El día del café… Maria llegó al café diez minutos antes de la hora acordada. Se sentó en una mesa cerca de la ventana, donde podía ver a la gente pasar y disfrutar del cálido sol de la tarde. Estaba nerviosa pero emocionada por la cita con Lucas. Mientras esperaba, se distraía revisando los mensajes en su teléfono y observando la actividad a su alrededor.
Poco después, vio a Lucas entrar por la puerta. Llevaba una camisa azul y una chaqueta casual que realzaba su aire despreocupado. Su sonrisa se amplió al verla y caminó hacia ella con confianza.
“Hola María,” dijo Lucas mientras se sentaba frente a ella. “Espero que no hayas esperado mucho.”
“No, para nada,” respondió María, sonriendo. “Llegué hace solo unos minutos.”
Pidieron sus bebidas y comenzaron a charlar. La conversación fluyó fácilmente, llena de risas y anécdotas. Lucas le contó sobre su último proyecto en el trabajo, una campaña publicitaria para una nueva línea de productos tecnológicos. María, a su vez, compartió algunas historias divertidas de su infancia en Chile y cómo se había adaptado a la vida en Australia.
“¿Y qué te gusta hacer en tu tiempo libre?” preguntó Lucas mientras sorbía su café.
“Me encanta el arte digital,” respondió María, sus ojos brillando con entusiasmo. “Voy a convenciones y exposiciones siempre que puedo. Es una manera de desconectar del trabajo y sumergirme en algo que realmente disfruto.”
“Eso suena increíble,” dijo Lucas. “Siempre he querido aprender más sobre el arte digital. Tal vez puedas enseñarme alguna vez.”
“Claro, cuando quieras,” respondió María, sonriendo. “Podemos ir a una de las exposiciones juntos.”
La tarde pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, habían pasado varias horas conversando y riendo. Se despidieron con un abrazo, prometiendo mantenerse en contacto.
Los días siguientes fueron un torbellino para María. A pesar de su entusiasmo por la cita con Lucas, la realidad de su trabajo volvió a hacerse presente. El Sr. González seguía asignándole tareas interminables y exigiendo más de lo que era razonable. María se sentía atrapada en un ciclo de estrés y agotamiento.
Intentaba encontrar tiempo para buscar nuevas oportunidades laborales, pero ninguna de las posiciones que encontraba parecía ser la adecuada. Quería algo que la apasionara, que la hiciera sentir valorada y que le permitiera equilibrar su vida profesional y personal. Sin embargo, las ofertas que revisaba no cumplían con sus expectativas.
Una noche, mientras estaba en su departamento revisando algunas fotos en su laptop, se sintió nostálgica. Miraba imágenes de su familia, amigos y momentos felices de su vida. Recordó cuánto había cambiado desde que se mudó a Melbourne. Aunque amaba la ciudad y las oportunidades que le había brindado, no podía evitar sentir que algo faltaba.
Decidió asistir a una convención de arte digital ese fin de semana. Sabía que estar rodeada de creatividad y pasión la ayudaría a despejar su mente y encontrar algo de inspiración. La convención estaba llena de artistas talentosos, talleres interactivos y exhibiciones fascinantes. María se sintió revitalizada mientras exploraba las diferentes secciones y conocía a otros entusiastas del arte digital.
Mientras caminaba por una de las exhibiciones, su mente volvió a Lucas. La cita había sido genial, pero no había sabido nada de él desde entonces. Intentó no darle demasiada importancia, pero no podía evitar preguntarse por qué no se había puesto en contacto. Decidió que si realmente estaba interesado, él la buscaría.
La semana siguiente, la rutina del trabajo se hizo aún más pesada. El Sr. González la llamaba constantemente, pidiéndole que asumiera nuevas responsabilidades y criticándola cuando no podía cumplir con todo a tiempo.
“María, necesito que te quedes hasta tarde esta noche para terminar el informe,” dijo el Sr. González un lunes por la mañana, sin siquiera mirarla a los ojos.
“Señor González, he estado trabajando horas extras todos los días. Necesito descansar,” respondió María, tratando de mantener la calma.
“Lo sé, pero este cliente es muy importante. Necesitamos presentar el informe mañana sin falta,” insistió él, en un tono que no admitía discusión.
María sintió una ola de frustración y agotamiento. Sabía que no podía seguir así, pero tampoco tenía una alternativa clara. Decidió hablar con recursos humanos sobre su situación, esperando que pudieran ofrecer alguna solución.
Mientras tanto, Lucas seguía desaparecido. No había enviado mensajes ni llamado, y María empezó a cuestionar si su conexión había sido real o solo una ilusión momentánea. Aunque se sentía decepcionada, no dejó que esto afectara su ánimo. Continuó enfocándose en su trabajo y en buscar nuevas oportunidades.
El viernes por la tarde, después de una semana agotadora, María decidió tomar un descanso y visitar una galería de arte que había abierto una nueva exposición. Caminó por las salas, disfrutando de la tranquilidad y la belleza de las obras. Mientras observaba una pintura abstracta, su teléfono vibró. Era un mensaje de Lucas.
“Hola María, lamento haber estado desaparecido. He estado muy ocupado con un proyecto grande. ¿Te gustaría tomar un café este fin de semana?”
María se quedó mirando el mensaje, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. No podía evitar preguntarse por qué Lucas había tardado tanto en ponerse en contacto. Decidió no responder de inmediato, tomándose su tiempo para pensar en lo que realmente quería.
Salió de la galería sintiéndose un poco más ligera, pero aún con muchas preguntas sin respuesta. Caminó por las calles de Melbourne, disfrutando del aire fresco y la vibrante vida de la ciudad. Sabía que tenía que tomar decisiones importantes sobre su futuro, tanto profesional como personal.
Esa noche, mientras revisaba ofertas de trabajo en su laptop, pensó en todas las posibilidades que el futuro podía depararle. Tenía la determinación de encontrar un trabajo que la hiciera feliz y de abrirse a nuevas experiencias y personas. Pero también sabía que necesitaba tiempo y espacio para reflexionar y tomar decisiones con calma.
Con una taza de té caliente en la mano, se sentó en su balcón y miró las luces de la ciudad. Sentía que estaba en una encrucijada, le costaba mucho todavía conocer a alguien, le costaba cambiar de trabajo, en general le estaban costando los cambios aunque siempre estuviera abierta a vivirlos.