y se encerró, se dijo a si mísma, "Ump, este hombre, cree que me tiene ganada, pero no sabe que yo me largaré y desapareceré de su vida cuando menos lo piense" Carlota pensó que Hazard iría a despedirse después de estar con su padre, pero se fue sin hacerlo. De alguna manera eso la hizo sentir muy infeliz. Bajó a la hora de la cena y vió su padre sentado leyendo la sección de negocios. Carlota se sentó y empezó a comer despacio, vió que su padre no le decía nada respecto al hombre que conociera esta mañana, se dijo para sí". Sería que no le produjo la suficiente impresión como se esperaba. Ya de último, volvió a su padre y le dijo: —¿Y no me preguntarás de quién se trata el invitado de esta mañana? —Um, no es necesario. Ya sé quién es —dijo Alfred Graham. —Pues, ¿y? —¿Y qué? —dijo el padre. —Bueno, pensé que preguntarías de quién se trataba. —Nada, no hay nada que preguntar sobre tu novio —dijo en una sonrisa de complicidad. —Siendo así, debo aclarar que no es mi novio —dijo Carlota, su padre lo miró con suficiente determinación y dijo: —Novio es cuando cortejas a una chica Linda, y él está haciendo eso contigo —dijo Alfred. Enseguida Carlota se puso roja de la cara, pues temia que su padre supiera que ellos hicieron el delicioso. —Carlota, ustedes ya... —¡Papá! —gritó Carlota con verguenza. —Bueno, francamente estoy sorprendido de tu actitud, pensé que lo tomarias más liberal ese asunto de acostarse con el novio, pero veo que estás llena de pudor. —No es eso Padre, ¿Quiero preguntar si fué él quién que te dijera que estuvimos juntos a noche. —No —dijo el padre sonriendo, luego dijo: —Es un caballero en toda la extensión de la palabra y un caballero nunca habla de lo que pasa en la alcoba con su mujer. —¿Su mujer? —Carlota repitió sus palabras con un poco de excentricismo. —¿Si, Acaso no lo eres? —dijo Alfred, luego poniéndose de pié dijo a su hija. —Espero que no re tardes mucho la boda —dicho eso se fue, lo que pusiera en jaque mate a Carlota. Ella no acabó ni de comer, se levantó a prisa y quiso correr casi, pero sintió el leve dolor en sus partes, se acordó de la travesía que había tenido y pensó que ese hombre era un salvaje. Esa noche no durmió bien, amaneciendo iría a pelear con Hazard, pero justo cuando estaba sintiendo que no podía dormir bien, recibió la llamada de la pequeña Akamaal, la niña preguntó. "¿Cuando vendrás a verme? A lo que Carlota no supo que respuesta dar. ¿Um, no vendrás a verme? —preguntó de nuevo, al final, Carlota respondió. —Estaré ocupada en el trabajo, pero nos vemos en otro momento. —¡Oh, que tristeza! —dijo Akamaal. —No, no estes triste, solo descansa si, cuando yo esté libre de trabajo, iré a verte. —¿Lo prometes? —la vocesita de la niña sonaba triste. —Esta bien, iremos a comer juntas mañana —prometió Carlota, ahora sí debía cumplir su promesa.
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